El Sistema Canovista: Bipartidismo y Estabilidad en la Restauración Española

La Restauración Borbónica y el Sistema Canovista (1874-1923)

Llamamos Restauración al periodo histórico que se inicia con el regreso de los Borbones a España, en la figura de Alfonso XII, tras el golpe de Estado del general Martínez Campos en 1874. Este periodo se institucionalizó con la Constitución de 1876. Aunque supuso la vuelta de la dinastía borbónica, en muchos otros aspectos fue una etapa novedosa, cuyo ideólogo y artífice fue Antonio Cánovas del Castillo, líder del partido Alfonsino durante el Sexenio Democrático. Por ello, este periodo también se conoce como «Sistema Canovista».

Fundamentos Doctrinales del Sistema Canovista

Los grupos conservadores recibieron con satisfacción la vuelta de los Borbones porque esperaban que devolviera la estabilidad política al país. Cánovas no pretendía un simple regreso a los tiempos de Isabel II, sino la creación de un nuevo modelo político que superase algunos de los problemas endémicos del liberalismo español, tales como:

  • El carácter partidista de la Corona.
  • La exclusión de los moderados.
  • El intervencionismo de los militares en la política.
  • La proliferación de enfrentamientos civiles.

Para conseguirlo, se propuso dos objetivos principales:

  1. Elaborar una constitución que creara un sistema político basado en el bipartidismo.
  2. Pacificar el país.

Profundo admirador del sistema político bipartidista inglés, Cánovas quiso trasladarlo a España. Su objetivo era unir a las facciones liberales en torno a un régimen basado en las siguientes ideas fundamentales:

  • La Nación: como una realidad independiente.
  • La Monarquía: como la forma de gobierno histórica de España, que debía seguir siéndolo.
  • La Legitimidad Dinástica: encarnada en los Borbones.
  • La Soberanía Compartida: entre el Rey y las Cortes.
  • La Libertad: como patrimonio inalienable.

Estas «verdades inmutables» conformaban lo que Cánovas denominaba la «constitución interna». Introdujo un sistema de gobierno basado en el bipartidismo y en la alternancia pacífica en el poder (el «turno»), renunciando a los pronunciamientos militares como forma de acceso al gobierno. Se aceptaba que habría una alternancia o turno pacífico de partidos, que aseguraba la estabilidad institucional al eliminar la preponderancia del partido conservador durante el reinado de Isabel II. Los partidos se comprometían a no derogar las leyes aprobadas por el otro cuando llegasen al poder, y, al mismo tiempo, a respetar las leyes que el otro hubiera creado.

El Turnismo y el Caciquismo

Teóricamente, la alternancia en el poder debía producirse según los resultados electorales, pero ni Cánovas ni Sagasta creían en la limpieza de las elecciones. En la práctica, cuando el partido en el gobierno lo consideraba oportuno, el rey, como árbitro del sistema, llamaba a gobernar a la oposición. Esta convocaba entonces unas elecciones que, *de facto*, siempre eran ganadas por el partido que las convocaba, gracias a la figura de los caciques.

Aunque el caciquismo se dio en toda España, alcanzó su máximo desarrollo en Andalucía, Galicia y Castilla. Los caciques eran personas notables, sobre todo del medio rural, que, con su influencia, orientaban la dirección del voto. Manipulaban las elecciones continuamente, en connivencia con las autoridades, mediante trampas electorales conocidas como el «pucherazo».

Los Partidos Políticos de la Restauración

Los personajes fundamentales en la construcción del sistema de la Restauración fueron el rey Alfonso XII, el propio Cánovas del Castillo, jefe del Partido Conservador, y Práxedes Mateo Sagasta, líder del Partido Liberal. El resto de las opciones políticas quedaron al margen del sistema.

  • El Partido Conservador (Alfonsino o Canovista): Aglutinaba a los grupos políticos más conservadores. Fue liderado inicialmente por Cánovas del Castillo (y posteriormente por figuras como Silvela, Dato, Maura y Romero Robledo). Su base social estaba compuesta por la alta burguesía, la aristocracia, los terratenientes y altos funcionarios. Defendían el sufragio censitario, el orden y la represión para lograrlo, así como ideas tradicionales, el estado centralista y la soberanía compartida.

  • El Partido Liberal-Fusionista (o Liberal): Considerado la «izquierda dinástica». Su líder fue Práxedes Mateo Sagasta (posteriormente, Martínez Campos, Pavía, Canalejas y Camacho). Socialmente, el partido liberal tenía sus apoyos en la burguesía media de comerciantes e industriales y en las clases medias urbanas. Defendían el sufragio universal masculino, amplios derechos y libertades, un sistema judicial basado en los jurados populares y un estado menos centralista.

Ambos partidos coincidían ideológicamente en lo fundamental: la defensa de la monarquía, la Constitución, la propiedad privada y la consolidación del Estado liberal, unitario y centralista. Fuera del sistema, y en la oposición, se encontraban los republicanos, los carlistas, los socialistas (Pablo Iglesias fundó el PSOE en 1879) y los nacionalistas.

La Consolidación del Sistema: Medidas Iniciales y la Constitución de 1876

Para sentar las bases del nuevo régimen, Cánovas puso en marcha, durante el año 1875, una serie de medidas con el fin de atraer a su proyecto a los sectores sociales y económicos más poderosos del país. Para lograr el apoyo de la Iglesia, restableció el Concordato de 1851, garantizando su sostenimiento por parte del Estado. También buscó el apoyo del ejército. Así, una Real Orden de 1875 estableció que la misión del ejército era defender la independencia nacional y que no debía intervenir en las contiendas de los partidos. También atrajo para la causa canovista a la burguesía de negocios, a los terratenientes, a amplios sectores de profesionales urbanos y a cuadros de la Administración, con promesas de orden social, de estabilidad política y de respeto a la propiedad.

Era imprescindible convocar elecciones. Cánovas manipuló el proceso electoral, lo que, junto a la gran abstención, dio como resultado, sin apenas oposición, un sistema político conservador basado en el parlamentarismo liberal, pero escasamente democrático, y legitimado por la Constitución de 1876.

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