Exploración y colonización de América: consecuencias en España, Europa y América

3.5. Exploración y colonización de América: consecuencias de los descubrimientos en España, Europa y América


Exploración y colonización:

Los territorios americanos se incorporaron a Castilla, que impulsó expediciones de exploración y colonización mediante la firma de capitulaciones (contratos entre particulares y la corona delimitando el área de conquista y el botín). Tras las Antillas, exploradas por Colón, las expediciones buscaron un paso hacia las Indias (llegada al Pacífico de Núñez de Balboa; primera vuelta al mundo de Elcano). Más tarde se conquistaron los imperios precolombinos (Hernán Cortés el azteca; Francisco Pizarro el inca), regiones como Yucatán (Alvarado), Florida (Hernando de Soto) o Chile (Valdivia), y se exploró el Amazonas (Orellana) y el sur de EE.UU. (Cabeza de Vaca). La magnitud y rapidez de las conquistas se explican por la superioridad militar, las rivalidades entre nativos y las pandemias. Las tierras conquistadas se cultivaron bajo el sistema de la encomienda, que permitía al colono explotar el trabajo indígena a cambio de su cristianización. La mita fue un sistema similar de trabajo obligatorio en minas. La corona dictó leyes de Indias para proteger a los indígenas de los colonos tras las protestas de algunos religiosos (de las Casas).

Consecuencias de los descubrimientos:

Para los indígenas, la colonización supuso un desastre demográfico (por las nuevas enfermedades y la dureza del trabajo), la imposición del cristianismo, procesos de sincretismo cultural, y la adopción del español, un sistema de castas, la economía monetaria y nuevos productos agropecuarios (trigo, bovinos, ovejas…). Para los españoles, la conquista supuso la conversión de la monarquía hispana en la primera potencia mundial por la riqueza y extensión de los nuevos territorios, el establecimiento de un mercado en régimen de monopolio (Casa de Contratación de Sevilla), el aumento de la movilidad social, y la llegada masiva de materiales preciosos, materias primas y nuevos productos (cacao, tabaco…) que hacían subir notablemente los precios (Azpilicueta). Se desarrolló en toda Europa un proceso inflacionario conocido como Revolución de los Precios: el aumento de oro y plata hizo aumentar la masa monetaria unida a la mayor demanda por el crecimiento de la población, provocando una gran subida de precios. Europa vivió una fase económica expansiva, el poder vender más caro hizo que se estimulase la producción. Se calcula que 150.000 españoles (andaluces, extremeños y castellanos principalmente) fueron a las mitas y encomiendas

3.6. Los Austrias del siglo XVII: el gobierno de validos. La crisis de 1640


El gobierno de los validos

:Tras morir Felipe II (1598) el imperio español vivió un proceso de crisis que puso fin a la hegemonía europea. Los reyes del siglo XVII, llamados Austria menores, delegaron el gobierno en los validos (primeros ministros nombrados por la confianza suscitada). Su nepotismo y actuación al margen de los consejos provocó el rechazo del pueblo y la alta nobleza. Bajo Felipe III (1598-1621) destacó el duque de Lerma, que impuso una política exterior pacifista (Tratado de Londres; Tregua de los Doce Años con las Provincias Unidas) ante la falta de recursos y decretó la expulsión de los moriscos. El conde-duque de Olivares, principal valido de Felipe IV (1621-65), intentó mantener la hegemonía europea provocando la participación española en la guerra de los 30 años que condujo a la crisis de 1640. Carlos II (1665-1700) contó con varios validos (Nithard, Valenzuela, Juan José de Austria…) que no pudieron frenar ni el expansionismo francés ni la crisis económica.

La crisis de 1640

: El conde-duque de Olivares propuso la unión de armas (cada reino de la monarquía hispánica aportaría dinero y/o soldados) para costear la participación española en guerra de los 30 años y aliviar la presión fiscal en Castilla. Rechazada por las Cortes de Aragón, Olivares la impuso por la fuerza tras la entrada de Francia en el conflicto, provocando en 1640 la rebelión de Cataluña (iniciada tras el Camino de Sangre, provocó su unión a Francia hasta la reincorporación a España en 1652 tras el perdón del rey y su compromiso a respetar los fueros) y la independencia de Portugal, así como revueltas en Nápoles y Andalucía.

3.7. La guerra de los 30 años y la pérdida de la hegemonía española en Europa


La guerra de los 30 años:

La política de defensa del catolicismo y de la hegemonía de los Austrias promovida por el conde-duque de Olivares tras la ascensión de Felipe IV al trono (1621) llevó a España a participar en la guerra de los 30 años (1618-1648) que enfrentaba a los Habsburgo de Viena con los protestantes. Tras los éxitos iniciales de las dos ramas de la casa de Austria (rendición de Breda) el conflicto dio un giro con la entrada de la católica Francia del lado protestante (1635). La crisis de 1640 (rebelión catalana, independencia de Portugal) y las victorias francesas (Rocroi, Las Dunas) precipitaron el fin del conflicto (Paz de Westfalia, 1648 pérdida de pueblos, libertad religiosa en todos los territorios y pérdida de Alsacia y Lorena), si bien París y Madrid continuaron en guerra hasta 1658 (Paz de los Pirineos. Pérdida de la hegemonía y Luxemburgo, Artois, Rosellón, Cerdaña y Francocondados).

La pérdida de la hegemonía europea:

España reconoció la independencia de las Provincias Unidas en la Paz de Westfalia, que certificó el paso de la hegemonía europea de España a Francia. La Paz de los Pirineos (1659) supuso la entrega a Francia de Rosellón y Cerdaña, acordándose el matrimonio de la infanta María Teresa (hija de Felipe IV) con Luis XIV, que con el tiempo posibilitará la llegada de los Borbones a España. El fin de la hegemonía se consumó bajo Carlos II tras la pérdida del Franco Condado y diversas plazas flamencas (Paz de Nimega, 1678). Al morir Carlos II (1700), los territorios europeos españoles se limitaban a Flandes, el Milanesado, Nápoles, Sicilia y Cerdeña.

3.8. Principales factores de la crisis demográfica y económica del siglo XVII y sus consecuencias


La crisis económica del s. XVII

: España sufrió una profunda crisis económica a lo largo del s. XVII por la política imperial de los Austrias, que provocó que ni los ingresos directos del estado (impuestos y monopolios) ni el oro y la plata americanos (en franca disminución) fueran suficientes para financiar las constantes guerras en el exterior. Para obtener más recursos, la corona tomó dos tipos de medidas profundamente desacertadas, el incremento de la carga fiscal (que empobreció a la población y redujo la demanda de bienes) y la devaluación de la moneda (crisis del vellón), que arruinaron la artesanía y el comercio provocando la invasión de las manufacturas extranjeras. Las malas cosechas y la caída de los ingresos americanos (evasión fiscal, aumento del contrabando de holandeses, ingleses y franceses) empeoraron aún más la situación.

La crisis demográfica:

Los efectos de la crisis económica se vieron agravados por una fuerte caída de la población, causada por el aumento de la mortandad (hambrunas, epidemias), el descenso de la natalidad, las guerras, la emigración a América, y la expulsión de los moriscos de la Corona de Aragón bajo el reinado de Felipe III, que sumió a la agricultura de fértiles regiones en el caos.

La crisis social:

La crisis económica y demográfica provocó una profunda reorganización social. La nobleza sobrevivió aumentando las rentas de los campesinos. Su número creció por la venta de títulos nobiliarios por el rey para obtener ingresos. También aumentaron los miembros de la iglesia que mantuvo su poder económico y social. La escasa burguesía se hundió por la crisis de la artesanía y el comercio. Campesinos y asalariados urbanos fueron los más perjudicados por el aumento de la carga fiscal y las rentas, llevando a muchos a la mendicidad (auge de la novela picaresca).
Pensamiento económico: arbitristas, que reflexionan sobre los problemas económicos del imperio: poca inversión, mucha carga fiscal, comercio deficiente

3.9. Crisis y decadencia de la monarquía hispánica: el reinado de Carlos II y el problema sucesorio


El reinado de Carlos II :

El reinado de Carlos II (1665-1700) se caracteriza por el agravamiento de la decadencia de la monarquía hispánica. Su madre, Mariana de Austria, actuó como regente durante su minoría de edad, confiando en el jesuita alemán Nithard como valido y más tarde en Fernando de Valenzuela. Por su parte, Carlos II escogió a Juan José de Austria (hasta 1679), al duque de Medinaceli y al conde de Oropesa durante su reinado efectivo (estos dos últimos serían cercanos a la figura de primer ministro actual). La incapacidad de Carlos II para manejar los asuntos del reino agravó la crisis política y económica, lo que fue aprovechado por la Francia de Luis XIV para conquistar el Franco Condado y diversas plazas fuertes flamencas (Paz de Nimega, 1678). A la muerte del rey, los territorios europeos de España se limitaban a Flandes, el Milanesado, Nápoles, Sicilia y Cerdeña.

El problema sucesorio :

La imposibilidad de que el rey consiguiera un heredero directo desató una grave crisis política internacional por la sucesión al trono español. Mientras España luchaba por conservar la unidad territorial, las potencias europeas aspiraban a repartirse las posesiones europeas tratando de no alterar el equilibrio continental. Tanto los Austrias de Viena como los Borbones alegaban derechos sucesorios. En 1700 Carlos II nombró sucesor a Felipe de Anjou, segundo en la línea de sucesión francesa. La posibilidad de que los Borbones reinasen en ambos lados de los Pirineos despertó los recelos de Inglaterra y los Países Bajos, que impulsaron la candidatura del archiduque Carlos de Austria. Poco después moría Carlos II iniciando la guerra de sucesión.

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