Características de los fascismos
El fascismo es un sistema político autoritario y antidemocrático que surgió en Europa tras la Primera Guerra Mundial, especialmente en Italia y Alemania. Se caracteriza por un nacionalismo extremo, donde la nación se exalta por encima de todo, promoviendo un sentimiento de superioridad y unidad nacional. En Alemania, este nacionalismo se alimentó como protesta contra el Tratado de Versalles, considerado una humillación, mientras que en Italia, aunque el país estaba entre los vencedores, se sintió traicionada por no recibir los territorios prometidos, lo que alimentó un sentimiento nacionalista radical. El Estado fascista es totalitario, es decir, controla todos los aspectos de la vida, subordinando los derechos y libertades individuales a los intereses del Estado. El individuo debe estar sometido a las directrices del Estado, y se da más importancia a la colectividad que a los derechos individuales. El fascismo rechaza la democracia, ya que considera que el individuo no tiene derechos propios, sino los que la comunidad le otorga. Se anulan los partidos políticos y los sindicatos, y se suprime toda oposición política e intelectual. El líder carismático, como el Duce en Italia o el Führer en Alemania, concentra todos los poderes y es el jefe del partido único. Se le rinde un culto casi religioso, y la propaganda se encarga de exaltar su figura, presentándolo como el salvador de la patria o el padre de la nación. El fascismo también promueve la violencia como medio para eliminar a la oposición y mantener el orden, fomentando el militarismo y la disciplina en las organizaciones paramilitares. Además, desconfía de la razón y se basa en el instinto, el culto a la fuerza física y la violencia, oponiéndose al racionalismo de la democracia. En el caso del nazismo, se añade un componente racista y antisemita, con Hitler promoviendo la teoría de la superioridad de la raza aria y la necesidad de preservar su pureza biológica, lo que llevó a la persecución y exterminio de los judíos. Finalmente, los regímenes fascistas promueven la expansión territorial y el militarismo, con Alemania hablando del «espacio vital» (Lebensraum) necesario para el crecimiento de la nación.
El ascenso del Fascismo en Italia
El fascismo italiano surgió en un contexto de crisis económica, social y política tras la Primera Guerra Mundial. Italia, aunque estaba en el bando de los vencedores, se sintió traicionada por no recibir los territorios prometidos en el Tratado de Londres de 1915, lo que generó un sentimiento de humillación y un nacionalismo desenfrenado que alimentó el fascismo. Tras la guerra, Italia enfrentó una grave crisis económica, con una industria que necesitaba reconvertirse y un Estado endeudado. La inflación y el desempleo aumentaron, lo que generó malestar social y un aumento de las huelgas y ocupaciones de fábricas y tierras por parte de los obreros y campesinos. Los patronos, temerosos de una revolución bolchevique, apoyaron a los fascistas para reprimir estas protestas. Entre 1919 y 1922, Italia tuvo cinco gobiernos diferentes, lo que reflejaba la inestabilidad política. Los gobiernos eran débiles y no podían controlar la agitación social, lo que llevó a muchos a pedir un gobierno fuerte. En octubre de 1922, Mussolini organizó la «marcha sobre Roma», una demostración de fuerza que llevó al rey Víctor Manuel III a encargarle la formación de un gobierno. Mussolini llegó al poder de manera legal, pero con el respaldo de la violencia fascista. Una vez en el poder, eliminó a la oposición política, modificó la ley electoral para asegurar una mayoría en el Parlamento y estableció un régimen dictatorial. En 1925, tras el asesinato del diputado socialista Giacomo Matteotti, Mussolini asumió plenos poderes y estableció un Estado totalitario.
El ascenso del Nazismo en Alemania
El ascenso del nazismo en Alemania estuvo marcado por la crisis económica, el descontento social y la habilidad de Hitler para capitalizar el malestar general. El Tratado de Versalles, que impuso duras condiciones a Alemania tras la Primera Guerra Mundial, fue visto como una humillación nacional, alimentando un sentimiento de revanchismo y un nacionalismo extremo que el partido nazi supo explotar. La Gran Depresión de 1929 golpeó duramente a Alemania, con un aumento del desempleo y el empobrecimiento de amplias capas de la población. Muchos alemanes perdieron la fe en la democracia y buscaron soluciones radicales. Hitler, líder del Partido Nazi, supo capitalizar el descontento popular, promoviendo la revisión del Tratado de Versalles, el antisemitismo y la creación de un «espacio vital» para Alemania. Utilizó la propaganda y la violencia para ganar apoyo. En 1923, intentó un golpe de Estado en Múnich, conocido como el Putsch de la Cervecería, que fracasó. Sin embargo, durante su estancia en la cárcel, escribió Mein Kampf, donde expuso su ideología racista y expansionista. La crisis económica de 1929 fue clave para el ascenso del nazismo. En las elecciones de 1930, el Partido Nazi obtuvo 107 escaños, y en 1932 se convirtió en el partido más votado. Aunque en un principio el presidente Hindenburg se resistió a nombrar a Hitler canciller, finalmente cedió ante la presión de los nacionalistas y los industriales. Una vez en el poder, Hitler actuó rápidamente para establecer un régimen totalitario. En 1933, el incendio del Reichstag fue utilizado como excusa para suspender las libertades individuales y perseguir a los comunistas. En marzo de 1933, Hitler obtuvo plenos poderes y eliminó a la oposición política, prohibiendo todos los partidos excepto el nazi. Estableció un Estado policial, con la creación de la Gestapo y los campos de concentración para eliminar a los opositores. También implementó las Leyes de Núremberg en 1935, que privaron a los judíos de sus derechos y los persiguieron sistemáticamente.
II Guerra Mundial: Causas
Las causas de la Segunda Guerra Mundial se pueden dividir en causas generales y causas inmediatas. Entre las causas generales se encuentra el deseo de revancha de Alemania tras el Tratado de Versalles (1919), que dejó al país en una situación de humillación y debilidad económica. Hitler, líder del régimen nazi, buscaba expandir el territorio alemán bajo el concepto de «espacio vital» (Lebensraum) y establecer un régimen totalitario basado en la supremacía aria. Además, las democracias occidentales, como Francia y Gran Bretaña, adoptaron una política de «apaciguamiento» para evitar otra guerra, lo que permitió a Hitler avanzar en sus planes expansionistas sin enfrentar una oposición firme. La rivalidad económica entre las potencias y el rearme de Alemania, Italia y Japón también contribuyeron a la tensión internacional.
Entre las causas inmediatas destacan las acciones expansionistas de Alemania e Italia, como la anexión de Austria (Anschluss, 1938) y la ocupación de los Sudetes (1938), que llevaron a la invasión de Polonia en 1939. La política de apaciguamiento mostró su fracaso en la Conferencia de Múnich (1938), donde las democracias occidentales cedieron ante las demandas de Hitler. Finalmente, el Pacto germano-soviético de agosto de 1939, un acuerdo secreto entre Alemania y la URSS para repartirse Polonia, fue el detonante final que llevó al estallido de la guerra el 1 de septiembre de 1939, cuando Alemania invadió Polonia.
II Guerra Mundial: Desarrollo de la guerra en Europa
El desarrollo de la guerra en Europa se divide en tres etapas.
La primera etapa (1939-1941) estuvo marcada por el éxito alemán. Tras la invasión de Polonia en septiembre de 1939, Alemania utilizó tácticas de guerra relámpago (Blitzkrieg), combinando aviación y tanques, para conquistar rápidamente Dinamarca, Noruega, Holanda, Bélgica y Francia en 1940. La caída de Francia en junio de 1940 dividió el país en una zona ocupada por los nazis y el régimen colaboracionista de Vichy. Alemania intentó someter a Gran Bretaña mediante bombardeos aéreos durante la Batalla de Inglaterra (1940-1941), pero fracasó gracias a la resistencia de la RAF (Real Fuerza Aérea Británica).
La segunda etapa (1942-1943) marcó un punto de equilibrio. En junio de 1941, Alemania lanzó la Operación Barbarroja, invadiendo la URSS. Sin embargo, el avance alemán se detuvo en el invierno de 1941-1942. La Batalla de Stalingrado (1942-1943) fue un punto de inflexión, donde los soviéticos lograron una victoria decisiva, marcando el inicio del retroceso alemán en el frente oriental. Mientras tanto, los aliados desembarcaron en el norte de África en 1942, expulsando a las fuerzas del Eje de la región.
La tercera etapa (1944-1945) consagró el triunfo aliado. El Desembarco de Normandía el 6 de junio de 1944 permitió a los aliados liberar Francia y avanzar hacia Alemania. Simultáneamente, los soviéticos avanzaban desde el este, liberando los países bálticos, Polonia y llegando a Berlín en abril de 1945. Hitler se suicidó el 30 de abril de 1945, y Alemania firmó la rendición incondicional el 8 de mayo de 1945, poniendo fin a la guerra en Europa.
II Guerra Mundial: La guerra en el Pacífico
La guerra en el Pacífico fue un conflicto paralelo al europeo, protagonizado principalmente por Japón y los Estados Unidos. Japón había iniciado su expansión en Asia con la invasión de Manchuria en 1931 y la guerra contra China en 1937. En 1941, Japón ocupó Indochina francesa y planeó expandirse por el Pacífico. El 7 de diciembre de 1941, Japón lanzó un ataque sorpresa contra la base naval estadounidense de Pearl Harbor en Hawái, lo que provocó la entrada de Estados Unidos en la guerra.
La contraofensiva aliada comenzó con la Batalla de Midway en junio de 1942, donde los Estados Unidos lograron una victoria decisiva, marcando el inicio del retroceso japonés. Los aliados avanzaron hacia Japón mediante una campaña de isla en isla, tomando territorios clave como Guadalcanal, Iwo Jima y Okinawa. Finalmente, en agosto de 1945, Estados Unidos lanzó bombas atómicas sobre Hiroshima (6 de agosto) y Nagasaki (9 de agosto), lo que llevó a la rendición de Japón el 2 de septiembre de 1945, poniendo fin a la guerra en el Pacífico.
II Guerra Mundial: Los tratados de paz. Consecuencias de la guerra. La O.N.U.
Tras la Segunda Guerra Mundial, los aliados celebraron varias conferencias de paz para decidir el futuro del mundo. Las principales fueron las de Teherán (1943), Yalta (1945) y Potsdam (1945). En estas reuniones, se acordó la división de Alemania en cuatro zonas de ocupación (EE.UU., URSS, Gran Bretaña y Francia), y Berlín también fue dividido. Además, se firmaron tratados de paz con los países del Eje, como Italia, Rumanía, Hungría, Bulgaria y Finlandia en 1947. Japón firmó tratados de paz con EE.UU. en 1951 y con la URSS en 1955.
Las consecuencias de la guerra fueron devastadoras. Entre 50 y 60 millones de personas perdieron la vida, incluyendo el Holocausto, donde 6 millones de judíos fueron exterminados. Las pérdidas económicas fueron enormes, con ciudades enteras destruidas y la economía mundial en ruinas. Europa fue redibujada, con la URSS anexionándose territorios en el este y Polonia desplazándose hacia el oeste. La alianza entre EE.UU. y la URSS se rompió, dando inicio a la Guerra Fría.
Para evitar futuros conflictos, se creó la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1945. La ONU fue fundada para mantener la paz y la seguridad internacional, promover los derechos humanos y fomentar el desarrollo económico y social. Su estructura incluye la Asamblea General, el Consejo de Seguridad (con cinco miembros permanentes con derecho a veto), la Secretaría General y otros organismos como la UNESCO, la OMS y el FMI. La ONU se convirtió en un foro internacional para resolver conflictos y promover la cooperación global.