El Reinado de Isabel II (1833-1868)
Isabel II fue proclamada reina con tan solo 13 años. Durante su reinado, se sentaron las bases de un estado liberal, con las siguientes características:
- La reina intervino de forma activa, designando gobiernos moderados y evitando los progresistas.
- El ejército participó en la vida política.
- Se excluyeron los sectores populares.
La Década Moderada (1844-1854)
El general Narváez tuvo como objetivo crear un régimen liberal que contuviera los intereses del partido moderado con el objetivo de poner fin a las revoluciones. Fue el principal inspirador de la Constitución de 1845, que establecía una monarquía conservadora basada en una soberanía compartida entre las Cortes y la Corona. Se reforzaban los poderes del rey, que tenía derecho a nombrar senadores y convocar Cortes. Se restringían los derechos y libertades con un sufragio censitario y se reconocía el catolicismo como religión oficial. Solo tenían derecho a votar los más ricos.
Los moderados empezaron a construir un sistema legal liberal burgués de carácter muy conservador con la implantación de un nuevo código civil y penal. También se introdujo el sistema métrico decimal, se organizó el cuerpo de funcionarios del Estado y se estableció el sistema de quintas (1 de cada 5 hombres iba al ejército). Se aseguró un estado centralista respetando los fueros vascos y navarros, pero no los derechos aduaneros. Se creó un mercado nacional. El carácter centralista se tradujo en el poder de los gobernadores provinciales, que nombraban a los alcaldes.
En el orden público, se restringieron los derechos de expresión, reunión y manifestación. Narváez suprimió la Milicia Nacional y creó la Guardia Civil.
Se restablecieron las relaciones con la Iglesia mediante el Concordato con la Santa Sede, en el que la Iglesia aceptaba la desamortización a cambio de dinero.
El descontento social y político era grande debido a la exclusión sistemática de los progresistas del poder y la aparición de un partido demócrata que quería la ampliación de derechos individuales y el sufragio masculino.
El Bienio Progresista (1854-1856)
Este periodo se inicia con el pronunciamiento militar «La Vicalvarada». El choque entre las tropas gubernamentales y los rebeldes no fue resolutivo, pero los sublevados hicieron público el Manifiesto de Manzanares, que logró el respaldo militar. Este texto fue redactado por Cánovas del Castillo y exigía la bajada de impuestos, la ampliación del sufragio y de los derechos de los ciudadanos, y el cese del gobierno de San Luis. Con esto, Isabel II se vio obligada a nombrar jefe de gobierno a Espartero.
En las elecciones se formó la Unión Liberal, que pretendía unir a los progresistas y moderados. Con el nuevo gobierno se impusieron varias cosas y se impulsó el derecho a la educación mediante la Ley Moyano. También se pretendió impulsar una nueva Constitución en 1856, «la non nata», pero no llegó a promulgarse.
Espartero, que era partidario del desarrollo capitalista, garantizó la libertad de empresas y concedió muchas licencias para la construcción (Ley de Ferrocarriles). El ministro de Hacienda, Madoz, impulsó la Ley de Desamortización Civil, que benefició a la hacienda del Estado y a los latifundistas, pero perjudicó a los campesinos y jornaleros, que se dieron cuenta de que la revolución liberal era una revolución burguesa. El final del bienio se produjo por las protestas populares.
Los Gobiernos Moderados y la Unión Liberal
O’Donnell sustituyó a Espartero y permitió desarrollar ambiciosos planes de obras públicas (Canal de Isabel II, red de telégrafo). También impulsó una ambiciosa política exterior que fue de prestigio, pero no cambió la situación española y provocó conflictos en Indochina, México y Santo Domingo.
La Crisis Final del Reinado de Isabel II
Desde 1863 se suceden gobiernos de moderados y unionistas que conducen a la crisis económica mundial. Esta aumentó el descontento popular contra el gobierno moderado y, además, se produjeron graves acontecimientos políticos (Sucesos madrileños de la Noche de San Daniel y represión de la sublevación del cuartel de San Gil) que aumentaron el rechazo al gobierno.
Con el Pacto de Ostende, los progresistas, demócratas y republicanos se comprometen a expulsar a Isabel II del trono y convocar una asamblea constituyente por sufragio masculino. Con la muerte de O’Donnell y Narváez, se desencadenó la Revolución de Septiembre, en la que el almirante Topete y el general Prim se sublevan y las tropas enviadas por el gobierno moderado son derrotadas por el general unionista Serrano. El pronunciamiento militar logró apoyo popular y se convirtió en la Revolución Gloriosa, que abrió las puertas al Sexenio Democrático.