El Sistema Político de la Restauración: Partidos, Nacionalismos y Crisis de 1898

Los partidos políticos de la época contaban con pocos miembros, que a menudo respondían a los caciques locales. El sistema se basaba en la inexistencia de terceros partidos que pudieran generar oposición al sistema bipartidista.

Partido Liberal-Conservador

Su proceso de formación se inició durante el Sexenio, heredero de moderados y unionistas. Participó en las Cortes Constituyentes de 1869, pero pasó a la oposición en 1871. Durante la I República, practicó el retraimiento parlamentario. Su apoyo a nivel regional provenía del sur de España y de las clases medias de la fachada atlántica o de levante.

Partido Liberal-Fusionista

Tuvo su origen en el Partido Constitucional, formado durante el reinado de Amadeo I de Saboya por los unionistas de izquierda y por los progresistas de Sagasta. Este partido, defensor de la Constitución de 1869, se mostró abierto a la colaboración con el nuevo régimen sobre la base de objetivos comunes: la victoria sobre el carlismo y la insurrección cubana. Los liberales fusionistas accedieron al poder en febrero de 1881 por iniciativa de la Corona. Su programa se basaba en cinco puntos: defensa de los derechos individuales, sufragio universal, responsabilidad judicial de las autoridades, e introducción de libertades como la de expresión en 1881, la ley de prensa de 1883, la libertad sindical en 1887 y, la más importante, la ley de sufragio universal en 1890. Se estableció un turno de partidos, pero con gobiernos más cortos e inestables, sucediéndose Sagasta y Cánovas hasta la mayoría de edad de Alfonso XIII.

Problemas del Régimen

El año 1898 supuso la explosión del problema de Cuba, con repercusiones económicas y financieras, y una crisis en el ejército. Surgieron los nacionalismos vasco y catalán, y el movimiento obrero, que no contó con sufragio universal hasta 1890. Las críticas al régimen de la Restauración fueron seguidas de propuestas regeneracionistas. En 1898, el regeneracionismo se consolidó como un movimiento de opinión. La crisis de 1898 y la redistribución colonial marcaron un punto de inflexión. Cánovas había intentado una política de modestia y recogimiento para España, manteniéndose neutral en los conflictos entre las potencias y salvaguardando los restos del imperio. Sin embargo, se contaba con escasos recursos económicos y una marina de poca potencia. La economía era muy beneficiosa para la metrópolis. En este contexto, el 98 y sus acontecimientos se presentan con una doble vertiente: la pérdida de las últimas posesiones coloniales en América, Asia y Oceanía, y el impacto que esta pérdida tuvo en la política interior y en la conciencia nacional.


Nacionalismo Vasco

En su formación influyeron tres factores: un movimiento cultural, los efectos de la revolución industrial y la inmigración, y la derrota del carlismo y la anulación de sus fueros. Se distinguieron dos tendencias: un nacionalismo radicalizado que defendía la recuperación integral de los fueros y la independencia, y un nacionalismo de carácter más burgués y urbano que aceptaba la abolición de los fueros y rentabilizaba la situación proteccionista que favorecía a la industria vasca. Ambas tendencias se concretaron en la figura de Sabino Arana, quien acuñó el término Euskadi para designar la patria común de todos los vascos. Al igual que en el caso catalán, comenzaron a aparecer sociedades que fomentaban la recuperación del euskera como lengua culta. Las ideas de Arana se convirtieron en proyecto político con la fundación del PNV. El triunfo electoral se produjo en 1898. La actitud represiva del gobierno frenó el crecimiento y Arana cambió sus postulados hacia la formación de una liga de vascos españolistas. Los primeros años del siglo XX fueron de fuerte crecimiento, llegando a tener un alcalde nacionalista en Bilbao. Incluso se abrieron al mundo sindical con la creación de la Solidaridad de Trabajadores Vascos.

Nacionalismo Catalán

Los precedentes del catalanismo se sitúan en torno al desarrollo de una burguesía industrial y al movimiento cultural de la Renaixença, que reivindicaba la lengua y los caracteres peculiares de la región. Durante el Sexenio Revolucionario, el catalanismo se manifestó por la vía del federalismo. Con la llegada de la Restauración, este movimiento planteó numerosas propuestas políticas. A este ingrediente se unió la defensa de intereses industriales y la lucha por el proteccionismo. Con la Restauración, la situación cambió al constituirse el catalanismo en un movimiento político por influencia de Valentí Almirall. Surgieron asociaciones de diferente signo, pero con un marcado carácter regionalista. En 1891 se formó la Unió Catalanista, que redactó las Bases per a la Constitució Regional Catalana, el primer documento reivindicativo del catalanismo. Con motivo de la crisis de 1898, los nacionalismos experimentaron una gran expansión, destacando como líder Cambó. En 1901, la Lliga Regionalista venció en Cataluña, a partir de lo cual los partidos dinásticos perdieron peso en la región. Cambó incluso llegó a formar parte del gobierno de Maura. De la Lliga se escindió el grupo situado más a la izquierda, que, unido a otras tendencias, dio lugar a la Unión Federal Republicana.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *