Los gobiernos liberales
La Junta Provisional Consultiva se atribuyó poderes legislativos; simultáneamente se formaron Juntas Provinciales. En ese ambiente de caos político y tras unas elecciones amañadas, se constituyeron las Cortes el 9 de julio.
Se formó un gobierno moderado y, a consecuencia de ello, los liberales se dividieron en doceañistas y veinteañistas. Los doceañistas, escasos y elitistas, aunque algunos de ellos eran padres de la Constitución de 1812, pretendían modificarla. Los veinteañistas eran partidarios de Riego; exaltados, populistas, deseaban la implantación de la Constitución de 1812 sin modificación alguna.
Se inició una política religiosa agresiva y laicista. En un intento de modernizar la administración del país, este se dividió en 49 provincias jurídicamente iguales, se promulgó el primer Código Penal y, con el Reglamento de Instrucción Pública, se establecieron las tres etapas de la enseñanza: primaria, secundaria y superior. Los doceañistas dieron nuevo vigor a la llamada ‘masonería antigua’, menos radicalizada que la ‘masonería moderna’. Una parte de esta última se autodenominó ‘comuneros e hijos y vengadores de Padilla’, a la que se afiliaban los veinteañistas.
En octubre de 1821, los veinteañistas volvieron a pronunciarse. Riego hubo de ser destituido.
Martínez de la Rosa, doceañista moderado, fue nombrado nuevo jefe de Gobierno e intentó reformar la Constitución para introducir unas Cortes bicamerales. Perdió y fue sustituido por el exaltado veinteañista Evaristo de San Miguel.
Los funcionarios de origen moderado fueron declarados cesantes y la vida política se llenó de resentidos. Resultado: ambiente de guerra civil entre los mismos liberales, por un lado, y entre liberales y absolutistas o realistas, por otro.
La contrarrevolución realista
Los campesinos sublevados y los realistas descontentos establecieron en Urgell una Regencia Suprema de España que pretendía reunir Cortes y decía gobernar en nombre de Fernando VII, al que consideraba prisionero del gobierno. La Regencia no logró éxito alguno y tuvo que huir a Francia. Fernando VII pidió la intervención de tropas extranjeras.
Los Cien Mil Hijos de San Luis
Además de reestructurar el mapa de Europa, el Congreso de Viena (1815) se propuso mantener el Antiguo Régimen. Ese mismo año se firmó la Santa Alianza. El gobierno constitucional y las Cortes se trasladaron a Sevilla (el texto original menciona «para el mantenimiento del Gobierno provisional en Oyarzun», cuya conexión con lo anterior no queda clara).
Al llegar a Madrid el duque de Angulema, nombró una Regencia que habría de actuar en nombre de Fernando VII.
En julio, los franceses y los realistas vencieron a las tropas gubernamentales en Despeñaperros.
El rey fue declarado loco y suspendido en sus funciones.
El 1 de octubre fue liberado el rey y días después se rendía Cádiz, último refugio del gobierno.
La Década Absolutista (1823-1833) (Década Ominosa)
Situación de España a la muerte de Fernando VII
Como resumen del punto 4 (La Década Absolutista) y describiendo la situación final del reinado, podemos decir que:
Política Exterior
- La España que dejó Fernando VII quedó marginada de la política europea.
- Tras la derrota de Napoleón, las potencias europeas no olvidaron que Fernando VII había sido repuesto en el trono (el texto original añade «como aliado estratégico de Napoleón», lo cual es históricamente discutible). El poco interés de Fernando VII hizo que España no fuese admitida en ninguno de los congresos que se organizaron para reestructurar la Europa postnapoleónica. En consecuencia, España no obtuvo ninguna compensación por su esforzada lucha contra el emperador francés.
- El aislamiento diplomático hizo que cuando en 1818 España pidió ayuda a la Santa Alianza para luchar contra los independentistas hispanoamericanos, le fuera denegada.
- Por otra parte, España firmó en 1814 un tratado con Inglaterra en virtud del cual se le concedía a este país la condición de nación más favorecida en el aspecto comercial, eliminando todas las barreras aduaneras. Como Inglaterra estaba mucho más desarrollada que España, el tratado suponía entregar nuestro mercado a los intereses británicos. En el mismo tratado, España se comprometía a no firmar con Francia ningún tipo de acuerdo sin el consentimiento previo de Inglaterra. España reconocía así, oficialmente, su condición de potencia secundaria y subordinada.
- Inglaterra aconsejó a Fernando VII que no rompiese lazos de forma definitiva con los territorios ultramarinos. El rey se negó a reconocer la situación y la posible cooperación con los nuevos países no fue posible. Esta ruptura perjudicó a ambas partes, aunque más a España, ya que nuestra economía dependía más de la americana que al revés.
Política Interior
- No se supo resolver la grave crisis de la Hacienda Pública.
- No se supo aprovechar el crecimiento como motor de la industrialización que el país necesitaba.
- España quedó dividida en dos bandos irreconciliables, las ‘dos Españas’, que durante cien años nos lanzarían a guerras civiles y paralizarían todo intento de bienestar y progreso.