El Reinado de Fernando VII
El Restablecimiento del Absolutismo
Al acabar la Guerra de la Independencia, las Cortes se trasladaron a Madrid. Para aceptar a Fernando VII como rey, este debía jurar la Constitución. Sin embargo, los viejos absolutistas se apresuraron a volver a la situación anterior a 1808. La labor de las Cortes de Cádiz produjo muchos descontentos y Fernando VII se aprovechó para abolir toda su obra y restablecer el absolutismo.
Fernando VII entró por Cataluña y se dirigió a Zaragoza y después a Valencia, donde recibió el Manifiesto de los Persas, el cual intentaba hacer que implantara el Antiguo Régimen (una monarquía absoluta). El monarca recibía apoyos del general Francisco Javier Elio para que recuperara sus derechos absolutos. Se preparó un golpe de estado y mediante el decreto en Valencia el 4 de mayo de 1814 se restauraba el poder absoluto del monarca y se abolía la legislación de las Cortes de Cádiz. A finales de mayo, Fernando VII entraba en Madrid como rey.
Las potencias vencedoras de Napoleón se reunieron en el Congreso de Viena y crearon la Santa Alianza. Tras el golpe de estado, vino la represión política. Fueron detenidos y juzgados liberales y afrancesados, aunque algunos lograron salir del país en el primer exilio de la Edad Contemporánea.
El gobierno de Fernando VII fue un desastre: las medidas que había que tomar para enderezar la situación política eran inaceptables, la Hacienda estaba en bancarrota y la guerra en América se llevaba los pocos ingresos de ésta. Los sectores liberales conspiraban, pero carecían de la fuerza necesaria para hacerse con el poder de nuevo. Entre 1814 y 1819, el ejército liberal comenzó los pronunciamientos, pero todos fracasaron al no tener muchos apoyos. En 1820, el coronel Rafael del Riego se sublevó en las Cabezas de San Juan para sofocar la rebelión en América. Los militares que se sumaron a la causa hicieron que Fernando VII, el 7 de marzo de 1820, jurara la Constitución de 1812.
El Trienio Liberal (1820-1823)
El rey nombró un nuevo gobierno presidido por Agustín Argüelles, quien facilitó el regreso de los exiliados políticos y convocó elecciones a Cortes. En tres años se aprobó la legislación reformista, que completaba y desarrollaba la labor legislativa de las Cortes de Cádiz para acabar con el Antiguo Régimen:
- Se suprimieron los mayorazgos.
- Se abolieron los señoríos jurisdiccionales y territoriales.
- La Ley de Supresión de Monacales disolvía los conventos y se desamortizaban sus bienes.
- La Ley de Desamortización de tierras de propios benefició a los propietarios agrícolas.
- Se restableció la Milicia Nacional.
El Régimen Constitucional avanzaba con dificultades ya que se le oponían las potencias absolutistas de Europa, las reacciones antiliberales del campesinado, los problemas de la Hacienda y los enfrentamientos con la Iglesia. El rey manifestaba opiniones contrarias al gobierno.
El 7 de julio de 1822, en Madrid, un golpe militar contrarrevolucionario, protagonizado por la Guardia Real, acabó con el gobierno liberal. Su efecto fue la caída del gobierno de Martínez de la Rosa. Para acabar con el Régimen Constitucional debían actuar desde fuera y las potencias de la Santa Alianza decidieron en el Congreso de Verona intervenir en España. Francia envió a los Cien Mil Hijos de San Luis, que entraron en abril de 1823 en España y liberaron al monarca en Cádiz.
La Década Ominosa (1823-1833)
El 1 de octubre de 1823, el rey anulaba todo lo aprobado por las Cortes y el gobierno, por lo que muchos liberales se vieron obligados al exilio. Fernando VII comenzó una represión contra los liberales y también se crearon Comisiones Militares, Juntas de Purificación y un cuerpo de Voluntarios Realistas.
Se incorporaron al gobierno ministros con ideas aplicables a las reformas, como Luis López Ballesteros, ministro de Hacienda. Había una vía media defendida por estos absolutistas reformistas cuyo objetivo era la supervivencia del absolutismo, pero amenazada por los liberales que pretendían la vuelta a la Constitución mediante pronunciamientos.
La cuestión sucesoria marcó la parte final del reinado. María Cristina de Borbón, esposa de Fernando VII, promulgó la Pragmática Sanción que derogaba la Ley Sálica y privaba de sus derechos al infante Don Carlos. En octubre nacía la heredera, Isabel II. Los partidarios de Don Carlos protagonizaron los sucesos de la Granja en septiembre de 1832, donde veraneaba la familia real. El rey anuló la Pragmática Sanción, pero al darse cuenta de que fue engañado por su consejero Calomarde, lo despidió y cambió el gobierno, ahora encabezado por Cea Bermúdez. Los partidarios de Don Carlos, que habían fracasado en su intento, pasaron a llamarse carlistas.
En septiembre de 1833 fallecía Fernando VII y se iniciaba la regencia de María Cristina. Poco después se iniciaban los levantamientos a favor de Don Carlos y comenzaba la guerra civil entre carlistas e isabelinos.