La Revolución de 1917 y la Crisis del Sistema Político de la Restauración
Entre los años 1913 a 1917, el personaje más representativo de la tendencia conservadora fue Eduardo Dato, quien gobernó entre 1913 y 1915. La medida más importante del período fue la Ley de Mancomunidades (1913), que permitía cierta autonomía a las regiones. La tendencia liberal estuvo encabezada por el conde de Romanones, cuyo turno gobernó de 1915 a 1917, quien intentó frenar a la Conjunción Republicano-Socialista, abiertamente antidinástica.
En esta coyuntura política, el estallido de la I Guerra Mundial obligó a España a declararse neutral ante el conflicto. Era generalizado, dentro y fuera de España, el convencimiento de que el país no podía hacer frente a una guerra moderna con nuevas tácticas e instrumentos bélicos entre países industriales, fuera del alcance y la preparación del decimonónico ejército español. No obstante, España sufrió las consecuencias de la guerra: dividió y enfrentó a los españoles en dos bandos ideológicamente beligerantes (aliadófilos frente a germanófilos) y produjo una gran alteración económica, que traería muchas secuelas sociales.
En esta situación de decadencia del sistema se produjo la crisis de 1917. La gran conmoción revolucionaria de 1917 tuvo tres escenarios: el militar, el parlamentario y el social. Se inició con un movimiento militar reivindicativo en la península ante el trato desigual respecto a los africanistas. El Gobierno se plegó a las presiones de los militares organizados en Juntas de Defensa, y promulgó la Ley del Ejército de 1918 con la que las juntas lograban sus reivindicaciones y el Ejército volvía a ser el garante del régimen y del orden social, aunque también un elemento activo en la vida política.
Seguidamente, la crisis se manifestó en Cataluña, donde un grupo de parlamentarios federalistas liderados por Cambó, constituyeron un parlamento (Asamblea de Parlamentarios) que solicitó la autonomía para la región. Las discrepancias internas y la actuación de las fuerzas de orden público disolvieron la Asamblea.
Resueltas las anteriores, la crisis se manifestó con la primera huelga general de la historia de España, convocada por la UGT, la CNT, el PSOE y algunos sectores republicanos que protestaban por la inflación derivada de la Primera Guerra Mundial que afectaba trágicamente a las clases populares. La huelga se extendió por las zonas industriales del país, pero la mala organización hizo que el Ejército la sofocara tras duros enfrentamientos. Entre los miembros del comité de huelga figuraban los socialistas Julián Besteiro y Francisco Largo Caballero, detenidos y condenados a cadena perpetua, aunque salieron de la cárcel al año siguiente al ser elegidos diputados.
La Descomposición del Sistema (1918-1923)
A partir de la crisis de 1917, España entró en una fase de agudización de los problemas. La inestabilidad política, el auge del movimiento obrero y la lucha sindical, y, nuevamente, los fracasos coloniales en Marruecos hicieron inviable el sistema. Sus consecuencias fueron las que siguen:
- La formación de inestables gobiernos de concentración nacional (excepto socialistas y republicanos) débiles, favoreció el auge del nacionalismo catalán.
- El movimiento obrero, ante la inflación heredera de los años de bonanza vividos en la Gran Guerra, animado con el triunfo de la Revolución Rusa se radicalizó. Se hizo notar, en Barcelona con un aumento de las huelgas (huelga de La Canadiense, 1919) y el enfrentamiento entre patronos y sindicalistas en el conocido como pistolerismo patronal. Por otra parte, el terrorismo anarquista del que fue víctima el presidente del gobierno Eduardo Dato no cesaba de actuar.
- Por último, un nuevo fracaso, el desastre de Annual en 1921 frente a Abd el-Krim (13.000 bajas, dividió a la opinión pública española sobre la presencia colonial en Marruecos (cuestión de honor tras el 98). La investigación sobre las responsabilidades se plasmó en el expediente Picasso, que implicaba al mismo rey.
Estos graves problemas, que los gobiernos eran incapaces de afrontar, llevaron a la descomposición del sistema, que desaparecería con el golpe de Estado de Primo de Rivera (1923), que fue respaldado por Alfonso XIII al encargarle la formación de un gobierno.
Alfonso XIII y los Intentos de Regeneración del Sistema Político (1902-1917)
España a Comienzos del Siglo XX: Economía y Sociedad
Paradójicamente, tras el “Desastre del 98” asistimos a una reacción alcista de la economía, y a un crecimiento sostenido de la población y las ciudades, indicativos de una sociedad en progreso. El sector agrario se caracterizó por unas técnicas de cultivo arcaicas, una injusta estructura de la propiedad y una numerosa población activa. El desarrollo industrial destacó en la industria textil catalana, la siderúrgica vasca (Altos Hornos de Vizcaya, 1902) y en la industria agroalimentaria localizada en los grandes centros urbanos. Por su parte, la minería alcanzó una notable producción, muy controlada por compañías extranjeras. La sociedad estaba estratificada: la alta burguesía y la oligarquía agraria, fueron los sectores dominantes. El éxodo rural consolidó el proletariado industrial en la ciudad. En este contexto, se aprobarán las primeras leyes de carácter social (descanso dominical, derecho de huelga, jornada de 8 horas, etc.). Con la fundación del Instituto Nacional de Previsión, germinará el sistema de pensiones.
Causas del Fracaso Político de la Restauración
La coyuntura política de España en el primer tercio del siglo XX es herencia de los cambios experimentados con la Restauración de los Borbones en 1874. A continuación, describimos los acontecimientos más significativos:
- La inestabilidad política: Tras la muerte de los líderes fundadores Cánovas y Sagasta, la lucha por el liderazgo y la corrupción política provocaron la división interna de los partidos del turno. Entre los nuevos líderes destacamos a Maura y Eduardo Dato (partido conservador) y Canalejas (partido liberal fusionista).
- El descontento militar: La aparición, en 1905, de una caricatura antimilitarista en la revista satírica catalana ¡Cu-Cut! provocó el asalto de su sede por un grupo de oficiales (muy sensibles desde la pérdida de Cuba). El gobierno español, en lugar de castigar a los asaltantes, clausuró la revista y aprobó la Ley de Jurisdicciones por la que los delitos contra el Ejército y la Patria serían juzgados por tribunales militares. Esta ley constata el retroceso del poder civil respecto al militar.
- El terrorismo anarquista: El atentado real (1906). El atentado que sufrieron los reyes el día de su boda, ejecutado por el anarquista, Mateo Morral, puso de manifiesto, una vez más, el peligro que suponía el terrorismo anarquista autor de magnicidios tales como el que acabó con la vida de Cánovas en 1897 y que hará lo propio con la de Canalejas, en 1912 interrumpiendo sus presidencias.
- La ruptura del sistema de turno a partir de 1909: El embarque de reservistas para la guerra de Marruecos derivó en una huelga general, que terminó en disturbios con la quema de conventos y la construcción de barricadas en la conocida como Semana Trágica de Barcelona, en 1909. La dura represión ordenada por el gobierno de Maura que culminó con la muerte del activista pedagogo Francesc Ferrer i Guardia desencadenó una protesta que traspasó las fronteras al grito de ¡Maura, No! Ante dichas circunstancias, a pesar de los intentos de regeneración política, el líder conservador Maura (1907-1909) se vio obligado a dimitir. La toma del poder por Canalejas, líder de los liberales, supuso la ruptura del Pacto de El Pardo, acusado por los conservadores de contribuir a la dimisión de Maura. Durante su gobierno, Canalejas amplió el programa regeneracionista con el fin de atender las demandas sociales y políticas, en consecuencia, estableció el servicio militar obligatorio en tiempos de guerra y aprobó “Ley del Candado” con que frenó el poder de la iglesia,entre otras. Por su parte, la Conjunción Republicano-Socialista obtuvo un escaño para Pablo Iglesias, con lo que el movimiento obrero consiguió representación en las Cortes. Canalejas, víctima del terrorismo anarquista, será asesinado en 1912 interrumpiendo así su mandato.
- Ley de Mancomunidades: En los años siguientes el personaje más representativo de la tendencia conservadora fue Eduardo Dato. Gobernó entre 1913 y 1915. La medida más importante del período fue la Ley de Mancomunidades (1913), por la que se permitía cierta autonomía a las regiones. La tendencia liberal estuvo encabezada por el conde de Romanones cuyo turno gobernó de 1915 a 1917.
- Decreto de neutralidad y de no-intervención: El estallido de la I Guerra Mundial obligó a España a declararse neutral ante el conflicto: la preparación del decimonónico ejército español no podía hacer frente a una guerra moderna con nuevas tácticas y novedosos instrumentos bélicos. No obstante, la guerra enfrentó a los españoles en dos bandos ideológicamente beligerantes (aliadófilos frente a germanófilos) y produjo una gran alteración económica, que traería muchas secuelas sociales.
La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
Alfonso XIII. El Directorio Militar de Primo de Rivera. El 13 de septiembre de 1923 el capitán general de Cataluña Miguel Primo de Rivera dio un golpe de estado que triunfó, sin apenas oposición, con la indiferencia de la mayoría de los españoles. Solo una parte de la burguesía, especialmente la catalana, azotada por la violencia sindical y el pistolerismo anarquista, lo aplaudió. Alfonso XIII también lo aceptó y omitiendo la constitución aprobó el gobierno de militares (Directorio militar) presidido por Primo de Rivera permitiendo el cambio de una monarquía constitucional a una dictadura.
Entre las causas que motivaron el golpe de estado están el auge de los nacionalismos periféricos, especialmente en Cataluña, el descontento de los militares más intenso tras el desastre de Annual(1921), la guerra colonial en el Rif, el terrorismo anarquista y la agitación social promovida por el movimiento obrero.
El nuevo régimen suspendió las garantías constitucionales, disolvió las cortes, eliminó a los partidos políticos, estableció la censura de prensa, puso en manos militares el gobierno de las provincias y extendió a toda España una milicia armada formada por voluntarios de origen catalán con la misión de velar por la ley y el orden conocida como el Somatén Nacional. Además, Primo de Rivera fundó un partido propio con el fin de ampliar la base social de la dictadura y crear una plataforma política para el futuro. La Unión Patriótica, fundada en 1924, aspiró a convertirse en la columna vertebral del régimen.
Con un programa regeneracionista, el dictador declaró la guerra al caciquismo y, en esta línea, emprendió una reforma de la administración disolviendo ayuntamientos y diputaciones que pasaron a depender de la autoridad militar correspondiente.
Las fuerzas políticas sociales se presentaron divididas ante el nuevo régimen. Los sindicalistas, liderados por Largo Caballero estuvieron dispuestos a colaborar. Sin embargo, los anarquistas y comunistas fueron perseguidos. En la clandestinidad la facción revolucionaria anarquista fundó la FAI (Federación Anarquista Ibérica).
En septiembre de 1925, en coalición con el ejército francés, Primo de Rivera venció al líder rifeño Abd-el-Krim consiguiendo pacificar la zona (desembarco en la bahía de Alhucemas). A finales del mismo año, aprovechó su popularidad para hacer un cambio de gobierno sustituyendo a los militares por civiles (Directorio Civil). Con esta decisión, el general confirmó su propósito de permanecer en el poder, sin renunciar a la dictadura. En esta nueva etapa la dictadura desarrolló una importante política intervencionista en la economía. Se crearon monopolios estatales (telefónica, Iberia, Campsa) y se planificaron importantes obras públicas (carreteras, ferrocarriles, pantanos, etc.) que favorecieron el desarrollo de las industrias siderúrgica y cementera. En esta línea, también se establecieron aranceles a las importaciones. Aunque, los resultados fueron muy positivos para la economía y el empleo, los extraordinarios gastos generados endeudaron fuertemente al estado. En el mundo laboral, con el apoyo de la UGT, la Dictadura pudo crear una estructura corporativa para las relaciones patrón-obrero.
De esta manera, la prosperidad económica y la colaboración del socialismo sumado a la férrea disciplina impuesta tuvieron como resultado la estabilidad social con la disminución del número de huelgas.
Sin embargo, la decisión política de suprimir la Mancomunidad de Cataluña y el uso del catalán en actos oficiales tuvo como resultado la formación de un nacionalismo radical cuyo líder era Francés Maciá. De esta manera, la burguesía catalana que acogía con entusiasmo la dictadura, comenzó a retirarle su apoyo.
En esta misma línea, en 1927, el intento de elaborar una nueva Constitución de carácter autoritario y corporativo fue rechazado por los socialistas que también empiezan a distanciarse del régimen. El proyecto de constitución acabó siendo un rotundo fracaso político.
Con el fin de mostrar la modernización de España, en 1929 se celebraron dos magnos acontecimientos: la Exposición Iberoamericana, en Sevilla, y la Exposición Universal de Barcelona. Sin embargo, el éxito indiscutible de ambas no consiguió ocultar la decadencia de la Dictadura.
En dichas circunstancias, el 27 de enero de 1930 Miguel Primo de Rivera presentó su dimisión al rey.