El Crecimiento Económico de los Años 20
Al acabar la I Guerra Mundial surgió un periodo de reconstrucción, que abrió un crecimiento y dinamismo económico en los sectores industriales. El nuevo progreso se quebró temporalmente en 1920 y 1921. A partir de 1922, el mundo desarrollado entró en un proceso de gran crecimiento, debido a la recuperación de la producción en las naciones europeas más afectadas por la Gran Guerra, como Francia o Alemania. Los años 20 acentuaron el declive británico. No obstante, el descenso de los precios de las materias primas y de los alimentos le proporcionó algunas ventajas. En cambio, la guerra convirtió a EE. UU. en la primera potencia mundial. Se afianzaba el crecimiento económico japonés y su expansión comercial por Oriente.
La Industria, Motor del Desarrollo
El crecimiento económico se produjo en los nuevos sectores industriales, que se convirtieron en el motor de la expansión. Otros sectores destacados fueron la industria del automóvil, la industria eléctrica, química y aeronáutica. El carbón seguía siendo la primera fuente de energía; su producción creció muy poco debido a las nuevas fuentes de energía. Entre 1913 y 1929, la producción de petróleo se cuadruplicó y la de electricidad se triplicó.
La Intensificación de la Producción
La transformación más importante fue el aumento de la productividad industrial como consecuencia de la aplicación de nuevas formas de organización del trabajo en las fábricas. En los países occidentales, este fenómeno se conoció con el nombre de Taylorismo. El taylorismo se basaba en la eliminación de los tiempos muertos en las cadenas de producción y en su automatización máxima. De esta manera, se conseguía la reducción del coste del producto, al disminuir el tiempo de su fabricación. También introdujeron conceptos nuevos como el trabajo en cadena, cronometraje y especialización del trabajador en una tarea. La fabricación en cadena de automóviles Ford permitió el abaratamiento y la popularización de estos coches. Este nuevo sistema de trabajo provocó un gran incremento de la productividad. Los empresarios aumentaron sus beneficios y los consumidores pudieron acceder a bienes más baratos debido a la producción en masa y a su estandarización. Por otra parte, el consumo aumentó gracias a la reducción de precios, a la publicidad y a la aparición de la venta a crédito. Las nuevas formas de producción acentuaron la concentración empresarial.
Un Crecimiento Económico Desequilibrado
La Primera Guerra Mundial provocó el alza de los precios de los productos agrarios. Pero la crisis de 1920-1921 marcó el comienzo de un periodo de descenso de los precios y de las rentas agrarias. Los campesinos, para intentar frenar la caída de sus rentas, aumentaron la producción y los rendimientos. Esto supuso una mayor oferta de productos en el mercado y, como consecuencia, una disminución de los precios. Otro desencadenante de la crisis fue la clara diferencia del rendimiento entre los sectores industriales clásicos y los nuevos. Mientras que las nuevas industrias se desarrollaban, las más antiguas se estancaron.
Las Dificultades del Sistema Monetario Internacional
A lo largo de los años 20, hubo manifestaciones evidentes de que la economía no funcionaba bien. Los problemas monetarios y financieros se pusieron de manifiesto por un fenómeno nuevo en la historia del capitalismo: la inflación (subida generalizada de los precios). Acabada la guerra, el proceso inflacionario continuó a causa de la necesidad de reconstruir los países y de atender los gastos sociales. Para sufragar estas cantidades, los países europeos pidieron créditos a EE. UU., que se convirtió en pocos años en el acreedor internacional más importante. Las principales monedas perdieron su valor fijo respecto al oro. El dólar permaneció como moneda convertible en oro y de cambio fijo, convirtiéndose en la divisa internacional. Las restantes monedas entraron en un proceso de depreciación. Las inversiones de capital se desplazaban constantemente de país buscando la máxima rentabilidad. El hundimiento del sistema monetario fue la gran inflación de los países de la Europa Central, en especial Alemania. El ahorro privado desapareció, arruinando a sus poseedores, lo que supuso una falta de capital para financiar las empresas.
El Crash de la Bolsa de Nueva York
Desde 1925, las cotizaciones de las acciones en la bolsa neoyorkina, Wall Street, subían sin cesar y acumulaban beneficios extraordinarios. La fácil obtención de créditos para comprar acciones en la bolsa aumentó la especulación (operación comercial consistente en adquirir mercancías, valores o efectos públicos con ánimo de obtener lucro en su reventa). La diferencia entre el precio cada vez más elevado de las acciones y la actividad real de las empresas no paró de crecer. Desde 1925, los valores de las materias primas bajaban, las dificultades económicas de Reino Unido eran evidentes y habían arrastrado al sistema monetario internacional a una situación confusa; la producción industrial alemana estaba estancada desde 1927 y el comercio internacional pasaba por un largo periodo de atonía. Desde comienzos de 1929, el índice de la bolsa neoyorquina se fue estancando. Las autoridades gubernamentales se preocuparon por el crédito descontrolado. El jueves 24 de octubre se puso a la venta un número muy elevado de acciones, lo que se tradujo en una caída de los precios. El jueves negro señaló el final del proceso de alza permanente de los valores. Muchos inversores pusieron en venta sus acciones para devolver el dinero que habían pedido prestado, lo que acentuó la caída de Wall Street. El detonante inmediato de la crisis de 1929 fue el crash de la bolsa de Nueva York. El índice bursátil se hundió. El pánico se apoderó de los inversores y los lanzó a la venta masiva de valores. Solo a partir de 1933 comenzó una lenta recuperación.
La Crisis se Extiende a Todos los Sectores
La crisis bursátil se fue extendiendo por los demás sectores de la economía y afectó gravemente a todos ellos. La quiebra bursátil se convirtió en financiera. El pánico afectó enseguida a la banca, que se encontró atrapada entre unos inversores que no podían devolver los créditos recibidos antes del crash y unos ahorradores que corrieron a rescatar sus fondos. Muchos bancos no pudieron hacer frente a esta situación, precipitándose a la ruina. Del sector financiero, la crisis se extendió a la economía productiva. La paralización de la concesión de créditos y las quiebras bancarias afectaron a la financiación de la industria y limitaron el consumo de los ciudadanos. Muchas fábricas se vieron forzadas a cerrar. La industria estadounidense pasó de la expansión a una situación de sobreproducción y almacenaje excesivo. La debilidad de la demanda facilitó la bajada de los precios, la caída de los beneficios y el cierre de empresas industriales. El descenso de los precios y de la demanda llevó a la ruina a centenas de campesinos incapaces de hacer frente a sus deudas. El paro crecía rápidamente. La mayor consecuencia de la crisis fue el incremento del paro. Este aumento provocó la reducción de la demanda, lo que a su vez implicaba un descenso de la producción y un agravamiento de los problemas.
La Crisis se Extiende por Todo el Mundo
La crisis surgida en EE. UU. se extendió por todo el mundo. La interdependencia de todas las economías facilitó la expansión. Los primeros países a los que alcanzó la crisis fueron los que basaban su economía en la producción de materias primas. Se vieron obligados a malvender los stocks crecientes o destruirlos. Entre 1930 y 1931, la depresión llegó a Europa. En 1931, el banco austriaco Kredit Anstalt quebró. La causa inmediata del estallido de la crisis en Austria y Alemania fue la repatriación de los capitales estadounidenses, que precipitó el hundimiento de sus economías. A finales de 1931, las quiebras bancarias ya se extendían por todo el continente. Reino Unido devaluó la libra, forzado a renunciar a la convertibilidad de su moneda en relación con el patrón oro. La libra esterlina arrastró a numerosas monedas. Quienes tenían libras sufrieron grandes pérdidas. Francia acabó afectada a partir de 1932. La URSS, aislada económicamente del resto de los países a causa de su régimen comunista, no sufrió las consecuencias negativas de la depresión. En 1928 había iniciado el primer plan quinquenal con el objetivo de crear una potente industria pesada. Los años siguientes fueron de crecimiento espectacular y convirtieron a la URSS en objeto de admiración y estudio.
El Hundimiento de los Sectores Económicos
La depresión de 1929 fue una crisis general que creó una coyuntura sin precedentes. El sector industrial fue el más afectado por la crisis. La producción descendió casi un 40%. Nunca se había conocido una caída tan importante. Los sectores más afectados fueron el siderúrgico y el de fabricación de bienes de consumo no imprescindibles. El sector agrario se manifestó por el hundimiento de los precios y el descenso de la demanda.
Consecuencias Sociales y Políticas
Socialmente, la crisis supuso la destrucción masiva de puestos de trabajo en todos los sectores económicos. El incremento del paro fue especialmente grave. El desempleo prolongado suponía verse abocado a la miseria. El contraste entre ricos y pobres era cada vez mayor y las diferencias entre los que conservaban el trabajo y los que lo habían perdido eran enormes. Las primeras medidas tomadas por los respectivos gobiernos para hacer frente a la crisis fueron un fracaso, lo que produjo un acusado descontento popular. Las ideologías antiliberales y anticapitalistas se extendieron, por la izquierda el socialismo y por la derecha el comunismo. El balance político fue muy negativo para los regímenes parlamentarios. Las formas más brutales de dictadura, los fascismos, se extendieron por Europa. La izquierda intenta frenar la expansión del fascismo y para eso constituyeron los frentes populares en 1936.
Las Primeras Medidas Frente a la Crisis
Los estados recurrieron al proteccionismo como una forma de defender la producción propia frente a la competencia externa. Todos los países aumentaban los aranceles, ponían cuotas a las importaciones, imponían el control al movimiento de capitales o cerraban sus mercados al exterior, como Alemania o Italia. Se crearon zonas monetarias separadas, lo que acrecentó la inestabilidad de los cambios y propició auténticas guerras monetarias.
Las Soluciones Clásicas de las Crisis
La evolución de la economía capitalista no había sido nunca uniforme. Los ciclos económicos de expansión y depresión se conocían desde el siglo XIX y eran aceptados como una condición propia del sistema. La novedad de la crisis de 1929 fue su duración y su profundidad. Para los economistas liberales, las crisis eran desajustes pasajeros de la economía, consecuencia del exceso de inversiones. El sistema parecía disponer de mecanismos correctores que garantizaban la superación de las crisis. Otra de las normas fundamentales del liberalismo clásico era el papel secundario del Estado en la actividad económica. La política estatal ante la crisis era la deflación, fomentar la reducción salarial, equilibrar el presupuesto del estado y defender el valor de la moneda.
El Fracaso de las Medidas Tradicionales
La generalización del proteccionismo comercial y de las prácticas devaluadoras convirtió en inútiles estas medidas. Las políticas deflacionistas tuvieron graves consecuencias. En Alemania favorecieron el triunfo de Hitler y su ascenso al poder. En EE. UU. provocaron la estrepitosa derrota electoral de Hoover.
New Deal
La política que tuvo mayor resonancia frente a la crisis fue la del New Deal, nuevo pacto, en EE. UU. propiciada por el presidente Roosevelt. De ideas progresistas, Roosevelt fue uno de los presidentes más populares y fue reelegido 4 veces sucesivas. Su mayor éxito fue devolver a su pueblo la confianza en la recuperación. Estas medidas de carácter económico y social pretendían relanzar la producción, reanimando la demanda. Se reformó la banca, reforzando el control de poderes públicos sobre ella. La administración contrató obreros en paro para realizar tareas de equipamiento a cambio de un salario aceptable. Se aseguraron a los campesinos precios garantizados y a los trabajadores convenios colectivos con salarios mínimos y reducción de la jornada laboral. Las actuaciones monetarias buscaron propiciar una inflación controlada que estimulara el consumo. Se adoptaron medidas de supervisión de la actividad bursátil, se impusieron cuotas de producción a las empresas y a los campesinos. El New Deal impuso una legislación encaminada a eliminar las situaciones más injustas. Se creó el primer sistema federal de seguro de paro y de pensiones, se estableció el salario mínimo y el horario máximo de trabajo. Los sindicatos se convirtieron en interlocutores de los empresarios. Aunque la actividad productiva mejoró, no llegó a superar los niveles anteriores a la crisis. El New Deal permitió mejorar la coyuntura económica y a superar una gran parte de los dramas sociales surgidos con la Gran Depresión. El final de la crisis llegó con la II Guerra Mundial y el relanzamiento de la demanda. En 1938, la economía alemana ya superaba la producción de 1929, incluso las economías más débiles daban muestras de dinamismo. En Francia, el Frente Popular intentó la recuperación de la demanda mediante disposiciones sociales parecidas a las aplicadas por el New Deal.
El New Deal tuvo 2 fases
Primera fase
En 1933 se propone una reforma agraria en la que se reducen excedentes por subvenciones, se reconstruye la industria y se planifica la región a gran escala, presas centrales.
Segunda fase
En 1935 se crean reformas para restablecer las posiciones de trabajadores y campesinos, se soluciona el desempleo con la creación de los Works Progress Administration, se regulan las relaciones entre trabajadores y empresarios y se crea el seguro de paro de invalidez y de vejez.