La conspiración
Fue plural y desorganizada. El cerebro fue el general
Emilio Mola. Estaban con él, el general Goded, el general Queipo de Llano y el general Cabanellas. La participación de Franco no estuvo clara hasta el final. También estuvieron algunos diputados de la CEDA, como Ramón Serrano Súñer o el conde de Mayalde. El principal líder de esta agrupación, Gil Robles, no fue consultado, aunque prestaría apoyo económico con los fondos electorales de su partido.En ningún momento pensaron que fuera a terminar en una guerra civil. Se pensaba en un golpe rápido que implantara una dictadura que preparara la llegada de nuevo de la Monarquía. Por otro lado, el levantamiento era conocido; hasta la prensa hablaba de ello. El gobierno había tomado algunas medidas:• Los altos mandos se confiaron a personas de confianza• En África fueron colocados mandos también fieles al régimen• Los militares sospechosos fueron alejados: Goded a Baleares, Franco a Canarias, Varela y García Escamez fueron sancionados y nunca se creyó que Mola se pusiera de acuerdo con los carlistas.• Las fuerzas de orden público en las grandes ciudades fueron puestas bajo el mano de autoridades adictas.El error del gobierno fue el no prever la magnitud de la conspiración y la incapacidad para controlar a sus propias masas por no atreverse a romper con la extrema izquierda.
El levantamiento y su propagación
Se inició en Marruecos el día 17 de julio, adelantándose a la fecha prevista. Dos días más tarde asumió el mando el general Franco, que se había sublevado en Canarias y trasladado a Marruecos a bordo del Dragon Rapide, un avión británico alquilado por conspiradores monárquicos. A partir del 18 de julio la sublevación se extendió a la península, dependiendo su éxito de la preparación y el número de conjurados.En Navarra, sublevada por Mola, y en Castilla, regiones católicas y conservadoras por excelencia, el levantamiento triunfó fácilmente. En Aragón, la sublevación venció en las capitales de provincia por la intervención del general Cabanellas. Algo parecido ocurrió en Oviedo gracias a la hábil maniobra del general Aranda. Pero el resto de Asturias se mantuvo republicano.
En Galicia el éxito fue rápido a pesar de la oposición de las organizaciones obreras de las capitales.En Andalucía sorprendió la maniobra de Queipo de Llano que ocupó Sevilla. En Cádiz, Granada y Córdoba, las guarniciones militares estuvieron en precario ante la fuerte resistencia obrera. Algo similar ocurrió en Extremadura, aunque Cáceres se sublevó.En Castilla la Nueva y Cataluña la suerte de los sublevados dependió de las dos grandes capitales. En Madrid se abortó pronto el golpe y en Barcelona las tropas de Goded fueron pronto neutralizadas por las fuerzas de orden público y las organizaciones obreras.El País Vasco se escindió. Vizcaya y Guipúzcoa se opusieron al golpe, mientras Álava se sublevaba. En Baleares se levantaron Mallorca e Ibiza, pero no Menoría. En Valencia los sublevados dudaron mucho y pronto fueron neutralizados. También quedaron grupos de sublevados asediados por los republicanos: el Alcázar de Toledo y el santuario de la Virgen de la Cabeza en Jaén.
Las consecuencias inmediatas
España quedó dividida en dos, debido al fracaso del pronunciamiento. En un principio las fuerzas estaban bastante equilibradas. Si los sublevados contaban con el ejército de África, el mejor preparado, la flota se mantuvo republicana, así como la aviación. Además, el gobierno disponía de las capitales más importantes, la industria catalana y vasca y las reservas de oro del Banco de España. Los acontecimientos se precipitaron en los días siguientes. Casares Quiroga trató de mantener la legalidad con sus propias fuerzas e impidió el reparto de armas a los obreros. Tras su dimisión, Azaña intentó formar gobierno con Martínez Barrio que trató de evitar la guerra civil proponiendo una negociación que ni Mola ni Largo Caballero aceptaron. Por fin, el 19 de julio se formó un nuevo gobierno, presidido por Giral, que procedió al reparto de armas.Al tiempo, se inicia el proceso revolucionario en la zona controlada por el gobierno, en respuesta a la sublevación. Trajo las siguientes consecuencias:• La pulverización del poder político hasta el extremo que resultaba difícil descubrir a quien correspondía tomas decisiones, llegando a convivir tres organismos públicos en algunas provincias. En cada región se constituyeron Juntas que se repartían el poder y lo administraban sin tener en cuenta al resto del país.• No existió un mando unificado en el ejército republicano. Las milicias populares resultaron ineficaces e indisciplinadas • Se produce una revolución económico-social en la que anarquistas, comunistas y socialistas, pusieron en marcha una colectivización de la propiedad que fue mayoritaria en el campo andaluz y en la industria catalana. Como principal consecuencia, la producción catalana se redujo a un tercio, siendo más grave en el caso de la industria de armamento.
El desarrollo de la guerra
La guerra de columnas
Entre julio y noviembre de 1936 los límites de cada una de las dos Españas no fueron precisos. La lucha adoptó la forma de enfrentamientos entre agrupaciones, no habiendo un frente estable. En este periodo la superioridad de los sublevados fue manifiesta: tras el paso del estrecho de Gibraltar por el ejército de África de Franco, la Andalucía occidental pasó a sus manos, y luego, siguiendo la ruta extremeña, se dirigió hacia Madrid, en cuyos arrabales se detuvo. En el norte, la toma de Irún aisló la zona norte de las fuerzas republicanas. Los éxitos de la República fueron menores. Su avance desde Cataluña hacia las capitales aragonesas fue pronto detenido y la expedición dirigida desde Barcelona a las Baleares fracasó, por lo que las islas fueron una base importante para el bloqueo de la costa mediterránea y, más adelante, para el bombardeo de Barcelona por las tropas franquistas.
La batalla por Madrid (de noviembre de 1936 a marzo de 1937)
A finales de noviembre de 1936 se produce un giro, no sólo por la cada vez mayor ayuda extranjera, sino por el proceso creciente de militarización de la población. En Madrid, los generales Miaja y Rojo crean las milicias populares mientras el gobierno se traslada a Valencia. Franco se planteó aislar Madrid ordenando atacar en dirección hacia la carretera de La Coruña, hacia el Jarama y por Guadalajara. Estas tres batallas acabaron estabilizando el frente en torno a la capital ante la imposibilidad de los sublevados, pese a la ayuda italiana, de conseguir sus objetivos. Entonces Franco decidió concentrar sus esfuerzos en el norte.
La caída del Norte. Guernica (de marzo a octubre de 1937)
1937 resultó el año crucial de la contienda. Para ocupar Vizcaya se empleó lo más granado del ejército franquista y el combate adquirió formas de crueldad superiores a lo habitual. La aviación alemana de la Legión Cóndor realizó bombardeos sobre poblaciones civiles que no eran objetivos militares, como Durango y Guernica, experimentando para su posterior actuación en la Guerra mundial.La ocupación de Santander fue un paseo militar protagonizado por los italianos. Por el contrario, Asturias resistió con firmeza, pero también cayó debido a su aislamiento. Cuando terminó la guerra civil, quedaron grupos guerrilleros (maquis) que mantuvieron la lucha hasta la final de la Segunda Guerra Mundial. Durante el verano de 1937 las fuerzas republicanas lanzaron tres ofensivas para distraer a las tropas de Franco en Segovia y La Granja (junio), Brunete (julio) y Belchite (agosto), pero fracasaron por la falta de coordinación y porque el ejército republicano no estaba preparado para mantener en profundidad una gran ofensiva. Por otro lado, si Belchite y Brunete se hubiesen producido a la vez habrían frenado la caída del Norte.
Teruel y el avance hacia el Mediterráneo (de finales de 1937 a junio de 1938)
Después de tomar Asturias, Franco había pensado avanzar sobre Madrid desde Guadalajara, pero el ejército, para evitar el ataque, decidió llevar a cabo una ofensiva de diversión en Teruel, única capital de provincia conquistada por los republicanos. Inmediatamente, Franco se lanzó a una contraofensiva de desgaste, transcurrida bajo durísimas condiciones climáticas. Tras la pérdida de Teruel el frente republicano se derrumbó y Franco llega al Mediterráneo. En menos de dos semanas avanzaron 120 km y llegaron a Vinaroz para proseguir el avance hacia Valencia, quedando detenidas en el Maestrazgo. Mientras, en el mar, la flota republicana que hasta el momento se había mostrado ineficaz por la carencia de oficialidad, consiguió una sonada victoria al hundir el crucero Baleares.
La batalla del Ebro y Cataluña (de julio de 1938 a febrero de 1939)
Estabilizado el frente, de nuevo el ejército republicano tomó la iniciativa, cruzando el Ebro, frente a Gandesa. Franco, sabiendo que se enfrentaba a lo mejor del ejército adversario apostó por una batalla frontal de desgaste. Tras tres meses y medio de lucha y siete ofensivas sucesivas, el ejército republicano hubo de retroceder a sus posiciones de origen.La batalla del Ebro acabó por decidir la guerra. Tras su victoria en el Ebro, Franco ocupó Cataluña en febrero de 1939 sin encontrar resistencia. Para muchos republicanos, la caída de Cataluña significaba el fin de la guerra. El propio Presidente de la República, Azaña, exiliado en Francia, presentó su dimisión en ese momento. Algo más de medio millón de personas cruzaron la frontera francesa hacia el exilio. Muchos no regresarían.
El final de la guerra
Tras la dimisión de Azaña el ambiente de derrota era manifiesto, como lo era la creciente impopularidad del gobierno Negrín y de sus principales colaboradores, los comunistas. Los mandos militares coincidían en dar por perdida la guerra: en febrero Menoría se rendía y Negrín, reunido con sus principales mandos militares, descubrió que la mayoría quería entablar negociaciones con Franco. Pero Negrín todavía confiaba en mantener la guerra para conseguir mejores condiciones de rendición o para enlazar con la eventual guerra mundial que se anunciaba. A fines de febrero y comienzos de marzo se precipitó la crisis de la República con el reconocimiento del general Franco por parte de Francia y Gran Bretaña. En la segunda quincena de marzo, el coronel Casado y Julián Besteiro iniciaron las conversaciones para intentar negociar el final de la guerra con Franco, pero este exigió la rendición incondicional y el 1 de abril pudo anunciar la completa victoria de sus tropas.
Evolución política de las dos zonas durante la Guerra Civil
La República
Los aspectos que motivaron las divergencias entre los integrantes del Frente Popular fueron precisamente los relativos a la revolución socio-económica y a la constitución del Ejército. Las posturas extremas fueron las representadas por el Partido Comunista y los anarquistas. En líneas generales, los partidos burgueses se aproximaron a los comunistas, mientras que los socialistas, muy divididos, en realidad no elaboraron un programa propio y tendieron a enzarzarse en disputas internas.Los comunistas defendieron una postura opuesta a la mantenida durante la Segunda República: si antes había sido maximalista, revolucionaria y casi insurreccionalista, ahora parecía no apreciar las oportunidades de revolución que les brindaba la situación. A lo sumo, defendían la necesidad del control obrero y de una serie de reformas que hubieran podido ser llevadas a cabo en una república democrática. En cambio, su insistencia en los problemas militares era abrumadora: todo debía ser sacrificado a la victoria en la guerra. Con ello, logró la adhesión de pequeños propietarios temerosos de la revolución y de los cuadros militares indignados con la ineficacia de las milicias populares.En cambio, los anarquistas pensaban que la sublevación había creado las circunstancias objetivas para el estallido de la revolución. Guerra y revolución tenían que ser dos procesos paralelos. Y así se dio la paradoja de que, enemigos del Estado, hubieron de participar en el poder, primero en Cataluña y luego en toda España. En la polémica triunfaron las tesis comunistas aunque a un alto coste.Con Largo Caballero como jefe de gobierno a partir de septiembre de 1936, los anarquistas accedieron al consejo de ministros. Sin embargo, la política que siguió fue bastante menos revolucionaria de lo esperado. De hecho, se negó a la unificación del PSOE con el PCE, impulsó la militarización y siguió una línea independiente. Lo que dificultó su gestión fueron los roces de los anarquistas con el resto de grupos políticos. En mayo de 1937 se produjo un conflicto en Barcelona entre la Generalitat y los anarquistas que degeneró en una lucha confusa, cuyo balance fue de 400 a 500 muertos y provocó la caída de Largo Caballero.Su sucesor fue el catedrático de Medicina, Juan Negrín, socialista del grupo de Indalecio Prieto. Con él se esperaba un giro autoritario como parecieron definir los trece puntos en los que condensó su programa moderado. Se centró sobre todo en el esfuerzo militar, pero acabaron apareciendo sus defectos como gobernante: bohemio, desordenado, cayendo en el mismo personalismo que su antecesor. Acusado de estar dominado por los comunistas en realidad se valió de ellos para su política que con él alcanzaron mayor influencia política que nunca, llegando a acaparar la mayor parte de las jefaturas de los ejércitos, así como las direcciones generales de Seguridad y Carabineros.
El bando de los sublevados
También hubo corrientes opuestas, pero la unidad se consiguió en torno al sentimiento católico y antirrevolucionario, actuando el ejército como papel hegemónico, incluso en el plano político.La sublevación se justificó como un acto preventivo frente a una revolución inminente, aunque en realidad ocurrió lo contrario: la sublevación provocó la revolución social en el bando republicano. En cambio, en su inicio, el levantamiento no fue antirrepublicano, proclamándose republicanos en las primeras proclamas tanto Cabanellas, como Queipo de Llano o Franco.Desde el principio se sintió la necesidad de un mando único. Sanjurjo pudiera haber sido el líder indiscutible, pero murió en accidente de aviación en Portugal el mismo 18 de julio. A finales de este mes se estableció una Junta Militar presidida por Cabanellas, que pronto se reveló insuficiente. Generales monárquicos y africanistas exigieron el poder único para Franco una vez que Mola falleciera en otro accidente de aviación. Finalmente Franco fue proclamado Jefe del Gobierno del Estado, fórmula imprecisa que se convirtió en una auténtica Jefatura del Estado, reduciendo el papel de la Junta Militar preexistente al carácter de Junta Técnica del Estado. Más adelante, la guerra le convertiría en caudillo indiscutible.Sin embargo, subsistían problemas de carácter político, especialmente con los partidos más extremistas: los monárquicos alfonsinos, los carlistas y los falangistas. En la primavera de 1937 surgieron conflictos solucionados en abril del mismo año y que supusieron el bloqueo de Falange tras los sucesos de Salamanca y que se cerraron con el decreto de Unificación en un partido único a partir de carlistas y falangistas, quedando relegados los monárquicos, que veían a Franco como un mal menor. Muerto José Antonio Primo de Rivera en Alicante, no había líder político capaz de hacerle sombra. Junto a Franco, la figura más destacada del régimen durante esta primera etapa fue su cuñado Ramón Serrano Suñer, procedente de la CEDA, que a lo largo de la guerra llegó a diluirse. Como ideólogo del movimiento, sus propósitos, descritos por él mismo, fueron construir un Estado a base del calor popular social y revolucionario de Falange y las doctrinas algo más inactuales del carlismo. Este carácter sincrético de todas las derechas sería muy característico del régimen franquista.Aparte de propiciar una posición reaccionaria en materias educativas y religiosas, el régimen distó mucho de configurarse de una manera clara durante la guerra civil. El único texto constitucional aprobado fue un Fuero del Trabajo, que no pasaba de ser una declaración de principios de carácter social. Cuando, a comienzos de 1938, se produjo la formación de un gobierno, su composición heterogénea demostró la pluralidad de componentes que existía en el bando sublevado.
La dimensión internacional del conflicto
Iniciada como conflicto interno, la Guerra Civil española pronto se convirtió en el centro de pasiones y decepciones del mundo. En ella se enfrentaban el fascismo, la democracia y el comunismo. Ya en el mes de noviembre de 1936 fue un motivo de inestabilidad internacional al alinearse diversos países con uno u otro bando. La República contó con el apoyo directo de la Unión Soviética, Francia y las Brigadas Internacionales. El bando franquista contó con apoyos más decididos de la Italia de Mussolini y la Alemania de Hitler. Los países católicos tendieron a apoyar a Franco como consecuencia de la política anterreligiosa de los gobiernos republicanos. En Londres se creó un Comité de no intervención que, en teoría, propició la marginación de los países europeos del conflicto, pero sus recomendaciones sólo fueron seguidas por Gran Bretaña. Estados Unidos mantuvo la neutralidad a través del embargo moral y luego efectivo del material de guerra. Sin embargo, la compañía TEXACO proporcionó al general Franco las tres cuartas partes de su petróleo. En el resto del continente americano, México apoyó con entusiasmo a la República, mientras que otros países sudamericanos apoyaron a Franco, aunque no fuera más que diplomáticamente.• Apoyos a la República Sus mayores inconvenientes procedían de su dependencia del gobierno francés (si era de izquierdas colaboraba, si no, ponía obstáculos) y, sobre todo, la exigencia del pago de la ayuda de manera inmediata y poco generosa. La ayuda francesa fue muy intermitente y, por tanto, la República hubo de acudir a otras fuentes de aprovisionamiento, fundamentalmente a la Unión Soviética, que proporcionaron material de guerra moderno como tanques, aviones e instructores para los mismos. A cambio, los rusos exigieron una contrapartida económica inmediata, recibiendo la autorización de Largo Caballero para trasladar a Rusia una parte del oro depositado en el Banco de España. Formando parte de las Brigadas Internacionales llegaron a España unos 40.000 brigadistas, a los que hubo que armar, adiestrar, vestir y alimentar, pero que ayudaron decisivamente a detener el avance franquista sobre Madrid. • Apoyo al bando franquista La ayuda recibida por Franco fue pagada más tarde, una vez alcanzado el poder. La principal procedió de la Italia fascista, que envió material y unos 73.000 hombres, que formaban unidades militares voluntarias. La ayuda alemana también fue importante, pero sensiblemente inferior a la italiana y restringió la aportación humana: la tristemente famosa Legión Cóndor constó de un centenar de aviones y unos 5.000 hombres que se relevaban periódicamente. También llegaron instructores. Como contrapartida, los alemanes crearon compañías industriales cuya misión fue entrar en el capital de sociedades mineras españolas. Además, el general Franco también contó con la ayuda de voluntarios portugueses e irlandeses y de unos 70.000 combatientes marroquíes. La ayuda recibida puede explicar determinados acontecimientos de la guerra, como el paso del Estrecho en aviones Junkers alemanes o la batalla del Ebro propiciada por la llegada de material bélico ruso. En cuanto a su volumen, es posible que fuera semejante en cada bando: el número de aviones recibidos fue casi el mismo, y el valor del oro entregado a Rusia viene a coincidir con el montante de la ayuda italoalemana. Pero, sin duda, la ayuda exterior fue decisiva en los momentos cruciales de la guerra favorable a los sublevados, decantando decisivamente la victoria final del lado franquista.
Las consecuencias de la guerra
Costes humanos directos • Murieron unos 450.000 españoles de ambos bandos • Medio millón de refugiados (entre ellos cerca de 170.000 mujeres, niños y ancianos) llegaron a Francia donde fueron internados en campos de internamiento a la intemperie. Inglaterra se negó a aceptar ninguno. Durante la IIª Guerra Mundial y tras la ocupación de Francia por las tropas de Hitler, regresaron a España más de la mitad de los refugiados. Un grupo minoritario entró a formar parte de la resistencia Francesa y unos 15.000 fueron enviados a los campos de exterminio nazis • 220.000 se exiliaron en México, que sólo permitió la llegada de intelectuales, médicos y profesores. La represión Política
Los vencidos fueron humillados, marginados, sancionados económicamente, expulsados de sus empleos y encarcelados. En 1940 había 18.000 mujeres y 240.000 hombres en las cárceles franquistas, de los que 7.800 ya habían sido juzgados sin garantías legales y condenados a muerte por tribunales militares. Se calcula que 48.000 personas entre ellos Lluis Companys fueron fusilados durante la posguerra. En 1943, la cifra de prisioneros todavía superaba los 100.000, mientras que 25.000 cumplían penas de trabajos forzados en la reparación de caminos y canales o bien en la construcción de edificios públicos (los Nuevos Ministerios) o monumentos (el Valle de los Caídos). En 1946 la cifra de presos políticos descendió hasta los 15.000. Paralelamente se inició una depuración del sector público. Así, miles de excombatientes republicanos acusados de ateísmo o de pertenencia a la masonería fueron multados, castigados con la expropiación de sus bienes y despedidos de sus empleos en cualquiera de los sectores de la administración pública o del funcionariado (burocracia, ejército, policía, profesorado, judicatura) Los puestos que dejaron vacantes pasaron a ser ocupados por los vencedores. La depuración también alcanzó a otros grupos profesionales como periodistas, abogados o médicos. Más de 300.000 españoles fueron investigados, el 75% de los profesores universitarios sancionados y miles de maestros de escuela inhabilitados definitivamente y suspendidos de empleo y sueldo.
Económica
Muchos de los vencidos también perdieron sus propiedades (pisos, tiendas, fincas) que fueron incautadas y subastadas por las autoridades franquistas. De las sanciones y confiscaciones no se libraron ni siquiera los muertos, ya que algunos destacados republicanos como Manuel Azaña o Blas Infante fueron multados póstumamente con elevadas cantidades de dinero que debían pagar sus parientes más próximos. El cambio de régimen Fue sin duda su consecuencia más duradera. Un nuevo modelo político, inspirado en la Dictadura de Primo de Rivera, dominó la vida política española hasta la muerte del dictador en 1975. Con él volvió la influencia de la Iglesia, las oligarquías terratenientes y financieras y el sometimiento de la población a una situación de autarquía que se endureció al final de la IIª Guerra Mundial, cuando el régimen dictatorial franquista se convirtió en una isla tras el triunfo de las democracias.