El Imperio de Carlos V: Conflictos Internos y Guerras Europeas (1517-1556)

Carlos V (1517-1556): El Emperador y sus Reinos

Las Resistencias Iniciales al Poder Imperial

Carlos V (1517-1556), a su llegada a Castilla, fue recibido con desconfianza. Las Cortes de Valladolid de 1518 lo juraron como soberano, pero pidieron al Rey:

  • Que cesaran los nombramientos de extranjeros.
  • Que no permitiera la salida de metales preciosos.
  • Que aprendiera castellano.
  • Que tratara a su madre, la reina Juana, con la consideración debida.

Más difícil fue su aceptación por parte de las Cortes aragonesas, pero al final también cedieron. A la muerte de su abuelo, Maximiliano I, en 1519, al ser electivo el nombramiento al trono imperial, tuvo que comprar la voluntad de los electores, para lo que recurrió a préstamos de banqueros alemanes (como los Fugger) y a los subsidios castellanos.

En 1520, fueron convocadas Cortes en Santiago de Compostela y, tras las protestas de los procuradores, la reunión se trasladó a La Coruña. Tras la presentación del programa imperial por parte del obispo de Badajoz, Pedro Ruiz de la Mota, se consiguió la aprobación de los subsidios necesarios para que Carlos V viajara a Alemania y fuera coronado Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

El Conflicto de las Comunidades (1520-1521)

Carlos V, a su marcha a Alemania, dejó como regente a Adriano de Utrecht. El descontento se generalizó. En 1520 se alzó la Comunidad de Toledo, a la que se sumaron Zamora, Segovia, Toro, Salamanca, Ávila, Madrid y otras ciudades castellanas.

Pronto el movimiento de las Comunidades adquirió forma de movimiento antiabsolutista y de protesta, preferentemente urbana, frente a los poderes señoriales. Con un programa reformista (creación de una Junta permanente de municipios, rebaja de impuestos o supresión de los corregidores), los comuneros se organizaron en la Junta Santa de Ávila, con Pedro Lasso de la Vega como presidente y Juan Padilla, Pedro Maldonado y Juan Bravo como jefes militares. Consiguieron éxitos iniciales como la toma de Tordesillas, donde ofrecieron la Corona a Juana I de Castilla (Juana la Loca), pero esta renunció.

Carlos V nombró al almirante Fadrique Enríquez y al condestable Íñigo Fernández de Velasco como colaboradores de Adriano de Utrecht. Finalmente, los comuneros fueron vencidos en la batalla de Villalar en 1521 y sus jefes militares (Padilla, Bravo y Maldonado) fueron ejecutados. Desde entonces, Castilla se convirtió en el territorio más leal y principal soporte fiscal de la Monarquía Hispánica.

El Conflicto de las Germanías (1519-1523)

En los territorios levantinos (Reino de Valencia y Mallorca) surgió el movimiento de las Germanías. En 1519-1520, se produjo una epidemia de peste en la ciudad de Valencia. Los nobles abandonaron la ciudad y el pueblo se organizó en milicias (germanies o hermandades) para mantener el orden y defenderse de posibles ataques piratas. El regente, Adriano de Utrecht, intentó disolver estas milicias, pero estas no obedecieron y se declararon en rebeldía. En pocos días, el movimiento se extendió por el resto del reino y las Islas Baleares, adquiriendo un fuerte carácter social antiseñorial.

Tras la derrota comunera en Castilla, el ejército real acabó con las Germanías (derrota decisiva en 1521, aunque la resistencia en Mallorca duró hasta 1523) y gravó con fuertes impuestos a las ciudades rebeldes.

La Idea Imperial de Carlos V

Carlos V dedicó todos sus esfuerzos a configurar un Imperio Cristiano universal, idea que tuvo diversas concepciones a lo largo de su reinado. Primero, bajo la dirección de su canciller Mercurino de Gattinara, se presentó ligada al ideal humanista erasmista de su tiempo (Universitas Christiana). Después, evolucionó hacia la defensa de la unidad católica frente a la Reforma protestante y la amenaza otomana, asumiendo el papel tradicional del Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

Las Guerras contra Francia

Las disputas por Borgoña, Navarra y la hegemonía en Italia supusieron el enfrentamiento constante entre el Emperador Carlos V y el rey Francisco I de Francia.

Primera Guerra (1521-1526)

Surgió por la posesión del Ducado de Milán. La decisiva victoria de Pavía en 1525, en la que fue capturado el propio Francisco I, supuso el control imperial de dicho ducado. En el posterior Tratado de Madrid (1526), Francia renunció a los territorios italianos y a sus pretensiones sobre Navarra, y prometió devolver Borgoña al Emperador, algo que finalmente no cumplió.

Segunda Guerra (Liga de Cognac, 1526-1529)

La inicia el Papa Clemente VII, temeroso del poder imperial en Italia, contra Carlos V. El Papa formó la Liga de Cognac con Francia, Milán, Venecia y Florencia. Durante esta guerra se produjo el Saco de Roma (1527) por tropas imperiales amotinadas. En 1529, se firmó la Paz de Cambrai o Paz de las Damas, que ratificó lo acordado en Madrid (Francia renunciaba a Italia), aunque Carlos V renunció a Borgoña.

Los Conflictos Religiosos en Alemania

Frente a la Reforma Protestante iniciada por Martín Lutero, Carlos V mantuvo inicialmente una actitud dialogante y conciliadora, buscando preservar la unidad religiosa del Imperio. La Dieta de Worms (1521) condenó a Lutero, pero la Dieta de Espira (1526) mostró una actitud más tolerante ante la necesidad de apoyo contra los turcos. En una segunda Dieta de Espira (1529), se intentó restaurar el Edicto de Worms, provocando la protesta de los príncipes luteranos (de ahí el nombre de «protestantes»).

En 1530, en la Dieta de Augsburgo, se presentó la Confesión de Augsburgo (base doctrinal luterana), pero fue rechazada por los católicos. La ruptura del Emperador con los luteranos, que se agruparon militarmente en la Liga de Esmalcalda (1531), fue total.

También en 1530, Carlos V recibió la Corona Imperial en Bolonia a manos del Papa Clemente VII (última coronación imperial realizada por un Papa) y sus tropas habían logrado detener el avance otomano sobre Viena (1529).

La Política Imperial a Partir de 1530

El Emperador centró su esfuerzo entre 1530 y 1543 en el dominio del Mediterráneo, donde la presencia del Imperio Otomano y sus aliados berberiscos constituía un grave peligro para los reinos cristianos.

  • Conquista de Túnez (1535): Un éxito importante contra Barbarroja.
  • Fracaso en la Jornada de Argel (1541): Una costosa derrota.

Paralelamente, continuaron las guerras con Francia:

  • Tercera Guerra (1536-1538): Finalizada con la Tregua de Niza.
  • Cuarta Guerra (1542-1544): Concluida con la Paz de Crépy.

Tras la Paz de Crépy, Carlos V pudo centrarse en el problema alemán. Entró en guerra contra la Liga de Esmalcalda y en 1547 obtuvo la importante victoria de Mühlberg. La Dieta de Augsburgo (1547-1548) intentó imponer una solución religiosa temporal (Interim de Augsburgo) y reafirmó la autoridad del Emperador sobre los príncipes alemanes.

Sin embargo, los príncipes protestantes, apoyados por el nuevo rey francés Enrique II, iniciaron una contraofensiva y sorprendieron a Carlos V en Innsbruck (1552), obligándole a huir. En 1552, mediante el Tratado de Passau, el Emperador concedió una amnistía a los príncipes alemanes. Finalmente, en 1555 se firmó la Paz de Augsburgo, que reconocía la división religiosa de Alemania bajo el principio cuius regio, eius religio (la religión del príncipe sería la religión del territorio), concediendo a los príncipes el derecho de elegir entre catolicismo y luteranismo.

Abdicación y Muerte

Desengañado por el fracaso de su ideal de unidad imperial y religiosa, y agotado física y políticamente, Carlos V decidió abdicar. Entre 1555 y 1556, en Bruselas, cedió los Países Bajos y los reinos hispánicos a su hijo, Felipe II, y el título imperial a su hermano, Fernando I. Se retiró al Monasterio de Yuste (Cáceres, España), donde murió en 1558.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *