El Tratado de Versalles y otros tratados de la Primera Guerra Mundial

El Tratado de Versalles

El Tratado de Versalles se centró en establecer las cláusulas de rendición de Alemania. Clemenceau presionó a Alemania con durísimas condiciones económicas y territoriales, haciéndola responsable de la guerra y obligándola a reparar los daños causados. Se creó la figura de criminal de guerra, que afectó al káiser y a los generales Hindenburg y Ludendorff. Por el Tratado de Versalles, Alemania restituyó Alsacia y Lorena, y Schleswig a Dinamarca. Prusia Oriental quedó separada de Alemania mediante el pasillo de Danzig, y la Alta Silesia se incorporó a Polonia. Alemania recibió la prohibición de tener marina, aviación de guerra y armas pesadas, además de imponérsele un pago de 60.000 millones en cinco años como indemnización de guerra. El almirante alemán de la flota mandó hundir las unidades que estaban a su mando el 21 de junio de 1919. Este acto se realizó en el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles, el mismo lugar donde, en el año 1871, se había proclamado el Imperio Alemán.

Tratado de Saint-Germain

Austria se convirtió en un pequeño país, separado de Hungría y, a costa de sus territorios, se creó Checoslovaquia. Polonia se anexionó la región de Galitzia. Serbia se transformó en Yugoslavia, tras la unión de Croacia, Eslovenia, Bosnia-Herzegovina y Montenegro. No se permitía a Austria tener un ejército superior a 30.000 hombres. Se le concede a Italia la zona de Alto Adigio.

Tratado de Neuilly

Bulgaria cedió Tracia a Grecia, perdiendo así la salida al mar Egeo, y parte de su territorio a Rumanía y a Yugoslavia.

Tratado de Trianon

Hungría pierde dos tercios de su territorio. El país pierde el acceso que tenía al mar a través de Croacia. Hungría, una vez separada de Austria, se vio obligada a desprenderse de Eslovaquia, el Banato y Transilvania, y a reducir su ejército a 35.000 soldados.

Tratado de Sèvres

Último tratado que se firmó. Turquía perdió todos los territorios europeos, a excepción de Estambul, cedió las islas del Egeo y Esmirna a Grecia, abandonó todos los derechos sobre Egipto y Chipre, y sus posiciones asiáticas pasaron a ser administradas por Gran Bretaña y Francia.

Segunda Fase de la Guerra

Una vez que los alemanes reconocieron el fracaso del Plan Schlieffen, decidieron cambiar de estrategia: abandonar la ofensiva y ponerse a la defensiva. Su objetivo consistía en vencer a los rusos y obligar a franceses y británicos a solicitar el armisticio. Fue lo que se denominó la guerra de desgaste. En esta guerra de desgaste, Alemania partió con ventaja: siempre luchó en terreno enemigo, lo cual favoreció que la industria y la minería alemana estuvieran a salvo y pudieran seguir produciendo, lo que influyó en la moral de la tropa. La guerra se estabilizó y no se veía su fin. En febrero de 1916, en el frente occidental, los estados mayores desencadenaron una serie de ataques para tratar de abrir brechas en las trincheras enemigas. Los alemanes decidieron que el punto más débil del frente francés se encontraba en Verdún, mientras que el estado mayor francés concentró su ofensiva en Somme. Ante el avance alemán, el general francés envió oleadas de refuerzos al frente abierto con la única misión de resistir. Durante veinte días seguidos, los alemanes no pararon de bombardear las posiciones francesas, lo que provocó verdaderos duelos de artillería de un lado a otro de las trincheras. Lo único que se logró fue una gran pérdida en vidas humanas. Estos ataques duraron diez meses, y en ellos perecieron más de 6.000.000 de soldados.

Cuarta Fase de la Guerra

La entrada en la guerra de Estados Unidos compensa la firma de la paz de Rusia. Estados Unidos aportaba tropas de refresco y bien armadas frente a los soldados que llevaban luchando desde 1914. El general alemán Ludendorff lanzó una gran ofensiva en el frente occidental que movilizó a más de tres millones de soldados y 190 divisiones. Los alemanes iniciaron esta ofensiva en el mismo lugar donde fueron detenidos por Joffre en la primera fase de la guerra, en el Marne, lo que dio lugar a la Segunda Batalla del Marne. Con la llegada masiva de soldados estadounidenses y la utilización de carros de combate Renault, los aliados frenaron este ataque alemán e iniciaron una contraofensiva bajo la dirección del general Ferdinand Foch, que hizo recular a los alemanes hasta la frontera. Estados Unidos exigió la capitulación de Alemania y la negociación de la paz con los representantes del pueblo alemán. El 9 de noviembre, Guillermo II abandonó el trono del Imperio Alemán y se refugió en Holanda. El 11 de noviembre, los generales Ludendorff y Hindenburg solicitaron el armisticio.

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