A partir de 1900, España consolidó su penetración en el norte de África. A España le correspondió el territorio del Rif. El interés por conseguir esta región venía estimulado tanto por intereses económicos como porque esta nueva adquisición conseguía que España se convirtiera de nuevo en una potencia colonial.
La Guerra del Rif y la Semana Trágica
La presencia de los españoles en esta área ocasionó ataques de los rifeños organizados en cábilas. Así, en 1909 España sufrió una gran derrota, lo que ocasionó que se aumentara el número de soldados, la mayoría de estos estaban casados y con hijos. Esto provocó un importante movimiento de protesta popular.
La movilización comenzó el 18 de julio en el puerto de Barcelona cuando las tropas iban a embarcar. El día 24 se constituyó un comité de huelga que organizó una para el día 26, pero esta huelga derivó en una revuelta popular que desbordó el objetivo inicial y acabó siendo un estallido espontáneo de todas las tensiones acumuladas.
Los incidentes en la calle se multiplicaron hasta llegar al incendio de más de 80 centros religiosos. Las autoridades respondieron declarando el estado de guerra, que acabaría controlado el 2 de agosto.
La represión posterior fue muy dura por parte del gobierno de Maura; se dictaron 17 condenas a muerte y solo se cumplieron 5. Esta represión levantó una oleada de protestas exigiendo la dimisión de Maura. Estas protestas consiguieron que se traspasase el gobierno a los liberales.
La Primera Guerra Mundial y sus Consecuencias en España
En el verano de 1914, estando al frente del gobierno Eduardo Dato, se produjo el estallido de la Primera Guerra Mundial. Dato decretó la neutralidad española. Esta situación supuso una extraordinaria oportunidad para la economía del país, puesto que esto les permitió exportar productos industriales, los cuales eran necesarios y se pagaba mucho por ellos, lo que hizo que las industrias hicieran grandes negocios.
Sin embargo, al dedicarse a la exportación, los precios interiores aumentaron, esto provocó un encarecimiento muy grande de la vida de las personas. También provocó protestas cada vez mayores que desembocaron en el movimiento huelguístico de 1917.
La Crisis de 1917
En 1917 se produjeron conflictos sociales y políticos en gran parte de Europa. En España, la coincidencia entre las graves dificultades del sistema político de la Restauración, el descontento militar y la conflictividad social provocaron una protesta generalizada de carácter antigubernamental.
El Descontento Militar
El ejército español contaba con un número excesivo de oficiales en relación con el de soldados. El hecho de que los ascensos se obtuvieran mayoritariamente por méritos de guerra agravaba la situación; además, esto provocaba el descenso del salario. Todo esto provocó un fuerte descontento entre los oficiales, lo que llevó a la creación de las Juntas de Defensa, las cuales reclamaban un aumento salarial y se oponían a los ascensos por méritos de guerra, reivindicando la antigüedad como único criterio. Ante la situación, el gobierno cedió a las demandas de las Juntas, cuya actividad fue tolerada.
La Crisis Política
La situación política no era menos grave. Dato había sido sustituido por el conde de Romanones, el cual cerró las Cortes. En 1917 volvió Dato y, a pesar de las reclamaciones, se negó a abrir las Cortes y, para más auge, aumentó la censura de prensa. Como reacción, se organizó en Barcelona una Asamblea de Parlamentarios que exigía la creación de un gobierno provisional que convocase Cortes Constituyentes para reformar el sistema político y descentralizar el Estado. El gobierno prohibió esta convocatoria, pero acabó celebrándose y fue disuelta por la Guardia Civil. El movimiento parlamentario no tuvo continuidad y desapareció sin haber conseguido la reforma constitucional.
La Huelga General de 1917
En 1916 ya se había producido un importante movimiento huelguista y, en marzo de 1917, las centrales sindicales CNT y UGT acordaron firmar un manifiesto conjunto en el que se instaba al gobierno a intervenir para contener los precios bajo la amenaza de convocar una huelga general. La tensión estalló en agosto de 1917 y la UGT y el PSOE decidieron llamar a la huelga general. La protesta adquirió un carácter político y revolucionario.
La huelga tuvo una incidencia muy desigual. Se produjeron incidentes importantes en muchos puntos del país donde se llegó a paralizar la vida ciudadana. Se declaró la ley marcial y se envió al ejército a aplacar el movimiento. La huelga general fracasó y no consiguió contar con el apoyo de amplios sectores, pero tuvo unas enormes consecuencias: debilitó aún más al régimen y radicalizó a la oposición.