El declive del turno dinástico: el reformismo conservador (1898-1917): En 1902, se cumplió la mayoría de edad de Alfonso XIII, iniciándose una fuerte crisis causada por el desastre del 98. Este evento enfrentó a conservadores y liberales, quienes elaboraron un programa de reformas para regenerar la vida política en España. Los gobiernos conservadores de Silvela-Polavieja y de Antonio Maura intentaron, hasta 1909, llevar a cabo algunas reformas, como la modernización de Hacienda, la Administración local o la ley electoral. Sin embargo, no se intentó acabar con el caciquismo ni con la corrupción electoral, por lo que el intento de sanear el sistema político fue un fracaso.
Mientras los partidos dinásticos perdían poder, la oposición se fortalecía: el republicanismo aumentó su número de votos con la creación de la Unión Republicana y un Partido Radical. Los nacionalistas catalanes alcanzaron un gran ascenso electoral en 1907 gracias a la unión de varios partidos para formar la Solidaritat Catalana. El PSOE (Partido Socialista Obrero Español), junto a la UGT (Unión General de Trabajadores), consolidaron su presencia en Madrid, el País Vasco y Asturias. Pablo Iglesias fue el primer diputado socialista en 1910.
La Semana Trágica: En 1909, la vida política se deterioró con el levantamiento popular de Barcelona, conocido como la Semana Trágica. El reclutamiento de soldados para la Guerra de Marruecos provocó el levantamiento, que fue aplastado por el ejército con una represión desproporcionada. Estos hechos provocaron la repulsa de la opinión pública y la dimisión de Maura. El rey encargó la formación de un nuevo gobierno a los liberales.
El reformismo liberal: En 1910, los liberales iniciaron una reforma. José Canalejas intentó un reforzamiento del poder civil del Estado enfrentándose a la Iglesia Católica. También quiso descentralizar el Estado, lo que se plasmó en la Mancomunidad de Cataluña en 1914. Canalejas fue asesinado en 1912 a manos de los anarquistas, lo que abrió un periodo de inestabilidad que condujo a los conservadores al poder en 1913.
La crisis de 1917: Con el crecimiento de los problemas sociales, los conservadores de Eduardo Dato ejercieron un gobierno autoritario, clausurando las Cortes y gobernando por ley y decreto. En 1917, se produjo un gran descontento social, cuando la coyuntura económica creada por la Primera Guerra Mundial originó un gran movimiento de protesta. Las fuerzas políticas de oposición exigieron la dimisión del gobierno y la convocatoria de Cortes que sustituyeran a las actuales. Además, los grupos militares organizaron juntas de defensa y se enfrentaron a la política del gobierno. Los sindicatos UGT y CNT convocaron una huelga general revolucionaria con el objetivo de derrocar al gobierno. Esta crisis reflejaba el deterioro de la vida política y social, y aunque el gobierno logró parar las huelgas y pactar con los militares, se produjo una gran crisis económica.
Crisis de la Restauración (1917-1931): el declive de la monarquía (1917-1923): Los años entre la crisis del 17 y el golpe militar de Primo de Rivera se caracterizaron por una fuerte inestabilidad política, un gran conflicto social y el agravamiento de la guerra de Marruecos.
Gobiernos de concentración: Entre 1917 y 1923, se formaron 13 gobiernos diferentes, lo que demuestra la falta de apoyo parlamentario de los partidos gubernamentales. La crisis de 1917 marcó el fin del turno pacífico y se formaron sucesivos gobiernos de concentración, agrupaciones de liberales, conservadores y nacionalistas que no lograron estabilizar el sistema. La gran inestabilidad política estuvo acompañada de una gran conflictividad social. Los sindicatos aumentaron su afiliación: en 1919, la UGT tenía más de 200.000 afiliados y la CNT unos 700.000. En 1921, los sectores más radicales del PSOE crearon el Partido Comunista de España.
Conflictividad social: Los sindicatos y los grupos políticos de izquierdas impulsaron sus movilizaciones obreras. En el campo andaluz, entre 1918 y 1929, los jornaleros ocuparon y repartieron tierras, y sus huelgas paralizaron las cosechas. Los trabajadores industriales, especialmente en Barcelona, protagonizaron luchas más intensas: la huelga de la empresa La Canadiense, que producía electricidad, paralizó en 1919 la industria y los servicios de Cataluña. El gobierno y la patronal se volvieron más duros, iniciándose un proceso de violencia social. Frente al radicalismo obrero, las organizaciones patronales favorecieron la creación de sindicatos más dóciles y de grupos armados contrarrevolucionarios que atemorizaban y asesinaban a dirigentes obreros, al tiempo que reventaron las huelgas (pistolerismo).
La derrota de Annual: En 1921, el ejército español sufrió una gran derrota en Annual, donde miles de soldados perdieron la vida. Ante este desastre, las fuerzas de izquierda pidieron una investigación sobre las responsabilidades de la derrota. Para frenar la presentación a las Cortes de un informe que acusaba a algunos mandos militares e incluso involucraba al monarca, ciertos poderes del ejército propiciaron un golpe de Estado para hacerse con el poder.
La dictadura de Primo de Rivera: Miguel Primo de Rivera gobernó desde 1923 hasta 1931. En 1923, Rivera, capitán general de Cataluña, con el consentimiento de Alfonso XIII y el apoyo de las organizaciones patronales y de los grupos políticos conservadores, protagonizó un golpe de Estado que dio paso a una dictadura militar inspirada en el fascismo italiano. El golpe de Estado se justificó con el argumento de que el sistema parlamentario y constitucional estaba desprestigiado y era incapaz de garantizar el orden social y de frenar la revolución social que se avecinaba. El nuevo régimen instauró una dictadura militar, suspendió la Constitución, disolvió el Parlamento, prohibió los partidos políticos y los sindicatos, y estableció una rígida censura de prensa. También suprimió la Mancomunidad de Cataluña y todas las expresiones públicas de catalanismo. Además, ejerció una gran represión sobre los intelectuales. La dictadura militar logró mantenerse en el poder gracias a una buena situación económica, debida a la coyuntura internacional favorable y al fin del conflicto marroquí. Sin embargo, desde 1929, las repercusiones de la crisis económica internacional comenzaron a notarse y el clima de oposición a la dictadura aumentó considerablemente. El dictador dimitió en enero de 1930 por falta de apoyo. Entonces, Alfonso XIII nombró jefe de gobierno al general Berenguer, quien debía preparar unas elecciones y retornar a la legalidad constitucional.