El reinado de Alfonso X (1252-1284)

El reinado de Alfonso X

A la muerte de Fernando III, el trono castellano es ocupado por Alfonso X (1252-1284) y da comienzo una de las épocas más brillantes y a la vez más problemáticas de la historia de Castilla. Poco después de la desaparición de Fernando III varias ciudades musulmanas rompieron el vasallaje que debían prestar a Castilla, lo que obligó a una intervención armada que, en 1255, supuso la incorporación de Jerez, Arcos, Lebrija y Tejada, comenzando algunos años después las operaciones contra el Reino de Niebla que se había declarado independiente, y que fue conquistado por los castellanos tras un asedio en el que, al parecer, se emplearon los primeros tiros de pólvora (1262), año también en el que se conquista Cádiz, con lo que Castilla llegaba al Atlántico y todo indicaba que Alfonso X zanjaría con prontitud la empresa reconquistadora, pero no fue así, pues la rebelión de los mudéjares de Andalucía y Murcia en 1264 ocupó al monarca castellano hasta 1266 y los hechos siguientes tampoco favorecieron el avance reconquistador.

Sin duda el más apasionado problema en que se vio envuelto el rey castellano, era el Fecho del Imperio, es decir la aspiración al trono imperial germánico, vacante desde la muerte de Federico II (1250) y mucho más desde la del emperador Guillermo de Holanda (1256) que dio paso al gran Interregno en el Sacro Imperio Romano Germánico. La corona imperial fue ofrecida a Alfonso X por la facción gibelina de Pisa (1257) y el rey aceptó, comenzando de este modo una empresa que al final terminó por arruinar el tesoro castellano, pues los gastos de la nueva política internacional eran muy elevados, y en un fracaso porque Alfonso X se encontró con la oposición papal que apoyaba a Ricardo de Cornualles. Durante 15 años el Imperio estará vacante, pues ninguno logrará imponerse y, muerto Ricardo (1272) todavía intentó Alfonso X que se reconociera su elección, pero con el beneplácito del Papa Gregorio X fue reconocido rey de Alemania el conde Rodolfo de Habsburgo (1273) y el rey castellano terminó por abandonar la lucha y renunciar ante Gregorio X.

Algunas medidas adoptadas por Alfonso X: la articulación de la comunidad mediante la creación de la institución de las Cortes, (aunque esto no salíó tan bien como esperaba, ya que las Cortes tenían más poder en la práctica que en la teoría),  fiscalización de la ganadería por parte de la Corona, establecimiento de diezmos en las aduanas que ya marcaba una política proteccionista, etc. Sin embargo es en el aspecto cultural en donde destacó este rey, pues se dedicó con todas sus fuerzas a esto, y lo más importante, intentó usar la cultura, no sólo para servir a la Corona, sino también como eficaz instrumento de normalización unificadora (si os fijáis todas las medidas que he puesto van encaminadas a crear un espacio unificado, tanto el lengua, como en cultura).

Los últimos años de su reinado fueron convulsos a causa de la rebelión nobiliaria, crisis económica y, sobre todo, del problema sucesorio planteado a la muerte del primogénito, Fernando de la Cerda cuando, mientras su padre estaba ausente ocupado en el Fecho del Imperio, se dirigía a frenar la invasión de los Benimerines y murió en Ciudad Real en Agosto de 1275. El infante
Sancho, segundo hijo del rey, reclamará la herencia frente a los hijos del difunto, Alfonso y Fernando (denominados infantes de la Cerda) a quienes apoyaba el propio rey de Castilla. La disputa, que adquirirá caracteres internacionales con la intervención de Francia (la madre de los infantes, Blanca, era hija de Luis IX) y Aragón (la abuela de los infantes, Violante, era hermana de Pedro III de Aragón) persistirá hasta la muerte de Alfonso X en Sevilla (1284) y la entronización contra los deseos del rey fallecido de Sancho IV a quien su padre había desheredado.


Algunas medidas adoptadas por Alfonso X: la articulación de la comunidad mediante la creación de la institución de las Cortes, (aunque esto no salíó tan bien como esperaba, ya que las Cortes tenían más poder en la práctica que en la teoría),  fiscalización de la ganadería por parte de la Corona, establecimiento de diezmos en las aduanas que ya marcaba una política proteccionista, etc. Sin embargo es en el aspecto cultural en donde destacó este rey, pues se dedicó con todas sus fuerzas a esto, y lo más importante, intentó usar la cultura, no sólo para servir a la Corona, sino también como eficaz instrumento de normalización unificadora (si os fijáis todas las medidas que he puesto van encaminadas a crear un espacio unificado, tanto el lengua, como en cultura).

Los últimos años de su reinado fueron convulsos a causa de la rebelión nobiliaria, crisis económica y, sobre todo, del problema sucesorio planteado a la muerte del primogénito, Fernando de la Cerda cuando, mientras su padre estaba ausente ocupado en el Fecho del Imperio, se dirigía a frenar la invasión de los Benimerines y murió en Ciudad Real en Agosto de 1275. El infante Sancho, segundo hijo del rey, reclamará la herencia frente a los hijos del difunto, Alfonso y Fernando (denominados infantes de la Cerda) a quienes apoyaba el propio rey de Castilla. La disputa, que adquirirá caracteres internacionales con la intervención de Francia (la madre de los infantes, Blanca, era hija de Luis IX) y Aragón (la abuela de los infantes, Violante, era hermana de Pedro III de Aragón) persistirá hasta la muerte de Alfonso X en Sevilla (1284) y la entronización contra los deseos del rey fallecido de Sancho IV a quien su padre había desheredado.

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