El Reinado de Alfonso XIII (1902-1923): Intentos de Reforma y Crisis
Durante el reinado de Alfonso XIII, iniciado en 1902, los partidos dinásticos (Liberal y Conservador) propusieron reformas de corte regeneracionista, reconociendo la necesidad urgente de cambios políticos para solucionar los problemas del país. Sin embargo, el sistema de la Restauración se mostró incapaz de democratizar la vida política y de dar cabida real a las fuerzas de oposición.
Las reformas emprendidas fueron insuficientes, mientras crecían los grupos de oposición al sistema, destacando el fortalecimiento de organizaciones obreras como la CNT (Confederación Nacional del Trabajo, anarcosindicalista) y la UGT (Unión General de Trabajadores, socialista).
La Revuelta de 1909: La Semana Trágica
La oposición al llamamiento de reservistas (soldados ya licenciados) para combatir en la Guerra de Marruecos desencadenó una revuelta popular en Barcelona, conocida como la Semana Trágica. Este levantamiento supuso un estallido espontáneo con un fuerte carácter antimilitarista y anticlerical, reflejo de las tensiones sociales acumuladas durante décadas.
La revuelta fue duramente aplastada por el ejército y la represión posterior fue desproporcionada. Estos sucesos supusieron un duro golpe para el sistema político de la Restauración y los partidos dinásticos, provocando una fuerte reacción en la opinión pública y la dimisión del presidente del gobierno, el conservador Antonio Maura. El rey encargó formar gobierno al Partido Liberal, liderado por Canalejas, pero su asesinato a manos de un anarquista en 1912 devolvió el poder a los conservadores.
La Crisis de 1917
El año 1917 concentró una triple crisis:
- Crisis política: Creciente descontento de las fuerzas políticas con la forma de gobernar del conservador Eduardo Dato. Grupos de oposición exigían la dimisión del gobierno y la convocatoria de Cortes Constituyentes.
- Crisis militar: Sectores del ejército protestaron contra el sistema de ascensos, que favorecía a los militares que participaban en la campaña de Marruecos (africanistas). Algunos oficiales peninsulares organizaron Juntas de Defensa y se enfrentaron a la política del gobierno.
- Crisis social: El empeoramiento de las condiciones de vida y el aumento de los precios, agudizados por la neutralidad española en la Primera Guerra Mundial, llevaron a la CNT y la UGT a convocar una huelga general revolucionaria.
El gobierno reprimió la huelga, pero tuvo que pactar con los militares y buscar acuerdos políticos. La crisis de 1917 evidenció la profunda inestabilidad del sistema y la necesidad de una renovación política que no llegaba.
La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
En 1923, la incapacidad de los partidos dinásticos para reformar el sistema, la creciente conflictividad social y las continuas derrotas militares en Marruecos crearon un clima propicio para una solución autoritaria.
El Problema de Marruecos
Del antiguo imperio colonial español quedaban algunos enclaves en el norte de África. La Conferencia de Algeciras (1906) estableció un protectorado franco-español en Marruecos. A España le correspondió el control de la franja norte, el Rif, un territorio montañoso y pobre, pero de interés estratégico y con supuestos recursos minerales. La ocupación militar del Rif encontró una fuerte oposición de las tribus bereberes locales, lideradas por Abd el-Krim, lo que derivó en una guerra permanente y costosa.
Las derrotas españolas, como el Desastre de Annual (1921), generaron un enorme malestar social. La guerra no contaba con el apoyo de la sociedad, que desaprobaba la movilización de soldados, mientras que ciertos intereses económicos y la propia Corona presionaban para mantener la presencia en Marruecos.
Tras las derrotas, se abrió una investigación parlamentaria cuyos resultados se plasmaron en el Expediente Picasso, que señalaba graves negligencias e incluso posible corrupción económica en la que estarían implicados altos mandos militares y, según sospechas, el propio rey.
Crisis Social y Golpe de Estado
La conflictividad social se agudizó. En las zonas industriales, los trabajadores protagonizaron huelgas reivindicando mayores salarios y mejores condiciones laborales (el llamado pistolerismo en Barcelona enfrentó a patronos y obreros). La agitación se extendió al campo, con huelgas campesinas exigiendo el reparto de los latifundios, a menudo reprimidas por la Guardia Civil. Este clima de «guerra social» culminó con el asesinato del presidente del gobierno, Eduardo Dato, por anarquistas en 1921.
Ante el temor de que el Expediente Picasso se debatiera en las Cortes y salpicara a la monarquía y al ejército, el Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, dirigió un golpe de Estado en septiembre de 1923. Contó con el consentimiento del rey Alfonso XIII y el apoyo de la patronal, el ejército y algunos políticos conservadores. El golpe se presentó como una solución necesaria para acabar con la inestabilidad, los movimientos de protesta y la «amenaza revolucionaria».
El Régimen Dictatorial
La dictadura de Primo de Rivera supuso:
- La suspensión de la Constitución de 1876 y la disolución de las Cortes.
- La prohibición de los partidos políticos y sindicatos opositores (como la CNT).
- Recortes de libertades fundamentales y censura de prensa.
- Prohibición del uso público de lenguas como el catalán y el vasco.
- Creación de un partido único, la Unión Patriótica, para dar apoyo social al régimen.
Durante la dictadura hubo cierto crecimiento económico, se impulsaron obras públicas y se crearon monopolios estatales (como CAMPSA o Telefónica). En 1925, tras el desembarco de Alhucemas (en colaboración con Francia), se puso fin al conflicto de Marruecos, logrando el control efectivo sobre el territorio.
Sin embargo, la crisis económica mundial de 1929 afectó a España. La oposición a la dictadura (republicanos, intelectuales, antiguos políticos liberales y conservadores, parte del ejército, movimiento obrero) creció y el régimen perdió apoyos, incluido el del rey. Primo de Rivera dimitió en enero de 1930.
El rey Alfonso XIII nombró sucesivos gobiernos militares (Dámaso Berenguer, Juan Bautista Aznar) con el objetivo de retornar paulatinamente a la normalidad constitucional. Mientras tanto, gran parte de la oposición (republicanos, socialistas, nacionalistas catalanes) firmó el Pacto de San Sebastián (agosto de 1930), acordando un programa para derribar la monarquía, celebrar elecciones democráticas y proclamar una República. El gobierno de Aznar convocó elecciones municipales para el 12 de abril de 1931, que adquirieron un carácter plebiscitario sobre la monarquía.
La Segunda República Española (1931-1936/1939)
En las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, aunque las candidaturas monárquicas obtuvieron más concejales en total (principalmente en zonas rurales), las candidaturas republicano-socialistas triunfaron abrumadoramente en las grandes ciudades y capitales de provincia. Ante la evidencia de la falta de apoyo popular, Alfonso XIII abandonó España y el 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República Española.
El Gobierno Provisional y las Primeras Medidas
Se formó un Gobierno Provisional presidido por Niceto Alcalá-Zamora, compuesto por republicanos de distintas tendencias y socialistas. Este gobierno tomó medidas inmediatas:
- Legalización de todos los partidos y sindicatos.
- Amnistía general para los presos políticos de la dictadura.
- Proclamación de derechos y libertades.
- Inicio de reformas sociales (jornada laboral de ocho horas, seguros sociales).
El gobierno provisional encontró pronto la oposición de sectores conservadores (Iglesia Católica, grandes propietarios, industriales, empresarios) y también de la extrema izquierda (anarquistas y comunistas), que exigían acelerar y profundizar las reformas o aspiraban directamente a una revolución social.
El Bienio Reformista (1931-1933)
En junio de 1931 se celebraron elecciones a Cortes Constituyentes, con victoria de la coalición republicano-socialista. Las nuevas Cortes elaboraron una nueva Constitución, dando inicio al llamado «Bienio Reformista».
La Constitución de 1931
La Constitución de 1931 era de carácter democrático, progresista, avanzado para su época y marcadamente de izquierdas. Sus puntos clave incluían:
- Soberanía popular.
- Estado integral compatible con la autonomía de las regiones (posibilidad de crear gobiernos autónomos).
- Sufragio universal masculino y femenino (por primera vez en España).
- Amplia declaración de derechos y libertades públicas y privadas.
- Separación Iglesia-Estado, libertad de culto, matrimonio civil y divorcio.
La Constitución contó con escaso apoyo de los sectores conservadores y católicos, que la consideraron hostil a sus intereses y creencias.
Las Grandes Reformas
Bajo la presidencia de la República de Niceto Alcalá-Zamora y con Manuel Azaña como jefe de gobierno, se emprendieron importantes reformas:
- Reforma militar: Buscaba modernizar el ejército y asegurar su lealtad al régimen republicano.
- Separación Iglesia-Estado: Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas, Ley del Divorcio.
- Reforma territorial: Aprobación del Estatuto de Autonomía de Cataluña (1932).
- Reforma agraria: Ley de Bases de la Reforma Agraria, que pretendía redistribuir la propiedad de la tierra, aunque su aplicación fue lenta y compleja.
- Reforma educativa: Impulso a la educación pública y laica.
Estas reformas encontraron fuerte resistencia en los sectores afectados (ejército conservador, Iglesia, grandes terratenientes) y generaron tensiones sociales.
El Bienio Conservador o Radical-Cedista (1933-1935)
El desgaste del gobierno, la lentitud de algunas reformas y la conflictividad social (insurrecciones anarquistas como la de Casas Viejas) llevaron a la caída de Azaña. La CNT y sectores socialistas denunciaron el autoritarismo gubernamental, mientras la derecha acusaba al gobierno de incapacidad para controlar el orden público. Alcalá-Zamora convocó nuevas elecciones el 19 de noviembre de 1933.
Fueron las primeras elecciones en las que pudieron votar las mujeres. La izquierda se presentó dividida, mientras los partidos de centro-derecha y derecha se agruparon o colaboraron, destacando la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), liderada por José María Gil-Robles, y el Partido Radical de Alejandro Lerroux. Ganaron las derechas y el centro-derecha.
Se formó un nuevo gobierno apoyado por el Partido Radical y la CEDA, que se propuso frenar o rectificar las reformas del bienio anterior, especialmente la agraria y la religiosa.
La Revolución de Octubre de 1934
En octubre de 1934, la entrada de tres ministros de la CEDA (partido visto con recelo por la izquierda por sus tendencias autoritarias y su cuestionamiento de la República) en el gobierno provocó una respuesta insurreccional por parte de sectores de la izquierda:
- En Asturias, una alianza obrera (socialistas, comunistas, anarquistas) declaró la revolución social, haciéndose con el control de la región durante dos semanas.
- En Cataluña, el presidente de la Generalitat, Lluís Companys, proclamó el Estado Catalán dentro de la República Federal Española.
Ambos movimientos fueron duramente reprimidos por el ejército, dirigido por el general Francisco Franco desde el Ministerio de la Guerra. La represión, especialmente en Asturias, fue muy violenta y dejó miles de detenidos.
La coalición gubernamental entró en crisis. Surgieron diferencias entre los partidos de derechas y escándalos de corrupción (caso del Estraperlo) salpicaron a ministros del Partido Radical. A finales de 1935, el presidente de la República, Alcalá-Zamora, decidió disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones para febrero de 1936.
El Frente Popular (Febrero-Julio 1936)
A las elecciones de febrero de 1936, las izquierdas (republicanos, socialistas, comunistas, POUM) se presentaron unidas en una coalición llamada Frente Popular. Su programa incluía la amnistía para los presos de la revolución de 1934 y reiniciar las reformas paralizadas durante el bienio conservador.
El Frente Popular ganó las elecciones por un estrecho margen. La victoria fue mal recibida por los sectores de derechas y los grupos más conservadores del ejército, que temían un proceso revolucionario. Se formó un gobierno presidido de nuevo por Manuel Azaña (quien luego pasaría a ser Presidente de la República, siendo sustituido por Santiago Casares Quiroga como jefe de gobierno).
El clima social y político se polarizó extremadamente. Hubo un aumento de la violencia política, huelgas, ocupaciones de tierras y enfrentamientos callejeros. Militares opuestos a la República (como los generales Mola, Sanjurjo y Franco) contactaron con grupos de extrema derecha (monárquicos, tradicionalistas carlistas y falangistas) para preparar un golpe de Estado.
El asesinato del diputado monárquico José Calvo Sotelo el 13 de julio de 1936, en represalia por el asesinato previo del teniente de la Guardia de Asalto José del Castillo, precipitó los acontecimientos. El 17 y 18 de julio de 1936 se produjo el levantamiento militar planeado, iniciado en Marruecos y extendido rápidamente a la península.
El golpe de Estado fracasó en su objetivo de controlar rápidamente todo el país, ya que no triunfó en las grandes ciudades (Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao) ni en las principales zonas industriales. El país quedó dividido en dos zonas enfrentadas, dando inicio a la Guerra Civil Española.
La Guerra Civil Española (1936-1939)
La guerra se prolongó durante casi tres años, desde julio de 1936 hasta abril de 1939, y dividió a España en dos bandos irreconciliables:
- Bando Republicano: Fiel al gobierno legítimo de la República. Apoyado socialmente por obreros, campesinos sin tierra, pequeña burguesía y sectores intelectuales. Recibió ayuda militar limitada de la Unión Soviética y las Brigadas Internacionales.
- Bando Sublevado (o Nacional): Liderado por los militares golpistas. Apoyado por las clases altas, propietarios agrarios, la Iglesia Católica, y sectores conservadores y de extrema derecha (monárquicos, carlistas, falangistas). Recibió un apoyo militar decisivo de la Alemania nazi y la Italia fascista.
La Zona Republicana
El jefe de gobierno, Santiago Casares Quiroga, dimitió al verse incapaz de sofocar la rebelión. Su sucesor, José Giral, decidió entregar armas a las milicias de los partidos y sindicatos de izquierda para defender la República.
Especialmente al principio de la guerra, en la zona republicana se desató un proceso revolucionario espontáneo, sobre todo donde las organizaciones obreras (CNT, UGT, POUM) eran más fuertes. Se formaron comités obreros que asumieron el poder local, se repartieron tierras, se colectivizaron fábricas e industrias, y hubo una fuerte ola de violencia anticlerical (quema de iglesias, asesinato de religiosos).
En septiembre de 1936, el socialista Largo Caballero formó un gobierno de unidad con el objetivo de organizar la defensa. Creó el Ejército Popular de la República para intentar unificar las diversas milicias bajo un mando único y coordinado, y priorizar el esfuerzo militar sobre la revolución.
Las tensiones internas entre las distintas facciones republicanas (socialistas, comunistas, anarquistas, republicanos) fueron constantes. Los comunistas, apoyados por la URSS, ganaron influencia y se enfrentaron a los anarquistas y al POUM (partido comunista antiestalinista), a quienes acusaban de entorpecer el esfuerzo bélico (sucesos de mayo de 1937 en Barcelona). Largo Caballero fue sustituido por Juan Negrín, quien, con el apoyo comunista, se centró en la resistencia militar a ultranza («resistir es vencer»). Intentó buscar una salida negociada mediante los «Trece Puntos de Negrín», pero su propuesta fue rechazada por Franco.
La Zona Sublevada
En la zona controlada por los sublevados, el poder fue asumido por los militares. Tras la muerte accidental de los generales Sanjurjo (líder inicial previsto del golpe) y Mola (el «director» de la conspiración), una Junta de Defensa Nacional nombró a Francisco Franco Generalísimo de los ejércitos y Jefe del Gobierno del Estado en octubre de 1936.
Franco concentró progresivamente todo el poder político y militar, estableciendo un Estado autoritario, centralista y de inspiración fascista:
- Se anularon todas las reformas republicanas.
- Se unificó por decreto a falangistas y tradicionalistas carlistas en un partido único: Falange Española Tradicionalista y de las JONS (FET y de las JONS).
- Se prohibieron todos los demás partidos políticos y sindicatos.
- Se impuso una dura represión contra los simpatizantes de la República.
- Se recuperó la hegemonía de la Iglesia Católica, que apoyó mayoritariamente al bando sublevado (calificando la guerra de «Cruzada»).
Gracias a la superioridad militar (mayor profesionalidad del ejército africanista, ayuda alemana e italiana) y a la unidad de mando, el bando sublevado fue conquistando territorios hasta lograr la derrota total de la República en abril de 1939.
Consecuencias de la Guerra
La Guerra Civil tuvo consecuencias devastadoras para España:
- Demográficas: Un elevado número de muertos (en combate, por la represión en ambas retaguardias, hambre, enfermedades) y cientos de miles de exiliados republicanos.
- Económicas: Destrucción de infraestructuras (viviendas, comunicaciones, industrias), disminución drástica de la producción agraria e industrial, y un enorme endeudamiento. El país tardaría décadas en recuperar los niveles económicos previos a la guerra.
- Sociales y políticas: Una profunda división y trauma en la sociedad española entre vencedores y vencidos. La victoria del bando sublevado supuso el fin de la experiencia democrática republicana y el inicio de una larga dictadura militar encabezada por Franco, que duraría hasta su muerte en 1975.