10.1. La España del siglo XVIII: la guerra de Sucesión y el sistema de Utrecht
Carlos
II muere en
noviembre de 1700 sin hijos. Nombra como sucesor a Felipe de Anjou, nieto de
Luis XIV. Una nueva dinastía reina desde entonces en España: los Bórbones. Otro
candidato, el archiduque Carlos, hijo del emperador, no acepta el testamento.
Tampoco Inglaterra ni Holanda, que temen un bloque hispano-francés fortalecido
con las Indias. Ya ha sido jurado Felipe V en Castilla y Aragón cuando se
inicia la Guerra de Sucesión española: Francia y España contra una coalición
formada por Austria, Inglaterra, Holanda, Portugal y Saboya. Se trata de una
guerra internacional y una guerra entre españoles, pues los súbditos de la
corona de Aragón apoyan al archiduque Carlos. En la Península, el dominio es de
Felipe V, pero en Europa Francia sufre muchas derrotas. Elegido emperador el
Archiduque, la coalición se rompe y se inicia las negociaciones con Francia. El
Tratado de Utrecht (1713) acepta a Felipe V como rey de España; pero los
territorios patrimoniales en Italia y Flandes pasan a Austria. Inglaterra,
mantiene Gibraltar y Menorca (conquistados en la guerra), y se le abre el
comercio con Indias: el navío de registro y el asiento de negros. En Europa, la
Monarquía Católica ya solo posee Castilla y Aragón.
10.2. La España del siglo XVIII: cambio dinástico. Los primeros Borbones
Con el tratado de Utrecht (1713), el cambio dinástico —de los Habsburgos a los Borbones—en la corona de España queda asegurado. Felipe V reina en dos periodos: de 1701 a 1724, año en que abdica por problemas de salud mental; y desde ocho meses después (tras la muerte de su hijo Luis I) hasta 1746, en que fallece. Introduce reformas administrativas que tienden a centralizar y racionalizar la burocracia estatal (Decretos de Nueva Planta, Secretarías del Despacho, Intendencias…); mediante los dos primeros Pactos de Familia, interviene en la política europea junto a Francia. Su hijo, Fernando VI, reina entre 1746 y 1754. Renuncia a la política bélica de su padre. Su objetivo es convertir a España en potencia bisagra entre Francia e Inglaterra. Relanza un proyecto de construcción naval que convierta a la Armada española en la segunda de Europa. Intenta racionalizar la Hacienda mediante una única contribución. Se apoya en un superministro muy capaz, el marqués de la Ensenada, que manda elaborar un catastro sobre la riqueza nacional.
10.3. La España del siglo XVIII: reformas en la organización del Estado. La monarquía centralista
La concepción borbónica de la monarquía y del Estado es centralista: una sola ley para todos los territorios de la corona. Felipe V deroga los fueros de Aragón, Valencia, Cataluña y Mallorca mediante los Decretos de Nueva Planta (1707-1716). Solo Navarra y las provincias vascas mantienen sus libertades como premio a su fidelidad durante la Guerra de Sucesión. En el resto, rigen las leyes de Castilla. Se eliminan las fronteras interiores. Las antiguas Cortes se aúnan en las Cortes Generales del Reino. El territorio peninsular se divide en provincias encabezadas en lo judicial por una Audiencia, en lo militar por un capitán general, y en lo político y económico por un intendente. Se va desmantelando el sistema polisinodial. Excepto el de Castilla, que mantiene sus atribuciones, el resto de Consejos pierde competencias y algunos irán desapareciendo. El gobierno de la Monarquía recae en los Secretarios de Estado —origen de los actuales ministros—, que varían en número según la época (Estado, Guerra, Hacienda, Marina e Indias, etc.). Se intenta racionalizar la administración, eliminar las duplicaciones, clarificar las competencias y la línea de mando. En 1782, se crea el Banco de San Carlos, germen del Banco de España. Se reorganiza el Ejército y aparecen las “quintas”.
10.4. La España del siglo XVIII. La práctica del despotismo ilustrado. Carlos III
Cuando Carlos III se convierte en rey de España en 1759, posee una experiencia de gobierno de más de veinte años como rey de Nápoles. Encarna la figura del déspota ilustrado: “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. Intentará llevar a cabo unas reformas que, basadas en las ideas ilustradas, fortalezcan el poder del monarca y el bienestar —a su entender— de sus súbditos. Hace de Madrid una corte a la europea: bellos monumentos que articulen el plano urbano (puerta de Alcalá, fuentes de Neptuno y Cibeles, paseo del Prado), empedrado e iluminación de calles. En 1761, firma el tercer Pacto de Familia con Francia y declara la guerra a Inglaterra (Guerra de los Siete Años); más adelante apoyará a las Trece Colonias frente a su metrópoli. En 1763 crea la Lotería Nacional. En 1765, liberaliza el precio del trigo, lo que provoca en 1766 motines contra el ministro Esquilache por la subida del pan. En 1767, se expulsa a los jesuitas de España y Américas, acusados falsamente de urdir el motín. Fomenta la creación de las Sociedades de Amigos del País y promueve las Manufacturas Reales. Repuebla Sierra Morena con muchos naturales de Alemania. Inicia un plan de caminos de estructura radial con centro en Madrid. En 1778, liberaliza en parte el comercio con América. En 1782 crea el Banco de San Carlos.
10.5. La España del siglo XVIII: evolución de la política exterior en Europa
La política exterior de los Borbones españoles durante el siglo XVIII presenta tres características generales: la alianza con Francia, la rivalidad con Inglaterra y el deseo de recuperar la influencia en los territorios italianos perdidos por el Tratado de Utrecht (1713). Excepto el reinado de Fernando VI, pacífico gracias al relativo acercamiento a Inglaterra, el resto del siglo fue muy belicoso. Felipe V firma los dos primeros Pactos de Familia con Francia (1733 y 1743), que llevan a España a guerras en el Mediterráneo y culminan con la recuperación de los reinos de Nápoles, Sicilia y ducado de Parma para la familia real (que no para la Corona). Carlos III acuerda el Tercer Pacto de Familia en 1761 e involucra a España en la Guerra de los Siete Años (1756-1763) contra Inglaterra. Años más tarde, se apoyan, junto a Francia, las pretensiones independentistas de las Trece Colonias contra Inglaterra. El papel internacional de España, gracias a la recuperación de la Armada, es servir de bisagra entre Francia e Inglaterra. Sigue siendo potencia de primer orden, aunque no posee iniciativa propia e interviene a remolque de los intereses franceses. Con Carlos IV, tras la oposición inicial contra el gobierno revolucionario de Francia (Guerra de la Convención), su ministro Godoy renueva la alianza natural franco-española frente a Inglaterra, que desembocará en el desastre de Trafalgar (1805).
10.6. La España del siglo XVIII. La política borbónica en América
Tras la pérdida de los territorios europeos por el Tratado de Utrecht, la Monarquía española se vuelca hacia las Indias: incluso se ha hablado de un segundo descubrimiento de América en el siglo XVIII. Todas las reformas administrativas se acaban implantando en las posesiones de ultramar: capitanías generales, intendencias. En 1737 se crea el virreinato de Nueva Granada (con capital en Santa Fe de Bogotá); en 1776, el del Río de la Plata (con capital en Buenos Aires), para hacer más gobernable el antiguo virreinato del Perú. Se reforma también el comercio: traslado a Cádiz de la Casa de la Contratación (1717); parcial sustitución de las flotas por los navíos de registro (1739); creación de las compañías privilegiadas (la Guipuzcoana de Caracas, la de San Fernando de Sevilla, la de Barcelona); decreto de Comercio Libre en 1778. Se fomenta más de ochenta expediciones científicas por todo el continente y mares adyacentes, que sirven para sacar mayor rendimiento económico de las Indias, así como para defenderla mejor de los enemigos.
10.7. La España del siglo XVIII: la Ilustración en España
La Ilustración es un movimiento intelectual, siempre minoritario y de elite, que aboga por la razón y el progreso. En España, las ideas ilustradas fraguan más tarde que en otras zonas de Europa. En la primera mitad del XVIII, destaca Feijoo con su Teatro Crítico y sus Cartas eruditas, donde critica las supersticiones y el argumento de autoridad. Otra figura de esa primera Ilustración es Mayans. Los ilustrados españoles no suelen romper con el catolicismo y la Iglesia de Roma. Se trata de una Ilustración muy dirigida por el monarca (despotismo ilustrado). Mostró más interés por las reformas técnicas y científicas que por las enseñanzas morales y filosóficas (que podían socavar la autoridad del rey). Felipe V crea las primeras reales academias: Real Academia Española (1714), de la Historia (1738). La Escuela de Guardias Marinas de Cádiz (1717) facilitó la entrada de bastantes ideas científicas. Carlos III crea las Sociedades de Amigos del País, encargadas de elaborar planes.