El Bienio Progresista (1854-1856)
Tras el levantamiento de 1854, la reina Isabel II llamó a formar gobierno al general Espartero. Este nuevo régimen intentó impulsar reformas económicas y políticas, marcando el inicio del llamado Bienio Progresista.
La vuelta de 1854 y el nuevo gobierno progresista
El autoritarismo del gobierno moderado provocó la oposición y el levantamiento de progresistas, demócratas y algunos sectores defraudados. En junio de 1854, se produjo el pronunciamiento de Vicálvaro, liderado por O’Donnell, quien fundó la Unión Liberal. Los sublevados elaboraron el Manifiesto de Manzanares, demandando el cumplimiento de la Constitución de 1845, la reforma de la ley electoral, la reducción de impuestos y la restauración de la Milicia Nacional.
La presidencia del gobierno recayó sobre Espartero, y O’Donnell fue nombrado Ministro de Guerra. Las elecciones de 1854 dieron una mayoría progresista y la aparición, por primera vez en el Parlamento, de algunos diputados demócratas. El nuevo gobierno intentó restaurar los principios del progresismo, restableciendo la Milicia Nacional y la Ley Municipal. Se promulgó una nueva Constitución en 1856, con novedades como la libertad de culto y de imprenta. La mayor actuación del Bienio fue un ambicioso plan de reformas económicas en defensa de los intereses de la burguesía urbana.
La legislación urbana
Las principales líneas de acción fueron la reanudación de la obra desamortizadora. La nueva Ley Desamortizadora de 1855, a cargo de Madoz, afectó a los bienes del Estado y de la Iglesia. Se pretendía conseguir recursos para la Hacienda e impulsar la modernización económica de España. Una buena parte de los ingresos se invirtió en la red de ferrocarriles. La construcción de las líneas de ferrocarril se impulsó con la Ley General de Ferrocarriles de 1855, de la que se beneficiaron especialmente los capitales extranjeros que acudieron al mercado español. Otras preocupaciones del gobierno fueron el aumento de la forestación, el sistema de telégrafos, la ampliación de la red de carreteras, el fomento de las sociedades por acciones y el desarrollo de la minería.
Crisis del Bienio Progresista
Las medidas reformistas del Bienio no remediaron la crisis, generando un clima de grave conflictividad social. En Cataluña se produjeron huelgas obreras en 1855. Los trabajadores pedían la reducción de los impuestos de consumo, la abolición de las quintas, la mejora de los salarios y la reducción de la jornada laboral. El malestar social condujo también a un importante levantamiento campesino en tierras castellanas, con asaltos e incendios de fincas. El gobierno presentó la Ley de Trabajo, que introdujo algunas reformas y mejoras. La creciente conflictividad social provocó la interrupción de las clases conservadoras. Las discrepancias dentro de la coalición gubernamental acabaron con la Unión Liberal.
La Descomposición del Sistema Isabelino (1856-1868)
El período entre 1856 y 1868 estuvo dominado por la alternancia en el poder de unionistas y moderados. El favoritismo hacia estos últimos y la marginación de los progresistas y demócratas condujeron a la descomposición del sistema.
Los gobiernos unionistas
El nuevo gobierno liderado por O’Donnell intentó combinar los elementos fundamentales del proyecto moderado con algunas propuestas progresistas, como la limitación de los poderes de la Corona. Se consiguió una relativa estabilidad política interior. Se intentó revitalizar el parlamentarismo, aunque siempre bajo la tutela del Estado. Las elecciones eran amañadas desde el Ministerio de la Gobernación, que también fijaba una minoría opositora. Una de las actuaciones más destacadas fue una política exterior activa que buscaba el prestigio internacional.
- Expedición a Indochina (1858-1863): En colaboración con Francia, motivada por el castigo de una matanza de misioneros.
- Intervención en México (1862): Se realizó junto a franceses y británicos para exigir al gobierno mexicano el cobro de la deuda atrasada.
- Campaña militar de Marruecos (1859-1860): Motivada por disputas fronterizas, donde adquirió gran prestigio el general Prim. La Paz de Wad-Ras permitió a España la incorporación del territorio de Ifni a la Corona.
En 1863 se evidenció la descomposición interna de la coalición gubernamental. El unionismo fue incapaz de afrontar la oposición de los moderados.
Los gobiernos moderados (1863-1868)
Entre 1863 y 1868 se produjo el retorno de Narváez al poder. Las querellas internas, las constantes conspiraciones, pactos e intentos de pronunciamiento evidenciaron la falta de apoyos sociales. El moderantismo impuso de nuevo la forma autoritaria, al margen de las Cortes y las instituciones políticas. En 1866 tuvo lugar la sublevación de los sargentos del cuartel de San Gil, que contó con la adhesión de progresistas y demócratas y provocó un levantamiento popular en Madrid. La situación del gobierno empeoró a raíz de la crisis de subsistencias iniciada en 1866, que provocó el aumento de los precios y el descontento popular. Amplios sectores de la sociedad coincidieron en la necesidad de promover un pronunciamiento que diese un giro radical a la situación.