El fin del aislamiento: el acuerdo con los EE.UU.
A partir de 1948, sin embargo, la situación internacional comenzó a girar a favor del régimen. El inicio de la Guerra Fría entre EE.UU. y la URSS hizo que las potencias occidentales cerraran los ojos ante el carácter totalitario del franquismo para incorporar a España a la alianza anticomunista. La presión diplomática se fue difuminando y comenzaron a levantarse las restricciones comerciales, al tiempo que se producían declaraciones favorables al fin del aislamiento.
En 1950, cuando ya se habían iniciado negociaciones con EE.UU. y con el Vaticano, la ONU levantó la recomendación de retirada de embajadores y autorizó la entrada de España en organismos internacionales. El acontecimiento decisivo en la ruptura del aislamiento fue la firma del acuerdo con los EE.UU., que permitió la instalación de bases norteamericanas en España, en 1953. El acuerdo militar fijaba el establecimiento durante 10 años de 4 bases de utilización conjunta. El acuerdo económico se concretó en 1180 millones de dólares en ayudas de todo tipo. Ese mismo año se firmó un nuevo Concordato entre el Vaticano y el Estado español, una reafirmación de la alianza entre la Iglesia y el franquismo. Por último, España reconocía la independencia de Marruecos e iniciaba el proceso de descolonización del Protectorado, siguiendo las recomendaciones de la ONU.
La autarquía de posguerra:
En 1939, España era un país arruinado demográficamente y económicamente, y la mayoría de la población padecía hambre. Las autoridades optaron por un régimen de autarquía económica y de intervención del Estado. Una serie de decretos implantó un sistema intervencionista. Se fijaron precios y se obligó a entregar al Estado todo excedente de cosecha. Pero los dirigentes franquistas carecían de objetivos económicos claros. Las consecuencias fueron nefastas. Las cosechas eran muy pobres, en parte porque los bajos precios fijados por el Gobierno llevaron a muchos agricultores a abandonar el cultivo del cereal. El mercado negro y la corrupción se extendieron a todos los sectores.
El fin de la autarquía en los años 50:
Al iniciarse la década de 1950, el fracaso de la política autárquica era ya claro incluso para los propios jerarcas del franquismo que defendían el modelo. El giro en la política económica se inicia con el cambio de gobierno de 1951. Se decretó una liberación parcial de precios, comercio y circulación de mercancías. Sus efectos y los de una buena cosecha permitieron terminar con el racionamiento en 1952. Se inició entonces una expansión económica. Al crecimiento contribuyeron las ayudas estadounidenses, que comenzaron a llegar ya en 1951. Los presupuestos seguían siendo deficitarios, y la balanza comercial también. Hubo que esperar a la crisis de gobierno de 1957 para convencer al dictador, que aceptó entregar la dirección económica a los tecnócratas del Opus Dei.
El plan de estabilización de 1959:
La reforma económica tenía como objetivo conseguir un fuerte ritmo de crecimiento, una rápida industrialización y la conexión de la economía española con la internacional. El Decreto-Ley de Nueva Ordenación Económica se aprobó en 1959. Era un plan de estabilización. Se trataba de liberalizar la economía, mediante la supresión de trabas burocráticas, el recorte del gasto público y la apertura al exterior.
El desarrollo económico de los años 60:
Los resultados fueron inmediatos. Entre 1959 y 1960 se produjo, como era previsible, un fuerte parón económico: caída de salarios, de precios y del consumo. Pero se consiguieron los objetivos de reducción del déficit. La economía española creció a un ritmo altísimo, que se basó sobre todo en el aumento del sector industrial y de servicios. La expansión industrial se basó en los bajos salarios y en la masiva llegada de inversiones extranjeras. El crecimiento de la industria produjo una intensa emigración de mano de obra campesina hacia las grandes ciudades. Así, modernización agrícola y despoblamiento del interior fueron fenómenos paralelos. La balanza de pagos dejó de ser deficitaria, la entrada masiva de turistas, que llegaron a cubrir el 80% del déficit comercial. A las divisas de los turistas se sumaron las inversiones extranjeras y las aportaciones de los emigrantes. En conjunto, el crecimiento económico español, entre 1961 y 1973, fue elevado y constante, y significó una profunda transformación del tejido productivo y la apertura al exterior.
La España del primer franquismo:
La sociedad española de los años 40 y 50 estuvo marcada por el atraso y la pobreza. Además de un retroceso técnico, científico y cultural absoluto. El hambre y la miseria afectaron a la gran mayoría de los campesinos y trabajadores urbanos. Pero también se empobrecieron las clases medias.