EL RÉGIMEN DE FRANCO: POSGUERRA Y AUTARQUÍA (1939-1959)
SISTEMA POLÍTICO E IDEOLOGÍA DEL PRIMER FRANQUISMO
EL PRIMER GOBIERNO DE FRANCO
En febrero de 1938, Franco había formado su primer gobierno. Buscaba terminar con la provisionalidad de la Junta Técnica y dotar al Nuevo Estado de una mayor representación en el terreno de las relaciones internacionales. Era un gobierno con predominio de los monárquicos antiliberales y que incluía a cinco militares, incluyendo a Franco como jefe del mismo.
A finales de marzo de 1939, el gobierno incorporó a España al Pacto Antikomintern, alianza anticomunista de la que eran principales firmantes Alemania, Italia y Japón, y a la que pertenecían Hungría y Manchuria. España y Alemania firmaron el Tratado de Amistad, destinado a desarrollar los compromisos contraídos en 1937. El tratado debía servir para ensanchar las relaciones políticas, económicas, militares y culturales entre ambos países, y determinaba la neutralidad de España en caso de que Alemania entrase en guerra.
Serrano fue bastante más que el delegado del poder de Franco en el Partido. Éste utilizó al partido para reforzar su posición dentro del régimen, aprovechándose de la ausencia de dirigentes falangistas capaces y con capacidad de liderazgo. Serrano comenzó a perfilar el proyecto de Estado totalitario. La primera etapa pasaba por convencer a su cuñado de que el Partido debía disponer de más competencias. Pronunció un discurso en el que condenó cualquier idea opuesta a Falange, oposición que identificó con el liberalismo, a defender el modelo de Partido único, y de pensamiento único.
EL NACIONAL CATOLICISMO
Franco, de mentalidad militarista, utilizó en beneficio propio el culto al jefe de los movimientos fascistas, así como la demagogia revolucionaria y el modelo de partido único que aportaba el fascismo español. Además, el dictador hará suyos una serie de elementos doctrinales muy generales, tomados casi todos ellos del nacional catolicismo. Se trataba de establecer una identidad entre la religión católica y un régimen político concreto, interpretando que solo el franquismo encarnaba la nación española.
Franco había comenzado tutelando una alianza de la derecha autoritaria y nacionalista, el tradicionalismo católico y el fascismo. Dentro de esa coalición, dos instituciones tenían un peso específico: el Ejército y la Iglesia católica. Debido a la Segunda Guerra Mundial, se produce un estrechamiento entre Estado-Iglesia en detrimento del Partido Único, dominado por los fascistas, y en consecuencia, una reducción de las parcelas de poder asignadas a la falange en beneficio de los hombres de Acción Católica. El nuevo Estado dejó entonces de ser totalitario para ser católico y el sistema político, calificado como democracia orgánica, para aparentar la existencia de una tercera vía, entre el fascismo y la democracia parlamentaria, original y propia de la idiosincrasia española.
EL PROYECTO FALANGISTA DE ESTADO TOTALITARIO
Pocos días antes de que estallase la 2ª GM, Franco había declarado que España era un estado neutral, pero lo hizo al tiempo que expresaba sus simpatías hacia Mussolini y Hitler. El gobierno español había suscrito varios acuerdos para la venta de minerales y otras materias primas a Alemania, además de proporcionar a la marina y a la aviación de ese país un espacio geográfico donde realizar las reparaciones pertinentes y encontrar refugio cuando ello fuera necesario.
Franco consideraba que Alemania se impondría en la guerra y remitió una carta a Hitler en la que hacía un ofrecimiento inconcreto de colaboración. El Gobierno convirtió así la neutralidad de España en “no beligerancia”. Unos días después, Franco ratificó el ofrecimiento hecho a Hitler, mencionando la posibilidad de entrar en la guerra al lado de Alemania si Hitler ofrecía equipamiento para su ejército y territorios en África para construir un nuevo imperio español. Hitler no se mostró muy receptivo a las peticiones. El alto mando alemán no tenía mucho interés en la entrada de España en la guerra, por la debilidad de su ejército.
En septiembre, Serrano visitó Alemania y firmó varios convenios. Alemania siguió evitando el compromiso de entrega de territorios en África, ya que también eran codiciados por Italia y, sobre todo, porque lo que pedía el gobierno de Franco formaba parte del imperio colonial francés.
Pocos días después, tuvo lugar la entrevista entre Franco y Hitler. Al parecer, Hitler expuso sus planes militares y políticos en Europa y anunció la disposición del ejército alemán para ocupar Gibraltar. Franco insistió en su deseo de combatir al lado de Alemania y reiteró las peticiones territoriales españolas, así como las necesidades de abastecimiento. Franco se sintió decepcionado al comprender que Hitler tenía más interés en preservar los intereses franceses en el norte de África que en satisfacer las aspiraciones españolas en la zona.
Ambas delegaciones intercambiaron propuestas para la firma de un protocolo de alianza militar. España intervendría así en la presente guerra al lado de las Potencias del Eje contra Inglaterra. Además, Alemania garantizaba a España ayuda económica y materias primas. En noviembre, España firmó el protocolo de Hendaya, donde se comprometía a entrar en la guerra contra Inglaterra; además, el texto establecía que iba a ser compensada con la entrega de Gibraltar y territorios no definidos en África. Pero meses después, Franco había dado marcha atrás en su voluntad de participar en la guerra, por la falta de medios y el riesgo que supondría.
Después de que Alemania iniciase la invasión de la URSS, Franco, presionado por los falangistas, ofreció a Alemania el envío al frente del Este de una división de infantería, que recibió el nombre de División Española de Voluntarios (DEV), y a la que el Partido denominó División Azul.
El fracaso del ejército alemán en la campaña del Este y las noticias llegadas a España sobre las bajas producidas en combate redujeron el número de voluntarios para la DEV. Por este motivo, el Partido se encargó de presionar a ex presos o familiares de prisioneros para que se alistaran para el frente del Este.
En septiembre de 1942, Franco hizo cambios en el gobierno: cesó al ministro del Ejército y al de Gobernación, ambos generales, para colocar al frente a personas más proclives a su persona, al tiempo que sustituía en Exteriores a su cuñado por el general Gómez Jordana.
Finalmente, Alemania fue vencida en Stalingrado. Tras vencer, los aliados asaltaron Italia; entonces, el Gran Consejo Fascista, en pacto con el rey, depuso a Mussolini como jefe del gobierno y lo encarceló, y a comienzos de septiembre, el nuevo gobierno italiano firmó el armisticio con los aliados y pasó a combatir a su lado.
Para la nueva etapa, en 1945, Franco hizo una remodelación gubernamental: los ministros más favorables al nazismo fueron cesados y fue elegido para la cartera de Exteriores Alberto Martín Artajo.
EL TEMA DE LA MONARQUÍA EN LAS LEYES FUNDAMENTALES
Los monárquicos reclamaron en los años siguientes a la guerra la restauración de la monarquía, en la persona de uno de los hijos de Alfonso XIII, Juan de Borbón y Battenberg. Franco no estaba dispuesto a apartarse del poder y consiguió que la mayor parte de los monárquicos aceptasen su jefatura, y que entendiesen que cuestionar su mando suponía un grave riesgo: el de la vuelta de la izquierda al gobierno.
En el verano de 1943, don Juan de Borbón escribió a Franco una carta hablando de la necesidad de marginar a la Falange de las estructuras de poder y proceder a una restauración sobre instituciones sólidas. Franco, por su parte, le respondió que Falange no era un partido fascista sino un movimiento nacional y que todavía no era el momento oportuno de restaurar la monarquía.
En 1945, Juan de Borbón dio a conocer un manifiesto a los españoles, el “Manifiesto de Lausana”, desde su residencia en Suiza. El manifiesto venía a decir que el franquismo había unido su destino al de la causa de las potencias fascistas y que, dado que éstas iban a perder la guerra, Franco debía abandonar el poder; también decía que la monarquía podía ser una alternativa moderada tanto a la dictadura como a la república. El régimen prohibió su publicación y hubo una fuerte campaña de prensa en su contra.
Juan de Borbón no disponía de una plataforma monárquica organizada en el interior del país, ya que el número de monárquicos en España era bastante reducido. En febrero de 1946, Juan de Borbón abandonó Lausana (Suiza) para fijar su residencia en Estoril (Portugal), para estar más cerca de España. Mientras, Luis Carrero Blanco se había convertido en el principal consejero de Franco. Carrero era declarado franquista, un fiel colaborador, y también partidario de la instauración de una monarquía en el futuro. Carrero recomendó a Franco pensar en otro candidato para la corona: el hijo mayor de don Juan de Borbón, Juan Carlos de Borbón.
El modelo de un Partido único fue sustituido por el Movimiento Nacional, y el Estado totalitario por un nuevo recurso propagandístico: el de la democracia orgánica. El régimen carecía de una constitución, en tanto que contrario al liberalismo, y había optado por ir aprobando una serie de leyes de rango superior, las denominadas Leyes fundamentales.
Carrero apremiaba a Franco para que llevara a las Cortes una Ley de Sucesión a la jefatura del Estado, que habilitara al jefe del Estado para proponer a las Cortes, cuando él considerase oportuno, a la persona que debería sucederle, ley que supondría un avance en la institucionalización del régimen. En ese momento, el único texto que hacía referencia a la sucesión de Franco era de los Estatutos de FET y de las JONS, donde se decía que Franco nombraría en secreto a su sucesor y el Consejo Nacional proclamaría como tal en caso de muerte o enfermedad del Caudillo. Finalmente, se incluyó la posibilidad de que el jefe de Estado presentara a las Cortes la revocación de la designación del sucesor ya propuesto y aceptado, es decir, la potestad de cambiar al heredero si su comportamiento no era el deseado. El 7 de junio, la Ley de Sucesión fue aprobada por el Pleno de las Cortes y sometida a referéndum nacional el 6 de julio.