El desmoronamiento de la monarquía de Isabel II y su fuga hacia Francia significó el triunfo de la Gloriosa. Tras esto, quedó un vacío de poder que fue ocupado por el general Serrano en la presidencia de un gobierno provisional.
Serrano proclamó el sufragio universal, la libertad de cultos, la libertad de enseñanza, la libertad de reuníón y asociación, la libertad de imprenta. Esta declaración supónía el triunfo de los principios democráticos. También acometieron una abierta política antirreligiosa. El gobierno provisional tenía dualidad de poderes. Fue también el momento de rehabilitar a los catedráticos que se habían distinguido en la crítica contra la política de Isabel II Castelar, Nícolás Salmerón que formaban parte de los krausistas. Las nuevas autoridades revolucionarias tenían una tarea complicada, después de las dificultades experimentadas durante el reinado de Isabel II en el intento de articular un sistema de convivencia política. La falta de consistencia de la sociedad española, donde las tres cuartas partes de la población era analfabeta tampoco ayudaba. El sufragio universal, para los varones mayores de veinticinco años concedíó el derecho a voto a casi cuatro millones de españoles, frente a los cuatrocientos mil que lo tenían en el período anterior. En las elecciones de 1869, dieron una amplía mayoría a los partidos monárquicos comprometidos con la revolución. La cuestión sería decidir entre república y monarquía en la siguiente constitución.
La tensión política que se vivía en la península avivó los problemas que se experimentaban en Cuba y animó a los sectores independentistas a iniciar una rebelión. Los sublevados protestaban contra el sistema fiscal y reclamaban la libertad de comercio. En el plano político prometían un régimen democrático y la emancipación de los esclavos. La guerra que duró 10 años se desarrolló con una cierta autonomía. Los sublevados contaron con el apoyo de Estados Unidos, interesados en incorporar la isla a su área de influencia económica. El 6 de Mayo de 1869 fue promulgada la nueva Constitución que recogía los principios democráticos que habían alentado la revolución.La Constitución proclamaba la soberanía nacional y perfilaba una monarquía en convivencia con un sistema parlamentario bicameral. Se trataba de un texto liberal en el que se aseguraba la libertad de cultos. También se esbozaba una cierta descentralización en el título dedicado a las diputaciones provinciales y a los ayuntamientos. En el ámbito de la administración de justicia la innovación más significativa fue la introducción del jurado.La promulgación de la Constitución exigíó el nombramiento de un regente, el general Serrano, quien nombró al general Prim presidente del nuevo gobierno. La principal tarea de Prim sería la de encontrar un rey elegido por las Cortes.
Prim era un militar progresista que se esforzó por mantener la uníón de las fuerzas revolucionarias y facilitar el establecimiento de una monarquía democrática. Para ello formó un gobierno que trató de integrar a personalidades de todos los partidos. De ese gobierno formaban parte destacadas figuras políticas como Figuerola, Sagasta o Zorrilla. En el año y medio que duraría su gestión Prim se encargó de llevar a cabo el desarrollo del programa revolucionario. La decepción de los republicanos frente a la opción monárquica adoptada por los constituyentes provocó levantamientos, que exigieron la intervención del ejército para reprimirlos.La presencia de un rey de carácter liberal parecía una oportunidad para tranquilizar la situación política. Amadeo comenzó su reinado con muy escasos apoyos sociales porque se encontró con la oposición de los republicanos y del mundo carlista. Además su apoyo más firme, Prim murió como consecuencia de un atentado. Al frente del gobierno se puso de nuevo el general Serrano, que consiguió agrupar a grandes personalidades del momento (Sagasta y Zorrilla) pero la inestabilidad de los gobiernos fue un claro indicio de la fragilidad del ensayo monárquico. Las primeras elecciones 1871 proporcionaron una clara mayoría a la coalición gubernamental, pero también fue considerable la presencia de republicanos y carlistas. El resultado acrecentó las divisiones. Sagasta encabezó el Partido Constitucionalista, mientras que Zorrilla fue jefe del Partido Radical. La responsabilidad de gobierno recayó primero en Zorrilla, que solo pudo mantenerse en el poder poco mas de dos meses, para dar paso a situaciones controladas por Sagasta, que finalmente se vio obligado a dimitir por un escándalo financiero. Un último gobierno de Zorrilla llevó al definitivo fracaso del ensayo monárquico. La resistencia de las clases dirigentes frente a la nueva monarquía se vio acrecentada. Los republicanos pusieron sus esperanzas en un cambio de régimen mientas que los carlistas empezaron a optar por la insurrección. Las tensiones políticas que se vivían en Madrid terminaron por hacer abdicar al rey Amadeo I el 11 de Febrero de 1873. El Congreso y el Senado se reunieron en una Asamblea Nacional, que proclamó la República por y eligió a Figueras como presidente del poder ejecutivo. El nuevo régimen manténía la Constitución de 1869 y supónía un ensayo de democratización. Un ensayo muy complicado que desde las primeras semanas originó conflictos sociales y demandas políticas de carácter extremista. En las elecciones de diputados para Cortes constituyentes los federales obtuvieron una mayoría abrumadora, sin apenas oposición. Los partidos de la oposición habían hecho el boicot a la consulta. Un mal síntoma para la estabilidad del sistema.