Crisis de la Monarquía Borbónica y la Guerra de Independencia Española
Crisis de la monarquía borbónica: La reacción de la monarquía de Carlos IV frente a la Revolución Francesa fue declarar la guerra a Francia (1793-1795). La guerra fue un fracaso y, a partir de 1799, Manuel Godoy se alió con Napoleón para enfrentarse a Gran Bretaña, autorizando al ejército francés a atravesar España para atacar a Portugal (Tratado de Fontainebleau, 1807). El descontento de la población con las decisiones de Godoy provocó el estallido del Motín de Aranjuez (1808), que forzó la dimisión del ministro y la abdicación del rey en su hijo Fernando VII. Napoleón decidió convocar a Carlos IV y a Fernando VII en Bayona, donde ambos abdicaron, aceptando el nombramiento de su hermano José Bonaparte como Rey de España.
La Guerra de la Independencia (1808-1814)
Estos hechos provocaron la rebelión popular y el 2 de mayo de 1808 el pueblo de Madrid se levantó contra las tropas francesas. Se crearon juntas para dirigir la resistencia, coordinadas por una Junta Suprema. Mientras, los patriotas se organizaban en guerrillas para hostigar a los franceses. La campaña rusa en 1812 obligó a Napoleón a desplazar parte de su ejército a aquel país. La ayuda de las tropas británicas hizo que, a finales de 1813, los franceses se retirasen del territorio español. Se firmó el Tratado de Valençay y Fernando VII recuperó la corona, mientras Napoleón retiraba sus tropas de España.
Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812
El rey José I nunca fue aceptado y, en 1810, la Junta Central convocó unas Cortes en Cádiz, único territorio no ocupado por los franceses. Allí se reunieron representantes que defendieron ideas del liberalismo e impusieron sus opiniones al sector más absolutista. En 1812 se firmó una constitución que reflejaba los principios básicos del liberalismo político: soberanía nacional, división de poderes, sufragio universal masculino y una amplia declaración de derechos. También se aprobaron leyes que abolían el Antiguo Régimen. La situación bélica impidió aplicar todo lo legislado en Cádiz, y muchos deseaban volver a la situación de 1808.
El Trienio Liberal (1820-1823)
En 1820, el coronel Riego protagonizó un pronunciamiento que inauguró el Trienio Liberal (1820-1823). Fernando VII se vio obligado a acatar la Constitución de 1812, decretar una amnistía y convocar elecciones. Las nuevas Cortes, con mayoría de diputados liberales, crearon la Milicia Nacional, un cuerpo formado para defender el orden liberal.
Las Guerras Carlistas
Las Guerras Carlistas fueron una serie de guerras civiles. Enfrentaron a:
- Absolutistas-Carlistas: Defensores del Antiguo Régimen, católicos y partidarios de las formas de propiedad tradicionales.
- Liberales-Isabelinos: Aunque inicialmente su interés era la defensa del trono y sus privilegios, vieron en la unión con los sectores liberales la única forma de enfrentarse al carlismo.
La Primera Guerra Carlista duró siete años (1833-1840), con focos principales en el País Vasco, Navarra, Cataluña, Aragón y Valencia. El ejército liberal impuso su dominio y el Convenio de Vergara puso fin a la guerra, pero el carlismo se mantuvo a lo largo del siglo XIX.
La Monarquía Democrática
La Constitución de 1869 establecía la monarquía como forma de gobierno y hubo que buscar un rey entre las dinastías europeas. Amadeo de Saboya de Italia llegó a España a finales de 1870, contando con la oposición de los moderados, carlistas y la Iglesia.
La Economía Española en el Siglo XIX
La economía de un país comprende las actividades productivas que desarrollan sus habitantes en cada época histórica. Las principales son:
- La explotación de la tierra, es decir, la agricultura y la ganadería (sector primario).
- La industria y la energía (sector secundario).
- Los transportes, el comercio y los servicios (sector terciario).
En el siglo XIX, las principales actividades económicas en España eran la agricultura, la industria (junto con la artesanía), el comercio y los transportes. En comparación con otros países de su entorno (Gran Bretaña, Francia, Alemania), España era una nación muy atrasada. Las sucesivas guerras contra Francia (1808-1814), la guerra de independencia de las colonias americanas (1815-1828) y los gastos muy elevados dejaron al país endeudado.
La Agricultura y sus Transformaciones
La agricultura y la ganadería seguían ocupando a casi dos tercios de la población española. Se usaban métodos de cultivo tradicionales, transmitidos de generación en generación, sin apenas innovación ni mecanización. La producción agraria mejoró cuando, en este siglo, comenzaron a cultivarse nuevas tierras procedentes de la desamortización. Los productos más cultivados eran cereales, viñedo y olivo en secano, y frutas y hortalizas en zonas de regadío. La agricultura era principalmente para autoconsumo. El ganado más explotado era el porcino y el lanar. La propiedad pertenecía a las clases altas, nobleza, terratenientes e instituciones eclesiásticas, que controlaban dos tercios de las tierras cultivables.
Fases de la Industrialización
- 1ª Fase (1800-1830): Escaso crecimiento industrial. Las guerras contra Inglaterra y Francia absorben los caudales y producen inseguridad y destrucción. El hundimiento del sector agrario, la destrucción de las industrias fabriles y manufacturas, y el colapso de las relaciones comerciales con América son un grave lastre necesario de superar.
- 2ª Fase (1831-1855): Despegue industrial. Se produce la reconstrucción del sector textil catalán. También se sientan las bases de la producción siderúrgica. En los años 50 se produce el despliegue de la minería andaluza y comienza el ferrocarril.
- 3ª Fase (1856-1875): Consolidación. Se produce un reforzamiento de la producción textil y minera. Tiene lugar el despliegue definitivo de la siderurgia y el ferrocarril, aunque la primera no alcanza su plenitud hasta el primer tercio del siglo XX.