Los Pilares del Franquismo
El Ejército Nacional, la Iglesia católica y la Falange tradicionalista fueron las instituciones encargadas de llevar a la práctica la idea de la España de los vencedores. Estas tres instituciones evolucionaron con el tiempo.
El Ejército Nacional
Las Fuerzas Armadas «garantizaban la unidad e independencia de la Patria, la integridad de sus territorios, la seguridad nacional y la defensa del orden institucional». Estas atribuciones se concretaron en una labor represiva dentro del territorio nacional. La unidad de la Patria se entendía como el centralismo absoluto, un nacionalismo relacionado con las pasadas «glorias imperiales». Hasta 1964, con la instauración del Tribunal de Orden Público, la Justicia Militar fue la encargada de juzgar y condenar cualquier acto contrario a los Principios del Movimiento. Los años de Paz que siguieron a la Guerra Civil no conllevaron ninguna guerra exterior, pero sí implicaron represión interior. Cuando se produjo el cambio de Régimen, este fue el estamento más reacio a los nuevos tiempos.
La Iglesia Católica
Ejerció el papel de legitimadora entusiasta del nuevo Régimen. Por eso bendijo la rebelión del 18 de Julio como Gloriosa Cruzada de Liberación Nacional y a su jefe como Caudillo por la Gracia de Dios. Esta actitud, favorecida por el catolicismo genuino de Franco, le otorgó a la Iglesia una preeminencia ideológica absoluta. La ideología de esta Iglesia se sustentaba en la Contrarreforma del Concilio de Trento: integrismo puro y ataque sin cuartel a los principios del librepensamiento. El Régimen tampoco entendió ese cambio y adoptó políticas represivas para esos considerados «curas rojos». En los últimos años de la Dictadura, algunos sectores de esa misma jerarquía iniciaron un movimiento de crítica suave del Régimen, entre los que destaca la figura del Cardenal Tarancón.
La Falange
El Partido Único, Falange Española Tradicionalista y de las JONS, fue diseñado por Franco buscando la unificación de los grupos que apoyaron el golpe militar del 18 de julio: el partido de José Antonio Primo de Rivera y el de los tradicionalistas navarros herederos del carlismo, reflejaba el sentimiento antipartidos del dictador. Más que un partido al uso, fue concebido como la rama política del Movimiento Nacional, que era el concepto de unidad que perseguía Franco. La primitiva Falange aportaba al nuevo Movimiento la defensa de un sistema totalitario de corte fascista, sirviendo como modelo de organización y adoctrinamiento de masas que precisaba el sistema. El nuevo partido combinó los símbolos de las fuerzas que lo integraban. El Partido Único, al que poco a poco se iría asimilando al Movimiento Nacional, fue un instrumento en las manos de Franco, que dispuso de él a su antojo, perdiendo muy pronto las señas de identidad de sus grupos constituyentes. Ejerció su labor de adoctrinamiento mediante las organizaciones de masas paralelas al estado que atendían y encuadraban a sectores específicos:
- Infancia
- Juventud
- Mujer
Para llevar su ideario nacionalsindicalista se creó la Organización Sindical Obrera en el Fuero del Trabajo, ley Fundamental de 9 de marzo de 1938. El gobierno de mayo de 1941 pareció reforzar la influencia del falangismo con las figuras de José Luis Arrese, José Antonio Girón y Miguel Primo de Rivera. En los años cincuenta, el ideario de la Falange se diluyó en el general del Movimiento Nacional, que cobró carta de naturaleza institucional a partir de la promulgación de la Ley de Principios del Movimiento Nacional de 17 de mayo de 1958, aunque siempre había estado presente en el pensamiento de Franco.
Vencedores y Vencidos
La Guerra Civil no concluyó con un tratado, sino por la imposición de un bando sobre el otro. Estos tuvieron en sus manos la posibilidad de cerrar las heridas de la Guerra Civil, pero no hubo proyecto de reconciliación: era preciso «desinfectar el país». En el verano del 38 se reintrodujo en zona nacional la pena de muerte. En febrero del 39 se publicó la llamada Ley de Responsabilidades Políticas. Con el fin de la guerra, adquirieron gran relevancia los tribunales militares. Cuando se recrudeció la lucha guerrillera del maquis, a partir de 1945, se promulgó una ley específica, la Ley para la Represión del Bandidaje y el Terrorismo (1947). Los cálculos sobre las ejecuciones en los primeros años de la posguerra varían bastante según las fuentes, pues muchos de ellos no fueron anotados como tales. La muerte en las cárceles se producía en muchas ocasiones por las condiciones de hacinamiento, falta de higiene y subalimentación. Entre los nombres significativos destacan el de Julián Besteiro o el del poeta Miguel Hernández. El número de presos en diversos grados fue tremendo. La peor parte la llevaron los maestros de primaria que, aparte de sufrir frecuentes asesinatos durante la guerra, fueron sancionados y apartados totalmente. Entre el profesorado universitario, la tercera parte recibió algún tipo de castigo, mientras que otro tercio formaba parte del exilio. La enseñanza pasó a estar totalmente controlada por la Iglesia católica.