El Siglo XVIII en España: Transición y Reformismo Borbónico

La España del siglo XVIII: Transición y Reformismo Borbónico

El siglo XVIII marca una etapa de transición en España, un periodo bisagra entre el Antiguo Régimen y las nuevas ideas sociales, económicas y políticas que florecerán a finales del siglo XVIII y durante el siglo XIX, dando lugar a una sociedad transformada. Tras la muerte de Carlos II sin descendencia, se produce el fin de la dinastía de los Austrias y el ascenso al trono de la dinastía Borbónica, trayendo consigo el absolutismo monárquico. Sin embargo, el Antiguo Régimen en España se verá matizado por la influencia del despotismo ilustrado.

Características del Antiguo Régimen

El Antiguo Régimen se caracteriza por ser un sistema económico y social organizado en estamentos, con una economía predominantemente rural y señorial. Las personas nacen desiguales y su posición en la escala social está determinada por su nacimiento, sin posibilidad de movilidad entre estamentos a lo largo de su vida.

Las características principales del Antiguo Régimen se pueden analizar desde tres perspectivas:

1. Aspecto Social

La sociedad del Antiguo Régimen se dividía en tres estamentos:

  • La Nobleza: Un grupo reducido que concentraba la propiedad de la tierra. Gozaban de privilegios como la exención de impuestos y vivían de las rentas. Su posición social era hereditaria.
  • El Clero: Grupo minoritario que, al igual que la nobleza, poseía grandes extensiones de tierra y no pagaba impuestos. Se sustentaban a través del diezmo. Junto con la nobleza, formaban el grupo de los privilegiados.
  • Tercer Estamento: Compuesto por campesinos y burgueses. Eran el grupo mayoritario y soportaban la carga fiscal del reino. Los campesinos eran mayoritariamente pobres, mientras que la burguesía, a pesar de su falta de poder político, fue enriqueciéndose gracias al comercio.

2. Aspecto Económico

La economía del Antiguo Régimen se basaba en la agricultura y la ganadería. La tierra estaba amortizada, lo que significa que no se podía comprar ni vender libremente, perpetuando su control en manos de la nobleza y el clero. La herencia de la tierra se regía por el mayorazgo, beneficiando al hijo mayor y perpetuando la concentración de la propiedad. La mayor parte de los campesinos eran jornaleros que trabajaban las tierras de los privilegiados.

Los talleres artesanales estaban controlados por gremios, que regulaban la producción y establecían un sistema proteccionista. El comercio era principalmente local y con escaso desarrollo debido a las dificultades de transporte.

3. Aspecto Político

Con la llegada de la dinastía Borbón a través de la Guerra de Sucesión, se instaura el absolutismo monárquico en España. El rey, como máxima autoridad, concentraba un poder ilimitado: era fuente de ley, jefe de gobierno y cabeza de la justicia.

Antecedentes: La Guerra de Sucesión Española

La muerte sin descendencia de Carlos II de Austria desencadena la Guerra de Sucesión Española. Carlos II había nombrado heredero a Felipe de Anjou, nieto del rey francés Luis XIV, pero el archiduque Carlos de Austria, hijo del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, también reclamó el trono. El conflicto se internacionalizó con la participación de las principales potencias europeas.

En España, la Corona de Castilla apoyó a Felipe de Anjou, mientras que la Corona de Aragón se inclinó por el archiduque Carlos. La guerra se prolongó durante 12 años y finalizó con la firma del Tratado de Utrecht en 1713. Felipe de Anjou fue reconocido como rey de España con el nombre de Felipe V, pero a cambio, España tuvo que ceder territorios en Europa.

Reinado de Felipe V: La Instauración del Absolutismo

Con la llegada de Felipe V al trono español, se inicia una nueva era marcada por el absolutismo monárquico. El rey, considerado la encarnación del Estado, concentraba en su persona todos los poderes.

Los Decretos de Nueva Planta, promulgados entre 1707 y 1716, fueron un instrumento clave para la construcción del Estado absolutista borbónico. Estos decretos abolieron los fueros e instituciones propias de la Corona de Aragón, como las Cortes y la Generalitat de Cataluña, e impusieron un modelo centralizado y uniforme basado en el sistema castellano. El castellano se convirtió en la lengua oficial de la administración en todo el reino.

En política exterior, el reinado de Felipe V estuvo marcado por la pérdida de influencia de España en Europa tras la firma de los tratados de Utrecht y Rastadt. Se buscó una política de paz y equilibrio, firmando pactos de familia con Francia e intentando mejorar las relaciones comerciales con las colonias americanas.

Reinado de Carlos III: Reformismo Ilustrado

Tras la muerte de Fernando VI sin descendencia, Carlos III, hijo de Felipe V, accede al trono español en 1759. Su reinado coincide con el Siglo de las Luces, un periodo de efervescencia intelectual marcado por la influencia de la Ilustración.

El pensamiento ilustrado, basado en la razón y la crítica, cuestionaba los principios del Antiguo Régimen. Los ilustrados defendían la igualdad entre los hombres, la libertad individual, la separación de poderes y la soberanía popular. Criticaban la sociedad estamental, la falta de libertades y el poder absoluto de la Iglesia. Proponían reformas para impulsar la educación, la economía y la sociedad en su conjunto.

Las ideas ilustradas encontraron resistencia en España, donde la Iglesia Católica tenía un gran poder y la burguesía, motor del cambio en otros países europeos, era aún débil. A pesar de ello, surgieron pensadores y políticos que abogaban por la necesidad de modernizar el país a través de la educación y las reformas.

Carlos III, influenciado por el pensamiento ilustrado, impulsó una serie de reformas para modernizar España. Se centró en mejorar la administración, la economía y el orden público. Sin embargo, sus reformas encontraron oposición entre los sectores más conservadores de la sociedad. El Motín de Esquilache, una revuelta popular que estalló en Madrid en 1766, motivada por la subida de precios y las medidas modernizadoras del ministro Esquilache, obligó al rey a retroceder en algunas de sus reformas.

A pesar de la oposición, Carlos III logró implementar importantes reformas en el ámbito económico. Se fomentó la creación de manufacturas, se liberalizó el comercio, se mejoraron las infraestructuras y se impulsó la agricultura. También se llevaron a cabo reformas en la educación y se intentó limitar el poder de la Iglesia.

El reinado de Carlos III representa un periodo de cambio y renovación en la España del siglo XVIII. Aunque no se logró acabar con el Antiguo Régimen, las reformas ilustradas sentaron las bases para la modernización del país en el siglo siguiente.

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