El Imperio de Carlos V: Conflictos Internos
Comunidades y Germanías
Carlos I de España y V de Alemania inicia la dinastía de los Habsburgo y el nacimiento del Imperio español. Sobre su persona concentró las herencias recibidas de sus abuelos maternos, los Reyes Católicos, (Castilla, Aragón, Nápoles, Sicilia, Canarias y las Indias) y de sus abuelos paternos, Maximiliano I de Austria y María de Borgoña (Países Bajos, Franco Condado, territorios austríacos y el derecho al trono del Sacro Imperio Romano Germánico).
El rey había sido educado en Borgoña y no conocía el castellano. En 1517 llegó a España rodeado de nobles flamencos a los que concedió los cargos más importantes en detrimento de la nobleza castellana. En 1519 convocó a las Cortes solicitando ayudas para sufragar su candidatura al trono imperial (al que tenía derecho pero era electivo entre los príncipes alemanes). En Castilla, las ciudades se opusieron a un rey que era considerado extranjero y que perjudicaba los intereses castellanos, y estalló en Toledo la rebelión de las Comunidades (movimiento burgués y urbano, que exigían al rey respeto a las leyes del reino y la marcha de los consejeros flamencos) que pretendieron que Juana la Loca se hiciera cargo de la corona castellana. Al mismo tiempo, en Valencia, se iniciaba la revuelta de las Germanías (movimiento de carácter social, que no cuestionaba el poder del rey), motivada por el descontento popular de los gremios (artesanos, campesinos) ante la difícil situación económica. Los comuneros fueron derrotados en Villalar (1521) y sus líderes (Padilla, Bravo, Maldonado) fueron ejecutados públicamente; posteriormente en 1522 el ejército real acabó con el conflicto de las Germanías.
A partir de entonces, Carlos I rectificó la estrategia sobre sus reinos, aprendió castellano, permaneció más tiempo en Castilla, nombró consejeros nativos y mantuvo una actitud de escucha y respeto hacia las Cortes.
La Monarquía de Felipe II: La Unidad Ibérica
Carlos I abdicó en 1555 y repartió su herencia entre su hermano Fernando I (a quien cede los dominios austríacos y los derechos imperiales) y su hijo, Felipe II, a quien deja el gobierno de España y de las Indias. Felipe II, el «rey prudente», fue un rey sedentario y burócrata que dirigió su imperio desde Castilla: asentó la Corte en Madrid y residió en El Escorial. Sus objetivos fueron mantener la unidad del imperio y expandir y fortalecer el catolicismo (Felipe II es el símbolo de la Contrarreforma). Felipe II fue el monarca que ha gobernado el más extenso imperio que haya existido jamás: “en sus dominios nunca se ponía el sol”.
En 1571 venció a los turcos en la batalla de Lepanto, frenando la expansión del imperio otomano. En los Países Bajos, la expansión del luteranismo con el apoyo de Francia e Inglaterra provocó una continua fuente de conflictos bélicos que dio lugar a la independencia de los Países Bajos del Norte. El desastre de la Armada Invencible (1588), supuso el fracaso en su intento de asalto a Inglaterra para destituir a Isabel I. Durante todo su reinado continuó con la expansión del imperio español por el Atlántico (Florida, 1565 y Chile, 1574) y el Pacífico (Filipinas, 1565 y Nueva Zelanda, 1576).
En 1580 se proclamó rey de Portugal y de sus enormes posesiones ultramarinas, tras defender su derecho al trono; con ello lograba la Unidad Ibérica tan deseada por los Reyes Católicos, pero además un enorme poderío naval y el control del litoral atlántico. Respetó las leyes, instituciones, moneda y cargos portugueses, y trasladó la Corte a Lisboa durante 3 años. Creó el Consejo de Portugal y se eliminaron las aduanas con Castilla.
A pesar de la enorme riqueza procedente de las Indias, durante su reinado tuvo que hacer frente a tres bancarrotas, provocadas por el enorme gasto militar que era necesario para el mantenimiento del imperio.
El Modelo Político de los Austrias: La Unión de Reinos
Los Habsburgo mantuvieron la organización política heredada de los Reyes Católicos. La forma de gobierno era una monarquía autoritaria en la que el rey gobernaba sobre una unión territorial de reinos, que mantenían una autonomía legal y política, con instituciones propias.
Castilla se convirtió en la sede del gobierno, y también en fuente de recursos militares y económicos para su mantenimiento. En 1561 Felipe II trasladó la corte a Madrid que se convierte en capital permanente.
Para gobernar todo el imperio y movilizar los recursos para la guerra, el estado alcanzó un elevado nivel de burocratización que requería un gran número de funcionarios: virreyes, gobernadores…
El sistema de gobierno de los Austrias estaba formado por una serie de Consejos consultivos que apoyaban al rey en sus tareas de gobierno y unos Secretarios que actuaban de enlace entre al monarca y aquéllos. Los más importantes fueron el Consejo de Estado (asuntos generales y militares), el de Hacienda (económicos), y una serie de Consejos Territoriales (asuntos administrativos y judiciales), siendo el más importante el de Castilla. A nivel territorial los cargos administrativos continuaron siendo las Chancillerías y las Audiencias para impartir justicia, los Corregidores para el control de las ciudades y los recaudadores de impuestos. Cabe destacar el papel del Consejo o Tribunal de la Inquisición, con jurisdicción sobre todos los súbditos del reino. La separación del poder ejecutivo se conseguía con la figura de los virreyes, quienes ejercían el poder real en los diferentes territorios remotos, alguno de los cuales no había visto nunca al rey.
Este sistema de Consejos garantizaba una considerable autonomía a las diferentes partes del imperio, pero al mismo tiempo complicaba la coordinación y la toma de decisiones. El sistema de gobierno por Consejos se denomina polisinodial.
Economía y Sociedad en la España del Siglo XVI
La sociedad del siglo XVI era una sociedad estamental, en la que el poder político y económico lo tenían la nobleza y el clero, frente a los no privilegiados (la mayoría de la población). Desde el punto de vista religioso, después de la expulsión de los judíos convivían la mayoría cristiana con los judíos conversos y los moriscos, aunque los Estatutos de Limpieza de Sangre mantenían diferencias entre los cristianos viejos y los nuevos (judeoconversos). Desde el punto de vista demográfico, a lo largo del siglo se produjo un aumento de la población y un incremento de la producción agrícola, industrial y comercial.
Desde el punto de vista económico, la colonización de América supuso la llegada de grandes cantidades de metales preciosos, oro y plata, que ocasionaron un fuerte proceso inflacionario (aumento de los precios del 400% en todo el siglo). La producción industrial no fue capaz de abastecer al mercado americano, por lo que hubo que importar productos de Europa, impidiendo el desarrollo de la estructura económica de Castilla.
Los enormes gastos derivados de la política imperialista y el mantenimiento las diversas guerras obligó a la exigencia de nuevos impuestos que afectaban a los productos de mayor necesidad, como los Millones o la Alcabala, y que soportaban casi exclusivamente los súbditos de la corona de Castilla. A pesar de ello, durante el reinado de Felipe II se declararon tres bancarrotas.
Cultura y Mentalidades en la España del Siglo XVI: La Inquisición
El s. XVI fue un periodo de esplendor cultural general en España. La fundación de la Universidad de Alcalá (1499), la publicación de la Biblia políglota, el inicio del Derecho internacional (Francisco de Vitoria), el auge del pensamiento económico, la penetración de las tendencias literarias y artísticas procedentes de territorios italianos. En la primera mitad de siglo se publicó la primera gramática castellana (A. de Nebrija), destacó la lírica de Boscán y Garcilaso, el teatro (“La Celestina”) y la novela picaresca (“El Lazarillo de Tormes”). En la segunda mitad, la intolerancia religiosa hizo retroceder la cultura humanística aunque apareció la literatura mística (Fray Luis de León, S. Juan de la Cruz) que corre pareja al espíritu contrarreformista.
Se desarrollan nuevos estilos arquitectónicos: el isabelino plateresco (Universidad de Salamanca), renacentista (Palacio de Carlos V en la Alhambra de Granada) y el clásico herreriano (Monasterio de El Escorial). En pintura destacaron autores como Tiziano y el Greco; en escultura, Alonso Berruguete y en música, Tomás Luis de Victoria, uno de los mejores polifonistas europeos.
Durante el s. XVI la vida cotidiana sufrió grandes transformaciones: el interés por las noticias procedentes de tierras lejanas, cambios en las costumbres alimentarias por los nuevos productos llegados de América, y el abandono del carácter religioso del teatro que evoluciona hacia temas de diversión y comedias.
El Tribunal de la Santa Inquisición fue creado por los Reyes Católicos para castigar los delitos de herejía (1478). A lo largo del s. XVI, la Inquisición se consolidó como una poderosa herramienta para la cohesión religiosa del reino. Actuó severamente contra los judeoconversos, segó cualquier posibilidad de arraigo del protestantismo en España y estableció una homogeneidad ideológica en torno al catolicismo de Trento. Fue empleada como instrumento político por la Corona y fue el eje fundamental de la propaganda antiespañola (Leyenda Negra). Al tener jurisdicción en todos los reinos era la única institución que podía utilizar la Corona sin límites en todos los reinos. Existió hasta su eliminación durante el Trienio Liberal (1820-1823).
Los Austrias del Siglo XVII: Gobierno de Validos y Conflictos Internos
El siglo XVII marca el inicio de la decadencia del Imperio español, que pierde su hegemonía europea. Reinan los Austrias Menores (Felipe III, Felipe IV y Carlos II), incapaces de gobernar un conjunto de reinos con instituciones y leyes diferentes. Se crea una nueva figura política, los validos, en quienes el rey depositaba su confianza y les encomendaba las principales decisiones de gobierno. Felipe III dejó el gobierno del reino en manos de duque de Lerma, Felipe IV, en manos de Gaspar Guzmán, el Conde-Duque de Olivares, y Carlos II, en manos de Valenzuela y el padre Nithard. Se generalizó la venta de cargos a familiares o personas de confianza de los validos para su control de los Consejos, lo que provocó un aumento de la corrupción y el rechazo popular a la figura del rey por desentenderse de los asuntos de Estado y separarse de sus súbditos.
El reinado de Felipe III (1598-1621) se caracterizó por la pacificación en la política exterior (Paz Hispánica) a raíz de la firma de los tratados de paz con Francia e Inglaterra, y la Tregua de los Doce Años con los Países Bajos. En política interior el problema más grave fue la crisis demográfica y económica, agravada a raíz del decreto de expulsión de los moriscos (1609). El reinado de Felipe IV (1621-1665) se caracterizó por el intento de mantener la hegemonía europea y la vuelta a las acciones militares que derivaron en la Guerra de los Treinta Años. El Conde Duque de Olivares pretendía la integración de los reinos y creó la Unión de Armas, por la que todos los reinos quedaban obligados a contribuir al ejército. El esfuerzo de la guerra y la presión fiscal provocaron el levantamiento de Cataluña, que será sometida en 1652 con el respeto a sus fueros y evitando represalias, y de Portugal, que se independizará definitivamente de España en 1668 bajo el reinado del último de los Austrias, Carlos II, monarca enfermizo e incapaz de gobernar, que en política exterior deberá enfrentarse a la política expansiva de la Francia de Luis XIV.
La Crisis de 1640
En 1640, reinando Felipe IV y siendo su valido el Conde-Duque de Olivares, se produjeron los levantamientos de Cataluña y Portugal. En Cataluña las causas fueron múltiples: la gran presión fiscal para mantener el coste de las guerras en Europa, el rechazo a la Unión de Armas que obligaba a contribuir con dinero y soldados al ejército, el incumplimiento los fueros catalanes, los desmanes que causaron las tropas castellanas contra la población en la frontera con Francia, etc. Los campesinos catalanes se amotinaron, asesinaron al virrey en Barcelona y crearon una Junta que sustituyó a las Cortes. Francia invadió Cataluña a petición de los rebeldes y se inició una guerra que terminará en 1652 con la entrada de las tropas de Felipe IV en Barcelona, la retirada de Francia y la Paz de los Pirineos (1659), por la que se cedía a Francia el Rosellón y la Cerdaña. La actitud de Felipe IV evitó las represalias y respetó los fueros catalanes, contribuyendo a la pacificación. En diciembre del mismo año se produjo la insurrección de Portugal que conduciría a su independencia (1668) y el fin de la unión ibérica. Los portugueses rechazaban la ocupación de cargos por parte de los castellanos, los efectos que las guerras tenían sobre el comercio y la falta de ayuda de la corona frente a los ataques holandeses.
La crisis de 1640 pone de manifiesto la dificultad de intentar una centralización político-administrativa en un estado que sólo era una unión bajo la corona, y marcó el comienzo del fin del Conde-Duque, que perdió la confianza del rey y fue desterrado en 1643.
El Ocaso del Imperio Español en Europa durante el Siglo XVII
La hegemonía de los Habsburgo en Europa termina con la Paz de Westfalia que pone fin a la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), un conflicto europeo en el que se unieron las luchas religiosas entre protestantes y católicos con la lucha por la hegemonía en Europa, en la que España había luchado junto a Austria en contra de Holanda, Inglaterra, Dinamarca y Suecia. La paz se firma en el año 1648 y con ella se consolida el mapa religioso alemán, se reconocen las conquistas de algunos príncipes alemanes frente a los Habsburgo (Sajonia, Baviera) y Felipe IV reconoce la independencia de las Provincias Unidas (Holanda) y sus conquistas en las colonias portuguesas. Por la Paz de los Pirineos, firmada con Francia en 1659 que pone fin a la guerra en Cataluña, España cede a Francia el Rosellón y la Cerdaña. En 1668, bajo el reinado de Carlos II se reconoce la independencia de Portugal. De esta forma, después de cuarenta años de guerras, finaliza definitivamente la hegemonía española en Europa: Francia pasa a controlar la ruta que unía las posesiones españolas en Italia (Nápoles y Sicilia) y los Países Bajos españoles, y el dominio marítimo pasa a Inglaterra, Francia y Holanda. Finalmente, la muerte de Carlos II sin descendencia dará lugar a la Guerra de Sucesión entre dos candidatos: el francés Felipe d’Anjou, nieto de Luis XIV y el archiduque Carlos de Habsburgo.
Evolución Económica y Social en la España del Siglo XVII
El siglo XVII es una época de crisis económica acrecentada y justificada por la política exterior (gastos de las guerras, mantenimiento del ejército, reducción de los metales llegados de América…). La crisis se ve agravada por la competencia extranjera de los británicos, franceses y holandeses: cae la producción de lana y el comercio se hunde. La agricultura sufre un periodo de regresión y estancamiento debido al decreto de expulsión de los moriscos (1609), que fue especialmente dañino en Aragón y Valencia, y a un descenso demográfico en Castilla causado por las pestes y ciclos de malas cosechas. Como consecuencia de ello se produce una subida de precios que genera hambrunas. Esta situación provoca una polarización en la sociedad: la alta nobleza aumentó en número y poder mientras la baja nobleza se arruinó pero se negó a trabajar y se endeudó para mantener su alto nivel de vida. La burguesía especula con la Deuda Pública o la compra de tierras, y los campesinos, también endeudados por los altos impuestos o los préstamos no devueltos debido a las malas cosechas, abandonan los pueblos y van a las ciudades, aumentando el número de vagabundos, pícaros, mendigos y el bandolerismo. El clero gozó de riqueza y poder.
Esplendor Cultural: El Siglo de Oro
La mentalidad española del siglo XVII continuó, como en épocas anteriores, regida por los valores aristocráticos y religiosos como eran el concepto de honor, el rechazo a los trabajos manuales, el abandono de las inversiones productivas, la religiosidad exagerada, las denuncias ante el Tribunal de la Inquisición…Fue muy importante el espíritu religioso contrarreformista. Era el momento de las deslumbrantes ceremonias, a veces al aire libre como las procesiones, que mostraban el poder de la Iglesia Católica. Asociada a ella, se exaltaba la Monarquía Absoluta en actos masivos y muy emocionales que impactaban al espectador.
La población era, mayoritariamente analfabeta y la cultura, que se encontraba en manos de la Iglesia, sólo era accesible a una minoría de ciudadanos y nobles. La investigación, la técnica y la ciencia entraron en regresión mientras que en Europa experimentaban un desarrollo importante. Sin embargo, desde el punto de vista literario y artístico, el siglo XVII pasó a denominarse Siglo de Oro debido a la importante producción literaria con autores como Cervantes, Góngora, Quevedo, Lope de Vega, Tirso de Molina o Calderón de la Barca. Lo mismo ocurrió en la pintura, con artistas de la talla de Murillo, Zurbarán, y especialmente, Velázquez.