España en la era Napoleónica: Guerra y Revolución Liberal

1. La Guerra de la Independencia Española (1808-1814)

1.1. Carácter de la guerra

Entre 1808 y 1814, España se vio inmersa en una guerra contra los invasores franceses que puede ser considerada desde diversas perspectivas:

a. Guerra nacional de liberación: la guerrilla

La mayoría de los españoles, conocidos como patriotas, empuñaron las armas en defensa de la patria contra los invasores extranjeros franceses. Puede, por tanto, ser considerada como la primera contienda nacionalista de los tiempos contemporáneos. La forma de lucha popular más destacada fue la guerrilla: grupos o partidas de patriotas que, aprovechando las condiciones agrestes del terreno, atacaban por sorpresa a los franceses (emboscadas). Entre los jefes guerrilleros más conocidos estarían el cura Merino y Juan Martín Díaz «el Empecinado». En la resistencia contra el invasor, dos ciudades inmortalizan su nombre: Zaragoza, defendida por el general Palafox, y Gerona, al mando del general Álvarez de Castro, que durante meses resistieron el sitio (asedio) al que fueron sometidas por las tropas francesas.

b. Guerra civil: patriotas y afrancesados

Pese a que la mayor parte de los españoles estaba en contra de la dominación francesa, hubo una minoría de intelectuales ilustrados que admiraba a Napoleón y consideraba que sólo los franceses podrían modernizar España y acabar con las lacras del Antiguo Régimen. Estos eran los afrancesados, que prestaron su apoyo al nuevo monarca, José I Bonaparte, aceptando las renuncias de Bayona y el Estatuto de Bayona. Entre ellos destacaron personalidades como Goya.

c. Guerra internacional: la intervención inglesa

En la guerra no sólo intervinieron los españoles, sino también tropas de otros países, como Portugal y, sobre todo, Gran Bretaña, la gran rival de la Francia napoleónica. Tropas inglesas, al mando del duque de Wellington, desembarcaron en Portugal y colaboraron con las españolas en la lucha contra los ejércitos franceses. Su ayuda resultó fundamental en la derrota definitiva de Napoleón en nuestro país. Consideremos también que la Guerra de la Independencia Española se encuadra en los múltiples enfrentamientos que por entonces mantenían las naciones europeas coaligadas contra el emperador francés.

1.2. Aspectos importantes de la guerra

Aspectos importantes a destacar son también lo que llamaríamos la actitud de las clases sociales y la organización del poder político en el transcurso de la misma.

a. La actitud de las clases sociales ante la guerra

Como ya hemos dicho, la actitud de la mayoría de los españoles, los patriotas, ante la invasión francesa fue de rechazo y oposición. Sin embargo, las motivaciones de cada uno de los sectores sociales eran diferentes:

  • Las clases populares: reaccionaron de forma espontánea y violenta frente a la presencia francesa (levantamiento del pueblo de Madrid, 2 de mayo de 1808). No reconocieron las renuncias de Bayona ni, por consiguiente, a José I Bonaparte como legítimo rey de España. Lucharon también en defensa de la tradición y de la religión frente a la impiedad revolucionaria que encarnaban los franceses.
  • La burguesía: también se opuso a la dominación francesa, pero no solo por defender el patriotismo. Lucharon, en uso de la soberanía que la ausencia de los legítimos monarcas les confería, por instaurar en España un régimen constitucional.
  • La nobleza y el clero no reconocieron las renuncias de Bayona ni a José I porque defendían el orden institucional del Antiguo Régimen, el único que garantizaba sus privilegios.
  • Frente a todos ellos, los afrancesados, una minoría de nobles, clérigos e intelectuales, tenían confianza en las reformas que el nuevo monarca francés realizaría en el país y que pondrían fin a su atraso secular (de siglos). Entre ellos, el ya citado Goya, y otros como Fernández de Moratín y Meléndez Valdés.

b. La organización del poder político

En España convivieron dos poderes simultáneos (paralelos).

1.3. Las fases de la Guerra

La Guerra de la Independencia, para su estudio, se suele dividir en las siguientes fases:

a. Entre mayo de 1808 y noviembre de 1808: invasión y resistencia

La entrada de tropas francesas en el país, la salida de la familia real y las renuncias de Bayona provocaron levantamientos populares en diversas ciudades españolas, como, por ejemplo, el de Madrid del 2 de mayo. La intención de Napoleón era dominar rápidamente la Península y sus principales vías de comunicación. Con tal fin, entre 170.000 y 250.000 soldados franceses se desplegaron por España.

La resistencia popular y la actuación de los ejércitos españoles hicieron fracasar los planes del emperador. Ciudades como Zaragoza y Gerona impidieron el avance rápido de los franceses, que sufrieron una fuerte derrota en la batalla de Bailén (Jaén, zona de Sierra Morena), frente a las tropas del general Castaños. Era la primera derrota sufrida por los ejércitos napoleónicos en Europa. A consecuencia de la misma, los franceses tuvieron que replegarse hacia el norte, hasta el otro lado del Ebro; José I tuvo que abandonar Madrid y establecer su corte en Vitoria. Todo esto supuso una afrenta para Napoleón, que se vio forzado a intervenir personalmente en España.

b. Entre noviembre de 1808 y principios de 1812: dominio francés

Napoleón llegó a España con un ejército de aproximadamente 200.000 hombres. Los franceses vencieron a las tropas españolas en la batalla de Ocaña y se adueñaron de toda la península en pocos meses, salvo Cádiz y Lisboa. José I volvió a Madrid, recuperó el trono e intentó gobernar de acuerdo con el Estatuto de Bayona y la colaboración de los afrancesados españoles.

Sin embargo, el dominio de los franceses estaba limitado exclusivamente a las ciudades. En las zonas rurales, la guerra continuó por la actividad de la guerrilla: ejércitos improvisados, formados por antiguos militares, campesinos y bandoleros, sin uniforme ni ordenanzas, que actuaban en pequeños grupos y que tenían a su favor el conocimiento del terreno. Esto les permitía atacar a los franceses en los puntos más vulnerables, dificultando el abastecimiento de alimentos y armas de los franceses y el ejercicio de un dominio absoluto del territorio.

c. Entre principios de 1812 y diciembre de 1813: retirada francesa

A partir de 1811, la presencia militar de los franceses se debilitó en España. Esto se debió a que Napoleón retiró tropas de nuestro país para formar un gran ejército, la Gran Armada (Grande Armée), con soldados procedentes de todos los lugares de Europa para conquistar Rusia.

Esa circunstancia permitió a las tropas españolas pasar a la ofensiva con ayuda de los ingleses, que, dirigidos por el duque de Wellington, habían desembarcado en Portugal.
Las fuerzas angloespañolas, en julio de 1812, vencieron a las francesas en Arapiles (Salamanca). Se inició así el repliegue definitivo de los ejércitos de Napoleón y José I tuvo que abandonar España. En diciembre de 1813, tras las derrotas en Vitoria y San Marcial (Guipúzcoa), Napoleón, mediante el Tratado de Valençay, devolvió el trono de España a Fernando VII. Acababa de ese modo oficialmente la Guerra de la Independencia en España.

1.4. Balance económico-social de la Guerra de la Independencia

Como consecuencia de la guerra, el país quedó desecho. Pese a que no se disponen de cifras exactas, las pérdidas humanas y materiales fueron muy importantes, lo que se tradujo en una situación económica crítica, agravada por la paralización del comercio con América, pilar básico de la economía española de la época. La guerra peninsular contra los franceses fue aprovechada por la burguesía criolla española para poner las bases de su independencia.
A la pérdida de los mercados americanos se unía el colapso del mercado interior, a causa de las deficiencias de las vías de transporte, destrozadas por la guerra, y los innumerables impuestos. Asimismo, la contienda supuso la bancarrota del Estado y, con ello, el incremento de los desempleados públicos y la miseria de buena parte de la población.
La Guerra de la Independencia constituye uno de los acontecimientos más importantes de nuestra historia contemporánea. Por un lado, contribuyó de forma decisiva a la caída del imperio napoleónico, pues la derrota del emperador francés precipitó su final. Por otro lado, la ausencia del legítimo monarca Fernando VII brindó a los patriotas españoles la ocasión de llevar a cabo una auténtica revolución política. Esa revolución iba a tener lugar en Cádiz, única ciudad importante a salvo del dominio francés. Allí, durante los años de la contienda, unos diputados reunidos en Cortes iban a poner fin al Antiguo Régimen (absolutismo y organización social estamental), sustituyéndolo por un sistema liberal basado en la igualdad ante la ley y en el respeto a los derechos y libertades individuales, principios que serían recogidos en la Constitución de 1812.

2. Los comienzos de la Revolución Liberal: La Constitución de 1812

2.1. Convocatoria de las Cortes

Las Cortes gaditanas, convocadas por el Consejo de Regencia, que representaba al legítimo monarca Fernando VII, se reunieron entre septiembre de 1810 y septiembre de 1813. Estuvieron compuestas por representantes de todas las regiones españolas, incluso de las colonias americanas, aunque al principio, por las circunstancias bélicas, la mayoría eran gaditanos. Estos diputados, cuyo número osciló entre los 100 y los 223, eran sobre todo eclesiásticos, funcionarios, abogados, militares, profesionales liberales y elementos de la aristocracia; curiosamente, no había representantes de las clases populares (trabajadores de talleres, campesinos) ni, por supuesto, del sexo femenino. Puede decirse que la clase media fue la protagonista de las Cortes de Cádiz.

2.2. Los grupos ideológicos que componían las Cortes

Pronto, entre los diputados se perfilaron diversos grupos con planteamientos políticos e ideológicos:

a. Los liberales

Llamados así por ser partidarios sus miembros de las libertades individuales y, sobre todo, de la libertad de imprenta. Con el tiempo se les llamó doceañistas, porque serían los principales promotores de la Constitución de 1812. Proponían sustituir el régimen absolutista por uno nuevo en el que se garantizaran las libertades y derechos del individuo, la igualdad ante la ley y los impuestos, la soberanía de la nación, la separación de poderes, etc.
En este grupo, mayoritario, compuesto por intelectuales de la burguesía y clases medias (abogados, médicos, profesores, elementos del clero urbano, unos pocos funcionarios, etc.), destacan personalidades como Diego Muñoz Torrero (sacerdote, diputado por Extremadura); Agustín Argüelles, Manuel Luis Quintana, el conde de Toreno, García Herreros, Juan Nicasio Gallego, etc.

b. Los absolutistas

También denominados serviles, defensores del poder absoluto; eran contrarios a cualquier reforma que alterase el orden social y jurídico del Antiguo Régimen. Constituían una minoría de diputados, casi todos ellos pertenecientes a la aristocracia y al alto clero.

c. Los ilustrados

Pretendían reformas moderadas, pero sin cambiar el sistema absolutista, conservando las instituciones tradicionales. Es como una vía media entre los dos anteriores. Formado por un grupo heterogéneo, entre los que se encontraban algunos intelectuales formados en las ideas reformistas del siglo XVIII, del Despotismo Ilustrado. Entre sus representantes resaltan Gaspar Melchor de Jovellanos y Pérez Villamil.

2.3. La obra legislativa de las Cortes de Cádiz

La obra legislativa de las Cortes de Cádiz se concreta en numerosos decretos que hacen desaparecer las viejas instituciones del Antiguo Régimen y, la principal, la Constitución de 1812.

a. Los decretos de abolición del Antiguo Régimen

Tienen como objetivo fundamental eliminar las bases del mismo. Los diputados, haciendo uso de la soberanía nacional y en nombre del legítimo rey ausente Fernando VII, retenido en contra de su voluntad por Napoleón en Francia, decretaron:

  1. La libertad de prensa: desaparece la censura política y se reconoce la libertad de expresión.
  2. La supresión de los señoríos jurisdiccionales (todos los derechos que tenían la nobleza y la Iglesia sobre numerosos territorios de España: derechos fiscales, jurídicos, administrativos). Los campesinos quedaron liberados de la dependencia personal que hasta entonces tenían respecto de sus señores.
  3. La desaparición de los gremios: organizaciones de oficios que constituían un obstáculo para la modernización industrial.
  4. La desaparición de las aduanas interiores, con lo que se favorecía el comercio entre las distintas regiones españolas.
  5. La eliminación del Honrado Concejo de la Mesta (organización medieval de ganaderos castellanos), cuyos privilegios habían impedido el desarrollo agrícola.
  6. La abolición del tribunal eclesiástico de la Inquisición, encargado durante siglos de la represión de los herejes y opositores al régimen en España. Sus actuaciones habían dificultado, además, la libertad de pensamiento y el progreso.
  7. También se debatió una nueva reorganización u ordenación administrativa del territorio. Los catalanes mostraron su disconformidad con un proyecto centralizador, inspirado en el modelo departamental francés.
  8. Las propiedades de los afrancesados, las de las órdenes militares disueltas y las de otras comunidades religiosas (conventos y monasterios destruidos por la guerra) se convirtieron en bienes nacionales y fueron vendidas en pública subasta para aliviar las deudas del Estado. Se proseguía así la desamortización.

Todas estas reformas apenas se aplicaron por la guerra y por el rápido restablecimiento del Antiguo Régimen; sin embargo, constituyeron durante décadas las bases del programa político de los liberales.

b. La Constitución de 1812

Fue la obra más importante realizada por las Cortes de Cádiz. Es conocida popularmente como «La Pepa«, por el día de su aprobación: 19 de marzo de 1812, festividad de San José.

Análisis de su contenido

Se trata de un texto muy extenso, 384 artículos, que dan forma a un nuevo modelo de Estado, el liberal. Entre sus aspectos más importantes destacaríamos:

  • El concepto de Estado: la forma de Estado establecida es la monarquía constitucional.
  • La división de poderes: el ejecutivo corresponderá al rey y al gobierno; el legislativo, a las Cortes y al rey; y el judicial, a los tribunales establecidos por la ley. Los poderes del rey quedan muy limitados: el monarca no puede ordenar su suspensión, ni su disolución, ni establecer contribuciones sin el consentimiento de las Cortes.
  • Las Cortes se convertirán en la principal institución del Estado por representar, junto con el monarca, la soberanía y la voluntad de la nación. A ellas corresponde no sólo elaborar las leyes, sino también intervenir en la sucesión de la Corona (designación de regente), otorgar al monarca permiso para contraer matrimonio, aprobar los tratados internacionales, establecer la política tributaria y militar, y proteger los derechos individuales y colectivos (imprenta). Estaban formadas por una sola cámara (Cortes unicamerales), cuyos miembros (diputados) eran elegidos por dos años mediante sufragio censitario (había que acreditar un determinado nivel de renta anual), entre los varones naturales de la correspondiente provincia, mayores de 25 años. Los diputados eran inviolables en el ejercicio de sus funciones (inmunidad parlamentaria).
  • La religión católica es declarada como la única y oficial del Estado; y su sentido religioso aparece nada más comenzar la misma: «En nombre de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, autor y supremo legislador de la sociedad».
  • Los derechos individuales: están garantizados en el texto constitucional. Aunque carece de una declaración de derechos individuales, salvo la libertad religiosa, se reconocen derechos fundamentales como los que se refieren a la igualdad jurídica, la inviolabilidad del domicilio, la libertad de imprenta para los libros no religiosos, la propiedad individual, etc.
  • La Constitución de 1812 establecía también la democratización de la vida municipal. Las corporaciones municipales (Ayuntamientos) serían renovadas anualmente y sus miembros (alcaldes y regidores o concejales) elegidos por sufragio universal masculino.
  • Se crea la Milicia Nacional, un cuerpo armado de carácter civil, independiente del ejército, encargado de defender las normas y principios constitucionales.
Valoración de esta Constitución

La Constitución de 1812 podemos considerarla de gran importancia por varias razones:

  1. Es la primera Constitución de nuestra historia y punto de referencia de otras que se promulgarán posteriormente.
  2. Con ella se ponía fin al Antiguo Régimen (se acababa con el absolutismo y los privilegios estamentales) y se sentaban las bases de una nueva concepción de la política y de la sociedad (soberanía nacional, separación de poderes, reconocimiento de derechos, etc.).
  3. Supo armonizar (unir) el espíritu liberal y democrático de los nuevos tiempos con la tradición monárquica y católica del país.
  4. Su influencia en Europa fue muy importante, especialmente en algunos estados italianos, como Nápoles, y también en Hispanoamérica.

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