El Orden Independiente en América Latina
Al finalizar las guerras de independencia, los países latinoamericanos intentaron construir un orden político distinto al de los tiempos de dominación colonial. Durante ese proceso surgieron numerosos conflictos derivados de las distintas posturas acerca de la organización de las instituciones, los intereses económicos divergentes y la existencia de sociedades marcadas por profundas desigualdades.
El Republicanismo Latinoamericano
Los nuevos países surgidos de la guerra de independencia en América Latina debieron adoptar una forma de gobierno. Prevaleció la forma de gobierno republicana e intentaron dictar constituciones. Sin embargo, las guerras civiles impidieron la sanción o la puesta en práctica de las constituciones. Así, por ejemplo, sucedió en el Río de la Plata con la constitución unitaria dictada en 1819, que fue rechazada por las provincias.
Economía y Sociedad
La ruptura del orden colonial, tanto en la América española como en Brasil, no introdujo cambios profundos en los modos de producción ni en la obtención de mano de obra. En cambio, la imposición de la libertad de comercio modificó sustancialmente los vínculos comerciales, en especial con Gran Bretaña. El Río de la Plata y el sur de Brasil aumentaron la producción ganadera, y las regiones de clima tropical (Brasil, Venezuela, Ecuador, América Central y el Caribe) continuaron con la explotación de los cultivos tropicales. Debido a la sobreexplotación de los metales preciosos, las áreas mineras, como México, Colombia y Bolivia, disminuyeron su producción. Los grandes propietarios rurales aumentaron su poder. A las extensiones que ya poseían, algunos sumaron tierras confiscadas a los realistas. Con respecto a la mano de obra, convivieron formas de trabajo forzoso de la colonia y el trabajo asalariado. A excepción de México y Chile, los demás países mantuvieron la esclavitud. Los indígenas continuaron sometidos a las formas de explotación.
Militarización y Ruralización
Desde 1810, la guerra se extendió por el territorio hispanoamericano. Para hacer frente a la guerra contra los realistas, los gobiernos revolucionarios organizaron dos tipos de fuerzas militares:
- Ejércitos rurales con una oficialidad predominantemente criolla.
- Milicias rurales que quedaron bajo el control de los terratenientes o de sus representantes.
Estos actuaron como delegados de las autoridades, quienes a su vez dictaron normas que colocaban a la población rural bajo la protección de los terratenientes. Durante las guerras, el vínculo entre los jefes de milicias y los gobiernos se fue deteriorando. El aumento de los impuestos y las contribuciones a las poblaciones rurales, los desacuerdos políticos y las disputas por cuestiones económicas contribuyeron al enfrentamiento entre algunos jefes de milicias y las autoridades, por ejemplo, en el Río de la Plata entre Artigas y los gobiernos porteños. Las milicias comenzaron a independizarse del gobierno central. De este modo se originó un nuevo orden político sustentado en el poder militar de los caudillos o jefes locales.
El Caudillismo
El caudillismo surgió en la Hispanoamérica durante el periodo de la guerra de independencia. El vínculo entre los caudillos y sus hombres se sustentaba en su lealtad. Este vínculo implicaba reciprocidad, ya que cada parte aportaba algo. Sin embargo, la relación no se daba en condiciones de igualdad. Los caudillos eran poseedores de tierras y de poder político y militar, y siempre se colocaban «por encima» de sus hombres. (Juan Bautista Bustos fue gobernador de Córdoba entre 1820 a 1829. Este caudillo impuso el proyecto federal del interior y la reunión de un congreso federativo de las Provincias Unidas.
Inestabilidad, Militarización y Caudillismo
Entre los años 1810 y 1820, la situación política de las Provincias Unidas estuvo marcada por una gran inestabilidad. Esta se debió a un conjunto de factores, cuyo trasfondo era la guerra entre patriotas y realistas: la existencia de proyectos diferentes entre los revolucionarios (morenistas y saavedristas, republicanos y monárquicos, federales y centralistas) y los distintos tipos económicos y políticos de Buenos Aires y de las provincias, entre otros aspectos fundamentales. Las guerras, además, hicieron que el proceso de militarización, iniciado en la ciudad de las Provincias Unidas, se extendiera por todo el territorio. El papel de los cuerpos armados cobró una gran importancia para definir la situación política y dio un creciente poder a sus jefes. Esos jefes militares se convirtieron en caudillos políticos que asumieron el gobierno o influyeron en las decisiones acerca de quién gobernaría.
La Etapa Rivadaviana
Tras la disolución de las autoridades nacionales en 1820, las provincias se organizaron como entidades autónomas. Bernardino Rivadavia, primero como ministro de la provincia de Buenos Aires y luego como presidente de la nación, fue protagonista clave durante la década de 1820.
La Crisis de 1820
A principios de 1820, la batalla de Cepeda puso fin al régimen directorial. Las Provincias Unidas se constituyeron, entonces, en un conjunto de provincias autónomas. Cada provincia dictó un estatuto o constitución y organizó sus instituciones:
- Un gobernador (poder ejecutivo)
- Legislatura o junta de representantes (poder legislativo)
- Jueces y tribunales (poder judicial)
La provincia de Buenos Aires a fines de 1820 elige a Martín Rodríguez como gobernador.