El proceso de Revolución Liberal en España (1833-1843)

1. La 1º Guerra Carlista (1833-1840)

Los sublevados proclaman rey a C.M.I

confiando en su persona y la defensa del absolutismo y de la sociedad tradicional. Así se inició una larga guerra civil enfrentando a los defensores del AR con los partidarios del liberalismo.

El Carlismo como ideología tradicionalista

El Carlismo era una ideología tradicionalista y antiliberal que recogía la herencia de movimientos similares anteriores como los malcontents y los apostólicos. Bajo el lema ‘Dios, Patria y Fueros’ se agrupan los defensores de la legitimidad dinástica de D. Carlos, de la monarquía absoluta, de la preeminencia social de la iglesia, del mantenimiento del AR y de la conservación de un sistema foral particularista.

Apoyo al carlismo

Entre quienes apoyaban el carlismo figuraban gran parte del clero y de la nobleza agraria. También contaron con gran parte de los campesinos y cobraron fuerza en las zonas rurales del PV, Navarra, y gran parte de Cataluña, Aragón y Valencia. Muchos de ellos eran pequeños propietarios empobrecidos, artesanos arruinados, y arrendatarios enfiteúticos, que desconfiaban de la reforma agraria defendida por los liberales, temían verse expulsados de sus tierras y recelaban de los nuevos impuestos estatales. Además, los carlistas se identificaban con los valores de la iglesia a la que consideraban defensora de la sociedad tradicional.

El Desarrollo del Conflicto Armado

Los Carlistas no pudieron contar inicialmente con un ejército regular y organizaron sus efectivos en grupos armados que actuaban según el método de guerrillas. Las primeras partidas Carlistas se levantaron en 1833 por una amplia zona del territorio español, sobre todo en las regiones montañosas de Navarra y PV, también se extendieron por el norte de Castellón, el Bajo Aragón y el Pirineo y las comarcas del Ebro y Cataluña. Desde el punto de vista internacional, D. Carlos recibió el apoyo de potencias absolutistas como Rusia, Prusia y Austria, que levantaron dinero y armas, mientras Isabel II contó con el apoyo de GB, FR y PT favorable a la implantación de un liberalismo moderado en España.

El conflicto en dos fases

El conflicto tuvo dos fases: 1º Fase 1833-1835 se caracterizó por la estabilización de la guerra en el norte y los triunfos carlistas, aunque no consiguieron conquistar una ciudad importante. La Insurrección se impulsó en 1834 cuando el pretendiente abandonó GB para instalarse en Navarra, donde creó una monarquía alternativa con su corte, su gobierno y su ejército. El G. Zumalacárregui, que se hallaba al mando de las tropas norteñas, logró entonces organizar un ejército con el que conquistó Tolosa, Durango, Vergara y Éibar, pero fracasó en la conquista de Bilbao, donde murió, quedando los carlistas privados de su mejor estratega.

En la zona de Levante

estaban más desorganizados, operando con escasa conexión entre las diferentes partidas. Los del norte de Cataluña tenían su actividad en el Prepirineo. Los de las tierras del Ebro se unieron a los del Maestrazgo y el Bajo de Aragón, conducidos por el general Cabrera, que se convirtió en uno de los líderes Carlistas más destacados.

2º Fase 1836-1840

La guerra se decantó hacia el bando liberal a partir de la victoria del general Espartero en Luchana en el 36 que puso fin al sitio de Bilbao. Los Insurrectos, faltos de recursos para financiar la guerra y conscientes de que no podían vencer sin ampliar el territorio ocupado, iniciaron una nueva estrategia caracterizada por las expediciones a otras regiones. La más importante fue la Expedición Real 1837, que partió de Navarra a Cataluña y se dirigió a Madrid con la intención de tomar la capital, pero los fuerzas Carlistas no pudieron ocupar la ciudad y se replegaron al norte.

Debilidad del carlismo

La debilidad del carlismo provocó que los transaccionistas quisieran llegar a un acuerdo con los liberales, y los intransigentes continuaran la guerra. Finalmente, el G. Maroto, jefe de los transaccionistas, firmó el Convenio de Vergara en 1839 con el G. liberal Espartero, que establecía el mantenimiento de los fueros en el PV y Navarra y la integración de la oficialidad carlista en el ejército real.

  1. El proceso de Revolución Liberal (1833-1843)

Los primeros gobiernos de transición (1833-1836)

El testamento de Fernando VII establecía la creación de un Consejo de gobierno para asesorar a la regente María Cristina, que estuvo presidido por Francisco Cea Bermúdez y compuesto en su mayoría por absolutistas moderados, con la pretensión de llegar a un acuerdo con los carlistas.

Prácticamente la única reforma emprendida por este gobierno fue la nueva división provincial de España para avanzar hacia la uniformidad administrativa. De este modo, en 1833, España quedó dividida en 49 provincias.

Pero ante la extensión de la insurrección carlista, el tono isabelino empezó a tambalearse por falta de apoyos sólidos. El inmovilismo del gobierno de Cea chocó con las pretensiones de buena parte de la población que reclamaba la forma del Estado absoluto. Entonces, la necesidad de nombrar un nuevo gobierno capaz de conseguir la adhesión de los liberales. Se escogió para presidirlo a Francisco Martínez de la Rosa, liberal moderado. Su propuesta fue la promulgación de un Estatuto Real, que era un conjunto de reglas para convocar unas Cortes.

Estas reformas eran insuficientes para una buena parte del liberalismo. La división entre los liberales moderados y los progresistas formó las dos grandes tendencias que dominarían la vida política española en los siguientes decenios.

La Corona y los antiguos privilegiados apoyaron a los moderados. Pero la necesidad de conseguir apoyos sociales y recursos financieros contra el carlismo forzó a la monarquía a aceptar un gobierno progresista que iniciase reformas liberales.

Los progresistas en el poder

Los progresistas, descontentos con las tímidas reformas iniciadas, tenían su fuerza en el dominio del movimiento popular, en su fuerte influencia en la Milicia Nacional y en las Juntas Revolucionarias. En el verano de 1835, y de nuevo en 1836, los progresistas protagonizaron una oleada de revueltas urbanas por todo el país. La mayoría de las Juntas redactaron proclamas expresando sus principales demandas (reunión de Cortes, libertad de prensa, nueva ley electoral, etc.)

Ante la situación, en septiembre de 1835, María Cristina llamó a formar gobierno a un liberal progresista, Mendizábal, que inició la reforma del Estatuto Real y tomó medidas con el fin de conseguir los recursos financieros necesarios para organizar y armar un ejército contra el carlismo. Pero cuando decretó la desamortización de bienes del clero, los privilegiados apremiaron a María Cristina para que lo destituyese en el verano de 1836.

Además, estallaron revueltas a favor de la Constitución de 1812 y se produjeron quemas de conventos. Tuvo lugar el levantamiento de los sargentos de la guarnición de La Granja, residencia real de verano donde se encontraba la regente. En agosto de 1836, María Cristina accedió a reestablecer la Constitución de Cádiz y entregó el poder al progresista Calatrava.

El desmantelamiento del Antiguo Régimen

Los progresistas asumieron la tarea de desmantelar las instituciones del Antiguo Régimen e implantar un sistema liberal, constitucional y de monarquía parlamentaria. Una de sus primeras actuaciones fue la reforma agraria liberal, que consagraba los principios de la propiedad privada y la libre disponibilidad de la tierra.

La reforma agraria liberal se llevó a cabo en 1837 a partir de tres grandes medidas:

  • La disolución del régimen señorial implicó la pérdida de las atribuciones jurisdiccionales de los señores, aunque mantuvieron la propiedad de las tierras. El antiguo señor se convirtió en el nuevo propietario y los campesinos pasaron a la condición de arrendatarios o jornaleros.
  • La desvinculación (supresión de mayorazgos) significó el fin de los patrimonios unidos y sus propietarios fueron libres para poder venderlos.
  • En cuanto a la desamortización, en 1836 Mendizábal decretó la disolución de las órdenes religiosas (excepto las dedicadas a la enseñanza y a la asistencia hospitalaria) y estableció la incautación por parte del Estado del patrimonio de las comunidades afectadas.

Los bienes desamortizados fueron puestos a la venta mediante subasta pública. Mendizábal pretendía así conseguir recursos necesarios para financiar al ejército liberal, recuperar vales de la deuda y aminorar el grave déficit presupuestario del Estado. Los nuevos compradores constituirían unos sólidos apoyos sociales comprometidos con el triunfo del liberalismo y fomentar el desarrollo de la agricultura a largo plazo.

Una serie de medidas encaminadas al libre funcionamiento del mercado completaron la liberalización de la economía: la abolición de los privilegios de la Mesta, la libertad de arrendamientos agrarios, la de precios y almacenamiento, la abolición de los privilegios gremiales, el reconocimiento de la libertad de industria y comercio, la eliminación de las aduanas interiores, así como la abolición de los diezmos eclesiásticos.

La Constitución de 1837

El gobierno progresista convocó unas Cortes extraordinarias para redactar un texto constitucional que adaptase el de 1812 a los nuevos tiempos. El documento era breve con el objetivo de fijar un texto que pudiera ser aceptado por progresistas y moderados.

La Constitución de 1837 proclamaba algunos de los principios básicos del progresismo: la soberanía nacional, amplia declaración de derechos ciudadanos, división de poderes y aconfesionalidad del estado.

También recogía algunos elementos moderados: establecía dos cámaras colegisladores, el Congreso y el Senado, y concedía amplios poderes a la Corona) veto de leyes, disolución del Parlamento). Como la desamortización y la supresión del diezmo habían dejado al clero sin su patrimonio y sin sus fuentes de recursos tradicionales, la Constitución recogió el compromiso de financiación del culto católico.

Otras leyes vinieron a culminar el entramado jurídico constitucional: la Ley de Imprenta (1836) hizo desaparecer la censura previa y la Ley Electoral (1837) fijó un sistema de sufragio censitario muy restringido. Tenían derecho a voto los españoles varones mayores de 25 años que pagasen un mínimo de 200 reales de contribución directa.

Alternancia en el poder (1837-1843)

A partir de este momento quedó configurado un primer sistema de partidos, sobre la base de los partidos moderado y progresista, que se alternaron en el poder durante el reinado de Isabel II. Los generales Espartero (progresista), Narváez (moderado) y O’Donnell (unión liberal) desempeñaron un papel determinante en el funcionamiento de todos los gobiernos que hubo en España entre los años 1837 y 1843.

Los moderados en el gobierno (1837-1840)

Una vez aprobada la Constitución, se convocaron nuevas elecciones en octubre de 1837, ganadas por los moderados. En esta etapa de gobierno, hasta 1840, los moderados intentaron desvirtuar los elementos más progresistas de la legislación de 1837. Limitaron la libertad de imprenta y una Ley de Ayuntamientos dio a la Corona la facultad de nombrar a los alcaldes de las capitales de provincia. Se inició una legislación que tendió a devolver los bienes expropiados al clero y también se preparó un proyecto de reimplantación del diezmo. El apoyo de la regente a la propuesta moderada provocó la oposición progresista, que impulsó un amplio movimiento insurreccional con la formación de Juntas revolucionarias. María Cristina, en 1840, dimitió de su cargo. Los sectores progresistas dieron su apoyo al general Espartero, vencedor de la guerra carlista y con un gran soporte popular, que asumió el poder y se convirtió en regente en 1840.

La regencia de Espartero (1840-1843)

Espartero disolvió las Juntas revolucionarias y convocó nuevas elecciones, que dieron la mayoría parlamentaria a los progresistas. Actuó con un marcado autoritarismo (gobernó solo con su camarilla de militares afines, los ayacuchos). Espartero se aisló cada vez más del entorno progresista y perdió la popularidad que lo había llevado al poder. Una de sus actuaciones de mayor transcendencia fue la aprobación, en 1842, de un arancel que abría el mercado español a los tejidos de algodón ingleses. La industria textil catalana se sintió gravemente amenazada y la medida provocó un levantamiento en Barcelona, en el que estuvieron involucradas la burguesía y las clases populares. Espartero mandó bombardear la ciudad hasta conseguir su sumisión, colocando a Cataluña y a buena parte de sus antiguos partidarios en contra. Los moderados aprovecharon la división del progresismo y el aislamiento de Espartero para realizar una serie de conspiraciones encabezadas por los generales Narváez y O’Donnell. En 1843, Espartero abandonó la regencia y las Cortes adelantaron la mayoría de edad de Isabel II y la proclamaron reina a los 13 años.


3LasDiferentesOpcionesDelLiberalismo/3.1LasAgrupacionesPoliticas: Ls partidos politics en el s.XIXno eran como  pensamos en la actualidad.No eran grupos homogéneos cn 1 ideología y 1programa bn definido, sino agrupaciones d personalidads alrededor d 1notable,civil o militar.Más q partidos organizados eran corrientes de opinión,vinculadas x relaciones personales e interess económicos,q se unian para participar en ls elecciones y controlar ls distintas partes dl poder/X 1 lado staban ls moderados,q se definían a sí mismos como”personas d orden” y eran 1 grupo heterogéneo.Staba formado x comerciantes,terratenientes,intelectuales conservadores,restos d la antigua nobleza,el alto clero y ls altos mandos militars.Defendian el derecho a la propiedad como garantía dl orden q querían preservar y limitaban el sufragio según la riqueza d ls electores.Creian en la libertas como bien individual,pro anteponían ls principios d autoridad y orden social,x lo q consideraban q el poder debía quedar en manos d la minoría propietaria e ilustrada.Destacamos a RamónMaría d Narváez y FranciscoBravoMurillo/Tambn defendían la soberanía compartid entre ls cortes y la Corona,a ls q otorgaban amplios poders d intervención en la vida política(p.e:vetar leyes…).Eran partidarios d limitar ls derechos individuales,specialmnt los colectivos como la libertad d prensa,opinión,reunión y asociación.X último, q eran la opción más clerical dl liberalism ya q defendían la confesionalidad dl Estado y otorgaban a la Iglesia católica una gran influencia social.

X otro lado,staban ls progresistas,q se consideraban ls “defensores d la libertad”.En ste grupo participaba la mediana y little burguesía,la oficialidad media dl ejercito y ls clases populares urbanas,cuya característica común era su espíritu d reforma.Estos defndian la soberanía nacional como fuente d legitimidad dl poder y el predominio de las Cortes en el sistema político, y rechazaban la intervención d la Corona en la vida política,dándole solo y1labor moderadora.Destacaron JuanÁlvarezMendizábal,Baldomero Espartero y JuanPrim/Eran partidarios d reforzar ls poderes locales y d otorgar amplios derechs individuals y colectivos.Partidarios dl sufragio cnsitario,pro también d ampliar el cuerpo electoral.Defndian la necesidad d 1reforma agraria,poner fin a la propiedad vinculada y limitar la influencia social d la Iglesia/En 1854 se formó la Union Liberal,q era 1 new partido q se creo x 1 division d ls moderados,pro q atrajo a ls grupos+conservadores dl progresismo/Pretendia ser 1 opción centrista entre progresistas y moderados, pro no presentaba novedad alguna.Agrupaba al sector dscontento cn la política moderada.Impulsors G.O’Donnel y Serrano/En 1849, 1escision d ls progresistas dio lugar a la formación dl Partido Demócrata,q defendia la soberanía popular y el sufragio universal masc.Apoyaba la existencia d 1unica cámara,la ampliación d las libertads publicas y el reconocimiento d los derechos colectivos.Reconocía el predominio social d la Iglesia católica pro daba libertad d culto.Formado x clases populares urbanas y grados bajos d la Milicia./El desprestigio d la monarkia d I2 hizo ganar fuerza al republicanismo,q defendían ser la mas democrática.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *