Introducción: La Revolución de 1868
En agosto de 1866, progresistas y demócratas firmaron el Pacto de Ostende, por el que decidieron aunar sus esfuerzos para derrocar a la reina Isabel II y establecer un nuevo sistema político. Al año siguiente se añadió a este bloque opositor la Unión Liberal, tras la muerte de su líder, el general O’Donnell, que no había querido participar en el pacto.
El 17 de septiembre de 1868, la revolución conocida como La Gloriosa, se inició con el pronunciamiento del almirante Topete en la bahía de Cádiz, apoyado por los generales Prim y Serrano. El movimiento se extendió por todas partes, con levantamientos populares y la organización de juntas revolucionarias locales. Días después, Serrano vencía al ejército gubernamental en Alcolea e Isabel II huía a Francia.
Tras la constitución de un Gobierno provisional, presidido por el general Serrano, se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes, por sufragio universal directo masculino, bajo la aparente unidad de dos grandes bloques sociopolíticos:
- Los monárquicos, progresistas, unionistas y el sector más moderado de los demócratas. Aspiraban a un cambio meramente político.
- Los republicanos, escindidos del Partido Demócrata cuando sus miembros más moderados se declararon monárquicos.
Desarrollo
El Gobierno provisional implantó el sufragio universal masculino. Los votantes otorgaron una amplia mayoría absoluta a las fuerzas gubernamentales.
Características de la primera Constitución democrática de 1869:
- Avanzada declaración de derechos individuales: libertad de imprenta, libertad de culto, derecho de reunión y de asociación.
- Soberanía nacional, cuya forma de gobierno era la monarquía.
- Las Cortes como máximo órgano representativo de la nación, no solo legislaban, sino que también controlaban al Gobierno, que tenía que dar cuentas de lo que hacía al Parlamento.
1ª etapa: La Regencia de Serrano
Una vez aprobada la Constitución, el general Serrano, presidente del Gobierno, fue nombrado regente. Asimismo, el general Prim se convirtió en jefe de Gobierno. La tarea inmediata era encontrar un candidato idóneo para ocupar el trono español.
Varios fueron los nombres que se barajaron, desde miembros de familias reales europeas hasta el propio hijo de la destituida Isabel II e incluso se contempló la propuesta de nombrar rey al general Espartero, pero no fue a más porque era muy viejo.
La candidatura al trono español provocó una guerra en Europa entre Francia y Alemania (que ganó Alemania, arrebatándole a Francia los territorios de Alsacia y Lorena). Francia quería un príncipe francés y Alemania uno alemán. España vio el peligro y no aceptó, pero los telégrafos fueron manipulados y se dio a entender que querían al alemán, de modo que Francia rompió las relaciones con España.
Finalmente, se propuso a Amadeo de Saboya, duque de Aosta e hijo de Víctor Manuel, rey de Italia: las Cortes lo proclamaron rey, por escasa mayoría. Entretanto, un sector del Partido Republicano se inclinaba hacia la rebelión armada como vía para implantar una República federal, iniciando una campaña en la Universidad a favor de la República.
2ª etapa: La Monarquía de Amadeo I
El rasgo característico del breve reinado de Amadeo de Saboya fue la permanente inestabilidad social y política por los graves problemas que surgieron desde su comienzo:
- El asesinato del general Prim, víctima del primer atentado terrorista de la historia de España. Prim había sido el principal valedor del rey y su más firme apoyo; además había mantenido unida a la coalición monárquico-democrática.
- El escaso apoyo de los partidos políticos. La división interna de la coalición y la poca ayuda de la prensa.
- La agitación social, ligada al desarrollo del movimiento obrero, que, en estos años, llegó a alcanzar un alto nivel de organización al amparo de la libertad de asociación. En 1868, Karl Marx fundó la Internacional Socialista, que propuso la toma del gobierno por parte de los obreros. Había dos caminos: los partidos políticos o la violencia anarquista.
- El desencadenamiento de la tercera guerra carlista, que se inició a mediados del reinado.
- La guerra de los Diez Años en Cuba, conflicto permanente durante todo el sexenio.
Después de dos años, Amadeo abdicó la Corona y abandonó España.
3ª etapa: La Primera República
Ante la abdicación del rey, las Cortes, en una reunión conjunta del Senado y el Congreso, proclamaron la República, pero esta tampoco consiguió estabilizar el sistema, ya que a los problemas heredados (guerra carlista, guerra de Cuba…) se añadió el conflicto dentro de las filas republicanas entre unitarios y federalistas.
Si el reinado de Amadeo fue breve e inestable, más lo fue la Primera República. En menos de un año se sucedieron cuatro presidentes:
- Figueras, con el que el desorden aumentó día a día. Se celebraron elecciones a las Cortes Constituyentes, en las que triunfaron los republicanos. La Constitución republicana no se llegaría a promulgar porque no se pusieron de acuerdo.
- Pi y Margall. Su propósito era instaurar la República federal, pero de forma ordenada. Sin embargo, su proyecto fue rebasado por la radicalización del movimiento cantonalista, liderado por Cartagena. Hubo insurrecciones de algunas ciudades españolas ante lo que se consideraban abusos de poderes de Madrid y la capital de provincia.
- Salmerón, tras la derrota parlamentaria del Gobierno, se convirtió en el tercer presidente en julio. Su objetivo era restablecer el orden y envió al ejército para que sofocara el movimiento cantonalista. Salmerón dimitió porque su conciencia le impedía firmar dos penas de muerte impuestas por la autoridad a dos líderes cantonalistas.
- Castelar. Para poder restablecer el orden público, solicitó a las Cortes poderes especiales para gobernar por decreto. Cuando las Cortes se volvieron a reunir, el Gobierno fue sometido a un voto de confianza y lo perdió. La posibilidad de que el poder recayese de nuevo sobre los federalistas radicales ofreció el pretexto para el golpe de Estado de Pavía, capitán general de Madrid, que invadió el hemiciclo del Congreso y disolvió la Asamblea.
4ª etapa: La Dictadura del General Serrano
Tras el golpe de Pavía, la junta de Capitanes Generales nombró jefe del Gobierno al general Serrano, que mantuvo las formas republicanas, pero aplicó una política represiva con un claro protagonismo del ejército. Se gobernó bajo un régimen de República Presidencialista.
El año que duró su mandato fue una etapa de transición que sancionaba el fracaso del proyecto democrático de la República y anunciaba la restauración borbónica como la solución idónea. Y tras la experiencia del reinado de Amadeo, el mejor candidato era el príncipe Alfonso, hijo de Isabel II, que garantizaba una monarquía liberal, pero sin veleidades democráticas.
Conclusión: El Fracaso del Sexenio
Lo cierto es que la experiencia democrática del Sexenio fracasó por la constante inestabilidad política y social, provocada por la concurrencia de graves conflictos que hicieron ingobernable el país: la guerra de Cuba, la guerra carlista y la insurrección cantonalista.
La Guerra de los Diez Años en Cuba
En Cuba existía un movimiento liberal que, en principio, solo aspiraba a una mayor autonomía de la isla, pero la insensibilidad española ante sus peticiones empujó del reformismo a la revolución independentista. Querían el fin de la esclavitud y reclamaban que Cuba tuviera los mismos derechos que daba la Constitución.
La guerra se inició después del triunfo de la revolución en España. En el Sexenio, la política respecto a Cuba fue de una gran torpeza, ya que se limitó a una estrategia de guerra sin cuartel (sin descanso), quemando los campos, de pobres resultados por dos razones:
- La insuficiencia de recursos militares que España podía dedicar a Cuba.
- El apoyo encubierto de EEUU, cuyas inversiones en el negocio azucarero cubano le hacían aspirar al control comercial directo de la isla sin el estorbo de España.
La Tercera Guerra Carlista
Se inició con el levantamiento en armas de los partidarios de Carlos VIII contra la monarquía constitucional de Amadeo I. Los escenarios de la guerra fueron los mismos que los de la primera guerra carlista.
La Insurrección Cantonalista de 1873
La insurrección cantonalista fue un movimiento político y social, de muy escasa duración, pero de tal intensidad que constituyó uno de los principales factores del fracaso de la Primera República.
La rebelión comenzó en julio de 1873 con la proclamación del cantón de Cartagena, cuando era presidente de la República Pi y Margall. En los días siguientes, el movimiento se extendió rápidamente y se organizaron cantones por toda la Península, en especial en la zona de Levante y Andalucía.
Tras la caída de Pi y Margall, los cantonalistas proclamaron en Cartagena un Gobierno provisional y declararon la guerra a Madrid cuando los declaró piratas.
Solo el cantón de Cartagena consiguió resistir hasta enero de 1874. Los cantones demostraron que el exceso de autonomía era negativo para toda España, pero que había que solucionar los problemas de agravios entre las ciudades y los pueblos, y, además, problemas sociales y económicos importantes: gente muriéndose de hambre, paro, educación, etcétera.