Agricultura Española en el Siglo XIX
Introducción
La agricultura española del siglo XIX se caracterizó por su estancamiento, lo que frenó el crecimiento económico y el proceso de industrialización.
El sector más atrasado y menos productivo era el dedicado al cultivo extensivo de cereales, que ocupaba tres cuartas partes de la tierra cultivada.
Su poca competitividad se agravó en la década de 1890, cuando la modernización de los transportes permitió la entrada en el mercado europeo de productos procedentes de América, Australia y Rusia. Los bajos costes productivos de estos provocaron una caída de los precios y la ruina del sector.
Ante esta crisis, la agricultura española presionó para conseguir la aplicación de leyes proteccionistas. Esto evitó la entrada de productos extranjeros, pero no estimuló la inversión en mejoras técnicas. Finalmente, la entrada de una plaga en la península provocó una gran crisis económica y social en el campo.
El Proceso de Desamortización
Contexto
La agricultura española seguía siendo la actividad económica más importante, pues ocupaba dos tercios de la población activa, y sus productos eran la base del comercio exterior. Sin embargo, tenía serios problemas que venían de antes:
- Tecnología atrasada
- Desigual reparto de la tierra
- Escasos rendimientos
- Baja productividad
La eliminación de los señoríos y la desamortización no se tradujeron en innovaciones agrícolas, ya que los nuevos propietarios prefirieron mantener los sistemas de cultivo en lugar de invertir en mejoras.
Por eso, el rendimiento de la tierra no aumentó; solo se incrementó la producción debido a la puesta en cultivo de más tierras después de la desamortización.
Como la producción apenas aumentó, la mayoría de la población se mantuvo al límite de la subsistencia y en permanente amenaza de hambre.
Se sucedieron continuas crisis agrarias que limitaron la capacidad de compra del campesinado y afectaron también a los negocios industriales y financieros.
Medidas Desamortizadoras
La desamortización fue un hecho fundamental, y el proceso de la revolución burguesa significó un cambio esencial en el sistema de la propiedad de la tierra. En España se produjo de manera discontinua. Se dieron varias desamortizaciones.
La primera tarea dentro del proceso de desamortización fue desvincular los bienes de la nobleza y desamortizar los bienes eclesiásticos y municipales con el fin de aumentar el número de propietarios particulares y la riqueza nacional.
La desamortización supuso una doble decisión:
- Abolición de los señoríos. Esta medida no consistía en un cambio de propietario, sino en la transformación de los antiguos señores en propietarios liberales.
- Supresión de los mayorazgos. Esta medida declaraba a los bienes libres, y estos podían ser vendidos en lugar de ser entregados al primogénito de la familia.
La desamortización fue la medida puesta en práctica con mayor trascendencia tomada por los gobiernos liberales.
La estructura de la propiedad agraria no permitía una explotación racional de la tierra que hiciese posible un aumento de la productividad agraria.
Este proceso de ventas no fue continuo, sino que dio lugar a varias desamortizaciones:
- La desamortización de Aranda (1767)
- La desamortización de Godoy (1798). A partir de 1795, la política belicista del gobierno y el crecimiento brutal de la demanda pública obligaron a Godoy a iniciar la desamortización. En 1798, el gobierno declaró en venta los bienes de una serie de instituciones eclesiásticas y destinó los fondos obtenidos a amortizar la deuda e indemnizar a la Iglesia. Aunque, posteriormente, el dinero recaudado se destinó a nuevas campañas militares.
- La de las Cortes de Cádiz (1811-1813): Durante la Guerra de la Independencia, tanto el gobierno de Bonaparte como las Cortes de Cádiz realizaron una legislación paralela de supresión de conventos y órdenes religiosas, y la puesta en venta de sus bienes para amortizar la deuda del Estado.
- La restauración del absolutismo en 1814 significó la anulación de las exclaustraciones y la devolución de los bienes vendidos a los frailes.
- La del Trienio Liberal (1820-1823): En el Trienio volvieron a entrar en vigor las decisiones de las Cortes de Cádiz y se emprendió la desamortización de bienes propios y baldíos. Pero Fernando VII, con quien se retornó al régimen absolutista, obligó a devolver los bienes vendidos, lo que provocó la indignación de los compradores.
- La de Mendizábal (1836-1851): Mendizábal fue presidente del gobierno liberal y, en esa época, además de crear la primera ley de desamortización, abolió la Mesta. Con estas medidas, abría el camino hacia un nuevo orden social: el burgués.