Introducción
Los años finales del siglo XIX fueron tumultuosos para España, marcados por la conciencia de su debilidad frente a las grandes potencias y la pérdida de sus colonias. La guerra colonial en Ultramar, culminando en el Desastre del 98, representó el fin de una era y la necesidad de modernización.
El fin del imperio colonial español
España perdió sus últimas posesiones coloniales ante el creciente imperialismo estadounidense. El imperio español era atípico debido a la falta de control directo sobre la producción y el comercio en las colonias, así como por su dispersión geográfica. Las causas principales de esta pérdida fueron la falta de una política colonial efectiva y la expansión imperialista estadounidense en busca de nuevos mercados.
2.1: Cuba y Puerto Rico
A finales del siglo XIX, la pérdida de las colonias de Cuba y Puerto Rico en 1898 se percibió como un fracaso político y militar para España, mientras otros países europeos se convertían en potencias mundiales. Cuba, conocida como la»perla de las Antilla», era una colonia rica y avanzada, exportando materias primas como tabaco y azúcar, y tenía una población criolla significativa. A pesar de algunos cambios políticos a partir de 1878, la élite cubana estaba marginada de la política metropolitana. El surgimiento de partidos políticos y la guerra de 1895 reflejaron el deseo de autonomía e independencia. La intervención estadounidense en 1898, tras el hundimiento del acorazado Maine, condujo a la guerra hispanoamericana. España capituló, firmando el Protocolo de Washington y el Tratado de Paz en 1898, perdiendo sus colonias y asumiendo una deuda de guerra a cambio de 20 millones de dólares.
2.2: Filipinas
La insurrección en Filipinas surgió del descontento de grupos indígenas con la Administración española y las órdenes religiosas. José Rizal fundó la Liga Filipina con un programa independentista. Tras su ejecución por el general Polavieja, Emilio Aguinaldo lideró la insurrección. La guerra en Filipinas coincidió con la guerra en Cuba. La escuadra española de Filipinas fue aniquilada en la bahía de Manila, permitiendo a EE. UU. consolidar su presencia en Asia.
2.3: Marruecos
La presencia militar española en Marruecos se originó en los Acuerdos franco-británicos de 1904, con Gran Bretaña buscando proteger el Estrecho de Gibraltar. La aventura colonial no era popular en España, pero el gobierno quería asegurar Ceuta y Melilla y explotar los recursos minerales. En la Conferencia de Algeciras en 1906, se delinearon las zonas de influencia francesa y española. La ocupación española fue lenta y enfrentó resistencia en 1909, provocando la»Semana Trágic» en Barcelona. Entre 1912 y 1921, el Ejército español luchó por controlar la región, pero sufrió derrotas, como en Annual en 1921, debido a la ineptitud de los generales Berenguer y Silvestre. La investigación de estas fallas culminaría poco antes de que Miguel Primo de Rivera tomara el poder en 1923 tras un golpe de Estado.
Consecuencias del Desastre del 98
Las consecuencias de 1898 trascienden las pérdidas territoriales y demográficas, marcando el declive del Imperio Español y su relegación internacional. La sociedad española enfrentó una visión despectiva en la prensa extranjera, lo que erosionó la confianza en el ejército y el sistema político. A pesar del desgaste del sistema de la Restauración, este perduró debido a la falta de alternativas sólidas.
Surgió el movimiento regeneracionista, con figuras como Joaquín Costa y Antonio Machado, que buscaban reformas políticas y descentralización del Estado. La crisis fortaleció los movimientos nacionalistas en Cataluña y el País Vasco, mientras que el antimilitarismo alimentó un retorno al militarismo en la vida pública. Económicamente, la pérdida de los mercados coloniales no provocó una crisis grave, gracias a la producción interna y la inversión repatriada. Culturalmente, la Generación del 98, con figuras como Unamuno y Machado, reflexionó sobre el atraso español y abogó por su regeneración política, económica y cultural.
La Dictadura de Primo de Rivera
El Decreto de 18 de septiembre de 1923 combatió los nacionalismos mediante la persecución del separatismo, imponiendo la obligatoriedad de izar la bandera española y el uso exclusivo del castellano en actos oficiales, placas de calles, anuncios comerciales y misas. Se tomaron medidas contra el movimiento obrero, como el registro y cierre de centros de la CNT y la prisión de sus líderes, así como del PCE. Para acabar con el caciquismo, se suspendió la Constitución de 1876, se clausuraron las Cámaras, se prohibieron los partidos políticos y se reemplazaron los gobernadores civiles por militares. Se extendió el Somatén por toda España, una milicia armada contra el obrerismo.
Durante el Directorio Militar, se institucionalizó el régimen con la creación del Consejo de Economía Nacional, el Instituto de Reformas Sociales, la reforma de la administración local y provincial, y la creación de la Unión Patriótica, que llegó a tener dos millones de afiliados. En menos de dos años, se resolvió el problema catalán, se alejó la revolución y se institucionalizó el régimen, quedando pendiente resolver pm