El Régimen Fascista de Mussolini en Italia: Consolidación y Características

La Dictadura Fascista en Italia

A partir de 1925, Mussolini inició un proceso encaminado a convertir Italia en un régimen totalitario, donde Estado y Partido Fascista quedasen completamente identificados.

Control Político y Consolidación del Poder

Una ley nombró a Mussolini jefe de gobierno y le otorgó todos los poderes: nombraba a los ministros, legislaba mediante decretos y controlaba todo el poder ejecutivo. En 1926, la Ley Rocco prohibió todos los partidos y sindicatos, a excepción de los fascistas. El parlamento pasó a depender del Gran Consejo Fascista (órgano superior del partido). Posteriormente, el parlamento fue sustituido por un órgano consultivo formado por los dirigentes de las corporaciones fascistas. Las autoridades provinciales y municipales eran nombradas directamente por el gobierno y elegidas entre los fascistas. También se creó una policía política que perseguía a los opositores.

Relación con la Iglesia Católica

El régimen supo atraerse a la Iglesia católica. Firmaron los Pactos de Letrán (1929), que supusieron el reinicio de las relaciones entre la Iglesia y el Estado. El Papa reconoció el Reino de Italia y Roma como su capital, mientras que el Estado italiano se comprometía a conceder al Vaticano una renta anual. El apoyo del papado al fascismo constituyó uno de sus puntales más sólidos.

Política Exterior y Expansionismo

Contribuyó a la popularidad del fascismo su política nacionalista y expansionista. Se promovió la remilitarización y se inició una campaña para recuperar los territorios irredentos (Niza, Saboya…). La política expansionista implicaba la posesión de territorios coloniales en Europa y en África.

Política Económica

En el terreno económico, el fascismo se caracterizó por:

  • Un fuerte intervencionismo estatal.
  • El proteccionismo a la industria nacional.
  • La búsqueda de la autarquía económica.

Se creó el Instituto para la Reconstrucción Industrial (IRI) con la finalidad de ayudar a las empresas con dificultades mediante la compra de sus acciones. De este modo, el Estado fue haciéndose con el control de sectores importantes (electricidad, siderurgia, construcción naval, química…). En 1934, el Estado adoptó políticas proteccionistas y estableció un estricto control de los intercambios. La política autárquica condujo a una cierta renovación de la industria nacional, pero generó una producción industrial de elevados costos y de baja calidad. Además, comportó el estancamiento de la industria ligera y de bienes de consumo.

El fascismo invirtió en obras públicas, poniendo en marcha proyectos destinados a frenar el desempleo. El vínculo entre el sector privado y el estatal tuvo su principal beneficiario en la poderosa y reducida oligarquía, identificada con el Partido Nacional Fascista. El nivel de vida de los italianos se situó por debajo del europeo, los salarios reales disminuyeron y el paro aumentó.

Control Social y Cultural

El fascismo pretendió controlar y dirigir a toda la sociedad estimulando su afiliación al partido o a los sindicatos fascistas. Se creó una organización (Opera Nazionale Balilla) en la que era obligatorio matricular a todos los niños hasta la edad adulta y otra (Opera Nazionale Dopolavoro) que organizaba el tiempo libre fuera del trabajo. El control incidió también en el terreno de la educación: en las escuelas de primaria, los maestros debían vestir la camisa negra; en la universidad, debían prestar juramento de fidelidad al régimen. El catolicismo fue declarado religión oficial, se prohibió el divorcio y la enseñanza religiosa se convirtió en obligatoria. Periódicos, libros y radio quedaron impregnados de los valores fascistas. El régimen favoreció a los nuevos medios de comunicación como la radio y el cine; se crearon estudios de cine (Cinecittà) para impulsar una producción cinematográfica propia que debía ejercer una gran labor propagandística, y se creó una importante red de emisoras de radio estatales con el mismo objetivo.

La Marcha sobre Roma y la Llegada al Poder

La Huelga de 1922 y la Estrategia Fascista

El Partido Nacional Fascista demostró que contaba con una buena organización durante la huelga general de 1922, convocada por todas las fuerzas de izquierda. Comunicaron al gobierno que si no era capaz de impedirla, ellos sustituirían al Estado. Mantuvieron en funcionamiento el servicio de correos, trenes y autobuses, y con su acción se ganaron las simpatías de la clase media.

La Marcha sobre Roma (Octubre 1922)

El golpe definitivo para hacerse con el poder llegó con la Marcha sobre Roma en octubre de 1922. Los fascistas anunciaron que si el gobierno era incapaz de restablecer el orden y la autoridad, ellos marcharían hacia la capital y reclamarían el poder. Miles de “camisas negras” ocuparon los edificios públicos y empezaron a controlar las instituciones y las comunicaciones del Norte de Italia. El gobierno quiso proclamar el estado de excepción, pero el rey Víctor Manuel III se negó a firmar el decreto, y el gobierno dimitió.

Nombramiento de Mussolini y Consolidación de la Dictadura

Asumiendo toda la responsabilidad, Víctor Manuel III pidió a Mussolini el 30 de octubre que constituyese un nuevo ejecutivo. En el proceso de entrega del poder al fascismo, dos instituciones desarrollaron un papel decisivo: la Monarquía y el Ejército.

El establecimiento de la dictadura fascista fue el resultado de un proceso de restricción de las libertades que se llevó a cabo entre 1922 y 1924. Primero, un gobierno de coalición entre diferentes fuerzas políticas mantuvo formalmente la vida parlamentaria. El viaje definitivo hacia la dictadura tuvo lugar en 1924 a raíz del asesinato del diputado socialista Giacomo Matteotti, quien había denunciado los crímenes perpetrados por las escuadras fascistas y el fraude con que el Partido Nacional Fascista había conseguido ganar las elecciones. Los fascistas estaban implicados en el asesinato y, para no tener que enfrentarse a las críticas del Parlamento, Mussolini asumió plenos poderes y silenció a toda la oposición.

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