El desarrollo de la guerra:
La ocupación de España no fue tan rápida como creía Napoleón. La victoria española en la batalla de Bailén obligó al rey José I a abandonar Madrid y las tropas francesas se retiraron al norte de la Península. Napoleón envió un ejército de 150.000 hombres. En noviembre, él mismo entró al mando de esa tropa y el 2 de diciembre llegaba a Madrid. El rey José regresó también a la capital del reino. Durante su estancia en España, el emperador francés llevó a cabo reformas por las que se suprimía la Inquisición, el régimen señorial y los conventos. Mientras, un ejército inglés, al mando de Wellesley (duque de Wellington) desembarcó en la Península para ayudar a los portugueses. El ejército español colaboró con el de Wellington. La victoria francesa en Ocaña y el avance hacia el sur permitieron a Napoleón ocupar casi toda España, quedando libres solo Cádiz y el este peninsular. En ese periodo las tropas de Napoleón alcanzaron el máximo control sobre el suelo peninsular. En esa etapa de predominio francés llegó a haber 360.000 soldados en suelo español. En 1812, la situación internacional de las guerras napoleónicas, con la tremenda movilización que supuso la campaña de Rusia comandada por el propio Napoleón, obligó al emperador a retirar tropas de España y a centrar su atención en otras zonas de Europa. El debilitamiento de las tropas francesas en la Península fue ampliamente aprovechado por las tropas angloespañolas de Wellington. Tras las batallas de Ciudad Rodrigo y los Arapiles, en las que Wellington derrotó a los franceses, las Cortes españolas nombraron al inglés comandante jefe de los ejércitos españoles, que actuaron desde entonces completamente bajo su mando. El avance de las tropas angloespañolas obligó a José I y los franceses a abandonar Madrid y dirigirse a Valencia. La derrota francesa en Vitoria (junio 1813) precipitó el abandono del territorio español por José I; en julio salía de Valencia y en octubre una nueva batalla triunfal para las tropas de Wellington en San Marcial obligó al ejército josefino a cruzar la frontera hispanofrancesa. Napoleón al borde de la derrota en Europa, firmó con Fernando VII el Tratado de Valençay, por el que finalizaban las hostilidades en España y Fernando VII era repuesto al trono. Con la firma de este tratado se daba por concluida la guerra de la independencia.
La labor legislativa de las Cortes de Cádiz:
La obra legislativa de las Cortes de Cádiz fue ingente y representó una ruptura radical con los principios hasta entonces vigentes. El primer decreto estableció que la soberanía residía en la nación y que las Cortes asumían su representación. El rey dejaba de ser soberano y el cuerpo social de la nación española emergía como sujeto de la soberanía. Asimismo se proclamó la igualdad ante la ley, lo que suponía el fin de la sociedad estamental, basada en la desigualdad jurídica. También se estableció la igualdad entre españoles y americanos para dar respuesta a los primeros movimientos independentistas en las colonias de América. Se planteó todo un conjunto de reformas. Se aprobó la libertad de imprenta y la abolición de la tortura; se suprimieron el voto de Santiago, la Inquisición, los señoríos jurisdiccionales y los antiguos consejos; y se planteó la desamortización de bienes del clero, una nueva división provincial.
Las Cortes de Cádiz:
La revolución que se inició casi al mismo tiempo que la guerra contemplaba una convocatoria de Cortes generales y extraordinarias, cuya iniciativa partió de la Junta Central, aunque fue llevada a cabo por la regencia, que sustituyó a la Junta Central. Composición y funcionamiento de las Cortes: La elección de los diputados tropezó con grandes dificultades, por la ocupación y por la presencia de diputados procedentes de América. Entre los diputados existían varias sensibilidades: un grupo pretendía que no se modificase nada del sistema político absolutista; otro grupo pretendía un régimen intermedio entre el viejo absolutismo y el modelo constitucional basado en la soberanía de la nación. Los liberales proponían una cámara única que asumiera la soberanía nacional y elaborara una constitución que debía recoger las novedades aportadas por la revolución francesa. Esta última posición triunfó porque muchos diputados no pudieron acudir a la convocatoria y fueron sustituidos por otros presentes en Cádiz, que era un importante centro donde los liberales tenían mucha fuerza. Junto a viejos miembros de los antiguos estamentos hubo representantes de las clases medias urbanas, de servidores del Estado y de las profesiones liberales o la actividad mercantil. El clero predominaba, junto a turistas y funcionarios. A pesar de lo que a menudo se dice, ni la burguesía llevó a cabo la revolución liberal, ni el clero y la nobleza estaban en su totalidad del lado absolutista. Una parte destacada de las reformas fue inspirada por clérigos de adscripción liberal. Los funcionarios vieron en las Cortes la oportunidad para reformar la desacreditada monarquía, y los militares tuvieron un papel relevante que se mantuvo durante gran parte del siglo XIX. Las Cortes se reunieron en Cádiz, por ser la ciudad de más fácil defensa y estar libre de la ocupación francesa. La sensación de ciudad sitiada llena de refugiados, con una activa vida social en cafés, periódicos y tribunas de la cámara, alentó a los propios diputados, que vieron en su labor legislativa una ocasión para sacar a España del atraso y la ineficacia. Pronto aparecieron en los debates dos grandes facciones o partidos llamados servil o absolutista y liberal. Expulsados los franceses, las nuevas Cortes ordinarias se trasladaron en enero de 1814 a Madrid.