1- La España de los Austrias Menores: El Gobierno de los Validos
Durante el reinado de los Austrias Menores, el Imperio Hispánico sufrió una profunda crisis debido a las continuas guerras. En este contexto surgieron los validos, aristócratas en quienes el rey depositaba plena confianza y que gobernaban al margen del sistema institucional de la monarquía. Este nuevo sistema provocó un aumento de la corrupción. Los validos aprovecharon su poder para obtener cargos, pensiones y mercedes para sus familiares, generando críticas de los letrados y la aristocracia privilegiada. La situación llegó a tal punto que se vendían cargos de regidores en ciudades, escribanías y otros oficios menores, incluso puestos en los consejos, convirtiéndose algunos en hereditarios.
Reyes del Siglo XVII
- Felipe III: Su valido fue el Duque de Lerma. Heredó de su padre enormes deudas y guerras, y su reinado se caracterizó por un intento de pacifismo, aunque finalmente se vio envuelto en la Guerra de los Treinta Años. En 1609 decretó la expulsión de los moriscos, afectando a los reinos de Aragón y Valencia, y provocando desplazamientos de población y falta de mano de obra.
- Felipe IV: Junto a su valido, el Conde-Duque de Olivares, intentó restaurar el peso de la monarquía hispana en Europa. Se vio envuelto en varias guerras con las grandes potencias emergentes. Estos conflictos culminaron con la Paz de Westfalia, que reconoció la independencia de Holanda y la superioridad de Francia, suponiendo una derrota para España y la pérdida de territorios catalanes.
- Carlos II: Gobernó con su madre, Mariana de Austria, y los validos Nithard y Valenzuela, delegando en ellos gran parte de su poder. Al final de su reinado, los intentos de regeneración del país por parte de sus validos se vieron enfrentados a las ambiciones de franceses y austriacos, que aspiraban a ocupar el trono español.
2- La España de los Austrias Menores: Conflictos Internos y Crisis Política
Para financiar las guerras, Olivares impuso reformas para aumentar los recursos de la Corona, lo que implicaba una unificación y colaboración de los territorios españoles. Celosos de sus fueros, los reinos periféricos se opusieron. Cataluña se levantó en armas, con ayuda francesa, logrando una independencia efímera, hasta que fue sometida por la fuerza por Felipe IV. Portugal, históricamente opuesto a la política de Castilla, proclamó rey al Duque de Braganza en Cortes. Con ayuda de Inglaterra y Francia, los intentos de recuperar Portugal fracasaron, consiguiendo su independencia. Hubo intentos de sublevación en Andalucía y Aragón, pero ambos fracasaron. La política de Olivares, en lugar de unificar, generó mayor descontento. Los objetivos de unidad y fortalecimiento solo se lograrían con la nueva dinastía borbónica en el siglo XVIII.
3- Política Exterior: El Ocaso de la Hegemonía Habsburgo y la Paz de Westfalia
El siglo XVII, conocido como el “Siglo de Hierro”, estuvo marcado por constantes guerras. La Paz de Westfalia (1648) puso fin a la Guerra de los Treinta Años. Este tratado significó el triunfo de una “Europa horizontal”, basada en monarquías independientes y el equilibrio diplomático-militar, y la derrota de la idea de una “Europa vertical”, subordinada al Emperador y el Papa. La Paz de Westfalia marcó el fin de la hegemonía de los Habsburgo en Europa.
El reinado de Felipe III fue relativamente pacífico, debido al agotamiento de España y sus enemigos tras continuas guerras, firmando la Tregua de los Doce Años. Con Felipe IV y su valido, el Conde-Duque de Olivares, España volvió a implicarse en los grandes conflictos europeos, participando en la Guerra de los Treinta Años, apoyando a los Habsburgo de Viena y a los príncipes alemanes. El fin de la Tregua de los Doce Años añadió un nuevo frente al conflicto. Aunque inicialmente los Habsburgo obtuvieron victorias, pronto sufrieron derrotas repetidas. La debilidad de los Habsburgo llevó al Tratado de Westfalia, que finalizó la Guerra de los Treinta Años y en el que España reconoció la independencia de Holanda. La Paz de Westfalia no marcó el fin de las hostilidades. En la Paz de los Pirineos, Felipe IV aceptó importantes cesiones territoriales a Francia. Carlos II fue incapaz de frenar el expansionismo francés, cediendo más territorios. Su muerte provocó la Guerra de Sucesión Española, un conflicto europeo general por el trono español. La Paz de Utrecht significó el fin del Imperio Español en Europa.