El reinado de María Cristina y la crisis del sistema isabelino

Reinado de María Cristina

La década moderada (1844-1854)

La configuración del régimen moderado: Un nuevo gobierno presidido por el General Narváez impulsó una política basada en los principios del liberalismo moderado. Los primeros gobiernos moderados llevaron a cabo una fuerte represión contra los progresistas. El régimen se asentó sobre el predominio de la burguesía terrateniente.

Constitución de 1845: Recogió las ideas básicas del moderantismo. La nueva constitución mantenía la declaración de derechos pero enormemente restrictivas con las libertades. También confería enormes atributos a la Corona. Un decreto de 1845 reguló la libertad, lo que significaba el control gubernamental sobre la prensa. La Ley Electoral de 1846 planteó un sufragio censitario muy restringido.

El concordato con la Santa Sede: Los moderados intentaron también mejorar sus relaciones con la Iglesia, se firmó un concordato con la Santa Sede la suspensión de la venta de los bienes eclesiásticos desamortizados y el retorno de los no vendidos. La Santa Sede reconocía a Isabel II y aceptaba la obra desamortizadora mientras el Estado se comprometía al sostenimiento de la Iglesia española.

La institucionalización del Estado liberal

Nuevo Estado liberal bajo los principios del centralismo, la uniformidad y la jerarquización. El gobierno emprendió la necesaria reforma fiscal, para aumentar los ingresos de la Hacienda pública. Se aprobó el Código Penal de 1848, y se elaboró un proyecto de Código Civil. Se abordó la reforma de la Administración pública, reorganizando los cargos del Estado y creando una ley de funcionarios que regulaba su acceso. La Ley de Administración local estableció que los alcaldes serían nombrados por la Corona, y el gobernador civil designaría a los alcaldes de los municipios menores. Se estableció un sistema nacional de instrucción pública, que regulaba los diferentes niveles de enseñanza y elaboraba los planes de estudio. Esta legislación se completó con la Ley Moyano. También se implementó el sistema métrico decimal y se creó la Guardia Civil en 1844.

La crisis del gobierno moderado: Los gobiernos moderados no consiguieron dar estabilidad política al Estado. El autoritarismo se agudizó durante el gobierno de Bravo Murillo de 1852, llevando al Estado a una dictadura tecnocrática, la desaparición del régimen parlamentario y la vuelta a un sistema semejante al del Estatuto Real. Una nueva revolución en 1854 permitió que los progresistas regresaran al poder y puso fin a diez años de gobierno moderado.

El bienio progresista (1854-1856)

La revuelta de 1854 y el nuevo gobierno progresista: El pronunciamiento de Vicálvaro, a cuyo frente se colocó un moderado descontento, el general O’Donell, que fundó un nuevo partido, la Unión Liberal, con la pretensión de cubrir un espacio de centro entre moderados y progresistas. La presidencia recayó de nuevo en Espartero y O’Donell fue nombrado ministro de Guerra. El nuevo gobierno intentó restaurar los principios del progresismo e inmediatamente restauró la Milicia y la Ley Municipal. Fue un ambicioso plan de reformas económicas en defensa de los intereses de la burguesía urbana y de las clases medias.

La legislación económica: Nueva Ley Desamortizadora de 1855 a cargo del ministro Madoz, afectó a los bienes del Estado, de la Iglesia, órdenes militares, etc. Pretendía conseguir recursos para la Hacienda e impulsar la modernización económica de España, los ingresos fueron invertidos en la red ferroviaria, Ley General de Ferrocarril.

La crisis del bienio progresista: En Cataluña la delicada situación económica produjo huelgas obreras en 1855. El malestar social condujo también a un importante levantamiento campesino en tierras castellanas y a la extensión de motines populares en muchas ciudades del país, con asaltos e incendios de fincas y fábricas. La Ley de Trabajo introducía algunas mejoras y permitía las asociaciones de obreros, generando un creciente conflicto social. Las discrepancias de la coalición gubernamental entre el progresismo más moderado y el más radical.

La descomposición del sistema isabelino (1856-1868)

Los gobiernos unionistas (1856-1863): Liderado por O’Donell intentó el equilibrio político combinando el proyecto moderado con algunas propuestas progresistas. Consiguió una relativa estabilidad política interior. Se intentó revitalizar el parlamentarismo, aunque siempre bajo la tutela del Estado, también fijaban una minoría opositoria en el Congreso. Una de las actuaciones más relevantes fue su política exterior activa que buscaba recuperar el prestigio internacional. 3 campañas de carácter internacional: – La expedición de Indochina (1858-1863); – Intervención en México (1862); – Las campañas militares de Marruecos (1859-1860).

Los gobiernos moderados (1863-1868): Retorno de Narváez, reposición de los antiguos principios del moderantismo. Impulso de nuevo la forma autoritaria de gobierno al margen de las Cortes, ejerció una fuerte represión sobre sus opositores. En 1866 tuvo lugar la sublevación de los sargentos del cuartel de San Gil, que contó con la adhesión de progresistas y demócratas y que comportó un levantamiento popular en Madrid. La situación del gobierno empeoró a raíz de la crisis de subsistencias iniciada en 1866 que provocó el aumento de los precios y el descontento popular.

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