Construcción y Consolidación del Estado Liberal (1833-1874)
Introducción: En este periodo se implanta el sistema liberal en España de forma irreversible. Se establece una monarquía constitucional y parlamentaria, se transforma la propiedad feudal en privada capitalista, se asienta la libertad de comercio, industria y contratación; y los derechos colectivos y del ciudadano. Sin embargo, el proceso de industrialización será lento e incompleto. La construcción del estado liberal se vio ralentizada por guerras civiles, pronunciamientos, revoluciones y experiencias prematuras como la I República.
1. Organización Política: monarquía, constitucionalismo y partidos políticos
1.1. El Papel de la Monarquía y de los Militares
En el régimen monárquico constitucional del siglo XIX, el rey o reina reina, pero no gobierna. El gobierno surge de las elecciones mediante sufragio censitario. Sin embargo, en la España liberal del XIX, el rey también tendrá competencias legislativas y de gobierno. Isabel II se apoyará en los liberales moderados, excluyendo al resto de las fuerzas políticas, que se verán abocadas al pronunciamiento militar para ocupar el poder. La experiencia de una monarquía democrática con Amadeo I fracasó ante la falta de apoyo social y político. Los militares adquieren gran protagonismo al ser utilizados en los pronunciamientos y al ser los principales actores en la Guerra Carlista, comportándose como jefes políticos y militares.
1.2. Las Tendencias del Liberalismo
- Los Moderados: Terratenientes y grandes comerciantes, vieja nobleza, alto clero y mandos militares, defensores del sufragio censitario, la soberanía compartida (Cortes y rey) y el recorte de algunos derechos colectivos como el de prensa, opinión, reunión…
- Los Progresistas: Media y pequeña burguesía, y capas populares urbanas, defensores de la soberanía nacional, oponiéndose a la intervención de la corona en las Cortes; y de los derechos individuales y colectivos, así como de la ampliación del cuerpo electoral.
Fuera del liberalismo se encuentran los demócratas, que defienden el sufragio universal, y los republicanos, que además abogan por la república.
1.3. Las Constituciones
Fueron hechas para beneficio de los partidos y, en la mayor parte de los casos, el desarrollo político estuvo al margen de las constituciones, sin respetar sus normas y preceptos. Se amañaban las elecciones, lo que motivó el desarraigo de la mayoría de la población hacia la política y los políticos.
Estatuto Real: 1834
El doceañista Martínez de la Rosa, al frente del gobierno, promulgó un Estatuto Real (texto otorgado por la regencia) que reconocía tímidamente algunos derechos y libertades políticos, pero seguía sin aceptar el principio de soberanía nacional, ni los derechos fundamentales del individuo. La corona se reservaba el derecho de veto y una amplia capacidad legislativa. Las Cortes solamente realizan peticiones.
Constitución de 1837: Progresista
- Soberanía compartida con un régimen censitario muy restringido (2’2 % de la población con derecho a voto). El Senado, su mitad elegido por designación real.
- Declaración de derechos del ciudadano.
- División de poderes, aunque la corona puede vetar leyes.
- Ausencia de confesionalidad religiosa del Estado, aunque se le obligaba al mantenimiento de la Iglesia Católica.
Constitución de 1845: Moderada
- Soberanía compartida del Rey y las Cortes.
- Exclusividad de la religión católica.
- Congreso: Sufragio censitario muy restringido. Senado nombrado por la reina.
- Se restringe la declaración de derechos. Límites a la libertad de imprenta.
Constitución de 1869: Inspirada en la de Cádiz y en la de 1837. Democrática
- Monarquía constitucional. El rey sólo sancionaba o promulgaba las leyes.
- Amplia declaración de derechos.
- Reconocimiento de la soberanía nacional. Sufragio universal masculino (25 años).
- División de poderes: El rey gobierna y tenía la facultad de disolver las cortes.
- Descentralización política y administrativa.
- Estado Aconfesional. Libertad de culto.
2. El Reinado de Isabel II (1833-1868): Construcción y evolución del estado liberal
2.1. Resistencia Armada al Sistema Liberal: Las guerras carlistas
Tras la muerte de Fernando VII, los partidarios del absolutismo y del Antiguo Régimen se negaron a reconocer a su hija Isabel II, proclamando como rey al infante D. Carlos María Isidro, hermano del difunto rey. Ante ellos, la regente Mª Cristina busca el apoyo de los liberales. No obstante, la guerra debe entenderse no como un enfrentamiento dinástico, sino como una confrontación de intereses, como la lucha por dos conceptos de vida: el del Antiguo Régimen y el Liberalismo. En 1839 se firma el Convenio o Abrazo de Vergara entre Espartero y el carlista Maroto, reconociendo los carlistas como reina a Isabel II, y esta manteniendo los fueros vascos y navarros. Cabrera en 1840 se rinde en los últimos focos de resistencia del Maestrazgo.
Carlismo: Se circunscribió a las zonas rurales vasca y navarra, así como a núcleos rurales de Cataluña, Aragón y Valencia. Los grupos sociales que lo apoyaron eran la mayoría del clero, parte de la nobleza rural y el campesinado (pequeños propietarios). Fue una reacción rural contra la nueva cultura urbana, liberal y anticlerical. Las élites contra la desamortización y la eliminación de los fueros, el pueblo contra las crisis, el hambre, el anticlericalismo, los impuestos y las reformas discriminatorias. Tres guerras carlistas se desarrollaron en las que vascos y navarros acabaron perdiendo fueros y privilegios: Primera: 1933-40. Segunda: 1846-49. Tercera: 1872-76.
2.2. La Minoría de Edad de Isabel II (1833-43): Las regencias
La regencia de Mª Cristina (1833-40)
Se produjo un tránsito del absolutismo al liberalismo. La guerra carlista une en los mismos intereses a la regente y a los liberales. Martínez de la Rosa propicia el Estatuto Real de 1834, claramente insuficiente para las aspiraciones de los progresistas. Los ánimos se encrespan tras varios errores en la guerra carlista y estallan violentas insurrecciones. La reina llama al gobierno a los progresistas (Juan Álvarez Mendizábal). Buscan la restauración de los valores de Cádiz, por lo que la regente les cesa. El pronunciamiento de los sargentos de la Granja obliga a la regente a llamar nuevamente al gobierno a los progresistas y se aprueba una nueva constitución en 1837 con los principios progresistas, pero con ciertas concesiones a los moderados. Además, se inicia la primera gran desamortización, principalmente de bienes de la Iglesia, para sufragar los gastos de la guerra carlista y aliviar la enorme deuda pública; los grandes beneficiados fueron la burguesía. Además, se eligen a los alcaldes por plebiscito y se establecen las milicias populares. Se decreta la desaparición de señoríos y mayorazgos. La regente se opone a estas reformas y llama a los moderados al gobierno, manipulando las elecciones. Los progresistas, bajo la figura del general Espartero, prestigiado por derrotar al carlismo, provocan levantamientos urbanos que fuerzan la dimisión de los moderados y el exilio de la regente, siendo sustituida por el propio Espartero.
La regencia del General Espartero (1841-43)
: Para moderados y progresistas el general Espartero era la única autoridad respetada y con carisma, convirtiéndose en regente en 1841. Su gobierno fue autoritario, enemistándose con los progresistas al ordenar bombardear Barcelona para sofocar una revuelta y con los moderados que estaban en permanente conspiración. Una sublevación militar, en 1843, le obliga al exilio a Inglaterra. Las Cortes decidieron adelantar la mayoría de edad de Isabel II, siendo reina a los 13 años. 2.3.- LA MAYORÍA DE EDAD DE ISABEL II (1843-1868): Con la llegada de Isabel al trono, los moderados ganan las elecciones controladas por caciques y el gobierno, y contando con las complicidad de la reina. Su primer ministro, el general Narváez, reprime cualquier levantamiento progresista y asienta un liberalismo conservador libre de la reacción carlista y de los excesos del progresismo. La escasa duración de los gobierno venía dada por las diferencias en el seno de los moderados y los caprichos de la reina. 2.3.1.-LA DÉCADA MODERADA: 1843-53): INSTRUMENTOS DE UNIFICACIÓN Y CENTRALIZACIÓN: Se reorganizó la Administración reforzándose su estructura centralista: El Estado se dividió en provincias (1833. Javier de Burgos) y ahora se nombra en cada una, a un gobernador civil a su frente. Se adoptó un único sistema de pesos y medidas, incorporando el sistema decimal. Se creó la Guardia Civil (1844). Se elabora un Código penal en 1848 y civil en 1850, unificando el sistema judicial. Se desarrolló una reforma fiscal (Mon.1845) aumentando las contribuciones indirectas cuya percepción ofrecía menos posibilidades de fraude. Se logró duplicar los ingresos del Estado. Se unifica y centraliza la enseñanza: Se regula el sistema educativo considerándolo como un servicio a ser prestado por el Estado. Éste obliga a impartir las clases en castellano y crea los primeros institutos de Enseñanzas Medias. Se establece la gratuidad de la enseñanza de seis a nueve años y se aprueba una Ley de Instrucción Pública (Moyano.1857). El apoyo de la Iglesia será total, cuando en 1851 se firme un Concordato con la Santa Sede, que aceptaba la desamortización hasta la fecha, suspendía la venta de bienes eclesiásticos, entregaba amplias prebendas en el terreno educativo y garantizaba la financiación pública del culto y del clero. LA OPOSICIÓN AL SISTEMA: PROGRESISTAS, DEMÓCRATAS, CARLISTAS. OTROS SECTORES Los Progresistas eran la principal oposición dentro del sistema liberal. La manipulación permanente de las elecciones, radicalizaron a muchos de sus miembros. Los Demócratas defendían el sufragio universal y la ampliación de libertades; contaba con un creciente apoyo popular. De su seno saldrán republicanos y socialistas. Se suceden pronunciamientos y barricadas en 1846,47 y 48 reprimidas por Narváez. Los Carlistas provocan una nueva insurrección. El País Vasco y Navarra siguieron manteniendo sus derechos forales por temor a un levantamiento carlista, lo que no evitó que en 1846 – 49 se produjera la segunda guerra carlista, esta vez limitándose a Cataluña (dels matiners). Los carlistas querían que la reina casara con “Carlos VI”, el rey carlista. 2.3.2.- BIENIO PROGRESISTA: (1854-56) Los sucesivos gobiernos no afrontan la corrupción en la construcción del ferrocarril, los militares demandas ascensos. En 1854 el gobierno quería reformar la Constitución para fortalecer aun más los poderes del ejecutivo, lo que provocó un levantamiento de los progresistas y sectores moderados. Otra vez un general se pronuncia, O’Donnell en Vicálvaro, así mismo los políticos elaboran el “Manifiesto de Manzanares”, exigiendo el cumplimiento de la Constitución. La aceptación fue tal, que Isabel tuvo que llamar al gobierno al viejo militar progresista Espartero y como ministro de guerra a O’Donnell. Una coalición entre sectores moderados y progresistas, forman la Unión Liberal, liderada por O’Donnell, que se presentó a las elecciones constituyentes y ganó por amplia mayoría. Inmediatamente se puso a trabajar en una nueva constitución que no llegó a promulgarse (1856). Otras reformas acometidas fueron: ¬ La nueva ley desamortizadora de 1855 protagonizada por Madoz, que afectó sobre todo a los bienes de los Ayuntamientos (bienes de propios y comunes), poniéndose a la venta un volumen mayor de tierras que en 1837. Su objetivo era recaudar fondos para la construcción de ferrocarril y para la modernización económica del país. Los grandes perjudicados fueron los campesinos sin tierras, que se beneficiaban de las comunales. ¬ La Ley General del Ferrocarril de 1855 ofrecía amplios incentivos a las empresas inversoras de lo que se beneficiaron especialmente las de capital extranjero. Se crea una red ferroviaria radial, con centro en Madrid para conectar con el resto de las provincias, lo que evita la comunicación entre provincias y entorpece el comercio interior. ¬ Ley de sociedades bancarias y crediticias. Nace el Banco de España. Entre 1855 y 1856 se suceden levantamientos populares ante la crisis que se vive en 1855. Ninguna de las reformas supuso una mejora de vida a las clases populares. Ante esta situación la reina cesa a Espartero y encarga el gobierno a O’Donnell que reprimió con dureza las protestas. 2.3.3.- CRISIS Y DESCOMPOSICIÓN DEL SISTEMA: (1856-68): Entre 1856 y 1863 la corona confió en la alternancia del poder, primero ofreciendo la formación del gobierno a la Unión Liberal de O’Donnell y luego a los moderados de Narváez, lo que produjo cierta estabilidad política dominada por la vuelta al moderantismo. Se restablece la constitución del 45 y se anuló parte de lo legislado en el Bienio Progresista. Aumenta la especulación mobiliaria y la corrupción. Se llegó a incorporar Sidi Ifni a la plaza de Ceuta gracias a la victoria de Was-Ras en Marruecos. Entre 1863 y 1868 el gobierno moderado se impone mediante el amaño electoral con la connivencia de la reina. El gobierno actuó de forma autoritaria, siendo así mismo incapaz de superar la crisis de 1866 agravada por la guerra en EE.UU. Descubierto financiero en los ferrocarriles, aumento de la deuda pública, descrédito de la reina por corrupción, sublevaciones, y crisis de subsistencia (Graves inundaciones en 1866-67). En 1866 la oposición al sistema, progresistas y demócratas; firma el Pacto de Ostende comprometiéndose a convocar cortes constituyentes mediante sufragio universal, si es derrocada la corona. Tras la muerte de O’Donnell en 1867 se unen a la oposición los unionistas, que contaban con la mayoría de los altos mandos militares. El 19 de septiembre de 1868, el brigadier Topete en la bahía de Cádiz, al grito de «España con honra» se sublevaba contra el gobierno de Isabel II. El general Prim fue sublevando ciudades andaluzas y luego de toda España. Las tropas fieles a la reina fueron derrotadas en Alcolea (Córdoba) e Isabel II se exilió en Francia. 3.- EL SEXENIO DEMOCRÁTICO:(1868-1874) // 3.1.- LA REVOLUCIÓN GLORIOSA. El gobierno provisional convocó elecciones a cortes constituyentes y aprobó un programa de reformas: Se reconocieron los derechos de reunión, asociación e imprenta, se democratizaron los Ayuntamientos y Diputaciones y se estableció el sufragio universal masculino. Celebradas las elecciones triunfaron la coalición gubernamental (unionistas, progresistas y un sector de demócratas) al contar con el apoyo de la burguesía financiera e industrial, las clases medias urbanas y amplios sectores del ejército, de la intelectualidad y de los profesionales liberales. El sistema no satisfacía a todos los actuantes de la revolución: El campesinado seguía sin ver un nuevo reparto de tierras, los obreros siguen sin mejorar sus condiciones de vida y los republicanos descontentos con la proclamación del estado monárquico. La introducción de las ideas anarquistas y socialistas procedentes de Europa van a alentar y propiciar la organización del proletariado y del campesinado 3.2.- ETAPAS: LA MONARQUÍA DEMOCRÁTICA: AMADEO I (1871-73) Quedaba la tarea de buscar un rey. Prim será el encargado de llevar las negociaciones. Eligió al príncipe italiano de veintiséis años Amadeo de Saboya, artífice de la unificación italiana y defensor de la concepción democrática burguesa de la Constitución del 69. Tres días antes de su llegada a España es asesinado su principal valedor, el general Prim, quedando el nuevo rey sin el apoyo más preciado. La oposición al nuevo monarca la lideran los moderados que conspirarán desde un principio creando un partido alfonsino, en defensa del hijo de Isabel II (Alfonso), y bajo la dirección de Cánovas del Castillo, que irá sumando adeptos: La Iglesia y la alta burguesía, temerosos de los desmanes democráticos del nuevo rey. Tampoco contaba con los republicanos, ni con los obreros y campesinos, que lo consideran un rey extranjero, y menos aún con el carlismo que se había reavivado con fuerza ante la llegada de un rey «ilegítimo». En 1868 se inicia una guerra en Cuba, que durará diez años, tras el levantamiento contra la esclavitud; Amadeo I intentó abolir la esclavitud, pero tuvo que retirar su iniciativa ante la fuerte oposición de la burguesía colonial con intereses en Cuba. En 1872 se levantan los carlistas en la tercera guerra, proclamando a su candidato Carlos VII, y aunque no suponía un peligro para el sistema, fue un foco de inestabilidad. En 1872 los republicanos también protagonizaron insurrecciones, que fueron rápidamente sofocadas. La desintegración de la coalición gubernamental (unionistas, progresistas y demócratas) provocó una inestabilidad en el gobierno, que no se resolvió ni con la convocatoria de tres elecciones. En febrero de 1873 Amadeo I renunciaba al trono. El Senado y el Congreso en sesión conjunta proclaman la República. LA I REPÚBLICA (1873-1874) Nacía sin apoyos suficientes y debido a la ausencia de un monarca. Trabajadores y campesinos exigían reformas sociales. En el seno de los republicanos se desarrollan dos tendencias, los unitarios (Estado centralista) y los federales (Estado descentralizado). El primer gobierno de Estanislao Figueras es breve ante las tensiones de ambas tendencias y las revueltas populares que demandan reformas inmediatas. Las nuevas elecciones dan mayoría a los federales, con una abstención del 70%, gobernando Pi y Margall, que inicia la elaboración de una nueva constitución. Los problemas a los que se va enfrentar la República acabarán con su proyecto: Divisiones internas entre los partidarios de un federalismo dirigido desde el poder o diseñado por las decisiones populares. Estallan movimientos cantonales que buscan eliminar el Estado central y constituir poderes locales. Andalucía, Valencia y Murcia van a ser el escenario de estas insurrecciones en las que se unieron intelectuales, estudiantes, obreros y burguesía local. En Cuba estalla un movimiento separatista, que se sumaba al levantamiento carlista ya existente. Pi y Margall no pode controlar la situación y dimite. Es elegido Nicolás Salmerón cuyo objetivo será restaurar la autoridad del estado central e implantar el orden, por lo que accede a la intervención del ejército y a la represión, desviándose del espíritu de la República. Salmerón dimite al no poder moralmente firmar penas de muerte impuestas por el ejército. El Parlamento nombra al unionista Emilio Castelar, que busca orden y autoridad. El ejército sofoca definitivamente el movimiento cantonal, pero las Cortes desautorizan la gestión autoritaria del presidente. El ejército, para evitar el regreso al federalismo y el desorden, protagoniza un golpe de estado; el 3 de enero de 1874, el general Pavía entra en las Cortes disolviéndolas sin apenas resistencia por parte de los parlamentarios. El poder pasó a manos de una coalición de unionistas y progresistas con el general Serrano a la cabeza, que gobernó durante casi un año como si de una dictadura militar se tratara, manteniendo formalmente el estado republicano.