1. CONQUISTA En el s VIII los árabes ya dominaban el norte de África e iniciaron la conquista de la Península ibérica, vía de entrada hacia Europa. Fue una conquista fácil y rápida debido a las siguientes causas: – la debilidad del reino visigodo enzarzado en luchas internas por la sucesión al trono. – La indiferencia de la población al cambio de gobernantes, – y la falta de resistencia militar y los pactos ente los poderes locales ante los invasores, hecho que muestra el texto objeto de nuestro comentario. Desde el 711 se inició la invasión de la Península ibérica por los musulmanes. La primera fase de la invasión (711-716) se llevó a cabo tras la derrota del rey don Rodrigo en la batalla de Guadalete, ante un ejército de bereberes dirigidos por Tariq, que había sido llamado por los partidarios de los descendientes de Witiza, que no aceptaban la elección del rey don Rodrigo. Tras la victoria iniciaron expediciones de pillaje, ocuparon Córdoba y llegaron hasta Toledo ante la debilidad del Estado visigodo. Se produjo un nuevo desembarco con tropas árabes dirigidas por Muza. El nuevo ejército a las órdenes de Tariq y Muza, sin apenas combatir y negociando con la aristocracia (como Teodomiro, noble que dominaba en la región de Murcia) y las autoridades locales, se hizo prácticamente con todo el territorio peninsular hacia el 716. A partir de esta fecha comienza una segunda fase de la conquista (716-732) en la zona Norte y de los Pirineos, que resultó mucho más dura. En el 732 sufrieron la derrota de Poitiers a manos del noble Franco Carlos Martel, que les hizo desistir de su expansión hacia Europa y se replegaron a la Península. Con anterioridad, la hostilidad de vascos, cántabros y astures provocó la primera derrota de los musulmanes en la batalla de Covadonga en el 722. Los nobles visigodos allí refugiados organizados por el noble Don Pelayo se resistieron a la ocupación, además lo inhóspito de las tierras hizo desistir a los musulmanes de posteriores intentos de penetración en la zona estableciendo la frontera en la Cordillera Cantábrica y los Pirineos.
2. EMIRATO DEPENDIENTE 722-756 El Estado creado por los musulmanes en la Península, Al-Ándalus, en un principio pasó a ser una provincia gobernada por un emir, dependiente del Califato de Damasco iniciándose el Emirato dependiente (722-756) bajo la dinastía de los Omeyas. En los primeros años, se sucedieron luchas internas entre los distintos grupos musulmanes (árabes, bereberes, sirios…) debido a la actitud de los árabes para controlar el gobierno y al hecho de quedarse con las tierras más fértiles del valle del Guadalquivir, Levante y valle del Ebro, relegando a los bereberes a las tierras montañosas y a la Meseta. El intento de repoblación de la Meseta septentrional falló y se estableció una “tierra de nadie” al norte del valle del Duero que quedará como frontera entre Al-Ándalus y los incipientes reinos cristianos Se sucedieron 19 gobernadores hasta el año 750, año en el que tuvo lugar la revolución de los Abasíes, familia que se hizo con el poder del Imperio islámico, trasladó su capital a Bagdad y exterminó a la familia de los Omeyas, excepto a Ab-el-Rahman, que huyó y llegó a la Península en el 756, se convirtió en emir (Abd al-Rhaman I).
3. EMIRATO INDEPENDIENTE (756-929) Abderramán I proclamó la independencia política, pero reconoció la autoridad religiosa del califa de Bagdad. Con el objetivo de consolidar el nuevo Estado Andalusí y su poder, creó un ejército de mercenarios, incrementó los impuestos y organizó un grupo de fieles que ocupó los principales cargos públicos (burocracia). Con los emires sucesivos, sobre todo con Abd alRahman II, Al-Ándalus quedó configurado como un Estado centralizado, no sin problemas independentistas como los que tuvo que solventar Al-Hakan I en Zaragoza, Toledo y Mérida, en las provincias fronterizas. También se produjeron numerosas revueltas de mozárabes (cristianos en Al-Ándalus) y de muladíes (cristianos convertidos al islam), debido al incremento de impuestos y la intransigencia religiosa. El poder de los emires se debilitó y desde el año 900 Al Ándalusse disgregó en numerosos reinos, con la amenaza añadida del avance de los reinos cristianos. Abd al-Rahman III (912-961) consiguió someter todo el territorio Ándalusí y frenó el avance cristiano sometiendo a reyes y nobles a vasallaje y al pago de tributos. En el año 929 se proclamó califa y su autoridad se hizo absoluta asumiendo además de la autoridad política, la autoridad religiosa.
4. CALIFATO DE Córdoba (929-1031), La etapa más brillante de la Historia de Al-Ándalus. En política interior:Centralizó la fiscalización, Reorganizó el ejército con tropas de mercenarios bereberes y eslavos, (ex esclavos de origen cristiano islamizados)Consolidó una aristocracia palatina en detrimento de la nobleza de sangre.
En política exterior: Estableció relaciones con Constantinopla (Imperio Bizantino) e impuso su autoridad en el Norte de África, frente al califato fatimí de Túnez. Su hijo Al Hakam II añadió fortaleza política y militar, consolidó y extendió el dominio en el Norte de África y añadió un gran esplendor cultural y artístico e hizo de Al-Ándalus la sociedad más avanzada de la época. La última etapa del califato se caracterizó por la dictadura militar de Almanzor, aristócrata que dominó el califato de Hisham II. Su poder se basó en sus éxitos militares frente a los reinos cristianos, con continuas razias que le proporcionaban prestigio personal y recursos económicos. A la muerte de Almanzor en el 1002, sus hijos no supieron mantener la autoridad. El enorme coste de un ejército mercenario que dejó de obtener victorias y botines de guerra, y la falta de cohesión entre los clanes árabes, bereberes y eslavos, debilitó su poder. Estallaron las tensiones. La aristocracia árabe se subleva contra Ab al-Rahman Sanchuelo, segundo hijo de Almazor que se autoproclamó Califa. Los bereberes se enfrentaron a los árabes con ayuda de Castilla a la que ceden plazas fronterizas; los eslavos, con ayuda de los condes catalanes a quienes pagan, contra otros grupos.
5. LOS REINOS DE TAIFAS Y LAS INVASIONES DE LOS IMPERIOS NORTEAFRICANOS (Almorávides Y ALMOHADES) Así en el 1031 se formalizó la separación del Califato de Córdoba y la formación de reinos independientes Los Reinos Taifas que pueden clasificarse en tres grupos en función de su composición étnica y cultura: Las taifas árabes: Sevilla, Córdoba, Badajoz, Toledo y Zaragoza, Las taifas bereberes como Málaga y Granada Las taifas eslavas del litoral Mediterráneo como la de Tortosa, Valencia, Játiva o Murcia. El dominio pasa ahora a los reinos cristianos que cobran parias o tributos a los reinos taifas. Alfonso VI en 1085 rompe la línea del Tajo y conquista Toledo, hecho que provoca la llegada de los almorávides en 1086, procedentes del N. De África, que frenan la Reconquista y unifican de nuevo Al-Ándalus. El dominio almorávide se extendió entre 1086 y 1146, pero no pudieron impedir que Alfonso IX conquistara Zaragoza en 1118. A final de su dominio, entre 1140 y 1146 se produjo de nuevo una desintegración de Al-Ándalus en las llamadas segundas taifas y de nuevo se produjo la invasión de los almohades (1147-1224), nuevo Imperio islámico norteafricano que derrotó al mismo Alfonso VIII de Castilla en Alarcos 1195. Ante la situación se unieron todos los reinos cristianos (excepto Alfonso IX de León) alentados por la predicación de cruzada del papa y en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212 derrotaron a los almohades.
6. Desintegración DE LOS REINOS DE TAIFAS Y REINO Nazarí DE Granada 1212- 1492 A partir de este momento Al-Ándalus quedó dividido en diversos reinos que fueron reconquistados rápidamente: El reino de Castilla y León conquistará el valle del Guadalquivir y conquistará Murcia. La corona de Aragón conquistará Valencia y Mallorca. A partir de mediados del Siglo XIV solo perdurará el reino nazarí de Granada (1224-1492) que perdurará hasta la conquista de este último reducto musulmán por los Reyes Católicos.
7. Economía Y SOCIEDAD EN Al-Ándalus. Se calcula que, durante los primeros años de dominio musulmán, Al-Ándalustenía una población cercana a los 4 millones de habitantes (la zona Norte no ocupada alrededor de 500.000). Aunque se sabe poco de la evolución de esta sociedad, podemos señalar unas características que perdurarán durante varios siglos: – su variedad étnica. Entre los invasores cabía distinguir entre árabes, bereberes y sirios principalmente y en la población peninsular hispano-godos y judíos. – La diversidad religiosa: musulmanes, judíos y cristianos, aunque la mayoría de la población peninsular aceptó la religión islámica, los muladíes, quizá por la antigua herejía arriana de los visigodos para la que Jesús era solamente un hombre, y por las ventajas en exención de impuestos acceso a cargos públicos… El segundo grupo más numeroso eran los mozárabes, cristianos que vivían bajo la dominación musulmana, que también se arabizaron al utilizar su lengua, leer sus libros, copiar su arquitectura… Otros grupos existentes eran el de los judíos, mantuvieron sus prácticas y costumbres, y los esclavos, los negros de origen sudanés, importados por califas y nobles árabes y los eslavos, esclavos de cualquier región europea. La mayoría fueron liberados y se hicieron musulmanes. La población de Al-Ándalus tendió a concentrarse en las ciudades. Córdoba en la época del Califato, llegó a ser la gran ciudad de Europa Occidental, con unos 100.000 habitantes, seguida de Sevilla, Almería (gran puerto Mediterráneo), Badajoz, Granada, Málaga, etc. El predominio de la ciudad sobre el campo era un hecho básico en la vida islámica peninsular. La ciudad musulmana tenía un núcleo amurallado, la medina, centro de la vida pública, administrativa y religiosa, donde se ubicaba la mezquita principal, el zoco y el alcázar o alcazaba, fortaleza militar.La aristocracia árabe se reservó las mejores tierras. En Al-Ándalus, sobre todo desde la época del califato, se desarrolló una agricultura intensiva muy desarrollada orientada al abastecimiento de los centros urbanos. Introdujeron nuevos cultivos y añadieron a la trilogía mediterránea (cereales, vid y olivo) ,Junto a una agricultura centrad en productos de comercialización rentable, se desarrolló una artesanía urbana en pequeños talleres destinada al mercado interior que cubría las necesidades de la población: producción textil de lana, seda, lino, algodón, de vidrio, de cuero, de cerámica, de cuero. También se desarrollaron grandes talleres del Estado cuya producción iba destinada al mercado exterior de lujo, hacia Europa y Oriente. El mercado interior aprovechaba las antiguas calzadas romanas y el comercio exterior se realizaba por la ruta del Mediterráneo.Su sistema monetario se basaba en el dinar de oro y el dírham de plata, cuya acuñación se centralizaba en Córdoba.