El Reinado de Alfonso VI: Expansión, Conflictos y Retos

Ascenso al Poder y Consolidación del Reino

A la muerte de Sancho II sin herederos, su hermano Alfonso VI (1072-1109) fue reconocido rey por castellanos y leoneses. Previamente, los castellanos le exigieron jurar que no había intervenido en la muerte de Sancho, siendo Rodrigo Díaz, alférez de Sancho II, quien tomó juramento al rey en la Iglesia burgalesa de Santa Gadea. Alfonso VI encerró a su hermano García en el castillo de Luna (1073), donde moriría diecisiete años más tarde, en 1090. De esta forma, reunió todos los territorios de su padre, convirtiéndose, por sus amplios dominios (Castilla, León, Galicia, Asturias y Portugal), en árbitro de la península.

Alfonso VI organizó sus estados, protegió la cultura, acogió a los monjes cluniacenses, quienes ayudaron a la reforma de la Iglesia, y continuó la reincorporación a Castilla de las tierras que Sancho III anexionó a Navarra. Tras el asesinato de Sancho Garcés IV (1076), Castilla recuperó La Rioja, Álava, Vizcaya y casi toda Guipúzcoa. Contra los musulmanes, mantuvo la política de su padre. Sin duda, el hecho más destacado de su reinado fue la «conquista» de Toledo (25 de mayo de 1085). Si se consiguió recuperar Toledo fue por un pacto con un caudillo musulmán mediocre que estaba rodeado de enemigos, no por las armas. También incorporó otras localidades como Guadalajara, Alcalá, Madrid, Talavera, Uclés y otras plazas, estableciendo la frontera entre cristianos y musulmanes en el Tajo. Esto simbolizó el fin de la hegemonía musulmana. Poco después de la conquista de Toledo, el rey cumplió el acuerdo al que había llegado con al-Qadir, ex rey de Toledo, a quien entregó el trono de Valencia, una vez que los castellanos ocuparon la ciudad del Turia.

La Coyuntura de la Expansión y sus Consecuencias

La coyuntura en el reinado de Alfonso VI era excepcionalmente buena para la expansión sobre los musulmanes. Sin embargo, también hubo problemas con los musulmanes, mayoritarios en las recientemente conquistadas ciudades, frente a una minoría cristiana dirigente. Estos problemas se agravaron sobre todo cuando se incumplió el tratado y se convirtió la mezquita mayor de Toledo en una catedral. Las comunidades mozárabes también lo pasaron mal con la conquista cristiana, puesto que no eran admitidos por los cristianos como cristianos puros.

El Auge de los Almorávides y las Derrotas Castellanas

La conquista de Toledo hizo temer por su futuro a los otros reinos de taifas, que buscaron el auxilio de los almorávides. Su líder, Yusuf Ibn Tashfin, oyó las peticiones de al-Mutamid de Sevilla para que viniese a la península y frenase a Alfonso VI. En junio de 1086, al mando de un imponente ejército, Yusuf cruzó el estrecho y llegó a Sevilla, donde recibió refuerzos. Acudió en socorro de Badajoz, derrotando a las tropas de Alfonso VI en Sagrajas (Zalaca). En el verano de 1089, el emir almorávide regresó a la península, derrotando en Aledo al rey castellano. Tras unificar al-Ándalus, en agosto de 1097, volvía a derrotar a Alfonso VI en Consuegra. En 1107, muerto Yusuf, su hijo Alí Ben Yusuf continuó los ataques y derrotó otra vez a los castellanos en Uclés, donde murió el único hijo de Alfonso VI, el infante Sancho, un niño de 10 años.

Es importante señalar que los almorávides no conquistaron al-Ándalus, sino que reunificaron los territorios para luchar contra el empuje cristiano. Al mismo tiempo, Córdoba perdió su identidad como capital, que pasó a Sevilla.

Un punto importante que no conviene olvidar es que, si bien las pérdidas territoriales de Alfonso VI fueron escasas, hubo algo mucho más preocupante: la pérdida del pago de parias. Esto, unido al gran esfuerzo militar contra los almorávides, generó nuevos y gravosos impuestos en su reino.

El Cid y la Defensa de Valencia

Mientras Alfonso VI era derrotado, en Valencia consolidaba su dominio Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid. Al principio, protegiendo a al-Qadir y, tras su asesinato (1093), a título propio en nombre de Alfonso VI. Su posición era muy precaria y solo pudo mantenerla desplegando una gran actividad contra los almorávides hasta su muerte (10 de julio de 1099). Llegó a atacar los lindes del reino de Murcia. Tras su muerte, Valencia fue evacuada por los castellanos en mayo de 1102, puesto que en esos momentos no se podía defender del avance almorávide. A pesar de ello, el apoyo del rey al Cid fue bastante escaso, dada la importancia del territorio, que además habría frenado las posibilidades de Aragón de expandirse.

El Reinado de Urraca y la Anarquía

Muerto Alfonso VI sin hijos varones, el trono pasó a su hija Urraca (1109-1126), viuda de Raimundo de Borgoña y entonces esposa del rey aragonés Alfonso I. Su reinado fue de anarquía, caracterizada por el predominio nobiliario y agravada por la falta de entendimiento entre los esposos, lo que llevó a la disolución del matrimonio (1114). Diego Gelmírez, el poderoso arzobispo de Santiago de Compostela, trató de remediar la situación del reino durante el gobierno en solitario de Urraca, pero no lo consiguió y la anarquía se prolongó hasta la muerte de la reina. Si bien la frontera con los almorávides no retrocedió, fue más por los esfuerzos de los nobles que por los de la reina.

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