Contexto histórico
Este desequilibrio entre el peso electoral de la UCR a nivel nacional y el predominio geográfico del P.J., más homogéneamente implantado en las provincias, quedó reflejado en el Senado, donde de los 46 miembros del partido de Alfonsín solo conquistó 18 bancas, es decir, la minoría.
El electorado no se volcó a la propuesta del radicalismo por sus promesas de progreso económico, sino porque Alfonsín irrumpía como la garantía de una normalización institucional donde la libertad, la paz, la democracia y el respeto por las garantías individuales y los derechos humanos —mutilados por las Juntas Militares— expresaban justicia y modernidad.
Los desafíos del gobierno de Alfonsín
El Gobierno de Raúl Alfonsín estuvo signado por tres hechos o temas fundamentales relacionados a la temática militar:
- El juicio a los ex comandantes
- La política de derechos humanos
- El problema militar en sí mismo, no solo con temas relacionados con las fuerzas en forma interna, sino también con los diversos levantamientos que tuvo que afrontar.
Esto se debía al rotundo fracaso del Proceso de Reorganización Nacional para solucionar los gravísimos problemas que tenía el país, al terrorismo de Estado, implantado por las Fuerzas Armadas y a los métodos utilizados para deshacerse de todo aquel que no compartiera sus planes, y por último, a la derrota en la guerra de Malvinas y los hechos que allí se habían producido.
Por otro lado, proponía rechazar toda autoamnistía, declarando nula toda ley que quisiera enmendar la acción realizada por el gobierno militar, pero a la vez, reconocer que existían distintas responsabilidades entre los actuantes:
- Una responsabilidad de quien toma la decisión de actuar como lo hizo
- Otra responsabilidad distinta de quienes, en definitiva, cometieron excesos en la represión
- Y otra muy distinta de quienes no hicieron otra cosa que cumplir órdenes
La teoría de los tres niveles fue expresada por Alfonsín en un discurso pronunciado en la cancha de Ferro durante la campaña de 1983.
El Juicio a las Juntas
El Informe, que luego fuera publicado bajo el título Nunca Más, fue entregado al Presidente el 20 de septiembre de 1984 y determinaba que fueron 8.960 los desaparecidos forzosos durante la dictadura, aunque Amnistía Internacional estimó que el número de víctimas superaba los 16.000 y organizaciones argentinas como Madres de Plaza de Mayo hablaron de 30.000 afectados entre muertos y desaparecidos.
El juicio a los ex militares comenzó en forma oral y pública el 22 de abril de 1985 y concluyó con la sentencia de la Cámara Federal en diciembre del mismo año. Los Tenientes Generales y ex Presidentes de Facto Jorge Rafael Videla y Roberto Eduardo Viola, el Brigadier General Orlando Ramón Agosti y los Almirantes Emilio Eduardo Massera y Armando Lambruschini fueron acusados y sentenciados por los delitos de homicidio, privación ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos a los detenidos.
También fueron sentenciados por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas el Teniente General Leopoldo Fortunato Galtieri, el Brigadier General Basilio Lami Dozo y el Almirante Jorge Isaac Anaya (absuelto por la justicia civil en el anterior proceso). Si bien esta experiencia de enjuiciamiento generó un precedente histórico no solo para Argentina, sino también para Latinoamérica, donde las experiencias de los Golpes de Estado siempre habían quedado impunes, ciertos sectores de la sociedad consideraron que las penas otorgadas eran insuficientes, además muchos acusados de menor rango habían quedado absueltos.
El desafío económico
El poder económico, formado por los grandes grupos financieros internacionales y por los grandes grupos económicos locales, había logrado hacerse del control de todo el proceso productivo y financiero sobre la base de la explotación de los trabajadores y la subordinación del Estado a sus intereses particulares.
Muchas de esas medidas eran condiciones que el FMI exigía para continuar las negociaciones que llegaron a buen puerto cuando Alfonsín firmó con esa entidad un acuerdo de re-escalonamiento del pago de la deuda externa que vencía ese año y el otorgamiento de un crédito suplementario de 4.200 millones de dólares, pese a que en los primeros meses de su gobierno promovió la creación de una comisión legislativa para que estableciera el monto de la deuda legítima y a que intentó no negociar el pago de ella solamente con el FMI, acudiendo al Banco Mundial y al Club de París.
La vuelta de la cultura
Con la vuelta a la democracia, poco a poco, las diferentes expresiones artísticas y sus creadores —que habían estado censurados o exiliados— pudieron plasmar sus ideas libremente e intentar reconstruir el patrimonio cultural argentino.
La idea fue evaluada como inoportuna por gran parte de la opinión pública, que también consideró que lo que se pretendía era tapar la dura realidad a la que se asistía: 1986 culminó con una inflación acumulada del 82% y llegó en 1987 al 175%.
A mediados de 1987, el gobierno declaró oficialmente fenecido el Plan Austral (aunque la moneda que le dio nombre siguió funcionando) y anunció un nuevo paquete de medidas que atraerían el apoyo del FMI a través de otro crédito stand-by.
La aplicación de estas medidas, que provocaron una gran disminución en la capacidad adquisitiva de algunos sectores sociales, sumadas a la tibia respuesta al problema militar, a la imposibilidad de hacer frente a los problemas sindicales y otros, repercutieron en los resultados de los comicios electorales de septiembre de 1987.
Su recuperación —encargada a la policía y al Ejército— generó un saldo de 39 muertos y explicaciones turbias y oscuridad respecto de los móviles y conexiones de la acción ultraizquierdista —como la denominó el gobierno— y también sobre la forma en que fue resuelta la cuestión.
- Alza incontrolada de las tasas de interés
- Agotamiento de las reservas del Banco Central para intentar mantener el valor de un austral que se depreciaba cada vez más frente al dólar.
Su presidencia había restaurado y abierto la puerta a la consolidación de la democracia en el país y roto con el aislamiento internacional, pero no había podido lograr un crecimiento positivo, la deuda externa había crecido y los salarios decrecido enormemente. Menem llegaba optimista proponiendo “síganme”, “revolución productiva” y “salariazo”, en una Argentina con recesión del 6% de P.B.I., una deuda externa de 63.000 millones de dólares y una hiperinflación cercana al 5000% anual.
En la segunda mitad de 1983, disipadas las dudas sobre la voluntad militar de entregar el poder y mientras el régimen se concentraba en impedir a futuro las investigaciones respecto de Malvinas y sobre lo que oficialmente se denominaba “guerra sucia”, se produjo la más eufórica afiliación a los partidos políticos de que se tenga memoria.
A paso de hombre escoltado por el cuerpo de Granaderos a Caballo, motociclistas policiales y agentes de seguridad uniformados, el auto que trasladó a Alfonsín junto a su esposa hasta la Casa de Gobierno completó el trayecto sin dificultades.