El Estallido de la Guerra Civil
Del Golpe de Estado a la Guerra Civil
El 17 de julio de 1936 en Ceuta, Melilla y Tetuán y el 18 de julio en la Península, un sector importante del ejército (Queipo de Llano, Mola, Franco…) al que se unieron tradicionalistas y falangistas, protagonizaron un golpe de Estado.
Los golpistas se apoderaron de los órganos de gobierno de algunas ciudades e intentaron acabar con el gobierno del Frente Popular.
El gobierno tardó en responder y en dos días, los sublevados se habían hecho fuertes en Canarias, el norte de África, Pamplona, Sevilla, Castilla y León y parte de Aragón.
El 19 de julio, y ante la insistencia de la población, José Giral, nuevo jefe de gobierno, se decidió a entregar las armas a las milicias de los sindicatos y de los partidos del Frente Popular, para frenar el golpe y defender la legalidad republicana.
Así mismo, parte del ejército, de las fuerzas de seguridad republicanas y amplios sectores comprometidos con la República se mantuvieron fieles al gobierno. En consecuencia, el levantamiento fue sofocado en Madrid, Cataluña, las zonas industriales del País Vasco, Asturias, Santander, Levante y parte de Castilla, Extremadura y Andalucía.
España quedó dividida en dos zonas, lo que supuso el desencadenamiento de una Guerra Civil.
La Internacionalización del Conflicto
Debido al ambiente internacional (expansionismo del fascismo italiano y el nazismo alemán), la Guerra Civil Española alcanzó gran repercusión internacional. Para muchos, la GCE fue vista como un enfrentamiento entre la democracia y los fascismos, convirtiéndose en una especie de ensayo de la 2ª G.M.
Los militares sublevados recibieron desde el primer momento, ayuda de Alemania e Italia. Alemania contribuyó con la Legión Cóndor (aviación), artillería, carros de combate, equipos de transmisión etc. Italia mandó un gran número de combatientes.
Francia y Gran Bretaña, junto con el resto de las democracias, no quisieron ayudar a las fuerzas democráticas españolas (Comité de no intervención) por temor a tensar aún más la situación en Europa y además, se temía la instauración de una revolución social por parte de la extrema izquierda.
La no intervención perjudicó a la República. Francia cerró sus fronteras y Gran Bretaña decretó un embargo total a la república. Solo la URSS colaboró con armas y asesores.
La no intervención no impidió la expansión de una enorme oleada internacional de solidaridad con la República. Así se organizaron las Brigadas Internacionales, miles de voluntarios llegados de todos los rincones del mundo.
Las Dos Zonas Enfrentadas
La Zona Republicana: Guerra y Revolución
En la zona republicana, las tensiones sociales mantenidas durante años dieron lugar al surgimiento de una revolución social.
La Revolución Social:
La república, para defenderse de los golpistas, tuvo que armar a los militantes de los partidos de izquierda y de los sindicatos, lo que dio lugar a la formación de comités, órganos de poder popular que dirigían el esfuerzo bélico y la vida civil en retaguardia.
Los Comités ocuparon fábricas y colectivizaron tierras, sobre todo, los anarcosindicalista de la CNT y la FAI.
Además se desató con gran fuerza el anticlericalismo, los sacerdotes fueron perseguidos y en ocasiones encarcelados o muertos, intentando eliminar cualquier signo religioso.
En septiembre de 1936 se formó un nuevo gobierno, con Largo Caballero al frente, que intentó controlar la revolución. Cabe decir que las autoridades republicanas intentaron eliminar cualquier forma de represión incontrolada, trataron de encauzar el proceso revolucionario y lucharon por mantener la legalidad vigente. Asimismo, para intentar ganar la guerra, fusionaron las milicias en un Ejército Popular.
El Enfrentamiento de 1937
Los fracasos militares de la República propiciaron la división dentro de las fuerzas republicanas. Republicanos, comunistas y parte de los socialistas defendían la necesidad de apartar la revolución social y ganar la guerra. Anarquistas y trotskistas se opusieron a estas medidas y llegaron incluso a enfrentarse con el gobierno en Barcelona en 1937.
Como resultado, Juan Negrín formó un nuevo gobierno con fuerte componente comunista. El gobierno se impuso a los Comités y dedicó sus esfuerzos a la guerra, proclamando los Trece puntos Negrín (resistencia a ultranza).
La Zona Sublevada: Una Dictadura Militar
En la zona controlada por los sublevados se estableció una dictadura de corte fascista con el único propósito de ganar la guerra, que agrupaba a todos los enemigos de la república.
El Nuevo Estado
El primer órgano de poder de los sublevados fue la Junta de Defensa que nombró a Franco generalísimo y jefe del gobierno (1 de octubre de 1936), otorgándole plenos poderes. En abril de 1937 se decretó la unificación de todas las fuerzas políticas en un único partido FET de las JONS (Falange Española Tradicionalista y de las Juntas Ofensivas Nacional Sindicalista). Un año después se establece el primer gobierno franquista en Burgos.
El nuevo Estado se inspiraba en el fascismo (obediencia al líder, rechazo al liberalismo y la democracia, exaltación de la violencia…) y defendía un modelo social basado en el conservadurismo y en la preeminencia del catolicismo y el machismo como ejes vertebradores de la sociedad.
Los principales objetivos de las autoridades golpistas eran acabar con las reformas republicanas, se abolió la legislación laboral y social, la reforma agraria, la libertad religiosa y los estatutos de autonomía.
Una Represión Sistemática
En las zonas dominadas por los franquistas se institucionalizó la persecución sistemática de las organizaciones del Frente Popular y de sus representantes, con el apoyo de los grupos que formaron el nuevo orden, incluida la Iglesia.
La represión (detenciones, encarcelamientos, depuraciones y fusilamientos) afectó a todos aquellos que habían apoyado a la república o que, simplemente, no manifestaron su adhesión al nuevo régimen. Su intención será asustar a la población e impedir cualquier disidencia política, hasta conseguir una total desmovilización política de las masas.