7.1. La Restauración Borbónica (1874-1902): Cánovas del Castillo y el turno de partidos. La Constitución de 1876
La inestabilidad del Sexenio Revolucionario (1868-74) provocó un viraje de la burguésía y el Ejército a posiciones conservadoras y el fracaso de la 1 República despertó el deseo de una restauración monárquica. Cánovas del Castillo fue el verdadero promotor del Manifiesto de Sandhurst, pero la llegada de Alfonso XII se precipitó tras el pronunciamiento de Martínez Campos. Al régimen político de la Restauración se le denomina sistema canovista tomando como modelo el sistema británico:
Consistía en una monarquía parlamentaria en la que dos partidos se turnarían en el poder. Sin embargo, este fue un falso régimen parlamentario ya que los dos partidos del turno, liberales y conservadores (la “España oficial”), sólo representaban los intereses de la burguésía, quedando los demás grupos fuera del juego político, y porque las mayorías parlamentarias eran creadas gracias a la práctica común del fraude electoral. El resto de los partidos (“la España real”) formaban la oposición al sistema.
El Partido Conservador
Fue creado por Cánovas. Integraba a los miembros del antiguo partido moderado y de la Uníón Liberal. Partidario de una monarquía parlamentaria que fuera controlada por una oligarquía financiera (sufragio restringido), con libertades limitadas, apoyo a la Iglesia y un proteccionismo económico El Partido Liberal
Lo forma Sagasta en 1880, integra a los progresistas y radicales. Representaba los intereses de la misma clase social (burguésía). Defendían la soberanía nacional, el sufragio universal, unas libertades más amplias, incluida la de asociación y culto, eran anticlericales y defendían el librecambismo La alternancia pacífica en el poder de los dos partidos se convirtió en cambios de gobierno pactados. Cuando un partido consideraba que le había llegado el turno de gobernar, lo pactaba con el otro partido y con el rey. Este disolvía las Cortes y convocaba elecciones. Desde Madrid los oligarcas transmitían instrucciones a los gobernadores de cada provincia, estos elaboraban la lista de los candidatos que habían de salir elegidos en cada localidad y se lo comunicaban a los caciques locales que se encargaban de la manipulación de los resultados electorales Esta etapa fue regulada por la Constitución de 1876 que se mantendrá hasta 1923. Cánovas quería evitar que cada cambio de gobierno supusiera un cambio constitucional:
El Régimen Político era una Monarquía Parlamentaria compartida por el rey y las cortes.
El ejecutivo queda en manos del rey, que nombra sus ministros al margen de las mayorías parlamentarias.
El legislativo queda en manos de unas cortes bicamerales.
El Senado se forma con miembros designados por el Rey, por lo que no había una autentica separación de poderes.
El Congreso se formaba con diputados elegidos por sufragio universal masculino gracias a la ley electoral de Sagasta.
El judicial queda en manos de los jueces.
La declaración de Derechos es ambigua pues los derechos se regulan por decretos que los conservadores tienden a limitar y los liberales a ampliar.
El reinado de Alfonso XII representa la fase de consolidación del sistema canovista.
El gobierno ejercíó el Partido Conservador, salvo de 1881 a 1884 que el gobierno del Partido liberal inició la práctica del turnismo.
Durante el periodo se acabó con el protagonismo de los militares y con la práctica del pronunciamiento;
Se liquidaron la guerra carlista y la de Cuba; se disfrutó de una buena coyuntura económica internacional, que favorecíó la consolidación del deficiente capitalismo español.
Tras la muerte de Alfonso XII (1885),
María Cristina de Habsburgo asumíó la regencia hasta la mayoría de edad de Alfonso XIII (1902). Se promulga la Ley de Asociaciones (1887), que legalizó sindicatos, reguló presencia de órdenes religiosas y permitíó la celebración de los congresos fundacionales de la UGT y del PSOE. Se elaboró la Ley del Jurado (1888)
y se crea un Código Civil (1889), que supuso la culminación de la unificación legislativa del Estado. Además, se crea la Ley del Sufragio Universal (1890)
que sirvió para reforzar el papel de Sagasta pero no elimino el fraude electoral asentado en este sistema. Por último, destaca la reforma del ejército que establecíó el servicio militar obligatorio. Surge el auge de los movimientos nacionalistas y obreros, un alejamiento entre “las dos Españas”, pues los gobiernos liberales no son capaces de hacer frente a las nuevas demandas y retos que plantea la sociedad española de finales del S. XIX.
El sistema canovista estaba muy ligado a Cánovas y Sagasta, por lo que su desaparición (asesinato de Cánovas en 1897) debilitó la forma de gobierno, pues los sucesores no tuvieron el mismo carisma.
La pérdida de Cuba en 1898 adentró a España en un pesimismo y crisis moral que llevo a la idea de un Regeneracionismo que pasaba también por un cambio político.