Alfonso XIII: La Crisis de la Restauración: Intentos Regeneradores y Oposición al Sistema
Panorama General del Reinado de Alfonso XIII
La Regencia de María Cristina finalizó en 1902, al alcanzar la mayoría de edad Alfonso XIII (su hijo) y ser proclamado Rey de España.
El reinado de Alfonso XIII fue de crisis política casi permanente por la interacción de numerosos motivos:
- Las injerencias del rey en los asuntos políticos.
- La inestabilidad de los partidos del turno, sin unidad interna al no contar con sus líderes históricos, Antonio Cánovas del Castillo (Partido Conservador) y Práxedes Mateo Sagasta (Partido Liberal).
- El debilitamiento del caciquismo y del turno por la aparición de nuevas fuerzas políticas con una influencia creciente: nacionalistas, republicanos y socialistas.
- El aumento de la conflictividad social y de la capacidad de movilización de las organizaciones obreras.
- Protagonismo creciente del ejército, que quería resarcirse del Desastre del 98 interviniendo en Marruecos.
- Afianzamiento del nacionalismo en Cataluña y País Vasco.
- Anticlericalismo creciente entre las clases populares.
Intentos de Modernización. El Regeneracionismo. Partidos Dinásticos.
Crisis y Quiebra del Sistema de la Restauración
Los dos políticos más destacados de esta etapa fueron Antonio Maura, del Partido Conservador, y José Canalejas, del Partido Liberal. Ambos aplicaron medidas reformistas, cercanas al regeneracionismo, pero sin afrontar las transformaciones que España necesitaba.
La primera crisis del reinado de Alfonso XIII tuvo lugar en 1905, cuando una viñeta satírica antimilitar (¡Cu-Cut!) desató la ira de algunos mandos, que presionaron y consiguieron la aprobación de la Ley de Jurisdicciones, que otorgaba a los tribunales militares la jurisdicción sobre cualquier ofensa al ejército.
El primer intento modernizador fue obra de Antonio Maura. Su proyecto político era la «revolución desde arriba», para impedir la revolución popular.
Durante su gobierno (1907-1909) se aprobaron medidas económicas —plan de reconstrucción naval— y sociales —regulación del descanso dominical y la creación del Instituto Nacional de Previsión—. Se promulgó una nueva Ley Electoral en 1907 que, aunque no democratizaba el sistema político, sí dificultaba el fraude electoral. Intentó llegar a acuerdos con el nacionalismo moderado preparando la Ley de Administración Local, que concedía más autonomía a los ayuntamientos y diputaciones.
La Semana Trágica de Barcelona truncó, en 1909, la labor de gobierno de Antonio Maura.
La ciudad vivía un clima de tensión por las fricciones con los militares, la intervención en Marruecos, el malestar ante el sistema de quintas, las reivindicaciones anarquistas entre los obreros, el creciente anticlericalismo y el éxito de las consignas del Partido Radical de Alejandro Lerroux entre las clases medias.
Los disturbios se iniciaron por el envío de reservistas al Protectorado de Marruecos, donde se habían producido ataques de las cabilas rifeñas.
La protesta se descontroló, se levantaron barricadas, la vida urbana se paralizó, hubo pillajes y fueron incendiados más de 50 conventos e iglesias. Los burgueses y las clases medias vivieron días de pánico encerrados en sus casas. Maura decretó el estado de guerra y envió al ejército, que llegó a utilizar artillería para sofocar la insurrección. Murieron 104 civiles y 9 miembros de las fuerzas de seguridad. Las autoridades declararon el estado de guerra y el ejército acabó con la revuelta.
La represión fue dura y arbitraria, con juicios sumarios y ejecuciones, entre ellas la del pedagogo Francisco Ferrer y Guardia. La oleada de protestas provocó la caída de Antonio Maura y el traspaso de poder a los liberales. En las elecciones de 1910, una alianza electoral de socialistas y republicanos permitió a Pablo Iglesias conseguir un escaño. El nuevo gobierno liberal (1910-1912) lo presidió José Canalejas, con un programa regeneracionista. Suprimió los impuestos de consumos, reformó el sistema de reclutamiento por quintas, aprobó la Ley del Candado que prohibía la instalación en España de nuevas comunidades religiosas si antes no habían recibido autorización del gobierno y se tramitó la Ley de Mancomunidades con la que pretendía canalizar las reivindicaciones autonomistas catalanas. José Canalejas fue asesinado en Madrid (1912) en un atentado terrorista llevado a cabo por los anarquistas.
El conservador Eduardo Dato, a la vez que pretendía salvaguardar el orden, evitar los conflictos sociales y frenar el movimiento obrero aprobó una serie de leyes de carácter social como la ley de accidentes laborales que convertía a los propietarios en responsables exclusivos de todos los accidentes laborales que pudieran producirse en sus fábricas, la reducción de la jornada laboral a 8 horas, etc. Sin embargo, Dato no intentó acabar con el caciquismo ni la manipulación electoral.
A pesar de todos estos intentos renovadores, la situación en España apenas cambió y la actitud de Alfonso XIII no hizo más que dificultar los intentos de modernización. El rey en ningún momento estuvo dispuesto a renunciar al protagonismo político que le otorgaba la Constitución y además fue evidente su “espíritu castrense” que le inclinaba a favorecer al ejército siempre que había un conflicto entre el poder civil y el poder militar. La constante intervención de Alfonso XIII en asuntos políticos provocó gran inestabilidad gubernamental (30 gobiernos hasta 1923). Por este motivo la oposición al sistema derivó en gran medida en rechazo hacia su persona y hacia la propia monarquía.
Partidos de Oposición al Sistema:
El Afianzamiento de los Grupos de Oposición:
LOS REPUBLICANOS: lograron atraer y movilizar a sectores sociales cada vez más amplios entre las clases medias urbanas y los trabajadores asalariados. Los dos grupos republicanos más importantes fueron el Partido Republicano Radical, creado por Alejandro Lerroux, de corte más extremista y anticlerical, se definía como autonomista en lo político y socialista en lo social, lo que le permitió ampliar su base popular, sobre todo por su lenguaje a menudo demagógico; y el Partido Reformista de Melquiades Álvarez, más moderado en sus planteamientos, dispuesto incluso a admitir la monarquía, siempre que fuera verdaderamente democrática y mantuviera una política social. Su preocupación por la cultura y la educación atrajo a destacados intelectuales, pero tuvo menos implantación social que el populista Partido Radical.
LOS CARLISTAS, que solo mantuvieron apoyos en el País Vasco y Navarra y de los que se escindió “el Partido Tradicionalista”, minúsculo partido ultraderechista que colaboraría de forma entusiasta con la dictadura de Primo de Rivera y se creó el Requeté (milicia armada formada por jóvenes carlistas organizada para luchar contra los republicanos, socialistas, anarquistas…) en los cada vez más frecuentes enfrentamientos callejeros.
NACIONALISMO CATALÁN
La Lliga Regionalista dirigió la vida política de los nacionalistas catalanes, de ideología conservadora y cuyo principal objetivo era conseguir la autonomía para Cataluña.
En 1906 se avanzó un paso más con la fundación de Solidaritat Catalana, agrupación interclasista –no partido político- que integraba a todas las fuerzas políticas catalanas –salvo a los partidos dinásticos y a los republicanos de Lerroux- con el fin de defender los derechos catalanes.
La izquierda catalanista tardó más tiempo en organizarse y no tuvo un papel destacado hasta la creación en 1922 del Estat Català, bajo la dirección de Francesc Macià, que se convirtió en la expresión del nacionalismo radical no conservador.
LOS NACIONALISTAS VASCOS
El PNV, apoyado por la ultraconservadora pequeña burguesía bilbaína, recelosa del progreso y de la industrialización, seguía siendo la única expresión del nacionalismo vasco, esencialmente vizcaíno. Sin embargo, poco a poco con la incorporación al PNV de nuevos elementos más radicales en sus posturas independentistas y de espíritu algo más moderno, se ensanchó la base social del partido, aunque en su ideología pervivía el carácter tradicionalista de su fundador Sabino Arana. Muerto Sabino Arana, en el PNV surgieron dos tendencias: los nacionalistas moderados y los independentistas radicales, facciones que se reunificaron en 1930 y el PNV aceptó la democracia política y el reformismo social.
NACIONALISMO GALLEGO
Su actividad a principios del siglo XX fue poco más allá del fomento de la cultura y la lengua gallegas, sin que se consolidara como fuerza política, a pesar de algunos intentos de escasa relevancia. Hasta 1918 no surgió una verdadera reivindicación nacionalista, que salió de la primera Asamblea de las Irmandades da Fala, transformadas un año después en el Partido Nazonalista Galego, de escasa implantación social.
El MOVIMIENTO ANDALUCISTA surgió a iniciativa de Blas Infante, que defendió un programa autonomista federal.
LA OPOSICIÓN PROLETARIA. El movimiento anarquista creó en 1910 la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT). Los marxistas experimentaron una expansión sindical con la UGT, y el PSOE tuvo su primer diputado en 1910. El Partido Socialista incrementó su filiación y su fuerza electoral y en 1920 obtuvo 578 concejales en las elecciones municipales. Desde 1909, el partido había evolucionado hacia un evidente reformismo, aunque siempre mantuvo el carácter revolucionario de su programa. Sus nuevos dirigentes (Julián Besteiro, Indalecio Prieto) se mostraron claramente partidarios del parlamentarismo y de una práctica política reformista y moderada. El PSOE se convenció de que la república sería el instrumento para la organización del proletariado, el reforzamiento del partido y el avance hacia la revolución socialista.
En 1921 surgió el PCE (Partido Comunista de España), como una escisión del Partido Socialista, con escasa influencia, aunque contó con núcleos activos en Vizcaya y Asturias.