T 4.1. Guerra y revolución liberal (1808-1814)
1.1. La crisis de la monarquía borbónica
El inicio del reinado en España de Carlos IV (1788-1808) coincidíó con el estallido de la Revolución francesa. Temerosa de la expansión por nuestro país de las ideas liberales, la monarquía española se uníó a la coalición de potencias extranjeras contra la Francia revolucionaria y le declaró la guerra (1793-1795).
La derrota de las tropas españolas obligó a firmar la paz y seguidamente, Manuel Godoy, el ministro más influyente del monarca, dio un giro radical a la política exterior española, aliándose con Napoleón para enfrentarse a Gran Bretaña, el principal enemigo de Francia. Por el Tratado de Fontainebleau (1807), España autorizó al ejército francés a atravesar su territorio para invadir Portugal, aliada de Gran Bretaña.
El descontento de parte de la población con las decisiones de Godoy y con la permanencia del ejército francés en tierras españolas provocó el estallido del Motín de Aranjuez (1808), que forzó la dimisión del ministro y la abdicación del rey en su hijo Fernando VII.
Ante las desavenencias en la familia real, Napoleón se ofrecíó como mediador y convocó a Carlos IV y a Fernando VII en Bayona (Francia), donde les presiónó para abdicar del trono y aceptar el nombramiento de su hermano José Bonaparte como nuevo rey de España.
José I (1810-1813) inició una labor de gobierno tendente a imponer en España los principios liberales de la Revolución francesa. Su proyecto encontró adeptos entre algunos liberales españoles deseosos de poner fin al Antiguo Régimen, que se conocen como afrancesados.
1.2. La Guerra de la Independencia
La ocupación francesa provocó la rebelión popular y, el 2 de Mayo de 1808, el pueblo de Madrid se levantó contra las tropas francesas. Su ejemplo fue seguido en muchos otros lugares, iniciándose la Guerra de la Independencia, que tuvo las siguientes fases:
para hostigar a los franceses.
Además, parte del ejército francés que se dirigía a Andalucía fue derrotado en la batalla de Bailén (1808) por un ejército integrado por militares regulares y voluntarios reclutados por las Juntas de Defensa andaluzas.
Ofensiva francesa (1808-1812). Napoleón se decidíó a intervenir personalmente en España y las tropas francesas ocuparon la mayor parte del territorio español. Muchas ciudades se negaron a rendirse, lo que comportó largos sitios*
como los de Girona y Zaragoza.Victorias anglo-españolas (1812-1814). El curso de la guerra dio un giro en el año 1812, cuando la campaña de Rusia obligó a Napoleón a desplazar parte de su ejército a aquel país. La ayuda ofrecida por las tropas británicas, bajo el mando del mariscal Wellington, resultó decisiva para derrotar al ejército invasor en Los Arapiles (1812).
Un año después se firmó el Tratado de Valençay por el que Fernando VII recuperaba la Corona y Napoleón se comprometía a retirar sus tropas de España.
1.3. Las Cortes de Cádiz
Ante el vacío de poder legítimo en que se hallaba España tras las abdicaciones de Bayona, los patriotas crearon Juntas* locales y provinciales de defensa para dirigir la resistencia a la invasión y organizar un gobierno representativo. Para coordinar el movimiento, se creó una Junta Suprema Central, que en 1810 convocó una reuníón de Cortes constituyentes en Cádiz, única ciudad no ocupada por los franceses.
La mayoría de diputados que asistieron a la reuníón de las Cortes eran liberales, aunque también había una minoría de absolutistas, que tan solo deseaban el regreso de Fernando VII. En su primera sesíón se decidíó que los reunidos ostentaban la representación de los españoles, es decir, la soberanía nacional.
Seguidamente, redactaron una Constitución*
, aprobada en 1812, que reflejó los principios básicos del liberalismo político: soberanía nacional, división de poderes, sufragio universal masculino y amplia declaración de derechos. Esta Constitución, muy avanzada para su época, señala el inicio del constitucionalismo español.
Las Cortes de Cádiz aprobaron también unas leyes destinadas a abolir el Antiguo Régimen: supresión de los señoríos, abolición de los gremios, supresión de la Inquisición y la tortura, libertad de prensa, igualdad de todos los españoles frente a la ley y los impuestos, y libertad de industria y comercio.
A pesar de las buenas intenciones de los diputados, la situación bélica dificultó la aplicación de las leyes aprobadas en Cádiz e impidió la consolidación del régimen liberal. Además, el retorno de Fernando VII significó el regreso a la situación anterior a 1808.