La Crisis del Antiguo Régimen en España (1808-1833): De la Guerra de Independencia al Conflicto Dinástico
Durante los reinados de Carlos IV y Fernando VII, España experimentó la profunda crisis del Antiguo Régimen y los primeros intentos de instaurar una Revolución Liberal. El país se vio inmerso en los conflictos derivados de la Revolución Francesa y las Guerras Napoleónicas, sufriendo la invasión francesa. Este periodo se caracterizó por el enfrentamiento entre el Absolutismo y el Liberalismo.
La Crisis de 1808 y la Guerra de la Independencia
La crisis del Antiguo Régimen en España se desencadenó por varios factores:
- La Revolución Francesa: La Revolución Francesa generó inquietud en España. Algunos ilustrados españoles vieron en ella una oportunidad para acelerar las reformas, mientras que el gobierno de Floridablanca optó por cerrar las fronteras y evitar cualquier contacto con Francia.
- El desprestigio del gobierno español: La figura de Manuel Godoy, valido de Carlos IV, acumuló un gran desprestigio. Su política exterior, marcada por la alianza con la Francia revolucionaria, llevó a España a entrar en conflicto con Inglaterra.
Acontecimientos clave:
- Tratado de Fontainebleau (1807): Godoy, buscando una alianza con Napoleón, firmó este tratado que permitía el paso de las tropas francesas por España con el pretexto de conquistar Portugal. Sin embargo, la verdadera intención de Napoleón era ocupar España.
- Motín de Aranjuez (1808): Este levantamiento popular, instigado por los partidarios del príncipe Fernando, provocó la caída de Godoy y la abdicación de Carlos IV en su hijo, Fernando VII.
- Abdicaciones de Bayona (1808): Napoleón, aprovechando la crisis dinástica española, atrajo a Carlos IV y Fernando VII a Bayona (Francia), donde les obligó a abdicar en favor de su hermano, José I Bonaparte.
Reacción popular y Guerra de Independencia:
El pueblo español percibió las abdicaciones de Bayona como una usurpación. El 2 de mayo de 1808, el pueblo de Madrid se levantó contra los franceses, desencadenando una brutal represión. Se formaron juntas locales, gobiernos populares y espontáneos, que organizaron la resistencia. Así comenzó la Guerra de Independencia (1808-1814).
Durante la guerra, coexistieron dos poderes en España:
- José I Bonaparte: Apoyado por los ocupantes franceses y por algunos ilustrados españoles («afrancesados») que creían que traería la modernidad a España. José I promulgó el Estatuto de Bayona, una carta otorgada que introducía algunas reformas liberales.
- La resistencia española: Organizada en torno a las juntas locales y, posteriormente, a la Junta Central Suprema. En esta resistencia confluyeron absolutistas y liberales, unidos por la defensa de la legitimidad de Fernando VII y apoyados por Portugal y el ejército británico dirigido por el Duque de Wellington.
Fases de la Guerra de Independencia:
- Mayo-noviembre de 1808: Los franceses avanzan, pero la resistencia española, especialmente en los sitios de Zaragoza y Gerona, les obliga a replegarse y abandonar Madrid.
- Noviembre de 1808 – 1812: Napoleón llega a España con un gran ejército y ocupa casi toda la Península. La guerra se vuelve favorable a los franceses, pero la acción de la guerrilla española dificulta la ocupación.
- 1812-1814: Napoleón retira tropas de España para la campaña de Rusia. Wellington inicia la ofensiva desde Portugal, derrota a los franceses en la batalla de Los Arapiles (1812) y los persigue hasta los Pirineos. La derrota de Napoleón en Europa sella el fin de la guerra en España.
La Revolución Liberal: Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812
La Guerra de Independencia creó un vacío de poder que propició una revolución política. La ausencia del rey y la necesidad de organizar la resistencia favorecieron la aparición de nuevas formas de organización política.
En las ciudades sublevadas se formaron Juntas, compuestas por militares, clérigos y cargos públicos municipales. Estas juntas asumieron el poder, organizaron la defensa y coordinaron sus acciones a través de una Junta Central Suprema, que actuó como gobierno de la España patriota.
La Junta Central convocó Cortes en Cádiz en 1810. Estas Cortes fueron especiales:
- Se reunieron en una sola asamblea, no por estamentos como era tradicional.
- Tenían derecho a voto los varones mayores de 25 años.
- La ciudad de Cádiz, con una importante burguesía, influyó en la composición de las Cortes.
En las Cortes de Cádiz se distinguieron tres tendencias ideológicas:
- Absolutistas: Defendían la soberanía del rey y el mantenimiento del Antiguo Régimen.
- Reformistas (o jovellanistas): Partidarios de reformas moderadas, inspiradas en el modelo británico.
- Liberales: Aunque no eran mayoría, tenían objetivos claros y lograron imponer sus criterios. Defendían la soberanía nacional, la división de poderes y una constitución escrita.
Las Cortes de Cádiz llevaron a cabo importantes reformas:
- Decreto de Soberanía Nacional (1810).
- Decreto de libertad de imprenta.
- Abolición de la tortura.
- Supresión del régimen señorial (feudalismo).
- Reforma de la elección de los ayuntamientos.
- Supresión de la Inquisición.
La obra cumbre de las Cortes fue la Constitución de 1812, conocida como «La Pepa». Sus principios esenciales eran:
- Soberanía nacional (Art. 3).
- Separación de poderes: Legislativo (Cortes), ejecutivo (Rey) y judicial (tribunales).
- Sufragio universal masculino indirecto para la elección de los diputados a Cortes.
- Monarquía moderada: El rey tenía poder ejecutivo, pero su persona era «sagrada e inviolable».
- Libertad económica: Supresión de los gremios y libertad de comercio e industria.
- Confesionalidad católica del Estado: El catolicismo era la religión oficial y «única verdadera».
El Reinado de Fernando VII: Etapas y Conflictos
Restauración y Sexenio Absolutista (1814-1820)
Tras la Guerra de Independencia, Fernando VII regresó a España en 1814 por el Tratado de Valençay. En lugar de jurar la Constitución de 1812, se dirigió a Valencia, donde recibió el Manifiesto de los Persas, un documento en el que un grupo de diputados absolutistas le pedían que restaurara el absolutismo.
Fernando VII, atendiendo a estas peticiones, promulgó el Decreto de Valencia (1814), que anulaba la Constitución de 1812 y toda la obra legislativa de las Cortes de Cádiz. Se restauró el absolutismo, la Inquisición, el régimen señorial y los antiguos Consejos. Se suprimió la libertad de prensa.
Este periodo se caracterizó por la inestabilidad. España estaba arruinada tras la guerra, y la Hacienda Real se encontraba en una situación crítica. Fernando VII y su camarilla gobernaron de forma arbitraria, ignorando los problemas del país.
El descontento se manifestó en el ejército a través de pronunciamientos, levantamientos militares que buscaban derrocar al rey o forzarle a cambiar de política.
El Trienio Liberal (1820-1823)
En 1820, el pronunciamiento del comandante Rafael del Riego en Cabezas de San Juan (Sevilla) triunfó. Fernando VII se vio obligado a jurar la Constitución de 1812, dando inicio al Trienio Liberal.
Durante este periodo, se restauraron las leyes aprobadas en Cádiz: abolición del régimen señorial y de los mayorazgos, supresión de la Inquisición, libertad de imprenta, creación de la Milicia Nacional (un cuerpo de ciudadanos armados para defender la Constitución). Se sentaron las bases para las futuras desamortizaciones de los bienes de la Iglesia.
Sin embargo, el Trienio Liberal se enfrentó a una fuerte oposición:
- División de los liberales: Se dividieron en moderados (o doceañistas, partidarios de reformas más graduales) y exaltados (o veinteañistas, que defendían reformas más radicales).
- Oposición del rey: Fernando VII utilizó todos los mecanismos que le permitía la Constitución para obstaculizar su aplicación.
- Oposición absolutista: Se organizó tanto dentro como fuera de España.
En 1823, la Santa Alianza (una coalición de potencias absolutistas europeas) decidió intervenir en España. El Congreso de Verona autorizó a Francia a enviar un ejército, los Cien Mil Hijos de San Luis, al mando del Duque de Angulema. Este ejército entró en España y, sin apenas resistencia, restableció a Fernando VII como rey absoluto.
La Década Absolutista u Ominosa (1823-1833)
Fernando VII anuló nuevamente la Constitución de 1812 e inició una dura represión contra los liberales. Sin embargo, presionado por las potencias europeas, evitó un baño de sangre y adoptó una política más cercana al Despotismo Ilustrado, introduciendo algunas reformas administrativas.
Esta política le granjeó la oposición tanto de los liberales como de los absolutistas más radicales (los «apostólicos»).
La pérdida de las colonias americanas agravó la crisis económica y financiera del país.
En 1827, los grupos conservadores se levantaron contra el rey (Guerra de los Agraviados o Malcontents), llegando a controlar parte de Cataluña. Fernando VII tuvo que desplazarse a Cataluña para sofocar la rebelión.
Los liberales, desde el exilio, intentaron derrocar a Fernando VII mediante pronunciamientos y desembarcos, pero fracasaron. Destacan la ejecución de Mariana Pineda en Granada (1831) y el fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en Málaga (1831).
El problema sucesorio:
Al final de su reinado, Fernando VII se enfrentó al problema sucesorio. Casado en cuartas nupcias con María Cristina de Borbón, en 1830 se publicó la Pragmática Sanción de 1789, que derogaba la Ley Sálica (que impedía reinar a las mujeres) y permitía que su hija, la futura Isabel II, pudiera reinar. Esta Pragmática Sanción había sido aprobada por Carlos IV en 1789, pero no se había llegado a promulgar debido al estallido de la Revolución Francesa.
Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII y hasta entonces heredero al trono, reclamó sus derechos sucesorios.
En 1832, tuvieron lugar los Sucesos de La Granja: aprovechando una enfermedad de Fernando VII, los absolutistas le convencieron para que firmara la derogación de la Pragmática Sanción. Sin embargo, tras recuperarse, el rey revocó el documento, cambió el gobierno y confirmó a su hija Isabel como heredera.
A la muerte de Fernando VII en 1833, Isabel II, con solo tres años, fue proclamada reina. Su madre, María Cristina, actuó como Reina Gobernadora durante su minoría de edad.
Este conflicto dinástico entre Carlos María Isidro e Isabel II desencadenó la Primera Guerra Carlista (1833-1840), una guerra civil que enfrentó a los partidarios del absolutismo (carlistas) y los defensores del liberalismo (isabelinos o cristinos). La Reina Gobernadora María Cristina tuvo que buscar el apoyo de los liberales moderados para defender los derechos de su hija, lo que aceleró la transición hacia un régimen liberal en España.