Elementos de cambio en la etapa final del franquismo. La oposición al régimen. Evolución de las mentalidades. La cultura.
Aunque el régimen intentaba cambiar su imagen y demostrar un talante aperturista la oposición era creciente. Así, en 1962 liberales, monárquicos y demócrata-cristianos se habían reunido en Múnich para aprobar una declaración en la que se desaconsejaba la admisión de España en las instituciones europeas en tanto no se restaurasen las libertades. La prensa franquista descalificó el llamado “Contubernio de Múnich” y aceleró las detenciones de dirigentes opositores. También había protestas en las fábricas y en el País Vasco. Aquí había surgido la organización terrorista ETA, que aumentó su apoyo social debido a la acción indiscriminada de la Policía en la lucha contra este grupo. En Cataluña la oposición nacionalista demandaba tanto la libertad política como la recuperación de la identidad nacional. Entre los trabajadores, había surgido en 1962 Comisiones Obreras (CCOO) como alternativa al sindicalismo oficial del Movimiento. A finales de los sesenta era el sindicato clandestino de referencia y buena parte de su dirección estaba conectada con el PCE. Entre otras fuentes de oposición también hay que citar el movimiento estudiantil, cada vez más amplio y organizado, de manera que las manifestaciones estudiantiles constituyeron el principal quebradero de cabeza de las autoridades franquistas en la etapa final del régimen. A estos grupos debemos sumar movimientos católicos de base, colectivos profesionales y asociaciones de vecinos. Los gobiernos de Franco eran cada vez más débiles, mientras estallaban algunos escándalos de corrupción y aumentaba la oposición estudiantil y obrera. Además, el envejecimiento de Franco suscitó el debate sobre la continuidad de la dictadura y dentro del régimen se fue produciendo una ruptura entre los llamados “aperturistas”, partidarios de reformar el sistema para ir acercándolo progresivamente al modelo parlamentario, y los sectores inmovilistas, opuestos a cualquier cambio, y que pronto fueron denominados como el “búnker”. En Junio de 1973 Franco renunció por primera vez a sus funciones de Jefe de Gobierno y traspasó la labor a su ayudante Luis Carrero Blanco. Su mandato era, como mínimo, de cinco años y, por tanto, su presencia podía ser impuesta al mismo rey. El nuevo gobierno de Carrero Blanco tenía como objetivo sofocar las reformas y aplastar la oposición. Era un gabinete “duro”, con Carlos Arias Navarro como ministro de Gobernación y ministro Secretario General del Movimiento. Los dos problemas con los que hubo de enfrentarse Carrero fueron: el mantenimiento del orden público y la exigencia de una apertura que contemplase la legalización de las asociaciones políticas. Pero la respuesta del gobierno fue la dureza: en el Proceso 1001 contra diez miembros del sindicato comunista CCOO, las penas de prisión fueron muy elevadas. Poco antes de abrirse la sesíón en el Tribunal de Orden Público Luis Carrero Blanco fue asesinado el 20 de Diciembre de 1973. La política represiva del régimen quedaba en entredicho al demostrarse la fragilidad de las fuerzas de orden público. Además, Franco enfermo, quedaba sin un sucesor fiable. Fue un durísimo golpe para las aspiraciones franquistas. La elección del sucesor de Carrero, Carlos Arias Navarro, fue la última decisión política importante, en la que influyó su entorno familiar. Ese mismo año de 1974 eran ejecutados un anarquista, Salvador Puig Antich, y un delincuente común, lo que provocó la crítica del obispo de Bilbao y el primer enfrentamiento abierto entre la Iglesia y el Estado, hasta el punto de que el Vaticano amenazó con excomulgar a Franco. Además llegaban los efectos de la crisis mundial del petróleo y el IPC se disparaba al 17%. Todo ello conducía inevitablemente a la conflictividad laboral y a la represión policial de la misma. A esto han de añadirse las noticias de Portugal, donde el régimen del general Salazar era sustituido por otro democrático en lo que se ha dado en llamar la Revolución de los Claveles. Con Franco enfermo un grupo muy variado de fuerzas políticas dirigidas por el PCE constituye la Junta Democrática, que propone una ruptura democrática para salir de la dictadura. Felipe González constituyó en Junio de 1975 la Plataforma de Convergencia Democrática, como alternativa a la junta al considerar que esta solo servía a los intereses de los comunistas. Desde el gobierno se echó marcha atrás en la política de apertura y un atentado de ETA en la Calle del Correo de Madrid causaba doce muertos. Así, el desmoronamiento del “orden” acompañaba los últimos meses de vida del dictador. ETA continuó sus atentados, y a ella se unía el Grapo, que perpetra su primer asesinato en Octubre de 1975. Como respuesta el gobierno endurecerá la represión con un decreto ley que prevéía la pena de muerte para terroristas. El 27 de Septiembre dos activistas de ETA y tres del FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico) son ejecutados entre las protestas internacionales. Franco convocó una manifestación de adhesión, pero su mensaje era el mismo y los síntomas de su decadencia física eran escandalosos. Este hecho también fue aprovechado por Hassán II de Marruecos para organizar la Marcha Verde sobre el Sáhara español con el objeto de incorporarlo a su territorio. Arias Navarro ordenó la retirada y el abandono de la colonia (a pesar de las promesas efectuadas a los saharauis) a Mauritania y Marruecos. Después de una larga agonía moría en Madrid el 20 de Noviembre de 1975 Francisco Franco. Evolución de las mentalidades: la cultura.
Los años cincuenta trajeron cambios significativos en la cultura española. Una nueva generación, que no había vivido la guerra, llegaba a las universidades, en las que se produjo un cierto despertar cultural. La nueva literatura española la encabezaban novelistas como Rafael Sánchez Ferlosio, Miguel Delibes, Carmen Martín Gaite o Luis Martín Santos. En poesía destacaban Gabriel Celaya, Blas de Otero o Salvador Espriu. En el teatro Buero Vallejo o Alfonso Sastre. Y en el campo del pensamiento apuntaban Julián Marías, Xavier Zubiri, Ferrater Mora o José Luis López de Aranguren. En el exilio Juan Ramón Jiménez, Arturo Barea, Ramón J. Sénder, Max Aub, Alberti, Cernuda, León Felipe o María Zambrano, entre otros, siguieron produciendo una obra literaria de extraordinaria calidad, que era leída en España, a pesar de las censuras y prohibiciones. También hay que destacar a una extraordinaria generación de cineastas, como Luis García Berlanga, que rodó “Bienvenido Mr. Marshall” o Juan Antonio Bardem, que estrenó “Muerte de un Ciclista” y “Calle Mayor”. Ellos abrieron camino a otra generación de directores, como Carlos Saura, Basilio Martín Patino o José Luis Borau. La etapa final del franquismo se caracterizó por la ruptura total entre el ámbito de la cultura y el régimen, que era incapaz de controlar todas las publicaciones, aunque se continuó censurando, sancionando y secuestrando publicaciones. Al mismo tiempo la educación sobre los valores tradicionales se cuestionaba y la llegada de nuevos profesores a los recién creados institutos de bachillerato supónía para los alumnos el descubrimiento de ideas y conocimientos que habían permanecido prohibidos para la generación anterior. Las artes experimentaron la misma tendencia que las letras. En la posguerra predominaban las corrientes clasicistas del arte del fascismo. A partir de los años cincuenta surgieron corrientes artísticas distintas. En la pintura el grupo Dau al Set en Barcelona, o la abstracción de Zóbel en Cuenca. También hay que mencionar a Tàpies o Antonio Saura. En escultura sobresale Eduardo Chillida y en la arquitectura Miguel Fisac o Sainz de Oiza.
Aunque el régimen intentaba cambiar su imagen y demostrar un talante aperturista la oposición era creciente. Así, en 1962 liberales, monárquicos y demócrata-cristianos se habían reunido en Múnich para aprobar una declaración en la que se desaconsejaba la admisión de España en las instituciones europeas en tanto no se restaurasen las libertades. La prensa franquista descalificó el llamado “Contubernio de Múnich” y aceleró las detenciones de dirigentes opositores. También había protestas en las fábricas y en el País Vasco. Aquí había surgido la organización terrorista ETA, que aumentó su apoyo social debido a la acción indiscriminada de la Policía en la lucha contra este grupo. En Cataluña la oposición nacionalista demandaba tanto la libertad política como la recuperación de la identidad nacional. Entre los trabajadores, había surgido en 1962 Comisiones Obreras (CCOO) como alternativa al sindicalismo oficial del Movimiento. A finales de los sesenta era el sindicato clandestino de referencia y buena parte de su dirección estaba conectada con el PCE. Entre otras fuentes de oposición también hay que citar el movimiento estudiantil, cada vez más amplio y organizado, de manera que las manifestaciones estudiantiles constituyeron el principal quebradero de cabeza de las autoridades franquistas en la etapa final del régimen. A estos grupos debemos sumar movimientos católicos de base, colectivos profesionales y asociaciones de vecinos. Los gobiernos de Franco eran cada vez más débiles, mientras estallaban algunos escándalos de corrupción y aumentaba la oposición estudiantil y obrera. Además, el envejecimiento de Franco suscitó el debate sobre la continuidad de la dictadura y dentro del régimen se fue produciendo una ruptura entre los llamados “aperturistas”, partidarios de reformar el sistema para ir acercándolo progresivamente al modelo parlamentario, y los sectores inmovilistas, opuestos a cualquier cambio, y que pronto fueron denominados como el “búnker”. En Junio de 1973 Franco renunció por primera vez a sus funciones de Jefe de Gobierno y traspasó la labor a su ayudante Luis Carrero Blanco. Su mandato era, como mínimo, de cinco años y, por tanto, su presencia podía ser impuesta al mismo rey. El nuevo gobierno de Carrero Blanco tenía como objetivo sofocar las reformas y aplastar la oposición. Era un gabinete “duro”, con Carlos Arias Navarro como ministro de Gobernación y ministro Secretario General del Movimiento. Los dos problemas con los que hubo de enfrentarse Carrero fueron: el mantenimiento del orden público y la exigencia de una apertura que contemplase la legalización de las asociaciones políticas. Pero la respuesta del gobierno fue la dureza: en el Proceso 1001 contra diez miembros del sindicato comunista CCOO, las penas de prisión fueron muy elevadas. Poco antes de abrirse la sesíón en el Tribunal de Orden Público Luis Carrero Blanco fue asesinado el 20 de Diciembre de 1973. La política represiva del régimen quedaba en entredicho al demostrarse la fragilidad de las fuerzas de orden público. Además, Franco enfermo, quedaba sin un sucesor fiable. Fue un durísimo golpe para las aspiraciones franquistas. La elección del sucesor de Carrero, Carlos Arias Navarro, fue la última decisión política importante, en la que influyó su entorno familiar. Ese mismo año de 1974 eran ejecutados un anarquista, Salvador Puig Antich, y un delincuente común, lo que provocó la crítica del obispo de Bilbao y el primer enfrentamiento abierto entre la Iglesia y el Estado, hasta el punto de que el Vaticano amenazó con excomulgar a Franco. Además llegaban los efectos de la crisis mundial del petróleo y el IPC se disparaba al 17%. Todo ello conducía inevitablemente a la conflictividad laboral y a la represión policial de la misma. A esto han de añadirse las noticias de Portugal, donde el régimen del general Salazar era sustituido por otro democrático en lo que se ha dado en llamar la Revolución de los Claveles. Con Franco enfermo un grupo muy variado de fuerzas políticas dirigidas por el PCE constituye la Junta Democrática, que propone una ruptura democrática para salir de la dictadura. Felipe González constituyó en Junio de 1975 la Plataforma de Convergencia Democrática, como alternativa a la junta al considerar que esta solo servía a los intereses de los comunistas. Desde el gobierno se echó marcha atrás en la política de apertura y un atentado de ETA en la Calle del Correo de Madrid causaba doce muertos. Así, el desmoronamiento del “orden” acompañaba los últimos meses de vida del dictador. ETA continuó sus atentados, y a ella se unía el Grapo, que perpetra su primer asesinato en Octubre de 1975. Como respuesta el gobierno endurecerá la represión con un decreto ley que prevéía la pena de muerte para terroristas. El 27 de Septiembre dos activistas de ETA y tres del FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico) son ejecutados entre las protestas internacionales. Franco convocó una manifestación de adhesión, pero su mensaje era el mismo y los síntomas de su decadencia física eran escandalosos. Este hecho también fue aprovechado por Hassán II de Marruecos para organizar la Marcha Verde sobre el Sáhara español con el objeto de incorporarlo a su territorio. Arias Navarro ordenó la retirada y el abandono de la colonia (a pesar de las promesas efectuadas a los saharauis) a Mauritania y Marruecos. Después de una larga agonía moría en Madrid el 20 de Noviembre de 1975 Francisco Franco. Evolución de las mentalidades: la cultura.
Los años cincuenta trajeron cambios significativos en la cultura española. Una nueva generación, que no había vivido la guerra, llegaba a las universidades, en las que se produjo un cierto despertar cultural. La nueva literatura española la encabezaban novelistas como Rafael Sánchez Ferlosio, Miguel Delibes, Carmen Martín Gaite o Luis Martín Santos. En poesía destacaban Gabriel Celaya, Blas de Otero o Salvador Espriu. En el teatro Buero Vallejo o Alfonso Sastre. Y en el campo del pensamiento apuntaban Julián Marías, Xavier Zubiri, Ferrater Mora o José Luis López de Aranguren. En el exilio Juan Ramón Jiménez, Arturo Barea, Ramón J. Sénder, Max Aub, Alberti, Cernuda, León Felipe o María Zambrano, entre otros, siguieron produciendo una obra literaria de extraordinaria calidad, que era leída en España, a pesar de las censuras y prohibiciones. También hay que destacar a una extraordinaria generación de cineastas, como Luis García Berlanga, que rodó “Bienvenido Mr. Marshall” o Juan Antonio Bardem, que estrenó “Muerte de un Ciclista” y “Calle Mayor”. Ellos abrieron camino a otra generación de directores, como Carlos Saura, Basilio Martín Patino o José Luis Borau. La etapa final del franquismo se caracterizó por la ruptura total entre el ámbito de la cultura y el régimen, que era incapaz de controlar todas las publicaciones, aunque se continuó censurando, sancionando y secuestrando publicaciones. Al mismo tiempo la educación sobre los valores tradicionales se cuestionaba y la llegada de nuevos profesores a los recién creados institutos de bachillerato supónía para los alumnos el descubrimiento de ideas y conocimientos que habían permanecido prohibidos para la generación anterior. Las artes experimentaron la misma tendencia que las letras. En la posguerra predominaban las corrientes clasicistas del arte del fascismo. A partir de los años cincuenta surgieron corrientes artísticas distintas. En la pintura el grupo Dau al Set en Barcelona, o la abstracción de Zóbel en Cuenca. También hay que mencionar a Tàpies o Antonio Saura. En escultura sobresale Eduardo Chillida y en la arquitectura Miguel Fisac o Sainz de Oiza.