España y la ONU: De la Condena al Plan de Estabilización

El Aislamiento Internacional de España Tras la Segunda Guerra Mundial

Condena de la ONU al Régimen de Franco (1946)

En 1946, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) condenó al régimen de Franco. La ONU se negó a prestarle ayuda, considerando que Franco había ignorado a los aliados durante la Segunda Guerra Mundial al devolver la ayuda recibida durante la Guerra Civil Española a Italia y Alemania (ver segundo párrafo).

La ONU creía que Franco ignoraba a su pueblo y no era digno de representar a España (ver tercer párrafo), argumentando que bajo su régimen, el pueblo español no tenía libertad de expresión (ver cuarto párrafo). Tras la Segunda Guerra Mundial, el triunfo aliado condenó al régimen de Franco a la exclusión, negándole la entrada a España en la organización.

Se señaló la traición de España a sus aliados por su compromiso con las potencias fascistas, incluyendo la firma del Tratado de Amistad Germano-Español con Hitler en 1939. Se hizo referencia a la División Azul en el frente ruso y a las aportaciones de suministros y apoyo a Alemania y su ejército.

Sin embargo, España permaneció al margen de la Segunda Guerra Mundial debido a su situación de ruina y debilidad, así como a la lentitud en la toma de decisiones de Franco.

Antes del fin de la guerra, se produjo un acercamiento entre militares de Estados Unidos y el régimen de Franco, motivado por el interés de Estados Unidos en contar con apoyos estratégicos.

Tras las derrotas de Alemania e Italia, Franco intentó disimular los rasgos fascistas de su régimen y cambiar su imagen internacional, presentándose como un régimen más católico.

La respuesta de la ONU fue un bloqueo económico a España. A pesar del acercamiento de Franco a Estados Unidos, buscando ventajas en territorio español, la ONU retiró a sus embajadores e impidió el acceso de España a los fondos del Plan Marshall.

Consecuencias del Aislamiento Internacional

El aislamiento internacional de España tras la condena de la ONU en 1946 supuso un bloqueo económico para el país. Este aislamiento fue abrumador en la década de 1940 y parte de la siguiente. La ausencia de España en la ONU, la retirada de embajadores y la imposibilidad de acceder a los fondos del Plan Marshall fueron las notas definitorias de aquella situación.

Al acabar la guerra, España era un país en ruinas, con una gran cantidad de fallecidos y exiliados. El país sufrió una gran hambruna, y se racionaron los escasos alimentos disponibles a precios controlados. Esto propició la formación de un mercado negro.

Se propagó una red comercial paralela que negociaba con precios de mercado negro, imponiendo el estraperlo como forma de comprar, vender y subsistir, en un contexto de corrupción generalizada.

España no practicó una autarquía radical, pero aplicó su ideario autárquico a todos los sectores económicos, generando grandes burocracias que entorpecieron la gestión de los escasos recursos existentes. Esto benefició únicamente a grupos afines al régimen, que podían manejar fondos públicos y tenían competencias mercantiles e industriales.

La Guerra Fría y el Fin del Aislamiento

A partir de la década de 1950, con el inicio de la Guerra Fría, aunque la comunidad internacional democrática seguía sin aceptar la naturaleza autoritaria del franquismo, España fue acogida en organismos internacionales. Para lograr este apoyo, Franco necesitó la colaboración de Estados Unidos y el Vaticano, combinando su trayectoria política y convicciones personales con los intereses del mundo occidental.

A comienzos de la década de 1950, la autarquía económica se volvió insostenible. La ayuda económica de Estados Unidos ayudó a España a mejorar su capacidad productiva, iniciándose un período de intenso crecimiento industrial a partir de 1950, aunque España seguía siendo un país agrario.

El fin del aislamiento político y el acercamiento a los países occidentales contribuyeron al flujo de capitales.

Sin embargo, en 1957, España se encontraba en bancarrota. La semi-autarquía y la sindicación vertical afectaban a la economía, haciendo necesarios cambios.

Alberto Ullastres y Mariano Navarro plantearon a Franco un cambio radical en la orientación económica, buscando la liberalización del mercado internacional a través del Plan de Estabilización.

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