EL ABSOLUTISMO: LA FRANCIA DE LUIS XIV
– Con la muerte del Cardenal Mazarino en marzo de 1661 comenzó el gobierno personal de Luís XIV (reinado nominal cuando tiene 5 años, en 1643). Ha sido considerado el paradigma y máximo exponente del absolutismo práctico y su poder e influencia ha llevado a los especialistas a designar la segunda mitad del XVII como ‘’la era de Luís XIV’’.
– El reinado de Luís XIV (1643-1715), el más largo de la Edad Moderna (72 años), ha dejado una huella profunda y discutida en la historia de Francia y de toda Europa.
– Mientras Versalles, el célebre palacio cercano a París, al que la Corte se trasladó, es todo un símbolo del poder y la gloria de la monarquía absoluta, los Inválidos (hospital militar) nos recuerda las duras consecuencias que tuvo la belicosa política del Rey Sol para 20 millones de franceses (y 40 millones de europeos vecinos).
– Continua la política del Rey Sol tuvo una continuidad profunda con la de Richelieu y Mazarino en la afirmación del absolutismo monárquico y en la pugna con la Casa de Austria por la hegemonía europea.
La personalidad de Luís XIV
– La Francia de la segunda mitad del XVII era hasta punto una monarquía personal que las características de Luís XIV no se pueden dejar de considerar, porque ‘’l’état c’est moi’’.
– El prestigio de los estados en el XVII estaba tan íntimamente ligado a la reputación de los gobernantes, que, según la visión de Luís XIV, la grandeur de Francia y la gloire del rey debían discurrir por el mismo camino.
– No poseía una gran cultura, pero tenía sentido práctico, una gran capacidad para el trabajo, el juego y el amor, una salud de hierro: sobrevivió a dos generaciones de herederos y tuvo que legar su reino a su bisnieto.
– Influyeron en su formación decisivamente:
– Mazarino: educación política que recibe desde niño.
– Su madre Ana de Austria: hereda el sentido de la majestad tan propia de los Habsburgo, el gusto por la etiqueta española y por la piedad católica.
– Un acontecimiento político de gran transcendencia durante su infancia, los disturbios de la Fronda, marcaron para siempre la prioridad en su estilo de gobierno: eliminar el desorden e impedir la desintegración territorial y social garantizando la seguridad interior y exterior.
– Horror a la anarquía, desconfianza hacia la gran nobleza (a la que domesticó en la jaula dorada de Versalles), hacia los parlamentarios (a los que tuvo a rata) y hacia las provincias reivindicadoras (sometidas a un centralismo que ha perdurado).
– Orden, eficacia y unidad fueron objetivos perseguidos, más que logrados, en la reorganización políticoadministrativa emprendida a nivel central y a nivel territorial (provincial).
– El camino para lograrlo pasaba por construir una infraestructura estatal sólida dependiente de la Corona, reducir o eliminar las autoridades intermedias autónomas o semiautónomas, incrementar la capacidad contributiva de los súbditos erigiendo un aparato fiscal y administrativo modernizado, y fortalecer el ejército permanente.
Los inicios de su reinado personal
– Pocas horas después de la muerte de Mazarino, Luís XIV dejó claro que a partir de entonces gobernaría sin primer ministro.
– No era un mal momento para tomar tan trascendental decisión. Las tensiones internacionales habían remitido tras los tratados de paz de 1648-1659, la oposición había sido acallada al finalizar la Fronda y el fortalecimiento institucional del Estado estaba en franca progresión por la obra precedente de Richelieu y Mazarino.
– Aunque quería gobernar como un Rey, no significaba que renunciaba a sus consejeros: mantuvo a los principales colaboradores de sus predecesores, menos Fouquet, que parecía emular la trayectoria de Richelieu y fue arrestado por Luís XIV acusado de corrupto y de malversación de fondos públicos.
Desarrollo y fortalece administrativa
– La necesidad de mayor efectividad y eficiencia en el gobierno aceleró la formación de un aparato administrativo central dependiente exclusivamente del Monarca.
– A semejanza de la monarquía española, la Francia de Luís XIV fue gobernada, desde la Corte, por un sistema de consejos que gravitaba totalmente en torno al rey:
1. Consejo Superior o Conseil d’en Haut, verdadero consejo de gobierno en el que se examinaban los asuntos más importantes de política interior y exterior.
2. Consejos de Despachos: reunía a los secretarios de Estado y en el que se leían los despachos recibidos desde las provincias y se elaboraban las respuestas.
3. Consejo de Hacienda: incluía a los intendentes. Desde este organismo se planificaban los asuntos financieros y económicos de la monarquía.
4. Consejo de Estado o Conseil Privée: mucho más numeroso. Principalmente competencias judiciales y legislativas
– Ninguno de los colaboradores del rey situados en la cima del orden burocrático pro cedía de la familia real, el alto clero o la rancia nobleza. Casi todos ellos se habían ennoblecido recientemente y debían su posición y su fortuna al monarca.
– El núcleo de gobierno estaba representado por los cuatro secretarios de Estado, ocupados respectivamente de
Asuntos Exteriores, Marina, Guerra y Casa Real, más el inspector general de Finanzas.
– Los dos colaboradores más destacados de la primera mitad del reinado
fueron Jean-Baptiste Colbert (intendencia de hacienda) y François-Michel le
Tellier, Marqués de Louvois (jefe del departamento de guerra)
.
– Los intendentes.
Para conseguir implantar las decisiones del rey y
de sus ministros en las provincias, la administración central debía contar con
funcionarios eficientes que las hicieran cumplir.
– Esta tarea fue encomendada a los intendentes que fueron destacados en todas las provincias con carácter permanente.
– Estos funcionarios se convirtieron en los grandes instrumentos del fortalecimiento de la autoridad monárquica.
– Amplia variedad y amplitud de sus competencias: tenían atribuciones plenas de justicia, política y finanzas.
El control de las instituciones políticas preexistentes
– Esta monarquía con pretensiones fuertemente centralizadoras se superpuso a la estructura social y a las instituciones políticas ya existentes privándolas de gran parte de su poder, pero no las destruyó.
– Los Estados Generales no volvieron a convocarse, aunque no fueron abolidos. Los parlements, los gobernadores de provincias, los gobiernos municipales y los estados provinciales experimentaron la merma gradual de su poder efectivo, sin embargo, tampoco desaparecieron. Los controló mejor.
– La afirmación indiscutida del poder monárquico a nivel territorial, en toda Francia, se llevó a cabo fundamentalmente mediante la erosión del antiguo poder de sus gobernantes militares, el restablecimiento y potenciación de los intendentes y la supeditación al gobierno central de los Estados provinciales y de los Parlamentos.
El control religioso
– La concepción absolutista del poder puesta en práctica por Luís XIV le hacía contemplar los asuntos religiosos como factores de comportamiento autónomo que podían obstaculizar el pleno despliegue de la autoridad real.
– Lema: ‘’Un Dios, una fe, una ley, un rey’’. Sus problemas en este terreno fueron fundamentalmente tres: la pugna por el fortalecimiento de una iglesia nacional, la cuestión jansenista y el conflicto con la minoría protestante hugonote.
La afirmación del galicanismo
– Las relaciones entre la Corona francesa, la Iglesia católica y el papa fueron a veces extremadamente dificultosas. Los conflictos se originaban a la hora de establecer límites entre las respectivas autoridades del monarca y del pontífice.
– Luís XIV contaba con un instrumento de gran eficacia para conjurar las interferencias papales en los asuntos de la iglesia de Francia: las llamadas libertades galicanas, de origen medieval, permitían a la iglesia francesa gozar de cierta independencia frente a la autoridad papal.
– Los disidentes de esta teoría fueron, sobre todo, los jesuitas y las órdenes mendicantes, que asociaban el galicanismo al absolutismo monárquico y por el contrario defendían que el papa era la fuente de toda autoridad dentro de la Iglesia.
La cuestión jansenista
– Jansenismo: movimiento de renovación nacido en el seno de la Iglesia a partir de una obra escrita por Cornelius Jansen, obispo de Ypres, y titulada Augustinus.
– Muy influenciada por los escritos de San Agustín, defendía que les seres humanos eran incapaces de alcanzar su salvación sin la gracia de Dios, siendo ésta concedida a muy pocas personas. Abogaba, además, por una disciplina eclesiástica estricta y una moral rigurosa.
– Con tales argumentos, los jansenistas se acercaban ‘’peligrosamente’’ a las tesis de Calvino. Sin embargo, muchos encontraron atractivos sus principios: Pascal, Racine…
– Frente a todos ellos los jesuitas pensaban que el jansenismo negaba la responsabilidad y libertad de los individuos.
– Luís XIV se mantuvo siempre hostil hacia los jansenistas, pero nunca llegó a dominarlos del todo y fueron un foco de oposición al rey no menos despreciable.
La revocación del Edicto de Nantes
– La unidad confesional era para los monarcas absolutos, y en especial para Luís XIV, un requisito necesario para el fortalecimiento del Estado.
– Este principio convertía el Edicto de Nantes (1598) y el Edicto de Alés (1629), que garantizaban la armoníaV política y religiosa entre católicos y protestantes, en un compromiso necesariamente provisional.
– La minoría hugonote, a comienzos de su reinado, ascendía a poco más de millón y medio de franceses de todos los estratos sociales.
– Hasta 1679 el rey aceptó la situación heredada esperando, quizás, una conversión gradual, pero en los primeros años de la década de 1680 se hicieron esfuerzos premeditados para suprimir el culto protestante en privado y excluir a los protestantes de ciertas profesiones.
– No se saben las razones exactas de este cambio de pretensiones del monarca, probablemente por poner en práctica su imagen vista en Europa como rey católico.
– Finalmente, en 1685 revocó completamente el edicto de Nantes con la emisión de otro, el de Fontainebleau: todos los fieles convertidos al catolicismo, prohibiéndoles emigrar, aunque muchos lo hicieron.
El control económico
– Problema básico: financiación suficiente de la propia monarquía en todas sus facetas, y a este primordial objetivo se orientó la política económica desarrollada durante el reinado.
– Ésta estuvo en manos de Colbert hasta su muerte en 1683. Las reformas fiscales, la reglamentación manufacturera y el fomento comercial inspirados en teorías mercantilistas fueron sus principales objetivos.
Fiscalidad
– Una parte del problema de la financiación de la monarquía quedaba solucionado teóricamente con la creación de una administración fiscal estatal que mejoraba la recaudación tributaria y en la que los intendentes eran la pieza clave.
– No obstante, era necesario adoptar otras medidas que contuvieran el gasto y aumentaran los ingresos. Esto lo consiguió Colbert.
– Sin embargo, con la guerra de Holanda comenzaron las dificultades financieras, que en adelante no cesarán: los gastos son cada vez más fuertes y están ocasionados por la política agresiva del rey en Europa, la construcción de Versalles y el mantenimiento de la corte.
Mercantilismo y colbertismo
– La teoría y la práctica de la política económica absolutista han hallado una designación general bajo el concepto de mercantilismo. Su objetivo era crear un país próspero que asegurara la grandeza del rey.
– Sus teóricos recomendaban el fomento del comercio mediante ayudas estatales, la transformación de las materias primas en el propio espacio productivo mediante derechos de aduanas y otras restricciones a la importación.
– Éste fue el sustrato de toda la política de Colbert, que impuso la doctrina con esfuerzo sistemático y relativo éxito:
– Pretendió aumentar las exportaciones y disminuir las importaciones a fin de disponer de una reserva mayor de dinero y metales nobles, siempre escasos y que se suponía existían en una cantidad prácticamente constante.
– Según esta concepción, el enriquecimiento de un estado sólo podía lograrse a costa de otro y, por tanto, la guerra ‘’económica’’ se erigía en uno de los pilares fundamentales de la estrategia colbertista.
– El desarrollo comercial y la protección y fomento de las manufacturas nacionales fueron los otros puntales del proyecto económico de Colbert.
– Comercio: básico aumentar el comercio exterior, tanto en volumen como en valor, y hacerlo con barcos franceses (ayudándolos), ya que a mediados del XVII la flota holandesa monopolizaba los intercambios internacionales con Francia. Se crearon compañías comerciales para comerciar con los continentes.
– La protección de las manufacturas francesas se consideró una prioridad cubierta por una reglamentación aduanera tan dura que suponía casi la prohibición de productos ingleses y holandeses.
– Colbert no economista: no modernización de la producción sino su estancamiento. El propio rey, que apoyó la gestión del ministro cuando le fue posible, desbarató sus presupuestos cuando las urgencias de la guerra lo demandaban. Al fin y al cabo la riqueza del reino era un medio para conseguir su grandeza, no un objetivo en sí mismo.
– A pesar de que la Francia del XVII seguía dependiendo fuertemente de la producción agrícola (casi un 70% de la población vivía y trabajaba en el campo), Colbert apenas dedicó atención a esta faceta económica, quizás porque la intervención desde el gobierno apenas ofrecía margen de maniobra.
– No obstante se obtuvieron algunos resultados, modestos si los comparamos con los planes de inicio.
– Pese al fracaso de las compañías comerciales privilegiadas y a la forzosa retirada de los aranceles tras la paz de Nimega, consiguió aumentar el alcance de la industria francesa y la calidad de sus productos. Mejoró las comunicaciones y la marina mercante.
– Sin embargo, a la muerte de Luís XIV, Francia se encontraba sumida de nuevo en el colapso financiero. Pero los proyectos del más importante colaborador de Luís XIV sirvieron a la posterioridad ya que muchos de ellos se consumaron en el siglo XVIII.
La reforma militar
– El caso continuo estado de guerra en Europa fue para muchos soberanos la excusa para tener un ejército permanente en armas.
– Era un instrumento de poder, para la gloria del rey. El ejército francés fue modernizado a fondo. Reforma militar (nuevas técnicas bélicas, mejoras en el reclutamiento y aprovisionamiento, mejoras en el armamento…).
– Básico para mantener la hegemonía internacional: servicio militar obligatorio, moderniza su artillería e ingeniería, surge una poderosa marina de guerra (separada de la mercante)…
– En la Guerra de Sucesión Española contaba con 400.000 hombres, casi diez veces más que el número de tropas existentes en 1660.
– Puede entenderse que más de la mitad de los presupuestos anuales de la monarquía se destinasen al ejército.
– Rasgo más destacable: sometimiento sin condiciones de los jefes militares a la autoridad de la corona, sin autonomía y libre de toda influencia no monárquica.
– La reforma del ejército fue uno de los ejemplos más evidentes del carácter innovador del reinado de Luís XIV.
Política y cultura de Corte: Versalles
– Luís XIV no inventó la Corte: lo novedoso fue que le diera una función política, destinada en última instancia a fortalecer la autoridad real.
– La Corte debía proporcionar un marco espléndido y brillante al rey y a su familia, no sólo para satisfacer la vanidad real, sino para dar expresión y fuerza a determinadas expectativas y pretensiones.
– Cada faceta de la rutina diaria de Luís XIV (desde que se levantaba hasta que se acostaba) se realizaba ante la atenta mirada de los cortesanos que daban ‘’culto’’ a su persona.
– Las representaciones teatrales, fiestas y bailes en los que el rey participaba personalmente encarnando personajes que emanaban gloria y poder (Marte, Apolo, Alejandro Magno) no tenían sólo como objetivo fundamental entretener a la corte, sino adoctrinarla con símbolos e imágenes continuas que publicitaban la grandeza del rey.
– En el mismo sentido deben interpretarse la restauración y ampliación de los palacios reales incluyendo el Louvre en París y Fontainebleau en el Loire, y sobre todo la magnificencia de la construcción de Versalles.
– La nobleza solo obtenía honores y prestigio estando al lado del rey en la corte. Ahí el rey los ‘’domesticaba’’.
– La Corte del Rey Sol y el modelo de gobierno francés (así como su lengua, cultura, formas de vestir, costumbres…) influyeron como modelo y ejemplo para amplias zonas del continente.
LAS GUERRAS EUROPEAS EN LA ÉPOCA DE LUÍS XIV (1661-1715)
El orden internacional a mediados del siglo XVII
– Las paces de Westfalia (1648) y de los Pirineos (1659) pusieron fin a la dilatada crisis de la Guerra de los
Treinta Años e introdujeron, si bien de forma imprecisa, la idea de equilibrio entre naciones.
– Buena parte de Europa se hallaba exhausta y necesitada de un periodo de paz. Sin embargo, el medio siglo largo que transcurre hasta los tratados de Utrecht-Rastadt (1713-1714) fue un periodo de frecuentes conflictos, derivados casi siempre de la política agresiva del soberano francés.
– Westafalia-los Pirineos consagraron el fin de las pretensiones hegemónicas de las dos ramas de la Casa de Habsburgo:
El Imperio perdió toda posibilidad de ejercer un dominio efectivo sobre Alemania, dividida en más de
350 soberanías prácticamente independientes. Emperador: soberano de Austria y de sus dominios cercanos, se orienta progresivamente hacia el sureste, tierras europeas amenazadas por los turcos.
Monarquía hispánica: poder en retroceso. Pese a las pérdidas territoriales seguía siendo un imperio enorme, pero sufría un gran desgaste humano y económico (sobre todo Castilla). Uno de los mayores problemas: integración de los diversos territorios de la Corona y sus relaciones con la corte.
– Final de las guerras de religión, con la consiguiente secularización de la política, pero con peligro de inestabilidad: la ausencia de unos principios superiores a los que referir el orden europeo dejaba el campo abierto a las pretensiones de cada estado, chocando fácilmente con las de sus vecinos.
– Las paces consagraron la emergencia de nuevos poderes, como Brandenburgo y Suecia, ambos en la órbita francesa, y sobre todo, Francia.
La hegemonía francesa: el imperialismo de Luís XIV
– Frente a la débil regencia de la monarquía de Carlos II, la Francia de Luís XIV, bajo la férrea dirección del monarca, tendrá el protagonismo del escenario europeo, desde 1660 hasta el tratado de Utrecht.
– Junto a la debilidad española, Inglaterra estaba absorbida por sus problemas internos hasta la revolución de 1688, y la Europa central sujeta a enfrentamientos y sometida a frecuentes ofensivas turcas.
– En el ámbito internacional, las ambiciones de Luís XIV le llevaron a un expansionismo agresivo, que acabaría concitando en su contra a la mayoría de los soberanos europeos.
– Disponía del estado más rico y poblado de Europa (casi un tercio de su población) pero la capacidad para movilizar sus recursos se debió a la política absolutista y centralizadora.
– La hegemonía de Francia tuvo como contrapartida, sobre todo en las últimas décadas, el empobrecimiento de muchos sectores sociales y zonas geográficas del país.
– Causas? Se especula:
Necesidad de reforzar la defensa continental de Francia por medio de la consecución de sus fronteras naturales en el nordeste y el este.
Aspiraciones del rey sobre los territorios del decadente imperio español (que reclamaba por derecho).
Motivación más sólida: ansia de gloria, obsesión plenamente coherente con su mentalidad absolutista y el ideal clásico que domina la cultura francesa durante aquellos años.
– El poderío internacional de Francia, que culmina en el reinado de Luís XIV, se asienta sobre la política de reforzamiento del poder real emprendida por Enrique IV y proseguida por los cardenales Richelieu y Mazarino, y cuenta con toda una serie de eficaces colaboradores del rey (Le Tellier, Louvois, Vauban, Colbert…).
– La acción internacional de Luís XIV fue, ante todo, un resultado de la buena organización burocrática, de la eficacia administrativa del aparato estatal.
– El ejército fue su efecto más llamativo: Francia elevó el número de hombres, perfeccionando desde la disciplina hasta el reclutamiento y el armamento militar. Modelo a imitar. Importante papel de los diplomáticos y la red de informadores y espías distribuida por las cortes europeas.
– Sin embargo: política de éxitos pero también de fracasos. Balance final: no es claro. Hegemonía internacional de Francia resultó efímera, pues no sobrevivió a Luís XIV.
– El éxito en la contención de su política se debió, en buena medida, a la creación de sucesivas coaliciones internacionales en su contra (importante papel de la diplomacia española).
– El hecho de que en ellas figurasen enemigos tradicionales (España, Holanda, Inglaterra, Imperio…) y se juntaran soberanos católicos con protestantes es un índice de la secularización y los principios ‘’estatalistas’’ que comenzaban a dominar la escena internacional.
Las primeras guerras (1667-1678)
– Pese a las transformaciones que se estaban produciendo en las relaciones internacionales, subsistían muchos de los elementos tradicionales, y entre ellos, el decisivo papel político de los matrimonios de estado.
– La boda de Luís XIV con la infanta española María Teresa, hija mayor de Felipe IV, que inició simbólicamente una nueva era de amistad franco-española tras la paz de los Pirineos, habría de ser uno de los hechos más decisivos del reinado, ya que reforzaba las aspiraciones del rey francés sobre territorios de la monarquía hispana.
– El francés estaba convencido que la gloria de Francia sólo podía edificarse en oposición a los Habsburgo madrileños.
– A pesar de la amistad oficial, Luís XIV apoyó a los rebeldes portugueses frente a España: en 1668, mientras Francia invadía el Franco Condado, España reconocía la independencia de Portugal.
– Tras la muerte de Felipe IV (1665), Luís XIV, basándose en un uso del derecho privado de Bravante, que establecía la primacía de los hijos del primer matrimonio (aunque fueran mujeres) sobre las del segundo, hizo que sus juristas defendieran los derechos de su esposa sobre una serie de territorios de la vieja herencia borgoña de los reyes de España (Franco Condado, Luxemburgo…).
– Con el pretexto de la ‘’Devolución’’ de los mismos (daría nombre a la guerra, 1667-1668), su ejército ocupó, en un auténtico paseo militar, el Franco Condado y amplias zonas de los Países Bajos.
– Esperaba que la diplomacia le garantizase el acuerdo o al menos la neutralidad de los países no implicados directamente:
1662: alianza con las Provincias Unidas.
1663: renueva la confederación del Rin: coalición contra los Habsburgo procedente de la época de
Mazarino.
Confiaba en su amistad con Suecia y en sus buenas relaciones con Inglaterra, a pesar de su apoyo a las
Provincias Unidas en la guerra angloholandesa (1665-1667).
– No obstante, el riesgo que la agresión francesa supuso para la paz y para
la incipiente ideo de equilibrio hizo que las dos potencias atlánticas,
Inglaterra y las Provincias Unidas, concluyeran la guerra y, en unión con
Suecia, constituyeran la Triple Alianza de La Haya.
– La mediación de los coaligados llevó al tratado de Aquisgrán (1668), en el que, a cambio de la restitución del Franco Condado, España cedió a Francia una nueva franja territorial de los Países Bajos, que incluía doce ciudades, dónde Vauban procedió a fortificar férreamente las nuevas posesiones.
– Decide atacar a los holandeses, rompiendo con una tradición de alianza mutua desde tiempos de Enrique IV.
Motivos:
Riqueza de las Provincias Unidas (primer país comercial de Europa) + intereses mercantilistas de
Colbert + Ambiciones territoriales del monarca francés.
Su desprecio hacia la pequeña república ‘’de mercaderes’’ o el protagonismo que ésta tuviera en la formación de la Triple Alianza.
– Previamente, realizó una detallada preparación diplomática (serie de tratados con Inglaterra, Suecia, y algunos príncipes alemanes): pacto de Dover (1670) con Inglaterra, Francia le paga al rey inglés a cambio del auxilio mutuo en una posible futura guerra con Holanda.
– Luís XIV pudo deshacer así la Triple Alianza, y en especial, la frágil y coyuntural coalición anglo-holandesa (fuertes competidores el comercio marítimo y enfrentados recientemente en dos guerras) y evitaba que su antigua aliada sueca que aliara de nuevo con sus enemigos.
– En una rápida campaña, a comienzos del verano de 1672, los ejércitos franceses mandados por Condé y
Turenne, con el rey a la cabeza, invadieron las Provincias Unidas llegando hasta Utrecht.
– La dolorosa percepción de su fragilidad defensiva provocó en Ámsterdam una reacción violenta contra el régimen republicano y la entrega del poder al estatúder Guillermo de Orange.
– La agresión a Holanda provocó una serie de reacciones que dieron lugar, entre 1673-74, a la formación de la Gran Alianza de La Haya: Provincias Unidas, España, Austria, el duque de Lorena, el elector de Brandemburgo y un buen número de príncipes alemanes.
– Inglaterra: el malestar de la oposición por su intervención en la guerra obligó a Carlos II, en 1674, a firmar la paz con los neerlandeses.
– La guerra abandonó, en buena medida, su escenario inicial, desarrollándose especialmente en los Países Bajos españoles, la zona del Rin y Cataluña, extendiéndose a otras áreas como el Mediterráneo.
– Las contiendas europeas, como habría de ser habitual en el futuro, comenzaban a afectar a las colonias.
– La prolongación de una dura guerra y la ausencia de resultados tangibles fueron debilitando la posición de Francia, así como el estado de sus finanzas. El malestar desembocó en una serie de revueltas.
– Inglaterra: neutral, pero opinión pública cada vez más preocupada por la prepotencia francesa. 1677: María de York, sobrina del rey inglés, se casa con Guillermo III de Orange. 1678: acercamiento anglo-holandés se plasma en una alianza militar contra Francia, quien acepta las propuestas para la conclusión de la guerra.
–
Paces de Nimega (1678-1679): gran triunfo para Holanda (recupera
todo su territorio y logra la abolición de las tarifas proteccionistas
francesas de 1667).
– Pero sobre todo beneficiaron a Francia, a costa esencialmente de España: pierde el Franco Condado y catorce plazas fronterizas de los Países Bajos.
– La política expansionista de Luís XIV en su frontera seguía su curso.
El cenit de la hegemonía francesa. Las reuniones (1680-1684)
– Los años que transcurren entre Nimega y la tregua de Ratisbona marcan el punto culminante del predominio de
Luís XIV en el viejo continente.
– A partir de entonces se inicia, sin embargo, una segunda y última fase, en la que fueron más frecuentes los inviernos largos y fríos, las malas cosechas y el hambre.
– El incremento del esfuerzo bélico hizo crecer la presión fiscal y el malestar de los franceses, que ya no vieron culminados con los éxitos precedentes los empeños exteriores de su soberano.
– La llamada política de las ‘’reuniones’’ consistía en reivindicar jurídicamente, a través de las Cámaras de Reunión, y ocupar militarmente después, todos los territorios que, en algún momento, hubieran formado parte, o dependido, de cualquier circunscripción perteneciente de Francia.
– La ocupación de las mismas por las tropas francesas, sin previa declaración de guerra, eran una absoluta arbitrariedad de Luís XIV.
– Por dicho método, ocupa diversas zonas de los Países Bajos y Luxemburgo. Pero la anexión más simbólica fue la de la ciudad libre de Estrasburgo, puerta del Imperio, en la que el francés entró solemnemente en 1681.
– La reacción de Europa, mezcla de indignación y temor: coalición defensiva (Provincias Unidas, Suecia, el emperador y España) (1682). Pero sin embargo, ante la invasión al año siguiente de los Países Bajos, sólo
España declaró la guerra a Francia.
– España sufre los ataques de los franceses en los Países Bajos, Luxemburgo y Cataluña. Luís XIV bombardea Génova por su alianza con España.
– Pero ninguno de los aliados de España interviene: Holanda firmó una tregua y el emperador estaba ocupado con su lucha con unos turcos que habían atacado hasta Viena.
– La permisividad ante Luís XIV y el deseo de evitar una guerra llevaron a la tregua de Ratisbona (1684): reconocía provisionalmente a Francia la libre posesión de los territorios incorporados en virtud de las reuniones.
– La tregua fue el momento más alto en la trayectoria política de Luís XIV, antes de su posterior retroceso. Punto culminante.
Europa contra Luís XIV. La guerra de los Nueve Años (1688-1697)
– La convicción de los gobernantes europeos de que era necesario oponer un frente sólido a la agresiva política gala se había consolidado en los años anteriores.
-No obstante, hubo tres hechos principales que determinaron el ‘’giro’’ antifrancés de la segunda mitad de los años ochenta:
1. Triunfo del Emperador frente a los turcos que le cercaban, que inició el retroceso otomano y el avance de Austria hacia el sur, al tiempo que dejaba a Leopoldo I las manos libres para intervenir más activamente en la política europea.
2. Decidida política de Luís XIV frente a los protestantes franceses, con la anulación en 1685 del Edicto de Nantes y la consiguiente expulsión de más de 200.000 hugonotes. La intolerancia religiosa del rey (inspirada, al parecer, por Madame de Maintenon, la cual, secretamente, había contraído matrimonio con él) provocó la indignación generalizada de los países protestantes, encabezada por las Provincias Unidas, lugar de acogida de muchos exiliados hugonotes.
3. Segunda revolución inglesa: expulsión del trono, en 1688, del católico Jacobo II, inclinado hacia el absolutismo (y títere de Luís XIV), colocando en su lugar a su hija María y su yerno holandés,
Guillermo III de Orange. La presencia en el trono inglés de uno de sus mayores enemigos no sólo alejaba de manos de Luís XIV a los ingleses sino que propiciaba la colaboración antifrancesa de las dos potencias marítimas.
– Por primera vez, parecía formarse un sólido bloque en contra de Francia, en el que figuraban también España y el Imperio.
– 1686:
Liga de Augsburgo
Emperador y una serie de príncipes alemanes, España y Suecia. Se unirían después:
Brandemburgo, otros estados alemanes, Inglaterra, Provincias Unidas, Saboya y el papa (quien a pesar de la expulsión de los hugonotes se hallaba enfrentado con Francia por la pugna en torno a las regalías galicanas).
– El conjunto de pactos entre los diversos participantes del bloque antifrancés son la base de la Gran Alianza, cuyo acuerdo principal, entre el Emperador, Holanda e Inglaterra, se firmó en Viena, en mayo de 1689.
– La ocasión para la guerra la propiciaron dos incidentes:
1. Sucesión del obispo-elector de Colonia, en la que el papa confirmó al candidato imperial frente al de
Luís XIV.
2. Sobre todo, la sucesión del Palatinado, donde el rey francés defendía los derechos de su cuñada, Isabel
Carlota, duquesa de Orleans y hermana del fallecida elector, protestante, frente al sucesor Felipe de
Neoburgo, católico y suegro del emperador Leopoldo I. Después de un manifiesto donde explicaba sus razones, Luís XIV invadió las posesiones papales de Aviñón y el condado Venesino, buena parte del obispado de Colonia y el Palatinado.
– La guerra fue una prolongada lucha de desgaste, que se desarrolló en varios escenarios (Palatinado, Países
Bajos españoles, norte de Italia, Cataluña, Irlanda, además de la guerra marítima y la lucha anglofrancesa en el continente americano y en la India).
– En el curso del conflicto, Francia padeció serias dificultades financieras, económicas y humanas. El malestar de las capas más bajas de la población llegó al máximo con el hambre producida por malas cosechas.
– El agotamiento de los contendientes empujaba hacia la paz. Crisis
financieras y hambre.
Tratado de Ryswick
(1697):
Se restablece el orden de Nimega, Francia devuelve todas las anexiones de las reuniones y las conquistas de la guerra (menos Estrasburgo), retira las tropas de Cataluña e incluso devuelve el ducado de Lorena (francés desde hacía 50 años).
Holanda: derecho a establecer guarniciones en una serie de ciudades de los Países Bajos españoles = franja defensiva-barrera contra Francia.
Francia perdía sus posesiones en Italia en favor de Saboya.
Paz favorable para España: recupera Luxemburgo y los territorios y plazas conquistados después de
Nimega.
– Se ha dicho tradicionalmente que el rey francés, ante la inminencia de la muerte de Carlos II, quería ganarse, con su generosidad, a la opinión pública española.
– En cualquier caso, Ryswick suponía un primer retroceso en la trayectoria triunfal de Luís XIV y un importante triunfo de la coalición general contra su política.
La sucesión de Carlos II
– Débil y enfermizo Carlos II difícilmente sería capaz de engendrar un heredero. Cuando se produjera su muerte, la inmensa monarquía hispánica habría de pasar a alguno de los soberanos europeos vinculados familiarmente al rey español = bien a los Habsburgo austriacosbien a los Borbones franceses:
1.
Emperador Leopoldo I era hijo de Fernando II y de la infanta
María, hermana de Felipe IV = primo carnal de Carlos II. Además, Leopoldo se
había casado con la única hermana de Carlos II, la infanta
Margarita, la línea más cercana de cara a la sucesión. La temprana muerte de ésta, dejando solo a una hija, la archiduquesa María Antonia, abría para el futuro una segunda posibilidad sucesoria en la línea
Habsburgo, en el caso de que ésta última tuviera herederos varones.
2. Luis XIV era nieto de Felipe III. Además se había casado con la infanta María Teresa, hija mayor de
Felipe IV y hermanastra de Carlos II.
– En los dos casos, la sucesión de Carlos II amenazaba con alterar gravemente el statu quo europeo y mundial, al tratarse de la más extensa monarquía de la época.
– Tal peligro, junto a la ausencia de un único e indiscutible candidato, llevó a las principales potencias europeas a concluir varios acuerdos de reparto para el caso de que Carlos II muriese sin descendencia.
– 1698: firma del segundo tratado de reparto de la monarquía española (primero Luís XIV y Leopoldo I en 1668), acordado por Luís XIV y Holanda e Inglaterra.
– El tratado de reparto produjo en España la natural indignación. Partidarios de uno u otro, todos coincidían en que la monarquía debía transmitirse indivisa.
– Pero 1696, enfermo, Carlos II hizo testamento en favor del hijo de su sobrina María Antonia, José Fernando de Baviera. Pero este murió de varicela en 1699.
– Pese que en 1698 nuevo testamento en segunda instancia al Emperador y sus sucesores, la muerte del primer heredero reabrió la pugna sucesoria, centrada ahora tan sólo en los candidatos austriaco y francés.
– Parece ser que Carlos II otorgó finalmente en su último testamento a Felipe de Anjou todos sus territorios.
La guerra de Sucesión española
– A la muerte de Carlos II, la mayor parte de las potencias europeas, con excepción del Imperio, reconocieron como heredero a Felipe V.
– Sin embargo, Luís XIV, quien influía descaradamente en su nieto, proclamó los derechos de éste al trono francés (suponía mucho poder para los Borbones) y ocupó las posiciones neerlandeses de la paz de Ryswick.
– Su prepotencia alertó a Inglaterra y a las Provincias Unidas, que decidieron apoyar la candidatura al trono español del archiduque Carlos, para lo cual constituyeron en la Haya la Gran Alianza (1701) declarándole la guerra a los Borbones en 1702.
– El conflicto afectó a buena parte de Europa, dividiendo el continente en dos bloques antagónicos:
Aliados: Dinamarca, Prusia, la mayoría de príncipes alemanes, Saboya, Portugal, Inglaterra y Holanda.
España y Francia, con sólo los electores de Colonia y Baviera.
– 1703: en Viena los aliados proclaman rey de España al archiduque, con el nombre de Carlos III.
– La guerra fue el resultado de la última coalición europea frente al expansionismo de Luís XIV, pero no tuvo solamente una dimensión internacional sino que afectó también a España = auténtica guerra civil.
– Mientras la guerra continental favoreció los intereses de los aliados, en España, el triunfo correspondió al bando borbónico.
– La guerra se desarrolla en los Países Bajos, el Rin y el norte de Italia. A España apenas afecta hasta 1705.
– En una primera fase, el conflicto resultó favorable al bando borbónico. Sin embargo, los aliados reaccionaron a partir de 1704 y en los años siguientes se produjeron diversas victorias aliadas que obligaron a los Borbones a retirarse a Francia.
– En España: ingleses se apoderan de Gibraltar (1704) y de Menorca (1708). Además, la posibilidad de utilizar
Portugal y la sublevación austracista de los territorios de la corona de Aragón (1705-06) pusieron en graves dificultades al gobierno de Felipe V.
– El único hecho favorable al bando borbónico fue la victoria del duque de Berwick en Almansa (1707), que le permitió reconquistar buena parte del reino de Valencia, mientras que los aliados ocupaban casi toda la Italia española.
– La situación cambió, no obstante, en los años siguientes (después de que Luís XIV casi se rindiera), no tanto por circunstancias bélicas como por acontecimientos ajenos a la guerra:
– Llegada al poder de los tories en Inglaterra en 1710, que, cansados de la guerra y de los daños a sus intereses mercantiles, se inclinaban al pacifismo.
– Más importante: muerte del emperador José I en 1711, que convirtió al archiduque en el nuevo emperador, Carlos VI.
La solución austracista dejaba así de convenir al equilibrio europeo para convertirse más bien en una amenaza, que hubiera podido reeditar el imperio de Carlos V.
– Ello, junto al cansancio generalizado de los contendientes, aceleró las conversaciones de paz.
– La guerra en España, además, se había decantado en favor de Felipe V, gracias sobre todo al apoyo de los castellanos: reconquista de la corona de Aragón (11 de setiembre de 1714 en Barcelona entró el duque de
Berwick, hijo ilegitimo de Jacobo II de Inglaterra; 1715 pone fin a la resistencia austracista de Mallorca).
El orden de Utrecht
– La derrota del bando borbónico en la guerra europea supuso la desmembración de la monarquía transmitida por
Carlos II a Felipe V. Objetivo principal de Carlos II, que le había llevado a entregar la corona al nieto de su mayor enemigo, quedaba así incumplido.
– En adelante, España se reduciría básicamente al territorio actual, aunque conservó su inmenso imperio ultramarino.
– Las paces concluidas entre los diversos países, en Utrecht (1713) y Rastadt (1714): reorganización de Europa a partir del reparto de los despojos de la extinta Monarquía de España.
– Pero las paces también marcaban la derrota final de Luís XIV (que morirá en 1715) y el fin de la hegemonía francesa.
– Utrecht-Rastadt consagró el equilibrio como el principio rector de las relaciones internacionales. Base: idea de
la balanza de poderes en el continente, Francia y Austria, y la nueva señora de los mares, Inglaterra.
– Las paces incluían buen número de acuerdos, de carácter político, territorial y comercial.
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