El Reino Visigodo en Hispania
Orígenes y Asentamiento
Visigodos: rama occidental de los pueblos godos que en el siglo III se instalaron a orillas del Danubio. Poco a poco se fueron romanizando: adoptaron el latín y el cristianismo, y muchos de sus hombres se alistaron en el ejército romano.
En el 409, diversos pueblos bárbaros (vándalos, suevos y alanos) penetraron en Hispania sin encontrar apenas resistencia. Para frenar el avance, el Imperio romano autorizó a los visigodos a asentarse en el sur de Galicia y controlar los territorios de Hispania. Entre el 416 y el 417, acabaron con la presencia de alanos y vándalos, reprimiendo las revueltas internas y confinando a los suevos en Galicia.
Al desaparecer el Imperio en el 476, el reino visigodo alcanzó su total independencia. Pero después de la batalla de Vouillé, en el año 507, los visigodos fueron desplazados de Galicia a manos de los francos y establecieron en Hispania un reino visigodo independiente con la capital en Toledo.
La monarquía visigoda construyó su dominio a partir de un proceso de unificación territorial, política, religiosa y jurídica.
Unificación y Consolidación del Reino
En primer lugar, Leovigildo (572-586) y su hijo Recaredo (586-601) expulsaron a los bizantinos. Después estructuraron una monarquía hereditaria cuyo monarca se apoyaba en una serie de instituciones de gobierno, como el Aula Regia (órgano asesor formado por altos funcionarios, aristócratas y clérigos) y los Concilios de Toledo (juntas de carácter eclesiástico, pero también de carácter político y jurídico, que fueron las principales asambleas durante el reino visigodo).
Leovigildo promovió la igualdad de hispanorromanos y visigodos y derogó la ley que prohibía los matrimonios mixtos. Posteriormente, en el 589, su hijo Recaredo se convirtió al catolicismo. Por último, Recesvinto (653-672) promovió una única ley para ambos pueblos, el Liber Iudiciorum (Fuero Juzgo).
Ruralización de la Sociedad Visigoda
Con las invasiones germánicas, las grandes ciudades hispanorromanas aceleraron su decadencia, que afectó a las actividades artesanales y al comercio. Las antiguas vías de comunicación romana cayeron en desuso porque los intercambios se hicieron cada vez menos frecuentes y, en consecuencia, la economía se ruralizó y la agricultura y la ganadería se convirtieron en las actividades básicas.
Las dos terceras partes del territorio peninsular, trabajadas mayormente por colonos, fueron repartidas por los invasores germánicos. La tendencia de la monarquía a pagar con tierras públicas los cargos administrativos o militares produjo una concentración de la propiedad en manos de la nobleza visigoda o hispanorromana. Por otra parte, cada vez costaba más alimentar y retener a los esclavos, por lo que cada vez se fueron asemejándose más a los colonos, dando origen a un nuevo grupo de campesinos dependientes, llamados siervos.
A mediados del siglo VII, el reino visigodo entró en crisis ya que la monarquía era incapaz de mantener su autoridad, estimulando así la formación de grupos nobiliarios rivales y las disputas por el trono (hechos que explican el rápido hundimiento de la monarquía visigoda ante la invasión musulmana).
El Estado Andalusí: Conquista y Organización
La Invasión Musulmana
En el año 711, un ejército formado por bereberes del norte de África que estaban bajo el mando de Tariq, cruzó el estrecho de Gibraltar, venció al último rey visigodo y se inició la conquista de la Península.
Hacia el 718 casi todo el territorio había sido ocupado de forma casi pacífica, ya que la nobleza visigoda pactó la sumisión y el pago de tributos a los invasores a cambio de conservar sus tierras.
Etapas de Al-Ándalus
Las diferentes etapas:
- Entre el 714 y el 756, Al-Ándalus fue un emirato dependiente de Damasco, bajo el gobierno de un valí (una especie de primer ministro) y sumido en un clima de constantes tensiones.
- El inicio de una época de estabilidad comenzó con la llegada de Abd al-Rahmán I (de la dinastía Omeya), que convirtió el territorio en un Emirato Independiente (756-929).
- Más adelante, Abd al-Rahmán III declaró la independencia religiosa y proclamó el Califato de Córdoba (929-1013), que constituye el período más esplendoroso de Al-Ándalus.
Pero a inicios del siglo XI, la aristocracia (funcionarios y propietarios de las tierras), el ejército y las ciudades enriquecidas con el comercio empezaron a actuar como fuerzas disgregadoras.
En el 1031 el Califato fue descomponiéndose y se dividió en más de 25 reinos de taifas. Esto benefició a los cristianos del norte, que acabaron por conquistando todas las taifas. En el siglo XIII la presencia islámica sólo se mantuvo en el Reino de Granada (hasta el año 1492).