Durante el reinado de Fernando VII la práctica totalidad del Imperio español alcanzó la independencia. Solo Cuba y Puerto Rico, en América, y las islas Filipinas, en el Pacífico, se mantuvieron bajo soberanía española.—la política de los gobiernos españoles ante las demandas de los independentistas fueron insuficientes, y su balance, un fracaso. La campaña de Melilla de 1893, siendo ministro Antonio Maura, inauguró un período de incertidumbre en la política exterior española. Puerto Rico no planteaba serios problemas, pues en 1872 había conseguído su autonomía, la esclavitud había sido abolida y tenía una economía saneada. En Cuba, sin embargo, las reformas adquirieron un especial carácter por el significado de la isla para España. En 1886 se había abolido de forma total la esclavitud. Maura propuso una amplia reforma administrativa, pero estas medidas fueron rechazadas, el ministro dimitíó y abríó una crisis del gobierno liberal. Los sectores españolistas, no cedían a ninguna presión reformadora,mientras que en el extremo contrario estaba el movimiento independentista, dirigido por el Partido Revolucionario Cubano, creado por José Martí. Se formaron, tres corrientes: españolistas, autonomistas e independentistas. El autonomismo en Cuba fue una fórmula intermedia que defendía la españolidad de la isla, pero con una identidad propia dentro de unos vínculos con España de carácter solidario. Las islas Filipinas se diferenciaban de las Antillas por la escasa presencia española en el archipiélago. Mestizos y nativos atacaron la ausencia de reformas, lo que dio lugar al movimiento emancipador, formado por un grupo de mestizos, como José Rizal. Este fundó en 1893 la Liga Filipina. La sustitución del gobernador permitíó a Maura introducir cambios, que mejoraban la administración de Hacienda y Justicia.—En 1895 se produjo la insurrección nacionalista que dio lugar a la última guerra cubana: entre 1895 y 1898 tuvo lugar la guerra entre el ejército español y los grupos independentistas nativos, en 1898 se produjo la intervención directa de Estados Unidos, lo que llevó al enfrentamiento hispano-norteamericano. La guerra hispano-cubana se desarrolló en cuatro fases:–La primera, con el inicio de la sublevación y la muerte del líder de la independencia.–La segunda fase, momento de mayor avance de las tropas sublevadas, que el general Martínez Campos se vio incapaz de frenar.–
En la tercera fase, el general Weyler sustituyó a Martínez Campos, aunque sin éxito.–La cuarta fase, con el general Blanco al frente termino con la intervención directa de Estados Unidos.
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Las razones de Estados Unidos fueron:la existencia de una larga tradición que reivindicaba la influencia en el Caribe, y en concreto sobre Cuba y Puerto Rico, la guerra hispano-cubana coincidíó con el momento de máxima expansión del imperialismo de Estados en el Caribe y en Asía. Las reformas introducídas por Sagasta no satisficieron las exigencias del nuevo presidente repúblicano McKinley. En Febrero de 1898 la explosión del acorazado estadounidense Maine, anclado en el puerto de La Habana, fue el pretexto para la declaración de guerra. Estados Unidos declaró la guerra a España el 25 de Abril de 1898. A la guerra se opusieron parte de los carlistas, republicanos, anarquistas, socialistas y sectores populares, ya que estos soportaban el conflicto de forma directa como soldados. La flota española se enfrentó a la poderosa armada de Estados Unidos. El resultado fueron dos derrotas, una en Cavite y otra en Santiago de Cuba.—Las negociaciones de paz se plasmaron en el Tratado de París, firmado en Diciembre del 98, por el que España reconocía la independencia de Cuba, y cedía Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam a Estados Unídos. Quedaba así liquidado el Imperio español—La derrota generó un nuevo espíritu: el regeneracionismo. Este fue un examen de conciencia, un balance llevado a cabo por intelectuales y políticos, cuyos ejes básicos eran: dignificación de la política, modernización social y superación del atraso cultural. Se formó en Marzo del 99 un gobierno presidido por Francisco Silvela y con el general Polavieja como ministro de la Guerra,ambos pretendían regenerar al país. Hubo otro movimiento regeneracionista al margen del sistema, el de los intelectuales, protagonizado por personajes como Maclas Picavea. Lucas Mallada o Joaquín Costa. Destacó la llamada generación del 98. Intentaron formular un diagnóstico y unas soluciones que llamaron regeneración nacional. Joaquín Costa puso en práctica muchas de sus ideas a través de la Liga Nacional de Productores, donde estableció reformas agrarias, municipales, educativas o administrativas. El regeneracionismo dejó de ser un peligro para el sistema restaurador y sus lemas fueron asumidos por los conservadores, los liberales los republicanos y el rey Alfonso XIII