España en la Primera Guerra Mundial: Crisis y Dictadura

1.1 La Semana Trágica, el Anticlericalismo y el Fin del Gobierno de Maura (1909)

Desde 1902, cuando Alfonso XIII accedió al trono con 16 años y juró la Constitución de 1876, se produjo en España un proceso lento, pero persistente, de descomposición política y social que culminaría con el golpe de estado del general Primo de Rivera en 1923.

El «desastre» de 1898 había puesto al descubierto la debilidad del sistema de la Restauración.

En el ámbito internacional, el reinado de Alfonso XIII coincidió con la etapa de carrera de armamentos que desembocó en la Primera Guerra Mundial.

Alfonso XIII jugó desde el principio un papel político activo, implicándose en los cambios de gobierno, participando en la acción política y rodeándose del sector más conservador. A pesar de su buena voluntad y de creer que tenía el respaldo de la población, su actuación demuestra que no supo entender hacia dónde evolucionaba el país. Este hecho sería definitivo en el descrédito final en que cayó la monarquía.

Hasta 1917 se mantuvo el turno bipartidista de conservadores y liberales, monárquicos, aunque con aumento de diputados republicanos y catalanistas. Tras la desaparición de los líderes históricos, Cánovas y Sagasta, se produjeron luchas entre los nuevos jefes liberales y conservadores por el control de sus grupos.

Esta etapa estuvo dominada por el deseo de regeneración, que se convirtió en clamor general, aunque los grandes intentos desde el poder (Maura, conservador, y Canalejas, liberal) se saldaron con sendos fracasos.

Antonio Maura, un antiguo liberal que se convirtió en el jefe del Partido Conservador, realizó el intento más ambicioso, entusiasta y completo de «revolución desde arriba», primero entre 1903 y 1905, y luego entre 1907 y 1909, («o hacemos la revolución desde arriba o nos la hacen desde abajo»). Para ello, se apoyó en una política revisionista con medidas como:

  • Reconstrucción naval: aumentar la flota para fomentar el comercio y en línea con el rearme de las potencias europeas. Es una medida que favorece al acero vizcaíno y fábricas catalanas.
  • Reforma militar: el ejército era muy numeroso y con abundancia de jefes, lo que suponía un gran coste en sueldos. Fracasó en su intento.
  • Reforma de la Administración Local: Ley de Reforma Electoral (1907), donde introduce el voto obligatorio deseando reducir el abstencionismo y luchar contra el caciquismo, «lacra de la sociedad». Intentó una mayor limpieza en las elecciones: «… Y si se pierden las elecciones, que se pierdan».
  • Ley de Represión del Terrorismo: principalmente contra los anarquistas, provocando numerosas críticas, así como en el recorte de la libertad de imprenta.
  • Creación del Instituto Nacional de Previsión: con la tarea de apoyar medidas como pensiones de jubilación con carácter voluntario para los obreros. Impulsó medidas como el descanso dominical en 1904, o la regulación del trabajo de mujeres y niños (1908).
  • Ley de huelgas: se protegía el derecho a la huelga con notificación previa y siempre que no hubiera coacción ni desorden.

La Semana Trágica de Barcelona

La situación de crisis estalla en el verano, el 26 de julio de 1909, con la denominada «Semana Trágica» en Barcelona, que termina originando la caída de Antonio Maura y en la que coinciden dos tensiones: obrera y anticlerical (se critica su potencia económica y su control de la enseñanza).

En el desencadenamiento de los acontecimientos intervienen dos elementos: Marruecos y la situación social en Cataluña.

En julio de 1909, los españoles fueron atacados por los rifeños, miembros de algunas cabilas próximas a Melilla, en el «Barranco del Lobo».

El gobierno de Maura decidió enviar, en julio, tropas de reservistas existentes en Barcelona, ciudad alterada ya en los meses anteriores y que ahora incrementaba su clima de tensión con lo que denominaban el «impuesto de sangre» por los soldados que debían reclutar. (Los reservistas eran personas que habían finalizado su servicio militar seis años atrás y muchos estaban casados y tenían hijos). El 18 de julio, cuando las tropas embarcaban en el puerto de Barcelona, hubo incidentes graves, cuando algunas damas de la alta sociedad intentaron entregar medallas a los soldados.

4. La Dictadura de Primo de Rivera:

4.1 Directorio Militar y Directorio Civil. El Final de la Guerra de Marruecos (1923-1930)

El golpe de estado de Primo de Rivera puede catalogarse, en sus inicios, como un intento más de las políticas regeneracionistas, en donde este general se autoproclamaba como el «cirujano de hierro» que pedía Joaquín Costa. Un gobernante que, con mano dura, iba a corregir los males que tenía España. Su pretensión era un golpe militar que sustituyera a los políticos por militares y técnicos civiles sin adscripción partidista, pero afines al dictador.

El 11 de septiembre, durante la celebración de la Diada, se produjeron en Barcelona una serie de enfrentamientos entre nacionalistas y policías, hecho que precipitó el golpe de Estado en Barcelona. El 13 de septiembre aparecía un manifiesto dirigido «Al país y al Ejército».

Manifiesto de Primo de Rivera

«Españoles: ha llegado para nosotros el momento, más temido que esperado, (…) de recoger las ansias, de atender el clamoroso requerimiento de cuantos, amando a la patria, no ven para ella otra salvación que libertarla de los profesionales de la política (…)»

Es el manifiesto dirigido a la nación española por el general Primo de Rivera, miembro de una familia de larga tradición militar, desde la Capitanía General de Barcelona, publicado el 13 de septiembre de 1923 (el texto original fue publicado en La Vanguardia y posteriormente reproducido en otros medios).

Factores que permitieron la implantación de la dictadura de Primo de Rivera

El pronunciamiento del Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, el 13 de septiembre de 1923, supuso el derribo de la estructura política de la Restauración. De la noche a la mañana, casi sin ningún rumor previo en la prensa y sin derramamiento de sangre, dominó la situación de la capital catalana. Alfonso XIII dejó pasar las horas y decidió apoyar abiertamente al general sublevado, a quien confió la tarea de formar un Gobierno. El régimen de Cánovas había desaparecido.

La acción fue justificada por sus protagonistas para poner fin a diversos problemas:

  1. Ineficacia de los políticos liberales, calificados como corruptos, degenerados e inmorales.
  2. Incapacidad política para resolver el problema de Marruecos.
  3. Generalización de desórdenes públicos, inseguridad ciudadana y terrorismo anarquista.
  4. Actividades de los grupos nacionalistas vascos y catalanes, que algunos sectores veían como amenaza a la «unidad de la patria».

Fue aceptado con satisfacción por la mayoría del país, que creía en un seguro restablecimiento del orden. El rey Alfonso XIII y el ejército aceptaron el golpe de Estado, que no fue mal visto tampoco por sectores de la burguesía catalana ni por los socialistas. Sí se opusieron la CNT y el PCE.

También era favorable el contexto internacional, por cuanto el triunfo de la revolución y establecimiento del comunismo en Rusia en 1917 alentaba a los movimientos radicales y militaristas. En 1923 se había producido ya la Marcha sobre Roma y la instauración de un gobierno fascista en Italia.

Primo de Rivera fue recibido, en medio de un entusiasmo general, como el «cirujano de hierro» que proponía Joaquín Costa para «salvar a España»; era una revolución desde arriba, un «salvador de la patria». En su opinión, solo sería «…un breve paréntesis en la marcha constitucional de España…»

El Directorio Militar (1923-1925)
  • Suspensión del sistema parlamentario (los políticos tenían «secuestrada la voluntad real» y «sólo sabían hablar y hablar sin resolver nada»): suspende las Cámaras, la Constitución de 1876 y los partidos políticos. (Crea un partido propio, Unión Patriótica, para «unir y organizar a todos los españoles de buena voluntad», «Religión, patria y monarquía»).
  • Los Tribunales civiles ven mermar su jurisdicción en beneficio de los tribunales militares.
  • Sustituye a Gobernadores civiles por militares. Las Diputaciones (excepto las vascas y la de Navarra) y los ayuntamientos son disueltos y controlados por el gobierno. El objetivo era terminar con los casos de corrupción y el caciquismo local, con resultados irregulares.
  • Pérdida de derechos y libertades públicas: prohibición de huelgas, control de reuniones, supresión de elecciones, orden policial en las calles. Estableció una rígida censura de prensa que prohibía cualquier alusión crítica a la Dictadura. A pesar de las duras medidas, contó con el respaldo popular y con el silencio expectante de los partidos de la oposición.
El Directorio Civil (1925-1930)

El Gobierno siguió manteniendo en suspenso los preceptos constitucionales y legislando por decreto. Fueron tiempos en los que España gozó de una economía en alza porque la de Europa lo estaba.

Se crea la Organización Corporativa Nacional (1926), compuesta de asociaciones de carácter laboral que sustituirían a los partidos políticos. Estaban divididos en oficios y con comités paritarios entre patronos y obreros que discutían sobre problemas laborales.

3.1 La Crisis General de 1917

Entre 1917 y 1923, el sistema político de la Restauración sufre un hundimiento continuo que culminará, primero, con la Dictadura de Primo de Rivera en 1923 y, después, con la caída de la propia Monarquía de Alfonso XIII y la proclamación de la Segunda República en 1931.

Los años de la Primera Guerra Mundial fueron decisivos para entender la España del siglo XX. Y ello por dos motivos: por su neutralidad ante el conflicto, y porque 1917 se convirtió en un año esencial para la descomposición del sistema político de la Restauración. Los negocios derivados de la neutralidad enriquecieron desmesuradamente a unos y hundieron en la miseria a la mayoría.

El malestar social y político cuajó en varios movimientos revolucionarios que tuvieron lugar durante 1917. El descontento era general. El hambre, provocado por el alza de precios, la falta de abastecimiento de algunos productos básicos y el escándalo de fortunas construidas por la especulación originaban frecuentes alteraciones.

Movimiento Militar

El Ejército llevaba años experimentando malestar debido a la escasez de presupuesto, precariedad técnica y falta de expectativas de ascensos. La decisión del gobierno de primar con ascensos rápidos a los militares con destino en Marruecos provocó una airada reacción de los oficiales de la península. Para buscar soluciones, crearon en junio las llamadas «Juntas Militares de Defensa» (asociaciones militares, con mentalidad sindicalista, que reclamaban aumento de sueldo y ascensos por antigüedad para evitar los abusos que se producían con los ascensos por méritos de guerra).

Fueron declaradas ilegales por los gobiernos liberales de Romanones y García Prieto. El 1 de junio publicaron el Manifiesto de las Juntas, donde criticaban la situación de los cuarteles y la política de ascensos, a la vez que daban un ultimátum al gobierno para que aceptara sus reivindicaciones profesionales y económicas.

Asamblea de Parlamentarios

El movimiento de las Juntas Militares de Defensa animó a los parlamentarios y políticos regionalistas y de izquierdas para exigir la reapertura de las Cortes, que había cerrado Romanones en febrero de 1917, y reformar la Constitución de 1876.

La negativa del gobierno de Dato a la convocatoria de Cortes suscitó un poderoso movimiento de protesta entre los diputados. El 1 de julio, la Lliga Regionalista de Catalunya optó por convocar a una reunión a los parlamentarios catalanes para tomar decisiones. A pesar de la prohibición, se reunió el día 5 en el Ayuntamiento de Barcelona de forma ilegal. Reclamaban una nueva constitución y una modificación de la estructura política del país con concesión de autonomía a Cataluña.

Huelga General Revolucionaria

Coincidió con el conflicto militar-parlamentario. Tenía un doble carácter:

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